jueves, 26 de junio de 2008

Una identidad masculina sana (III), César Moya

29 de junio de 2008
Asimismo, dada la posibilidad de múltiples combinaciones de determinantes de género e identidad sexual, el individuo resultante no tendrá la misma identidad en cada determinante. Es decir, puede tener una identidad masculina de género cromosomal, pero ser femenino en género sexual, por poner un ejemplo entre las diferentes combinaciones que se pueden dar. Entendiendo esta situación desde la genealogía, cada individuo es lo que es y no necesariamente masculino ofemenino, en el sentido pleno de los vocablos. De ahí que, una identidad masculina sana debe aceptar tales combinaciones posibles como algo natural, tanto en sí mismo como en otros.
6. Aprecio por lo femenino Una conocida afirmación social en cuanto a la masculinidad es que para que un individuo pueda identificarse con lo masculino, ha de alejarse de lo femenino. Como la identidad masculina trata de formarse negando la identificación con lo que considera femenino, los varones mantienen durante toda su vida una lucha contra las características femeninas que pueden existir en sí mismos, a fin de preservar su masculinidad. Por esto se rechazan la apariencia física, las actitudes, comportamientos y roles femeninos que pudieran aparecer en sus vidas, y en la vida de otros individuos considerados socialmente masculinos y se genera el desprecio y la marginación de lo que no es masculino como identidad reconocida socialmente. Lo que esto produce, finalmente, es un deseo de sometimiento de lo que es diferente, por considerarlo inferior a la pretendida identidad masculina.
La identidad masculina sana debe aprender a apreciar e interiorizar lo femenino. Debe perder el miedo a mantener su identidad con la madre, y reconocer que en sus inicios, su identidad fue femenina, dada la relación, especie de simbiosis, que le unía a aquella; y no debe aprender la identidad masculina rechazando la femenina que fue forjada por su madre. La identidad masculina sana debe desligarse de los estereotipos negativos que se han asignado a lofemenino para devalorarlo y despreciarlo, y que han sido desmentidos por la ciencia.
7. Asumir roles de acuerdo con el contexto. La convivencia social a través de la historia ha prescrito roles distintos para hombres y mujeres, y, por qué no, para quienes están calificados como “ambiguos”. Así, por ejemplo, a la mujer se le hanasignado los roles domésticos, destinados a la casa y al hogar, como el cuidado de los hijos e hijas, los oficios domésticos de lavar, planchar, barrer, cocinar, etc., mientras que a los hombres se les han asignado papeles fuera de la casa, como trabajar, hacer negocios, ejercer la política, estudiar, etc., etc. Si un hombre llega a ejecutar las funciones que la sociedad ha estereotipado como propias de las mujeres, se cuestiona su masculinidad, y se puede llegar a tildarlo de homosexual. Así mismo, si una mujer ejecuta las funciones que la sociedad ha atribuido a los hombres, comienza a ser catalogada como marimacho. Pero ha de saberse que ejecutar dichos roles es parte del”desarrollo normal” del individuo hombre o mujer, y no hacerlo acarreará consecuencias negativas para su identidad masculina o femenina.
Lo más triste es que la asignación a las mujeres, de parte de la sociedad, de roles ‘específicos’, ha provocado su marginación respecto de la vida pública y de la toma de decisiones, así como de laparticipación política; ello ha tenido como consecuencia graves desventajas para la mujer en lo relativo a su participación democrática, su capacitación académica, y la posibilidad de ocupar cargos políticos u otros. La identidad masculina sana desarrollará funciones de acuerdo con las necesidades del contexto y no por los estereotipos que la sociedad patriarcal ha impuesto. Siendo así las cosas, un hombre puede desarrollar roles que se han asignado socialmente a las mujeres, y viceversa, muchas mujeres desarrollarán funciones que les fueron asignadas socialmente a los hombres.
La masculinidad no consiste, entonces, en cumplir o dejar de cumplir ciertos roles. Consiste en ejercer roles que, de acuerdo con las necesidades del contexto cultural, propendan a generar relaciones de equidad y justicia. De esta manera, se expresará una identidad masculina sana.
8. Comprometerse en el empoderamiento y libertad de las mujeres. Esto tiene que ver con lo mencionado antes respecto de no seguir el sistema patriarcal, y, concretamente, respecto de la democracia genérica, es decir, del replanteamiento del modelo patriarcal a fin de enfrentar con éxito los problemas del mundo. La democracia de género se basa en la igualdad, la equidad, la justicia y la libertad. Para lograrla, los hombres requieren trabajar a la búsqueda de una renovación de la cultura sustentadora de modelos patriarcales y opresores. Las políticas neoliberales han producido la marginación de muchas mujeres, así como en otras áreas de la vida, como la educación y la política, han sido privilegiados los hombres. Por estas razones, se hace necesario que las mujeres se empoderen desde su identidad de género, con el fin de cambiar el orden social y la cultura, y, por ende, el modelo patriarcal.
Las mujeres requieren empoderarse para ser respetadas; para no ser violentadas; para acceder a los recursos y los bienes, y para vivir en libertad. Este poderío se logrará con un marco ético que consista en la compensación, la reparación, la equidad y la justicia. Para lograrlo, hay que cambiar, no sólo la mentalidad femenina, sino la de los hombres. De ahí que una identidad masculina sana sea aquella que se compromete con el empoderamiento y libertad de las mujeres. Que se compromete en la lucha contra las instituciones que mantienen a la mujer en la precariedad y la consiguiente dificultad de vivir con dignidad y que les hace creer que deben vivir en sumisión y opresión. Se trata de comprometerse en la creación de un nuevo orden con equidad, justicia e igualdad.
Conclusiones
La masculinidad estereotipada por nuestras sociedades y culturas ha favorecido las injusticias e inequidades en el mundo. Dado lo anterior, es urgente y necesario replantear la masculinidad que busque la construcción de una sociedad justa y de igualdad entre hombres y mujeres y otros individuos que no se identifican plenamente con unos o con otras.
Una masculinidad sana debe incluir, entre otros, los siguientes aspectos:
1. Conciencia de los problemas del mundo.
2. Reconocimiento de que tanto hombres como mujeres hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
3. Respeto a la diferencia sexual y de género.
4. Separación de la identidad masculina respecto del sistema patriarcal.
5. Respuesta a la pregunta sobre cómo me siento: hombre o mujer.
6. Aprecio por lo femenino.
7. Asunción de roles que exija el mejoramiento del contexto social y cultural.
8. Compromiso hacia el logro del empoderamiento y la libertad de las mujeres.
César Moya es colombiano, pastor menonita residente en Quito/Ecuador.

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