El libro comienza de manera
abrupta, sin prólogo, y sin nombrar a su autor. Cada gran historia tiene
un principio, y Marcos nos lleva al principio del evangelio.
La antigua palabra griega para evangelio significa “buenas
noticias,” así que este libro son las buenas noticias de Jesucristo,
Hijo de Dios.
Sin embargo, desde el comienzo
en tradición no interrumpida, se ha tenido como obra de Marcos y
presentando, básicamente, la historia de Jesús tal como la relataba Pedro. ya
que este se encontraba con él en Babilonia y el apóstol le llamaba “su hijo”
1ª Ped.5:13. Lo que hace suponer que fue bautizado por él.
Se cree que fue escrita entre
los años 60 y 70 D.C y presentada en Roma, lanzándose a la crónica de su vida
pública da prominencia especial al poder sobrehumano de Jesús, manifestando así
su deidad por medio de sus milagros proponiéndose demostrar con ello que
Jesucristo es el hijo de Dios, y que toda la naturaleza y aun los demonios le
están sujetos.
Es el evangelio más breve y se
ocupa de relatar lo que Jesús hizo, por encima de lo que dijo. Narra a Cristo en acción. Hay muy pocos
discursos, y un gran número de obras. Pareciera
haber tenido en mente de manera especial a los lectores gentiles, a aquellos
que vivían fuera de Palestina, los cuales no habían sido testigos personales de
los eventos de la vida de Jesús y que serían enormemente bendecidos por el
énfasis que Marcos dio al poder sobrenatural de Cristo, fue escrito para
personas que no estaban familiarizadas con el primer siglo del judaísmo. Marcos
lo escribió para los Romanos.
Marcos inicia su libro con la predicación
de Juan el Bautista el que hace referencia a la profecía de Isaías citada en el
Antiguo Testamento, pasando por alto el nacimiento de Jesús. Marcos escribió un
evangelio a los romanos, duros trabajadores y orientados
a realizar logros, que enfatizaba a Jesús como el Siervo de Dios. Y
debido a que a nadie le interesa el pedigrí de un siervo, el Evangelio de
Marcos no tiene la genealogía de Jesús.
Marcos da mayor relevancia al
inicio del evangelio de Jesucristo y respaldando sus dichos en los que refiere
que ha llegado el mensajero que clama en el desierto para preparar el camino
del Mesías y exhortando a los oyentes al arrepentimiento y a enderezar sus
caminos al Señor. El sentido
profético-histórico de estas palabras se refería a las naciones gentiles que debían
ser humilladas antes del triunfo mesiánico.
La voz de Juan es como la voz
del trueno que retumba en los desiertos con la autoridad que El señor le ha
conferido para hacer este anuncio. Y sin embargo Israel no escucho su mensaje,
ni preparo el camino. De ahí lo que dice Jesús en Mat. 17:11-13 “…A la verdad,
Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que
quisieron; así también el hijo del hombre padecerá de ellos”
El desierto en el que Juan
predicaba y bautizaba se hallaba a tres o cuatro leguas al este de Jerusalén
entre esta ciudad y el mar muerto.
Este bautismo no era sino una
preparación de Israel para recibir al Mesías. Hech. 19:4 “Dijo Pablo Juan
bautizó con bautismo de arrepentimiento diciendo al pueblo que creyesen
en aquel que vendría después de él, esto es en Jesús el Cristo” cuyo
significado para la palabra griega metanoia arrepentimiento es:
remordimiento por la culpa incluyendo cambio corrección; en sentido religioso
sugiriendo tristeza piadosa por la incredulidad y por el pecado y apartándose
de esas cosas, dirigiéndose a Dios y al evangelio de Cristo.
También debemos tomar en cuenta
un hecho relevante citado en Luc. 3:2 “Bajo el pontificado de Anás
y Caifás, la Palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarias, en el desierto”
En Apocalipsis 4:7 se describe
a los querubines, alrededor del trono de Dios, como seres con cuatro
rostros: un león, un becerro, un hombre, y un águila. Debido a la
tradición, la iglesia le ha atribuido uno de estos “rostros” a cada uno de los
Evangelios.
En las catedrales de Europa,
este motivo se repite una y otra vez en los tallados o pinturas de cada una de
estas criaturas, típicamente, con un libro. La criatura que representa el
evangelio de Marcos es el becerro, una criatura de trabajo y servicio.
El Evangelio de Marcos muestra a Jesús como el Siervo de Dios, como
el Trabajador de Dios.
En Marcos Jesús aparece muy ocupado, moviéndose rápidamente
de un evento a otro. Unas de las palabras que sobresalen es “luego”,”
al momento” y “en seguida”. Vemos a Jesús como siervo muy ocupado en
atender las necesidades de los menos favorecidos, y tomando muy fielmente su
papel de ser el Mesías de Dios.
Cada palabra en la narrativa
de Jesús hecha por Marcos es vital. Sobresale que son las buenas
noticias de Jesús, una persona como cualquiera de nosotros
real, genuina, histórica, anduvo por el mundo como cualquier otro hombre. Son
las buenas nuevas de Cristo (el cual simplemente
significa “Mesías”), el redentor prometido, el ungido, de los hombres. Y
un Hijo en más de un sentido del que pensamos en cuanto a que
todos los hombres gracias a su sacrificio nos convirtió en hijos adoptivos de
Dios. Jesús es el unigénito Hijo de Dios, lo cual no deja lugar a
dudas de que también es Dios.
Según Denis Lane en la
palabra evangelio: “Entre los Romanos significaba ‘eventos de
alegría’, y estaba asociada con el culto del emperador, de cuyo cumpleaños,
logrado por la mayoría, y la ascensión al poder era celebrada como una ocasión
de fiesta para todo el mundo. El reporte de tales fiestas era llamado
‘evangelios’ en las inscripciones y papiro de la era del Imperio.
Una inscripción de un
calendario cerca del año 9 A.C., encontrado en Priene, en Asia Menor, dice del
Emperador (Augusto) Octavio: considerado el cumpleaños del dios era para el
mundo el inicio de eventos de alegría las cuales han sido proclamadas
en este hecho. Esta inscripción es notablemente muy similar a las palabras
iniciales de Marcos, y clarifica el contenido esencial de un evangelio en el
antiguo mundo: un evento histórico el cual introduce una nueva situación
para el mundo.”
Como está escrito en …el
profeta: La primera cosa que Marcos dice sobre el ministerio de
Juan el Bautista es que estaba profetizado en el Antiguo Testamento (Isaías 40:3 y Malaquías 3:1 ).
Aquellos pasajes predijeron al precursor que prepararía el camino
del Señor, este precursor, el cual Dios llamaría mi mensajero; esto es muy importante porque
esta es la primera voz profética auténtica para Israel (con la pequeña
excepción de Ana y Simeón en Lucas 2:36 y 2:25 respectivamente)
Algunos pensaban que Dios se
detuvo en enviar profetas porque Él ya no tenía nada más que decir, pero Juan
muestra que ese no era el caso.
Si nos preguntamos qué es lo
que Marcos quiso decir cuando él llamó a Jesús el Hijo de Dios,
aquí él lo clarifica. Marcos dice que el ministerio de Juan el Bautista era
para preparar el camino del Señor, y él preparó el
camino de Jesús.
En la mente de Juan
seguramente paso lo que en la antigüedad se acostumbraba para preparar la
llegada de un rey poderoso y majestuoso con la edificación de un gran camino
allanándolo, limpiándolo y quitando todos los obstáculos lo cual era anunciado
por los pregoneros y el Espíritu Santo que estaba sobre Juan fielmente lo
convierte en el pregonero de Jesús que es el Señor. Preparad el camino del Señor; Enderezad
sus sendas.
El pasaje el cual Marcos cita (Isaías 40:3) preparar
el camino para el Señor es una palabra ilustrativa, porque la preparación real que
Juan el pregonero del Señor anuncia que debe de tener lugar en nuestro corazón
limpiándolo, de todo obstáculo a través del arrepentimiento de todos nuestros
pecados para la llegada del Mesías.
Esto tiene mucho que ver con
acto de contrición, que por cierto en el concilio de Trento se define en el capítulo
IV, y expresa que el acto de contrición es “Como un intenso dolor y detestación
del pecado cometido, con el propósito de no pecar en adelante… en todos tiempos
ha sido necesario este movimiento de constricción, para alcanzar el perdón de
los pecados” A lo que Según Martin Lutero la contrición inspirada por el temor
al castigo del infierno convertía al cristiano en un hipócrita, en un
pecador.
Preparar los corazones
significa volver al camino orar al Señor para que nos de sabiduría y
sensibilidad para reconocer nuestras iniquidades que son rebeliones a los
decretos de Dios, para que Él nos fortalezca con su Espíritu y nos lleve al
arrepentimiento genuino, a sentir abominación por nuestros pecados y a
descubrir como somos limpiados de esa tristeza, de esa pesadumbre, de esa carga
de conciencia de la que solo Cristo puede liberarnos.
Muy a menudo erramos en apreciar
que tan importante es la obra de preparación del Señor. Cualquier
gran obra de Dios comienza con una gran preparación. Juan,
maravillosamente, cumplió este importante ministerio.
Juan bautizaba en el desierto no
rociaba cuando él bautizaba. Como
era la costumbre en alguna otra ceremonia de lavado judía, y predicaba el
bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados: Esto describe el cómo Juan
preparaba el camino. Él bautizaba, ofreciendo una limpieza ceremonial, el
cual confesaba el pecado y hacia algo para demostrar el
arrepentimiento.
El bautismo ya era practicado
en la comunidad judía en la forma de inmersiones ceremoniales, pero típicamente
era únicamente para los Gentiles que deseaban ser judíos. Para un judío, en los
días de Juan, el someterse al bautismo era esencialmente el decir, “Confieso
que estoy tan lejos de Dios como un Gentil, y necesito ponerme bien delante de
Él.” Esta era una verdadera obra del Espíritu Santo.
El bautismo de Juan pudo haber
sido relatado a la práctica judía de bautizar a los Gentiles convertidos, o
alguna de las ceremonias de lavado por los judíos de aquellos días. Aunque
pueda tener alguna relación, al mismo tiempo era único, tan único que Juan
simplemente fue conocido como “el Bautista.” Si muchas personas hubieran hecho
lo que Juan hizo, entonces no hubiera sido un título único.
El bautismo cristiano es como
el de Juan, en el sentido que demuestra arrepentimiento, pero también, es más.
Es el ser bautizado en Cristo, en su muerte y resurrección (Romanos 6:3). ¿O
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte?
Vestido de pelo de camello, y
tenía un cinto de cuero: En su personalidad y ministerio, Juan el Bautista
tenía el patrón del Elías audaz (2 Reyes 1:8),
quien llamó, sin temor, a Israel para que se arrepintiera. Viene tras mí el que es más poderoso que yo:
El mensaje de Juan el Bautista era simple. Juan predicaba a Jesús, no de
sí mismo. La conmoción que el Bautista
produjo con su predicación de arrepentimiento y modo de vivir fue tan grande,
que muchos creían que él era el Mesías prometido.
Para evitar esto Juan acentúa
su misión de precursor señalando con su dedo hacia Jesús; en pos de mi viene
uno. El ministerio de Juan fue aceptado
con una respuesta maravillosa en toda la provincia de Judea, y todos los de
Jerusalén. Había muchas personas que reconocían sus pecados, y su necesidad de
prepararse para el Mesías. Ellos también
estaban dispuestos a hacer algo en cuanto a eso.
Y predicaba, diciendo: Viene
tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar
encorvado la correa de su calzado. Esto pudiera sonar como una exageración
espiritual por parte de Juan. Pero Juan dijo esto porque en aquellos días, los
rabinos enseñaban que un maestro podría requerir cualquier cosa de sus
seguidores, excepto el hacer que les quiten el calzado. Eso era
considerado como demasiado. Pero Juan dijo que él ni siquiera era digno de
hacer esto por Jesús.
El Talmud Babilónico, Ketuboth 96a:
dice: “Todos los servicios que un esclavo haga por su amo, el aprendiz debe de
hacerlo por su maestro, con la excepción de desatar sus zapatos.”
Él os bautizará con Espíritu
Santo: Juan reconocía que su bautismo era solamente el preludio de lo
que Jesús traería. El Mesías traería
una inmersión en el Espíritu Santo, que era más grande que la inmersión en el
agua, como una demostración de arrepentimiento.
El bautismo de Juan podía
demostrar el arrepentimiento, pero en verdad no podría limpiar a nadie del
pecado, ni tampoco podía impartir el Espíritu Santo de la manera que Jesús lo
haría, después de que su obra en la cruz fuera completada.
El mensaje principal de Juan
no era, “Eres un pecador, necesitas arrepentirte.” El mensaje principal de Juan
era “El Mesías viene.” El llamado al arrepentimiento era
la respuesta a las noticias de que el Mesías venía. Y hoy hermanos
que estamos próximos a celebrar el nacimiento del Mesías, que ese festejo nos
llene de alegría y de gozo con unos corazones preparados para recibirle y
dispuestos a que nos libre de nuestros pecados para que nos guardemos limpios
para la honra y gloria de su nombre.
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