sábado, 11 de julio de 2020

Letra núm. 678, 12 de julio de 2020


EL DIOS DE JOB (III): LA VOZ DE LOS TRES AMIGOS DE JOB
David J.A. Clines

L
Job Y Sus Amigos - Imagen De Las Sagradas Escrituras, El Antiguo Y ...a razón por la cual Dios debería “olvidar” parte de las faltas de Job resulta bastante difícil de discernir; no se dice ni una palabra sobre la misericordia, y no puede ser que Dios no preste atención suficiente a saber de qué es Job verdaderamente culpable. Basta con saber que en la actuación divina hay “misterios” (11,6) —lo cual equivale a decir que Sofar no puede explicarse cómo encaja con su principio subyacente de retribución exacta su convicción de que el pecado de Job es mayor—.

Sin embargo, también él piensa que Job no puede ser merecedor de la muerte, como los malvados; también él ofrece a Job una visión positiva del futuro, siempre y cuando éste abandone su pecado:

Si hay obras malas en tu mano, renuncia a ellas...
entonces alzarás tu rostro libre de culpa...
te olvidarás de tu sufrimiento,
lo recordarás sólo como agua pasada;
entonces tu vida brillará más que el mediodía,
su oscuridad será como luz matutina” (11,14.15-17).

Hoy en día es muy fácil burlarse del concepto que los amigos tienen de Dios como ejecutor de la retribución, y señalar el gran número de ejemplos que todos conocemos en los cuales se ha negado a los piadosos la recompensa y los malvados han escapado al castigo. Pero las alternativas a esta teología pueden ser peores todavía: imaginemos un mundo en el cual simplemente no hay correspondencia predecible entre acto y consecuencia.

¿Cómo inculcará un padre un comportamiento correcto en sus hijos, cómo advertirá un Estado a los inclinados al crimen, si no existe un principio subyacente de retribución? El atractivo de la teología es que no está hecha puramente de experiencias y anécdotas, no es una acumulación de casos, sino una consideración detenida, sistemática y de principios sobre el modo en que el mundo debiera funcionar, debiera estar gobernado y tendría que ser concebido. Afirma la existencia de una justicia fundamental en el núcleo del designio de Dios para el universo. Desde esta perspectiva no importa el número de ejemplos, o de ejemplos aparentes, en los que dicha justicia no se cumpla: por muchos que sean no pueden debilitar el principio, pues —aunque dicho principio se declara a menudo como una explicación de lo que de hecho sucede en el mundo real— no es tanto una descripción de la realidad como un programa para ésta.

No obstante, la imagen de Dios que surge de los discursos de los tres amigos es muy restrictiva. Considerar a Dios esencialmente como el arquitecto y sostenedor de tal principio es una teología mezquina y algo impersonal. Verdad es que los amigos son conscientes de algunos otros aspectos de la naturaleza divina, la perfección de su conocimiento, por ejemplo (11.7-9), sus grandes maravillas en la naturaleza (5.9-10), sus obras en la creación (26.7-13), sus manos curadoras (11.18), su complacencia en el inocente (22.23-29). Pero la suya no es una teología equilibrada, y será a otros a quienes corresponda en el libro ampliar el alcance de la descripción de Dios.

La voz de Elihú (Job 32-37)
El cuarto amigo, Elihú el intruso, no encuentra ninguna pega en la doctrina de la retribución en su formulación clásica:

Dios paga a los seres humanos según sus obras,
y trae sobre ellos lo que su conducta merece (34.11).

Pero el centro de su opinión sobre Dios se encuentra en otra parte. Para Elihú, Dios es el Gran Comunicador o Educador. Cuando hay sufrimiento, no hay que preguntar “¿Qué ha hecho esta persona para merecer tal castigo?”, sino “¿Qué lección hay que aprender?”, “¿Qué tiene Dios que decir a través de esta aflicción?”. La aflicción no mira al castigo, sino a la salvación:

Dios salva al que sufre a través del sufrimiento,
por medio de la tribulación le hace entender (36.15).

A veces Dios utiliza sueños para prevenir a alguien contra la comisión de pecados que tal vez esté proyectando (33.15-18); otras veces manda sufrimientos encaminados a la corrección, que conducen, si se disciernen correctamente, a la salvación de quien los sufre (33.19-28). Más aún, las energías creadoras de Dios no son despliegues de poder, sino medios de comunicación con sus criaturas humanas.

Cuando llegan las nubes y la lluvia, en ellas hay un mensaje:

Sea para corregir, por su tierra
o por lealtad, las envía (37.13).

Cuando caen las nieves, o las lluvias fuertes, y los seres humanos no pueden trabajar, también en ello hay un mensaje:

Encierra a todos en sus casas
para que reconozcan que él está trabajando (37.7).

Y el trueno es la comunicación de su cólera contra la maldad:

El trueno declara su ira,
la pasión de su cólera contra la iniquidad (36,33).

Las intenciones educativas de Dios miran a la mejora de la humanidad y a inculcar una actitud adecuada respecto a él como su deidad.

En resumen, la teología de Elihú es la siguiente:

En cuanto al Poderoso, no podemos encontrarlo.
Supremo en su poder, poderoso en su rectitud,
no pervierte la justicia.
Por eso lo temen los mortales,
y los sabios de corazón tienen miedo de él (37.23-24).

Lo cual equivale a decir que Dios está más allá de la comprensión humana –aunque está constantemente haciendo llegar comunicaciones a los seres humanos– y es completamente justo, al tiempo que supremamente poderoso. No hay nada acogedor en su programa de educación, por salvífico que éste pueda ser, pues su propósito, como se ve pronto, es mantener a los seres humanos en su lugar. La única respuesta humana adecuada a lo que van a aprender acerca de lo divino es la emoción del temor (37,24); el temor de Yahvé, eso es sabiduría (28,28).

La teología de Elihú va decididamente más allá de la de los demás amigos, centrada en una retribución algo mecánica, y crea un espacio para la comunicación entre la esfera de lo divino y el ámbito humano. Pero la teología de Elihú sigue siendo austera, y de orientación tan individualista como la de ellos.
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5ª REUNIÓN VIRTUAL DE ORACIÓN Y REFLEXIÓN
10 de julio de 2020

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