13 de diciembre de 2020
Este
niño hará que muchos en Israel dejen de hacer lo malo y obedezcan a Dios.
Este
niño llegará a ser muy importante, y lo llamarán “Hijo del Dios altísimo”. Dios
lo hará rey, como hizo con su antepasado David; 33 gobernará a la nación de
Israel para siempre, y su reinado no terminará nunca.
Lucas 1.16, 32, TLA
Habiendo iniciado la temática
mensual en relación con el gran acontecimiento de la encarnación del Hijo de
Dios en el mundo mediante una reflexión sobre Juan 1.1-14, corresponde ahora
acercarse a la versión tan amplia del evangelio de Lucas, que fue quien dedicó
más espacio a la reconstrucción del escenario de lo sucedido. Ante nosotros
está el desafío de recibir lo propuesto por Lucas, médico y amigo de San Pablo,
esto es, la reconstrucción histórica, biográfica, muy entrañable y cotidiana
que llevó a cabo. Hablamos de reconstrucción del escenario porque en el
cap. 1 se describe en largos párrafos la historia del nacimiento de Juan el
bautista y se explica que era familiar de Jesús de Nazaret y que las madres de
ambos se encontraron. En todos los entretelones que rodearon ese acontecimiento
doble, el de Juan y el de Jesús, hay una sensación de acercamiento cotidiano
profundo a la vida de las mujeres, Elizabeth y María. La sensibilidad de ambas es
retomada para que, a través de su visión y de su experiencia se filtrase y se
acercase profundamente el misterio y el milagro de la encarnación del hijo de
Dios.
Al comienzo de la
primera sección, se destaca cómo el ángel habló directamente a Zacarías.
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