sábado, 15 de febrero de 2020

Isaías 60.1-15 / Efesios 5.1-13, TLA

60 1-3 Isaías dijo:
Habitantes de Jerusalén,
ustedes están llenos de esplendor
porque la gloria de Dios
brilla sobre ustedes.
Una noche oscura
envuelve a las naciones,
pero Dios hará brillar su luz,
y así los reyes del mundo
verán la gloria futura de Israel.
Dios dijo:
Habitantes de Jerusalén,
levanten los ojos y miren a su alrededor:
todo el mundo se reúne en Jerusalén.
De muy lejos vienen familias enteras,
con sus niños en brazos.
Al verlos llegar,
con los tesoros del mar
y las riquezas de las naciones,
se llenarán de gozo y alegría.
A Jerusalén vendrá mucha gente
de las regiones del desierto.
Vendrán montados
sobre muchos camellos.
También vendrá gente
del reino de Sabá.
Vendrá con incienso y oro,
y alabará mis grandes hechos.
Las ovejas del país de Quedar
serán para ustedes;
sobre mi altar me podrán presentar
los carneros de Nebaiot
como ofrendas agradables,
y yo haré que mi templo
se vea aun más hermoso.
8-9 Llegan barcos de alta mar
trayendo a los habitantes de Jerusalén
con su oro y su plata.
Vienen para adorarme,
pues soy el Dios santo de Israel
que los llena de poder.
10 Habitantes de Jerusalén,
yo estuve muy enojado con ustedes
y por eso los castigué;
pero ahora les mostraré
lo mucho que los amo.
Gente extranjera reconstruirá
las murallas de la ciudad,
y los reyes de otras naciones
se pondrán a su servicio.
11 Los portones de Jerusalén
no se cerrarán ni de día ni de noche;
así las naciones,
bajo la guía de sus reyes,
podrán traerles sus riquezas.
12 Todas las naciones
que no estén al servicio de ustedes
serán destruidas por completo.
13 Dios continuó diciendo a los habitantes de Jerusalén:
Todas las riquezas del Líbano
y todas sus finas maderas
vendrán a dar hermosura a mi templo,
donde he puesto mi trono.
14 Los descendientes
de sus antiguos enemigos
vendrán y se humillarán ante ustedes;
quienes antes los despreciaban,
se arrodillarán ante ustedes
y llamarán a Jerusalén:
“Ciudad del Dios santo de Israel”.
*
Ustedes son hijos de Dios, y él los ama. Por eso deben tratar de ser como él es. Deben amar a los demás, así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Para Dios, la muerte de Cristo es como el delicado aroma de una ofrenda.
Ustedes son parte del pueblo de Dios; por eso, ni siquiera deben hablar de pecados sexuales, ni de indecencias ni de ambiciones exageradas. No digan malas palabras, ni tonterías, ni vulgaridades, pues eso no es correcto. Más bien, usen su boca para dar gracias a Dios. Bien saben ustedes que nadie que tenga relaciones sexuales prohibidas o indecentes, o que nunca esté satisfecho con lo mucho que tiene, tendrá parte en el reino de Cristo y de Dios. Eso es tan malo como adorar a un ídolo.

No se dejen engañar con ideas tontas, pues por cosas así Dios castiga terriblemente a quienes no lo obedecen. Así que, no tengan nada que ver con esa clase de gente.

No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad, y antes ustedes vivían así, pues no lo conocían. Pero ahora ya lo conocen, y han pasado a la luz; vivan entonces como corresponde a quienes conocen a Dios, pues su Espíritu nos hace actuar con bondad, justicia y verdad. 10 Traten de hacer lo que le agrada a Dios. 11 No se hagan cómplices de los que no conocen a Dios; al contrario, háganles ver su error, pues sus hechos no aprovechan de nada. 12 ¡La verdad es que da vergüenza hablar de lo que ellos hacen a escondidas! 13 Cuando la luz brilla, todo queda al descubierto y puede verse cómo es en realidad.

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