sábado, 9 de junio de 2018

Letra 571, 3 de junio de 2018

LOS HOMBRES DEL MAESTRO (XV)

MATÍAS

Mitrut Popoiu


Resultado de imagen para matías apóstol“MATÍAS EN HEBREO SIGNIFICA “DADO A NUESTRO SEÑOR” O “UN regalo de nuestro Señor”, o incluso, humilde, pequeño. Fue elegido por nuestro Señor cuando entró en el grupo de los setenta y dos discípulos y cuando, por sorteo, fue elegido para entrar en el grupo de los apóstoles. Se consideraba pequeño, porque era manso y humilde. Como dice San Ambrosio hay tres formas de ser humilde: la primera es hacerse humilde por aflicción, la segunda es ser humilde por la consideración de sí mismo y la tercera es serlo por devoción a nuestro Creador. San Matías tuvo la primera por sufrir el martirio, tuvo la segunda por despreciarse a sí mismo y tuvo la tercera por maravillarse de la majestad de nuestro Señor. Por San Matías como cambiar el bien por el mal, porque por ser bueno, ocupó el lugar de Judas, el traidor. Su vida es leída en la Santa Iglesia y San Beda escribió sobre él como de un hombre santo que da testimonio” (Leyenda áurea, siglo XIII).
Sobre San Matías se dicen pocas cosas en la Biblia. Sólo es mencionado una vez en el Nuevo Testamento, o sea, cuando es elegido para reemplazar a Judas a fin de que se cumpla el que hubiera doce apóstoles de Cristo (Hechos 1.15-26). Después de la Ascensión del Señor, se reunieron los discípulos, con María la Madre de Jesús y los once apóstoles. Estaban esperando la prometida venida del Espíritu Santo, perseverando en la oración. Como el puesto ocupado por Judas había quedado vacante, el número de los doce no estaba completo y este es el texto sobre la divina elección del nuevo apóstol, el número doce.
Por Hechos 1.15-26 se conoce cómo fue elegido el nuevo discípulo (apóstol), o sea, por sorteo. Hoy en día, esta elección podría ser considerada de alguna manera como anticristiana, ya que podría asociarse con el juego. Sin embargo, la tradición judía conocía lo sagrado de las probabilidades llamadas Urim y Tummim, que eran utilizadas por el sumo sacerdote del Templo. Y aun hoy en día, este sorteo es utilizado por la Iglesia; por ejemplo, los ortodoxos serbios eligen a su Patriarca por sorteo contando con dos o tres candidatos propuestos por el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Pero, de todos modos, de acuerdo con la “Leyenda áurea”, la elección de Matías no fue   exactamente un sorteo, sino una elección divina, una señal dada por Dios, pues añade: “Pero dice San Dionisio que, habiendo un empate en la elección, un rayo bajó del cielo brillando sobre él”. Asimismo, por este pasaje bíblico que hemos mencionado, sabemos que Matías fue elegido para reemplazar a Judas. Sabemos que Judas compró la tierra llamada Haceldamah (Haqueldamá) y esto es una novedad porque parece que San Pedro, con este discurso, contradice lo dicho por los evangelios. Parece que Judas no se suicidó, sino que murió en su causa a consecuencias de un accidente: “Compró un campo con el precio de su iniquidad y cayendo de cabeza, se reventó por medio, derramándose todas sus entrañas” (Hechos 1, 18).
Asimismo, por este texto, nos enteramos que, tanto Matías como José el Justo, eran miembros del grupo más amplio, el de los setenta y dos discípulos que acompañaban a Jesús después de su Bautismo. Así que Matías fue testigo presencial de todas las enseñanzas y milagros de Jesús, aunque no formaba parte del grupo restringido de los doce
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

EL SEGUIMIENTO Y EL INDIVIDUO

Dietrich Bonhoeffer


Resultado de imagen para bonhoefferPARA QUIEN SIGUE A JESÚS, NO HAY “REALIDADES DADAS POR DIOS” MÁS QUE A TRAVÉS de Jesucristo. Lo que no me es dado por medio de Jesucristo encarnado no me es dado por Dios. Lo que no me es dado a causa de Cristo no viene de Dios. La acción de gracias por los dones de la creación se hace a través de Cristo y la súplica que pide la gracia de la conservación de esta vida se hace por la voluntad de Cristo. Si hay algo que no puedo agradecer a causa de Cristo, no puedo agradecerlo de ninguna manera, o cometo un pecado. También el camino que lleva a la “realidad dada por Dios” del prójimo con quien convivo pasa por Cristo; de lo contrario, es un camino equivocado.
Todos nuestros intentos de franquear, por medio de lazos naturales o afectivos, el abismo que nos separa del otro, de vencer la distancia insuperable, la alteridad, el carácter extraño del otro, están condenados al fracaso. Ningún camino específico conduce del hombre al hombre. La intuición más amante, la psicología más profunda, la apertura de espíritu más natural, no avanzan hacia el otro; no existen relaciones anímicas inmediatas. Cristo se interpone. Sólo a través de él podemos llegar al otro. Por eso, de todos los caminos que llevan al prójimo, la súplica es el más rico de promesas, y la oración común en nombre de Cristo es la forma más auténtica de comunión.
No hay verdadero reconocimiento de los dones de Dios sin reconocimiento del mediador, por cuya causa nos han sido dados. Y no es posible dar verdaderas gracias por el pueblo, la familia, la historia y la naturaleza, sin un profundo arrepentimiento, que atribuye la gloria sólo a Cristo, y a él por encima de todo. No hay una auténtica vinculación a los datos del mundo creado, no hay verdadera responsabilidad en el mundo, si no se reconoce primero el abismo que nos separa del mundo. No hay auténtico amor al mundo fuera del amor con el que Dios amó al mundo en Jesucristo. “No améis al mundo” (l Jn 2.15). Pero: “De tal manera amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito, a fin de que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn 3.16).
La ruptura con las relaciones inmediatas es inevitable. Bien se produzca exteriormente, bajo la forma de una ruptura con la familia o el pueblo, siendo uno llamado a llevar de modo visible el oprobio de Cristo, a asumir el reproche de odiar a los hombres, bien sea preciso llevar esta ruptura secretamente, conocida sólo por él, dispuesto a realizarla visiblemente en cualquier instante, no hay en esto una diferencia definitiva. Abraham es el ejemplo de estas dos posibilidades. Debió abandonar a sus amigos y la casa de su padre; Cristo se interpuso entre él y los suyos. Entonces la ruptura debió hacerse visible. Abrahán se convirtió en un extranjero a causa de la tierra prometida. Fue la primera llamada. Más tarde Abrahán es llamado por Dios a sacrificarle a su hijo Isaac. Cristo se interpone entre el padre de la fe y el hijo de la promesa.
No sólo la inmediatez natural, sino también la inmediatez espiritual son rotas aquí; Abrahán debe aprender que la promesa no depende de Isaac, sino sólo de Dios. Nadie oye hablar de esta llamada divina, ni siquiera los servidores que acompañan a Abrahán hasta el lugar del sacrificio. Abrahán está absolutamente solo. Una vez más es un ser completamente individualista, como hace tiempo, cuando abandonó la casa de su padre. Toma esta llamada tal como le ha sido dirigida, no le da vueltas para encontrar explicaciones, no la espiritualiza, toma a Dios a la letra y está dispuesto a obedecer. Contra toda inmediatez natural, contra toda inmediatez ética, contra toda inmediatez religiosa, obedece a la palabra de Dios. Lleva a su hijo al sacrificio. Está decidido a manifestar visiblemente la ruptura secreta, a causa del mediador.
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LA POLÍTICA (II)

Roger Mehl


I. Naturaleza y fines de lo político
Para elaborar una ética cristiana de lo político es importante definir con precisión su naturaleza y reconocer los valores específicos que gobiernan el mundo político. No podemos establecer el apriorismo de que la política es sólo un apéndice de la ética, aun cuando ambas disciplinas mantengan entre sí inevitables relaciones.
En el sentido más amplio de la palabra, la política es la organización de la ciudad, el establecimiento de una legislación que regule las relaciones entre los individuos y entre los grupos sociales. La ciudad no es, en su esencia, un conglomerado de individuos aislados, sino una red de grupos sociales más o menos conjuntados, pero cuyos intereses no se armonizan espontáneamente. Ninguna ciudad se encuentra en estado de equilibrio; por el contrario, suelen predominar las tensiones entre las diversas capas sociales (clases, profesiones, a veces etnias, religiones). El objetivo primero de la política es, por tanto, hacer que de ese tejido social complejo surja una “voluntad general” (J. J. Rousseau) o, utilizando una expresión más actual, cierto consenso. Éste no es nunca total, no suprime todos los conflictos y además sería de lamentar que lo lograra, pues los conflictos provocan una dinámica social, gracias a la cual pueden realizarse ciertos progresos. Pero este consenso, variable según las épocas, puede alcanzar cierta amplitud, puede darse un acuerdo casi general sobre la forma del régimen político. De hecho, en gran parte de nuestras sociedades occidentales no existe un problema de legitimidad. Dejando de lado algunos grupos totalmente minoritarios, todos los partidos políticos están de acuerdo en apoyar un régimen democrático, de tipo parlamentario, en que se impongan a todos las decisiones de la mayoría. El objetivo de la política es, ante todo, tratar de conservar o, si es posible, ampliar ese consenso.
Pero se advierte en seguida que esta actividad política implica dos riesgos éticos importantes: el de obtener dicho consenso con medios puramente pasionales, lo que supone generalmente bloquear la opinión pública recurriendo a un enemigo real o imaginario que desempeña el papel de cabeza de turco y sirve para provocar una historia colectiva (como sucedió en la desastrosa aventura hitleriana), y el de ahogar con la violencia la voz de los contrarios. La ética no puede condenar la búsqueda del consenso (la idea del pueblo ocupa un lugar fundamental en la historia de la salvación). Sin embargo, no puede aprobar todos los métodos utilizados para lograr ese consenso. Pero conviene tener en cuenta que la ética debe ejercer una función crítica frente a la política.
La política invoca principalmente dos valores: el de orden y el de justicia. Entre ellos se establece una dialéctica que presenta sus dificultades y que muchas veces lleva a graves crisis.

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