sábado, 15 de febrero de 2020

Letra 658, 16 de febrero de 2020


ANUNCIO DE LIBERACIÓN Y SALVACIÓN
Horacio Simian Yofre

Resultado de imagen para camino de pazIsaías 61 es una unidad textual, que comienza y concluye con la mención solemne del nombre divino “Señor mi Dios” —Yahvé Adonai en hebreo— y se divide en tres secciones. En la primera (Is 61.1-3a) el profeta expresa en primera persona el sentido de su vocación.
La segunda sección (Is 61.3b-9) se refiere al pueblo y se puede considerar pronunciada por el Señor, aunque esto es evidente solamente a partir de Is 61.8. La tercera sección (Is 61.10-11) es una declaración de alegría, probablemente de Jerusalén misma, que concluye con una comparación de tipo sapiencial.
La primera sección comienza presentando al profeta que es movido por el espíritu del Señor, como los jueces y como los antiguos profetas (véase Nm 11.25-26; 24.2). Pero también Is 11.2 y frecuentemente Ezequiel hablan de la función profética en relación con la presencia del espíritu divino. No es propia de la función profética en cambio la unción, que pertenece a los reyes (1 Sm 16.1, 12-13) y sacerdotes. Según 1 Re 19.16 Elías debía ungir a Eliseo como profeta y al mismo tiempo como su sucesor, pero de hecho, en la historia de ambos, la unción no se encuentra.
A continuación, una serie de proposiciones que indican finalidad, describen la misión del profeta: es el "evangelista" que anuncia buenas noticias (véase Is 52,7), el que cura, consuela y alegra a los afligidos habitantes de Sión, el que proclama la liberación de los prisioneros (nótese cómo esta última acción se expresa con dos frases sinónimas).
Destinatarios de su mensaje son los pobres, condición que implica al mismo tiempo pobreza física, opresión, humildad y dulzura. Los cautivos a los cuales se anuncia la liberación podrían ser todavía los residentes en Babilonia, si el texto ha sido compuesto y pronunciado en los primeros años del retorno. Pero es posible que el profeta se refiera a una situación de injusticia, que se habría originado a causa de las tensiones entre los israelitas retornados del exilio y los habitantes que habían quedado en Jerusalén.
La consolación de los afligidos es el cumplimiento de la misión a la cual se aludía desde Is 40.1. Los afligidos son, en el lenguaje bíblico, los que hacen duelo por una desgracia personal, como la muerte de un ser querido. Esto explica la imagen de la "ceniza" (que de suyo se esparce sobre la cabeza como signo de luto) cambiada en corona, y del traje de duelo cambiado en vestido de fiesta.
El anuncio del año de gracia alude a los años jubilares (cada cincuenta años, véase Lv 25.10-17) y sabáticos (cada siete). Según la ley, estos años llevaban consigo una restauración completa de la justicia, la liberación de esclavos (véase Ex 21.2; Dt 15.1, 12), el perdón de las deudas y la restitución de los bienes enajenados. Pero si para unos el año será de gracia, para otros será de venganza. El concepto moderno de venganza incluye dureza de corazón y crueldad. En el Antiguo Testamento, en cambio, la "venganza" ejercida por Dios mismo o por los hombres, designa con frecuencia la defensa de los derechos de los débiles y la reparación de la injusticia.
Según la concepción del Antiguo Testamento, estas acciones de reparación y de defensa puede realizarse por propia mano cuando falta la instancia jurídica necesaria; en cuanto al Señor, debe hacerlo personalmente porque no puede someter su caso a un tribunal humano. Una cierta semejanza entre la descripción de la vocación del profeta, y la del Servidor del Señor en Is 42.1, 7, o la de Ciro en Is 45.1-2, ha hecho pensar que se trata aquí del mismo personaje. Pero las diferencias con uno y otro son suficientes como para desechar la idea. Más bien es necesario mantener que la concepción de profeta que aquí aparece es sobre todo la del que proclama buenas noticias, como el personaje anónimo de Is 35.
A partir de Is 61.3b, el interés se centra en los habitantes de Jerusalén, no ya en el profeta mismo. El sujeto pasivo o activo, y en todo caso el término de referencia de Is 61.3b-9 es el pueblo, destinatario de la misión del profeta, y del cual, o al cual, se habla en plural, en tercera o segunda persona.
El pueblo de Jerusalén es comparado con encinas (Is 61.3). Los grandes árboles son signo de belleza y estabilidad (véase Is 2.13; 60.13). Los habitantes, auxiliados y servidos por extranjeros, reconstruirán las ruinas de la ciudad y del país (Is 61.4-5). El título de sacerdotes y ministros del Señor es el que justifica que el pueblo reciba ahora los "diezmos" con que las naciones contribuyen a su reconstrucción (Is 61.6). Ya Is 40.1 hablaba del "doble" de castigo que había merecido Israel.
Ahora el pueblo recibe una doble recompensa (Is 61.7). La alegría perpetua que el Señor promete (Is 61.7-8), y la promesa o pacto indefectible que quiere establecer con su pueblo compensan las "antiguas ruinas" ("perpetuas", Is 61.4, la misma palabra en hebreo) con las cuales el pueblo había convivido largo tiempo.
El texto concluye con el reconocimiento agradecido del pueblo. La ciudad personificada habla en primera persona singular y expresa su alegría. El Señor, que se revestía de liberación y venganza, indignación y salvación para acudir en socorro de su pueblo (Is 59.17), concede ahora a su ciudad los vestidos de la salvación y liberación (Is 61.10). La seguridad de la ayuda del Señor se expresa finalmente con la imagen vegetal de la fecundidad.
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LA CMIR APELA A UN PLAN JUSTO PARA LA PAZ

Pidamos por la paz de Jerusalén:
Que vivan en paz quienes te aman.
Salmo 122:6 (NVI)

La Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) rechaza firmemente la Propuesta de Paz para Oriente Medio presentada por la Administración Trump y exige un plan que tenga en cuenta a todas las personas que viven en el área israelí / palestina, así como a las personas refugiadas que han sido desplazadas.
Junto a varias de nuestras iglesias miembros, incluidas la Iglesia Unida de Cristo, la Iglesia de Escocia y la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (PCUSA), la CMIR considera que la propuesta de la Administración Trump no es justa ni realista. La propuesta, titulada “Paz para prosperar: una visión para mejorar la vida del pueblo palestino e israelí”, habilitaría a Israel a anexar todos sus asentamientos en Cisjordania y también el Valle del Jordán. Esto revierte resoluciones de las Naciones Unidas, así como decisiones de la Corte Internacional de Justicia que establecen que estos asentamientos son ilegales.
Fuerzas israelíes controlarían tanto por tierra como por aire el acceso a los restantes sectores dispersos del territorio palestino, restándole valor a la idea de un estado palestino. Además, los requisitos para esta llamada condición de estado imponen duras cargas a los palestinos y a las palestinas, perpetuando la negación de sus fundamentales derechos políticos, económicos y humanos. La propuesta rechazaría, asimismo, el derecho al retorno de las personas palestinas refugiadas de la guerra de 1948, conforme a la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El plan anula los reclamos palestinos sobre Jerusalén y autorizará el control israelí sobre la ciudad y sus alrededores, negando el acceso y el control a musulmanes y cristianos que han vivido allí por siglos.
Por ende, es evidente que la propuesta ignora tanto los derechos palestinos como el derecho internacional y el consenso sobre la paz en Tierra Santa.
La CMIR está comprometida con la causa de la justicia y la paz en el Medio Oriente y fue desafiada por sus iglesias miembros para dar a conocer el clamor del pueblo palestino, especialmente de la comunidad cristiana, ya que “están en juego la integridad de la fe cristiana y su praxis” (Acción 55, Asamblea General de 2017).
Convocamos a nuestras iglesias miembros, a la comunidad cristiana en general y a la comunidad internacional a orar y a trabajar por la paz en Medio Oriente. Además, pedimos a los cristianos y a las cristianas junto a la comunidad internacional que se pronuncien a nombre del pueblo palestino, dando a conocer su dolor.
Pedimos, además, que las iglesias y organizaciones miembros que se encuentran en posición de hacerlo aboguen activamente ante sus gobiernos por un plan de paz justo, que tenga en cuenta el derecho internacional y los derechos del pueblo palestino.
wcrc.ch, 6 de febrero

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