sábado, 5 de agosto de 2017

Actividades

OREMOS POR TODAS LAS ACTIVIDADES Y PLANES DEL MES DE AGOSTO

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 8 de agosto, 19 hrs.
Modera: D.I. Laura Cabrera B.

Llamamiento: Salmo 25.1-10
Oración de ofrecimiento
Himno: “Día en día” (317)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica: Ezequiel 1.15-28
Tema: Introducción al libro de Ezequiel (II)
Himno: “En el seno de mi alma” (321)
Ofertorio
Bendición pastoral


VOCACIÓN Y MISIÓN DEL PROFETA
Julio Lamelas Míguez

E
l libro de Ezequiel comienza con el relato de una experiencia personal en el marco de una teofania. Independientemente de las dificultades textuales que presenta, se trata de un relato de visión en el que se desarrollan internamente dos temas fundamentales: el de la vocación del profeta (Ez 2,1-3,3) y el de su misión al pueblo de Israel (Ez 3,4-27).

El relato de la vocación, aunque presenta peculiaridades ezequielianas propias, encuentra paralelos en Is 6,1-8 y Jr 4,1-10. Se distingue de ellos por el especial contexto teofánico donde adquieren gran significación los elementos simbólicos del firmamento o cielo (con sus vientos y nubes que vienen del Norte) lugar de la morada divina y también de la estrella polar, el fuego, la luz y cuatro seres vivientes, símbolo de la totalidad del mundo. Estos elementos están también presentes en otras teofanías vetero-testamentarias (Ex 14,24; Nm 16,35; Sof 1,18; Is 9,1; 60,1-3). El relato de la misión comienza con una serie de consejos y exhortaciones que Dios da al profeta relativas a las características del pueblo al que es enviado y a las dificultades de la misión.

Lo esencial en este relato de visión con que empieza el libro es la presencia de la gloria de Dios. Para describirla Ezequiel se sirve de elementos tomados de la tradición sacerdotal. El Antiguo Testamento considera la gloria de Dios de dos maneras: en relación con el comportamiento, en cuanto que reconocer la gloria de Dios es cumplir su voluntad, serle fiel; y en relación con el culto, en cuanto reconocer su gloria es adorarlo.

La tradición sacerdotal emplea el término kabod (gloria) de la raíz hebrea kbd (pesar) para describir la presencia de Dios (Ex 16,10; 24.15b-18; 40,34-36; Lv 9,23-24), que aparece en momentos de especial importancia: el alimento en el desierto (Ex 16), la revelación del Sinaí (Ex 24 y 40), el momento en que los sacerdotes comienzan a desempeñar su función (Lv 9). En tal descripción casi siempre están presentes la nube y el fuego.
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