20 de agosto de 2017
La lluvia y la
nieve bajan del cielo,
y no vuelven a subir
sin antes mojar y alimentar la
tierra.
Así es como brotan las semillas
y el trigo que comemos.
Lo mismo
pasa con mi palabra
cuando sale de mis labios:
no vuelve a mí
sin antes
cumplir mis órdenes,
sin antes hacer lo que yo quiero.
Isaías 55.10-11, TLA
Todas las cosas fueron creadas por el poder de la
Palabra divina, según lo cuenta el Génesis y lo repiten reiteradamente multitud
de textos del Antiguo Testamento (p. ej., Sal 33.6-7) y del Nuevo. La capacidad creadora de la Palabra del Señor
fue capaz de extraer todo lo existente a partir del caos originario (tohu babohu). Esa misma capacidad
creadora es la que ha mantenido con vida el cosmos y todo lo que contiene. El
Segundo Isaías fue un profeta que en repetidas ocasiones se refirió a ese poder
creador y sustentador de la naturaleza. Enfrentado como estaba a la realidad de
un pueblo exiliado, tuvo que recurrir a esas imágenes tomadas del Génesis y de
la observación general, para contribuir a levantar el ánimo del pueblo. Así lo
hace desde el cap. 40, al contrastar lo efímero de la vida natural con la
grandes histórica de la Palabra divina: “Grita que la hierba se seca,/ y las
flores se marchitan,/ cuando Dios lanza sobre ellas/ el viento del desierto./ En
cambio, la palabra de Dios/ permanece para siempre” (40.7-88).
Siempre anclada en la
historia concreta de su tiempo, la palabra proféticas fue proferida para
responder a circunstancias que hoy nos parecen muy lejanas, pero con las que
hay que dialogar desde nuestra realidad. Ésta, a su vez, se nos resiste para la
comprensión, en parte porque la estamos viviendo aún y nos falta la suficiente
perspectiva cronológica y de comprensión. De eso se aprovechan quienes
gobiernan para impedir la crítica y una mayor oposición a sus políticas. La
historia en México ha sido, como bien la ha definido el escritor José Agustín, una
tragicomedia, sobre la cual ha
escrito, al menos desde 1940 hasta 1994. En el exilio, Israel vivió una
experiencia amarga como consecuencia de su desobediencia. Is 55 es famoso por
su lenguaje positivo hacia el pueblo, y a obtener del Señor alimento en todos
los sentidos (vv. 1-2), por su invitación a la conversión renovadora de la vida
(vv. 3-7) y por la forma en que recuerda la enormidad de sus pensamientos y
designios incomprensibles para el ser humano (8-9).
Con ese telón de fondo se
introduce, nuevamente con la observación de los ciclos de la naturaleza (10) la
maravilla de la Palabra divina que proviene de los labios del Señor como un
efluvio poderoso capaz de hacer lo que Él quiera. Mercedes García Bachmann ha
resumido muy bien el final esta sección:
El tema de la
preferencia de Yahvéh sobre cualquier otro dios sigue estando presente, esta
vez asegurando la eficacia de la palabra de Dios. Aunque lo primero que nos
viene a la mente es Génesis 1 (Dios dijo y se hizo), pensando en los temas de
este libro y en las experiencias de Israel, parece mejor asociar la eficacia de
la palabra divina con el testimonio de Israel de que Dios había prometido
bendición y monarquía davídica siempre que Israel fuese fiel a su parte de la
alianza, y de la misma manera, castigo y exilio si Israel no obedecía B y en
esto fue eficaz la palabra divina, y de ello es testigo Israel ante las demás
naciones y ante los demás dioses.[1]
A partir de la certeza
del poder indiscutibles de la palabra divina, el Segundo Isaías concluye con
palabras de aliento y estímulo: “Los vv. 12-13 cierran todo el Deuteroisaías, y
no sólo el capítulo, ya que retoman Isaías 40: del ‘consolad’ a la alegría, del
‘preparad el camino’ a la salida en seguridad y sin pasar necesidades. La
creación participa de esa fiesta que comienza con la salida (ya antes de
regresar a la tierra). El v. 13b pone un gran broche: todo esto será para
renombre de Yahvéh, y de ningún otro dios, y será una señal eterna. Aquí vale
la pena notar la similitud en vocabulario con el pacto sellado entre Dios y Noé
(Génesis 9)” (Ídem). La Palabra divina
prueba siempre su eficacia religiosa, espiritual y cultural en la historia, en
medio de los conflictos y contradicciones humanas.
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