PECADO
DEL PUEBLO E INTERVENCIÓN LIBERADORA DEL SEÑOR
Horacio
Simian Yofre
Isaías 59.1-21 constituye una gran unidad textual, en el estilo de un salmo, con tres
secciones claramente diferentes. La primera, Is 59.1-8, contiene los reproches que
el profeta dirige al pueblo en nombre del Señor. Y es que los pecados de Israel
son tantos que se ha abierto un abismo casi insalvable entre Dios y su pueblo.
Toda la sección se mueve en el vocabulario de la culpa: culpas, pecados,
sangre, crímenes, mentira, perfidia, falsedad, perversidad, maldad, son los términos
que se repiten.
Los crímenes se atribuyen a
miembros del cuerpo: manos (palmas), dedos, labios, lengua, pies. Todo el
cuerpo de Israel está cubierto de crímenes. En oposición a esta descripción,
también la mano del Señor está tendida para la salvación, y su oído atento para
escuchar las súplicas. Cuando se utilizan términos positivos (justicia,
sinceridad, paz) es para negar su existencia en el pueblo.
En la segunda sección, Is 59.9-15,
el pueblo reconoce sus pecados. El vocabulario que utiliza el profeta para
referirse al pueblo culpable repite los términos de la primera sección (delitos,
pecados, infidelidad, violencia y rebelión). Pero a diferencia de la situación
de Is 58.10, donde las tinieblas se convertían en luz, y la oscuridad en
mediodía para quienes habían comprendido las exigencias del Señor, aquí la
situación del pueblo, a pesar de reconocerse
culpable, sigue siendo calamitosa y es descrita como andar a tientas en las
tinieblas, en la oscuridad y la noche.
También en esta sección los
términos positivos (derecho, justicia, honradez, honestidad), son mencionados solamente
para indicar que se los olvida o rechaza. En Is 59.9, 11, 14, la liberación y
la salvación están caracterizadas por su lejanía.
La situación se modifica en Is 59.15b-20
con la entrada en acción del Señor. Esta intervención divina tiene un doble
efecto: liberación y salvación para quienes se convierten de su rebeldía;
venganza, castigo y furor para sus enemigos. Las imágenes en esta sección —coraza,
casco, traje, manto— indican que el Señor está revestido de la fuerza necesaria
para llevar a cabo su obra. El texto hebreo de Is 59.18 añade una última línea
que habla de "dar a los extranjeros (las islas) su merecido";
posiblemente se trata de una glosa, ya que todo el texto está centrado sobre la
situación del pueblo de Israel.
También Is 59.21 (en prosa) es
una glosa que recuerda la perennidad de la alianza establecida por el Señor con
su pueblo.
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“EL CIELO CANTA ALEGRÍA” MIENTRAS LA IGLESIA SE CONDUELE ANTE FALLECIMIENTO
DE PABLO SOSA (I)
Gustavo Vásquez, Noticias MU, 12 de enero de 2020
El Rev. Pablo Sosa, uno de los más
prolíficos compositores, músicos y arreglista del metodismo de habla hispana,
falleció el 11 de enero a los 85 años en su natal Argentina. Nació el 16 de
diciembre de 1934, fue pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina
(IEMA) y un líder mundialmente reconocido por su labor ministerial en la
composición musical, docencia, dirección coral, liturgia y promoción de la
integración de los valores musicales y culturales, de las diferentes regiones
del mundo en la experiencia del culto de adoración.
Alcanzó un bachillerato en el
área musical y una Maestría en Música Sacra. Fue uno de los primeros
latinoamericanos en realizar estudios en Estados Unidos y en Alemania en el
área de liturgia y música, tomando clases en el Westminster Choir College de Princeton
en Nueva Jersey, la Hochschule für Musik (Universidad de la Música) en Berlín y
la Escuela de Música Sacra del Seminario Unión en la ciudad de Nueva York.
Además, estudió canto, órgano, dirección coral, Historia de la Música y
análisis formal.
Sosa desarrolló una notable labor
pedagógica en el área de música y liturgia dictando cursos y seminarios en
Argentina, Brasil, Costa Rica, Bolivia, Japón, Suiza, Dinamarca, Filipinas,
Canadá y Zimbabue. Fue un incansable promotor de la inclusión de expresiones de
las culturas locales en la música y la liturgia de la iglesia.
En el metodismo de habla hispana
y más allá, se reconoce su labor en la producción de innumerables himnos y
piezas musicales, con un contenido teológico enraizado en la teología wesleyana
y latinoamericana contemporánea. Participó en la edición de varios himnarios y
cancioneros, entre los cuales se destacan Cántico nuevo” (1962), Cancionero
abierto (1974) y Canto y fe de América Latina (2005) en colaboración
con otros colegas.
Tuvo un papel muy destacado en el
ámbito de la liturgia a nivel internacional, entre otras cosas, por su
participación como liturgista de la VI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias
(CMI) y como productor del himnario usado en esta reunión, que se llevó a cabo
en Vancouver, Canadá, en 1983. Al respecto, Andrew Donaldson, ex consultor
litúrgico del CMI expresó que esa asamblea “significó un cambio en mi vida,
motivado por la pasión y compasión de Sosa en su introspección de la cultura,
las alegrías, los dolores y las luchas de la comunidad que originaba las
canciones”.
En 2018 fue distinguido por la
Sociedad de Himnología de EU y Canadá con el título de “Fellow”, equivalente al
de Miembro Pleno de dicha sociedad. Este reconocimiento de carácter vitalicio,
el más alto otorgado por esta institución, respondió a su labor como
compositor, profesor, director coral, músico eclesiástico y promotor cultural.
“Como director de Música para
Todos, Sosa trabajó para derribar las barreras entre la música
popular y la música clásica y facilitar el acceso a los diferentes géneros de
música, superando divisiones culturales y denominacionales. Sosa es un
intelectual incansable, que está siempre incorporando nuevas ideas, utilizando
nuevos enfoques”, afirmó Donaldson en el momento en que se le otorgó la
distinción en 2018. en 2018. La Hymn Society de EU y Canadá, fundada en 1922,
es un organismo ecuménico de gente apasionada por los himnos y el canto
congregacional.
Sosa fue compositor de
reconocidos cantos de la liturgia y la himnología protestante latino-americana,
los cuales han sido traducidos al inglés, alemán, portugués, sueco, finlandés,
chino y japonés. Entre las piezas musicales más conocidas se encuentran: “El cielo canta alegría” (1958),
“Cristo vive” (1960), “Si fui motivo
de dolor”(1960), “Miren qué
bueno” (1970), “Gloria”
(1978), “La bendición
del Dios de Sara” (1988), “Este momento en
punto” (1990) y, más recientemente, “Que esta Iglesia sea un árbol”,
dada a conocer mundialmente en la Asamblea General del Consejo Mundial de
Iglesias en Busan, Corea, 2013 y lema de la 46ª Asamblea
Anual del Caucus Hispano-Latino de La Iglesia Metodista Unida (MARCHA-Metodistas
Asociados por la Causa Hispano Americana), celebrada en la ciudad de
Dallas en 2017.
En 2003 la editorial GIA
Publications de la ciudad de Chicago, lanzó al mercado el disco Éste
es el Día, que contiene una recopilación de
diecinueve canciones, presentadas en inglés y español, de las más conocidas de
Sosa. La editorial calificó este material como “el legado e inspiración de Sosa
para las futuras generaciones de compositores de música sagrada”.
En 2007 Sosa también escribió
para la Iglesia Metodista Unida de EU, “Un canto de Libertad” (A Song of
Freedom) que fue una guía para el estudio del movimiento misionero a través de
sus canciones.
Un hecho particular en la
historia del Rev. Pablo Sosa, fue la ocasión cuando una de sus composiciones
fuera cantada en la misa de la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada
Concepción y la Universidad Católica, presidida por el Papa Francisco, cuando
visitó la ciudad de Washington DC el 23 de septiembre de 2015.
"Este momento en punto", fue la pieza escogida para
esa ocasión de acuerdo con los encargados de preparar la liturgia, su música es
cautivadora y contagiosa por la combinación del candombe y la milonga, ritmos
precursores del tango desarrollados en el siglo XVIII y que utilizan fórmulas
rítmicas de origen africano.
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