BENEDICTO XVI EN INGLATERRA: ENTRE EL FERVOR Y LA INDIFERENCIA
A. Paredes
La Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday es una comunidad cristiana que adora y sirve al Dios único y verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En ella se reúnen hombres y mujeres de todas las edades y de todas las condiciones para celebrar agradecida, gozosa y conscientemente el amor divino revelado en Jesucristo, y para ofrecer humilde pero sinceramente el afecto fraterno a todas las personas que buscan el consuelo de Dios y el calor de la comunidad humana.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Culto de oración y estudio, 28 de septiembre de 2010
ARGUMENTOS DE JOB, Job 7
Modera: A.I. Pablo Gil
JOB 7.1-7, Dios habla hoy
La vida del hombre aquí en la tierra / es la de un soldado que cumple su servicio, / la de un esclavo que suspira por la sombra, / la de un peón que espera con ansias su salario.
Me ha tocado vivir meses enteros de desengaño, / noche tras noche de sufrimiento. Me acuesto y la noche se me hace interminable; / me canso de dar vueltas hasta el alba,/ y pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Tengo el cuerpo lleno de gusanos y de costras,/ y me supuran las heridas de la piel. Mis días se acercan a su fin, sin esperanza,/ con la rapidez de una lanzadera de telar. Recuerda, oh Dios, que mi vida es como un suspiro, / y que nunca más tendré felicidad.
VARIACIONES SOBRE EL LIBRO DE JOB
Luis Llera
Algo, al parecer, se ha quebrado en el orden divino si el justo sufre sin motivos y el impío es colmado de bienes. Job, pues, necesita recurrir a ese orden que él concibe como un determinismo cosmológico de causa y efecto, de tal modo que uno debe esperar ser retribuido por sus obras. Sin embargo, y esta es la paradoja que manifiesta el libro, su tormento contradice ese orden y rompe el equilibrio instaurado de premio y castigo. Ese viejo orden, aunque sostenido en la esfera de lo sagrado por el compromiso de la Alianza, se fundamenta, todavía hoy, en una fe ciega en la racionalidad del mundo, de tal modo que cuanto existe no puede estar sujeto a lo imprevisible o lo arbitrario; hasta el mismo Dios ha de estar constreñido por esas reglas. Una vez que el mundo ha sido creado, Dios no puede intervenir caprichosamente sobre él, alterando su propia razón de ser, de la que Él mismo es fundamento. Job es heredero de esta tradición y reclama la necesidad de este orden; de hecho, su rebelión no proviene de la muerte de sus hijos o de la pérdida de sus propiedades, ni tan siquiera de su propio cuerpo escarnecido, viene, sobre todo, de ignorar las razones de su Dios.
Mirar el futuro con la esperanza divina, L. Cervantes-Ortiz
26 de septiembre de 2010
1. La esperanza de un pueblo en la historia
El libro de Isaías es un excelente ejemplo y resumen de lo que puede suceder con la esperanza de un pueblo en la historia, tal como Dios lo va guiando y consolidando mediante el ejercicio de una fe que rebasa los límites de los regímenes sociales o políticos. Si la primera parte del libro (1-39) se sitúa en el marco de la aceptación de la monarquía como forma de gobierno y sus contradicciones para ser instrumento divino, la segunda parte (40-55) recuerda y actualiza la experiencia presente del pueblo situándola en la perspectiva de un segundo éxodo que permitirá el retorno a la tierra ofrecida por Dios como prenda de su alianza, y la tercera parte (56-66) proyecta hacia escenarios nuevos y más amplios la fe para colocarla en ámbitos universales y cósmicos. Como resume muy bien José Roberto Arango:
Israel se conformó como tal en el período anterior a la monarquía en abierto contraste con el feudalismo cananeo y desafiando al imperialismo Egipcio. En su camino de constitución atrajo a otros grupos de marginados y los aglutinó. En la forma de vida que se forjó hizo explícito un ideal que nació de su particular experiencia de Dios. El período monárquico se encargó poco a poco de ir sepultando ese ideal en todos los niveles de la vida de Israel. Pero los profetas se encargaron de hacerlo valer de nuevo en la existencia de Israel.[1]
En otras palabras, los profetas eran los encargados de revivir la utopía, la cual podía esconderse, encerrarse e incluso quedar sepultada debajo de los proyectos coyunturales de los reyes y poderosos, pero Dios siempre se encargó de revivir las esperanzas populares que, en el éxodo, como experiencia de liberación, encarnaron en las acciones de los hombres y mujeres que condujeron al pueblo por senderos diferentes. De ahí que el lenguaje monárquico, que en muchas ocasiones secuestró el espíritu libertario de Israel, tuvo que dejar su lugar a una nueva forma de pensar y vivir la fe que, en realidad, era la misma que en los tiempos antiguos se había comenzado a realizar en la práctica de una comunidad nueva que, sin embargo, no alcanzó su plenitud. La recuperación del modelo de sociedad que anunciaba el éxodo se aprecia en la forma en que los caps. 40-55 plantean la transición hacia la experiencia de un nuevo éxodo: “Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestros Dios” (40.3), y “…con paz seréis vueltos” (55.12). Es decir, que Dios retoma el camino para que en las soledades del desierto vuelva a recuperarse la utopía.
La monarquía no constituía para Israel una magnitud irrenunciable . Lo irrenunciable parece ser, entonces, aquello que Israel pretendió garantizar desde los comienzos: una sociedad liberada donde se viva en solidaridad e igualdad, donde los débiles sean protegidos, donde los pobres puedan tener acceso a lo necesario para vivir y no se vean discriminados. Este compromiso con los débiles es primero que todo de Dios y está anclado en la conciencia de Israel; se refleja desde la experiencia de Egipto y aparece claramente en el libro del Éxodo (2,24ss; 3,7-10.17; 4,31; 6,5-8) . Ya en el período de los jueces surgen los primeros esfuerzos por ayudar a los necesitados : el compromiso con los débiles pasa a ser, entonces, una parte integrante de los vínculos sociales de Israel, los cuales estaban garantizados por las estructuras de la época premonárquica.[2]
La desaparición de la monarquía es vista, entonces, por los textos como una recuperación y no como una pérdida, pues acceder de nueva cuenta a la perspectiva utópica deseada por Dios no es un ejercicio de nostalgia que ancle la fe en el pasado, sino un impulso para mirar hacia adelante. Porque la promesa es muy grande: “Derramaré aguas sobre lo seco y mi Espíritu sobre tu generación” (44.3), e incluso no se olvida la parte “logístico-política” (cap. 48).
2. Del segundo éxodo a cielos nuevos y tierra nueva
La actuación de Dios despierta esperanzas que se proyectan hacia un futuro muy amplio si se viven en fe y mediante una praxis constante. La tercera parte de Isaías es un esfuerzo amplio por colocar de nuevo la utopía en el corazón de la fe de lo que quedará de Israel luego de tantas experiencias traumáticas y de tantas decepciones políticas y sociales. Así como en estos días se ha escuchado la pregunta: “¿Pero es que realmente tenemos algo que celebrar?” a propósito del Bicentenario el inicio de la lucha por la independencia, especialmente debido a la forma en que los regímenes han ido minando las esperanzas populares, del mismo modo esta sección del libro se atreve a proponerle al pueblo la posibilidad de “imaginar el futuro”.
José Severino Croatto, importante biblista argentino, se dedicó a analizar completo el libro de Isaías y en esta última parte encontró precisamente la forma en que Dios buscó moldear nuevamente la esperanza de su pueblo para reencontrarse con él en medio de nuevas circunstancias, más allá de las mezquindades políticas, para revivir su pacto con él. Así, la tercera parte de Isaías abre con una exhortación para practicar el derecho y la justicia como horizonte insoslayable (“Guardad derecho y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse”, 56.1) y va introduciéndose la recuperación progresiva de la esperanza en un futuro mejor. En la gran oración de la diáspora (cap. 63), los vv. 15-19 son particularmente emotivos: “¿Dónde está tu celo y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo?” (v. 15). Croatto subraya que se avizora un tiempo distinto:
En esa lectura se siente algo diferente respecto al 1-Isaías: las acusaciones son eso, acusaciones, pero sin que oigamos amenazas de castigo como la devastación, la espada o la muerte. La razón es clara: a esa altura de la historia es inimaginable (si hablamos de “imaginación profética”) pensar siquiera en otro exilio, o en una desolación total del país. Sería repetir el holocausto. Más bien, se refuerzan los argumentos intrínsecos contra la infidelidad a Yavé y al prójimo.[3]
Por ello, al avanzar en la reconstrucción de la esperanza, la proyección de este profeta es irremediablemente mesiánica, al soñar con las nuevas formas en que Dios irá encarnando su actuación concreta, en protagonistas, hombres y mujeres, que comprenderán “los tiempos y las sazones” para hacer converger al pueblo en el tiempo y verificar cómo Dios renovará no solamente la vida del pueblo sino incluso a toda la creación. Esta es la razón de que Isaías 66 sea el modelo para que el vidente de Patmos también exprese su visión final de la acción divina, al sanar toda herida del pueblo y de la humanidad entera. Is 66.10-14 concentra la esperanza en esta acción divina que produce shalom, el más alto deseo humano:
Yavé promete paz. Pero una paz a raudales, como un río, como un torrente fresco y desbordante. Como sabemos, el campo semántico de la palabra “Shalom” es mucho más amplio que paz. Refiere ciertamente a la ausencia de conflicto con otras naciones y con Dios, al bienestar, la calma y la tranquilidad, pero en otro sentido significa completar, reconciliar, retribuir, compensar; implica un retorno al equilibrio, a la justicia. ”Shalom” es bendición para este pueblo. Si nos ubicáramos por un momento en esta durísima historia de Israel -deportados a Babilonia, víctimas de injusticias, alejados de sus raíces y tradiciones, de su Dios, luego, inmersos en el trabajoso intento de una reconstrucción nacional, social y espiritual- y leyéramos detenidamente cada uno de estos sinónimos o definiciones de Shalom veríamos que son una respuesta clara de consuelo y, a la vez, de esperanza para Israel. Dios quiere manifestarse en la historia de este pueblo oprimido y lo hace a través de su gloria expresada en “Shalom”. La fuente original de todo Shalom está en la gloria (kabod) de Dios.[4]
El libro de Isaías es un excelente ejemplo y resumen de lo que puede suceder con la esperanza de un pueblo en la historia, tal como Dios lo va guiando y consolidando mediante el ejercicio de una fe que rebasa los límites de los regímenes sociales o políticos. Si la primera parte del libro (1-39) se sitúa en el marco de la aceptación de la monarquía como forma de gobierno y sus contradicciones para ser instrumento divino, la segunda parte (40-55) recuerda y actualiza la experiencia presente del pueblo situándola en la perspectiva de un segundo éxodo que permitirá el retorno a la tierra ofrecida por Dios como prenda de su alianza, y la tercera parte (56-66) proyecta hacia escenarios nuevos y más amplios la fe para colocarla en ámbitos universales y cósmicos. Como resume muy bien José Roberto Arango:
Israel se conformó como tal en el período anterior a la monarquía en abierto contraste con el feudalismo cananeo y desafiando al imperialismo Egipcio. En su camino de constitución atrajo a otros grupos de marginados y los aglutinó. En la forma de vida que se forjó hizo explícito un ideal que nació de su particular experiencia de Dios. El período monárquico se encargó poco a poco de ir sepultando ese ideal en todos los niveles de la vida de Israel. Pero los profetas se encargaron de hacerlo valer de nuevo en la existencia de Israel.[1]
En otras palabras, los profetas eran los encargados de revivir la utopía, la cual podía esconderse, encerrarse e incluso quedar sepultada debajo de los proyectos coyunturales de los reyes y poderosos, pero Dios siempre se encargó de revivir las esperanzas populares que, en el éxodo, como experiencia de liberación, encarnaron en las acciones de los hombres y mujeres que condujeron al pueblo por senderos diferentes. De ahí que el lenguaje monárquico, que en muchas ocasiones secuestró el espíritu libertario de Israel, tuvo que dejar su lugar a una nueva forma de pensar y vivir la fe que, en realidad, era la misma que en los tiempos antiguos se había comenzado a realizar en la práctica de una comunidad nueva que, sin embargo, no alcanzó su plenitud. La recuperación del modelo de sociedad que anunciaba el éxodo se aprecia en la forma en que los caps. 40-55 plantean la transición hacia la experiencia de un nuevo éxodo: “Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestros Dios” (40.3), y “…con paz seréis vueltos” (55.12). Es decir, que Dios retoma el camino para que en las soledades del desierto vuelva a recuperarse la utopía.
La monarquía no constituía para Israel una magnitud irrenunciable . Lo irrenunciable parece ser, entonces, aquello que Israel pretendió garantizar desde los comienzos: una sociedad liberada donde se viva en solidaridad e igualdad, donde los débiles sean protegidos, donde los pobres puedan tener acceso a lo necesario para vivir y no se vean discriminados. Este compromiso con los débiles es primero que todo de Dios y está anclado en la conciencia de Israel; se refleja desde la experiencia de Egipto y aparece claramente en el libro del Éxodo (2,24ss; 3,7-10.17; 4,31; 6,5-8) . Ya en el período de los jueces surgen los primeros esfuerzos por ayudar a los necesitados : el compromiso con los débiles pasa a ser, entonces, una parte integrante de los vínculos sociales de Israel, los cuales estaban garantizados por las estructuras de la época premonárquica.[2]
La desaparición de la monarquía es vista, entonces, por los textos como una recuperación y no como una pérdida, pues acceder de nueva cuenta a la perspectiva utópica deseada por Dios no es un ejercicio de nostalgia que ancle la fe en el pasado, sino un impulso para mirar hacia adelante. Porque la promesa es muy grande: “Derramaré aguas sobre lo seco y mi Espíritu sobre tu generación” (44.3), e incluso no se olvida la parte “logístico-política” (cap. 48).
2. Del segundo éxodo a cielos nuevos y tierra nueva
La actuación de Dios despierta esperanzas que se proyectan hacia un futuro muy amplio si se viven en fe y mediante una praxis constante. La tercera parte de Isaías es un esfuerzo amplio por colocar de nuevo la utopía en el corazón de la fe de lo que quedará de Israel luego de tantas experiencias traumáticas y de tantas decepciones políticas y sociales. Así como en estos días se ha escuchado la pregunta: “¿Pero es que realmente tenemos algo que celebrar?” a propósito del Bicentenario el inicio de la lucha por la independencia, especialmente debido a la forma en que los regímenes han ido minando las esperanzas populares, del mismo modo esta sección del libro se atreve a proponerle al pueblo la posibilidad de “imaginar el futuro”.
José Severino Croatto, importante biblista argentino, se dedicó a analizar completo el libro de Isaías y en esta última parte encontró precisamente la forma en que Dios buscó moldear nuevamente la esperanza de su pueblo para reencontrarse con él en medio de nuevas circunstancias, más allá de las mezquindades políticas, para revivir su pacto con él. Así, la tercera parte de Isaías abre con una exhortación para practicar el derecho y la justicia como horizonte insoslayable (“Guardad derecho y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse”, 56.1) y va introduciéndose la recuperación progresiva de la esperanza en un futuro mejor. En la gran oración de la diáspora (cap. 63), los vv. 15-19 son particularmente emotivos: “¿Dónde está tu celo y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo?” (v. 15). Croatto subraya que se avizora un tiempo distinto:
En esa lectura se siente algo diferente respecto al 1-Isaías: las acusaciones son eso, acusaciones, pero sin que oigamos amenazas de castigo como la devastación, la espada o la muerte. La razón es clara: a esa altura de la historia es inimaginable (si hablamos de “imaginación profética”) pensar siquiera en otro exilio, o en una desolación total del país. Sería repetir el holocausto. Más bien, se refuerzan los argumentos intrínsecos contra la infidelidad a Yavé y al prójimo.[3]
Por ello, al avanzar en la reconstrucción de la esperanza, la proyección de este profeta es irremediablemente mesiánica, al soñar con las nuevas formas en que Dios irá encarnando su actuación concreta, en protagonistas, hombres y mujeres, que comprenderán “los tiempos y las sazones” para hacer converger al pueblo en el tiempo y verificar cómo Dios renovará no solamente la vida del pueblo sino incluso a toda la creación. Esta es la razón de que Isaías 66 sea el modelo para que el vidente de Patmos también exprese su visión final de la acción divina, al sanar toda herida del pueblo y de la humanidad entera. Is 66.10-14 concentra la esperanza en esta acción divina que produce shalom, el más alto deseo humano:
Yavé promete paz. Pero una paz a raudales, como un río, como un torrente fresco y desbordante. Como sabemos, el campo semántico de la palabra “Shalom” es mucho más amplio que paz. Refiere ciertamente a la ausencia de conflicto con otras naciones y con Dios, al bienestar, la calma y la tranquilidad, pero en otro sentido significa completar, reconciliar, retribuir, compensar; implica un retorno al equilibrio, a la justicia. ”Shalom” es bendición para este pueblo. Si nos ubicáramos por un momento en esta durísima historia de Israel -deportados a Babilonia, víctimas de injusticias, alejados de sus raíces y tradiciones, de su Dios, luego, inmersos en el trabajoso intento de una reconstrucción nacional, social y espiritual- y leyéramos detenidamente cada uno de estos sinónimos o definiciones de Shalom veríamos que son una respuesta clara de consuelo y, a la vez, de esperanza para Israel. Dios quiere manifestarse en la historia de este pueblo oprimido y lo hace a través de su gloria expresada en “Shalom”. La fuente original de todo Shalom está en la gloria (kabod) de Dios.[4]
Notas
[1] J.R. Arango, “La utopía enterrada. Negación del ideal social en la monarquía de Israel”, en RIBLA, 24, 1996, www.claiweb.org/ribla/ribla24/la%20utopia%20enterrada.html.
[2] Idem. Énfasis agregado.
[3] J.S. Croatto, “Composición y querigma del libro de Isaías”, en RIBLA, núm. 35-36, 2000, www.claiweb.org/ribla/ribla35-36/compisicion%20y%20querigma.html.
[4] Carolina Artana, Estudio exegético-homilético de Isaías 66.10-14, en www.webselah.com/estudio-exegetico-homiletico-isaias-66-10-14.
[2] Idem. Énfasis agregado.
[3] J.S. Croatto, “Composición y querigma del libro de Isaías”, en RIBLA, núm. 35-36, 2000, www.claiweb.org/ribla/ribla35-36/compisicion%20y%20querigma.html.
[4] Carolina Artana, Estudio exegético-homilético de Isaías 66.10-14, en www.webselah.com/estudio-exegetico-homiletico-isaias-66-10-14.
Apocalipsis 21.1-7
Traducción en Lenguaje Actual
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues ya el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi también que l la ciudad santa, la nueva Jerusalén, bajaba del cielo, donde vive Dios. La ciudad parecía una novia vestida para su boda, lista para encontrarse con su novio. Y oí que del trono salía una fuerte voz que decía: “Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos, y ellos serán suyos para siempre.
En efecto, Dios mismo será su único Dios. Él secará sus lágrimas, y no morirán jamás. Tampoco volverán a llorar, ni a lamentarse, ni sentirán ningún dolor, porque lo que antes existía ha dejado de existir”. Dios dijo desde su trono: "¡Yo hago todo nuevo!".
Y también dijo: “Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza”. Después me dijo: “¡Ya todo está hecho! Yo soy el principio y el fin. Al que tenga sed, le daré a beber del agua de la fuente que da vida eterna, a cambio de nada. A los que triunfen sobre las dificultades y sigan confiando en mí, les daré todo eso, y serán mis hijos, y yo seré su Dios”.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Benedicto XVI en tierra protestante {y presbiteriana}
El ex primer ministro Gordon Brown en la reunión de la asamblea general de la Iglesia de Escocia (Presbiteriana)
Íñigo Gurruchaga
El Diario Montañés, 15 de septiembre de 2010
www.eldiariomontanes.es/v/20100915/sociedad/destacados/tierra-protestante-20100915.html
Las huellas del cristianismo en Escocia. Del Palacio de Holyrood, donde será recibido por Isabel II, al estadio del Celtic de Glasgow, sin pisar la Milla Real, la calle más célebre y reformista de Edimburgo
El itinerario de la primera jornada en el Reino Unido del Papa Benedicto XVI, que inicia mañana en Edimburgo una visita de Estado de cuatro días, evita los lugares históricos del impacto de la Reforma protestante en Escocia, 'filia specialis' (hija favorita) según la bula papal de Honorio III en 1218.
Del tiempo en el que la Iglesia de Roma era universal quedan en su primera parada, el palacio de Holyrood, donde la reina Isabel II le recibirá, las ruinas de una abadía benedictina medieval. Frente al palacio se levanta el Parlamento escocés, que abre sus sesiones plenarias con un Tiempo de Reflexión, en el que líderes sociales, en su mayoría de comunidades religiosas, pronuncian un breve discurso. Hoy, última sesión antes de la visita papal, la asamblea oirá el sermón del ministro de una parroquia protestante de Falkirk.
La capilla de Santa Margarita, el edificio más viejo de Edimburgo, forma parte del castillo que remata la panorámica de la bella capital. Sin embargo, Benedicto XVI no tomará el camino que une el palacio real de Holyrood con la fortaleza y la capilla, en la que se conmemora, en una de sus vidrieras, a San Niniano de Galloway, primer santo escocés, el misionero de Roma que llevó en el siglo IV el cristianismo a aquella tierra indómita tras el colapso de la Britania romana.
Este camino transcurre por la famosa Milla Real, la vía empedrada y peatonal que abarrotan los turistas en temporada alta. Y es que la Milla Real es el corazón de la Reforma y de la Ilustración y respira protestantismo por cada esquina. Por eso el Papa ha preferido evitarla y convocar a la población en la muy comercial, y no demasiado lejana, Princes Street.
En la Milla Real, la estatua de mayor tamaño está dedicada al padre del liberalismo económico, Adam Smith, y el edificio religioso más imponente es la catedral de San Giles, donde predicó John Knox, inspirador del protestantismo escocés. En 1560, el Parlamento decidió que «el Obispo de Roma, llamado el Papa, no tiene jurisdicción ni autoridad en este reino en cualquier tiempo venidero».
Las huellas del cristianismo en Escocia. Del Palacio de Holyrood, donde será recibido por Isabel II, al estadio del Celtic de Glasgow, sin pisar la Milla Real, la calle más célebre y reformista de Edimburgo
El itinerario de la primera jornada en el Reino Unido del Papa Benedicto XVI, que inicia mañana en Edimburgo una visita de Estado de cuatro días, evita los lugares históricos del impacto de la Reforma protestante en Escocia, 'filia specialis' (hija favorita) según la bula papal de Honorio III en 1218.
Del tiempo en el que la Iglesia de Roma era universal quedan en su primera parada, el palacio de Holyrood, donde la reina Isabel II le recibirá, las ruinas de una abadía benedictina medieval. Frente al palacio se levanta el Parlamento escocés, que abre sus sesiones plenarias con un Tiempo de Reflexión, en el que líderes sociales, en su mayoría de comunidades religiosas, pronuncian un breve discurso. Hoy, última sesión antes de la visita papal, la asamblea oirá el sermón del ministro de una parroquia protestante de Falkirk.
La capilla de Santa Margarita, el edificio más viejo de Edimburgo, forma parte del castillo que remata la panorámica de la bella capital. Sin embargo, Benedicto XVI no tomará el camino que une el palacio real de Holyrood con la fortaleza y la capilla, en la que se conmemora, en una de sus vidrieras, a San Niniano de Galloway, primer santo escocés, el misionero de Roma que llevó en el siglo IV el cristianismo a aquella tierra indómita tras el colapso de la Britania romana.
Este camino transcurre por la famosa Milla Real, la vía empedrada y peatonal que abarrotan los turistas en temporada alta. Y es que la Milla Real es el corazón de la Reforma y de la Ilustración y respira protestantismo por cada esquina. Por eso el Papa ha preferido evitarla y convocar a la población en la muy comercial, y no demasiado lejana, Princes Street.
En la Milla Real, la estatua de mayor tamaño está dedicada al padre del liberalismo económico, Adam Smith, y el edificio religioso más imponente es la catedral de San Giles, donde predicó John Knox, inspirador del protestantismo escocés. En 1560, el Parlamento decidió que «el Obispo de Roma, llamado el Papa, no tiene jurisdicción ni autoridad en este reino en cualquier tiempo venidero».
La reina no es jefa de la Iglesia
La Reforma en Inglaterra estuvo vinculada a la disputa del rey Enrique VIII con la Santa Sede por su empeño en que aceptase la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena. El resultado fue una Iglesia de Inglaterra, la anglicana, establecida como oficial, en la que el monarca, hasta el día de hoy, es su jefe. Las versiones calvinistas y luteranas fueron aisladas y perseguidas, pero no en el norte, donde la Iglesia de Escocia es oficial pero no tiene a la reina como líder espiritual. La nueva iglesia, 'kirk', se desarrolló con un vigor doctrinal que ha deparado frecuentes disputas y escisiones.
Remontando hacia el castillo se encuentra el templo de San Columba. Billy Graham, de 76 años, es uno de los 'elders' de la parroquia, consejeros que la dirigen bajo el liderazgo del ministro. San Columba pertenece a la Iglesia Libre de Escocia, una escisión de la Iglesia de Escocia, muy conservadora sobre la literalidad de la Biblia. Esta comunidad no acepta el ministerio de las mujeres, aunque, como los inspiradores de la Reforma, rompió con la exigencia del celibato hace siglos.
El interior de San Columba refleja esta doctrina. El púlpito ocupa el lugar central y a sus pies se encuentra la mesa de los sacramentos, como un reflejo de su subordinación al Libro. No hay órgano ni ornamentaciones, salvo unas vidrieras que no contienen representaciones gráficas de Dios o de escenas bíblicas. El que fuera ministro de Justicia en el Gabinete de Margaret Thatcher, el escocés Lord Mackay of Clashfern, fue expulsado de la Iglesia Libre de Escocia porque acudió a un templo católico para estar presente en el funeral de un amigo. Los 'elders' de su congregación le invitaron a abandonar la comunidad, pues había aceptado un culto basado en la idolatría. Graham recuerda el episodio como parte de las disputas doctrinales en las iglesias protestantes: «No seguimos al Papa con entusiasmo», recuerda. El que fuera cardenal Ratzinger es percibido aquí como «un reaccionario», el gestor de una Contrarreforma que emprendió la marcha atrás con respecto al Concilio Vaticano Segundo, que acercaba a católicos y protestantes.
Tras los agasajos en la calle comercial, Princes Street, el Papa almorzará en la residencia del cardinal O'Brien, cabeza de la diócesis local, en Morningside, uno de los barrios más ricos de la ciudad. En su trayecto hacia Glasgow, no se desviará hacia Linlithgow, en cuyo palacio nació María Estuardo, apodada como 'Reina de los Escoceses', cuyo tiempo en el trono estuvo marcado por las diferencias con Knox y con los reformadores religiosos, por la diplomacia con Francia en sus disputas con Inglaterra. De aquella época en la que las contiendas de los reinos europeos se asociaron a cuestiones de fe y al poder de Roma, quedan unas bellas ruinas y una iglesia, en la que dos mujeres, que no quieren dar su nombre, atienden a los visitantes: «Este Papa parece estar detenido en el pasado», dice una. «Sentía más afinidad con Juan Pablo II. Nosotras tenemos ahora que decidir sobre la ordenación de un ministro homosexual. Es difícil, pero nuestro tiempo es distinto al de Jesús», explica la otra. «Las relaciones con los católicos son aquí buenas, no es como en Glasgow. En Semana Santa, vamos a su iglesia y ellos vienen a la nuestra», sentencian.
La Reforma en Inglaterra estuvo vinculada a la disputa del rey Enrique VIII con la Santa Sede por su empeño en que aceptase la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena. El resultado fue una Iglesia de Inglaterra, la anglicana, establecida como oficial, en la que el monarca, hasta el día de hoy, es su jefe. Las versiones calvinistas y luteranas fueron aisladas y perseguidas, pero no en el norte, donde la Iglesia de Escocia es oficial pero no tiene a la reina como líder espiritual. La nueva iglesia, 'kirk', se desarrolló con un vigor doctrinal que ha deparado frecuentes disputas y escisiones.
Remontando hacia el castillo se encuentra el templo de San Columba. Billy Graham, de 76 años, es uno de los 'elders' de la parroquia, consejeros que la dirigen bajo el liderazgo del ministro. San Columba pertenece a la Iglesia Libre de Escocia, una escisión de la Iglesia de Escocia, muy conservadora sobre la literalidad de la Biblia. Esta comunidad no acepta el ministerio de las mujeres, aunque, como los inspiradores de la Reforma, rompió con la exigencia del celibato hace siglos.
El interior de San Columba refleja esta doctrina. El púlpito ocupa el lugar central y a sus pies se encuentra la mesa de los sacramentos, como un reflejo de su subordinación al Libro. No hay órgano ni ornamentaciones, salvo unas vidrieras que no contienen representaciones gráficas de Dios o de escenas bíblicas. El que fuera ministro de Justicia en el Gabinete de Margaret Thatcher, el escocés Lord Mackay of Clashfern, fue expulsado de la Iglesia Libre de Escocia porque acudió a un templo católico para estar presente en el funeral de un amigo. Los 'elders' de su congregación le invitaron a abandonar la comunidad, pues había aceptado un culto basado en la idolatría. Graham recuerda el episodio como parte de las disputas doctrinales en las iglesias protestantes: «No seguimos al Papa con entusiasmo», recuerda. El que fuera cardenal Ratzinger es percibido aquí como «un reaccionario», el gestor de una Contrarreforma que emprendió la marcha atrás con respecto al Concilio Vaticano Segundo, que acercaba a católicos y protestantes.
Tras los agasajos en la calle comercial, Princes Street, el Papa almorzará en la residencia del cardinal O'Brien, cabeza de la diócesis local, en Morningside, uno de los barrios más ricos de la ciudad. En su trayecto hacia Glasgow, no se desviará hacia Linlithgow, en cuyo palacio nació María Estuardo, apodada como 'Reina de los Escoceses', cuyo tiempo en el trono estuvo marcado por las diferencias con Knox y con los reformadores religiosos, por la diplomacia con Francia en sus disputas con Inglaterra. De aquella época en la que las contiendas de los reinos europeos se asociaron a cuestiones de fe y al poder de Roma, quedan unas bellas ruinas y una iglesia, en la que dos mujeres, que no quieren dar su nombre, atienden a los visitantes: «Este Papa parece estar detenido en el pasado», dice una. «Sentía más afinidad con Juan Pablo II. Nosotras tenemos ahora que decidir sobre la ordenación de un ministro homosexual. Es difícil, pero nuestro tiempo es distinto al de Jesús», explica la otra. «Las relaciones con los católicos son aquí buenas, no es como en Glasgow. En Semana Santa, vamos a su iglesia y ellos vienen a la nuestra», sentencian.
El Celtic y los Rangers
Cuando llegue a Glasgow, donde la inmigración irlandesa expandió el catolicismo en el siglo XIX, Benedicto XVI reflexionará quizás sobre su encuentro con la multitud que le espera en el parque de Bellahouston, pero no se desviará hacia el sur, hacia Cambuslang, que en la mitad del siglo XVIII fue foco de un gran avivamiento religioso, un despertar espiritual que aún se sigue estudiando. «Llegué a Cambuslang al mediodía, el lugar que Dios ha honrado tanto», escribió uno de los inspiradores del metodismo, John Whitefield. «Prediqué a las dos a una multitud, de nuevo a las seis y después a las nueve. Nunca se ha oído tal conmoción, especialmente a las once de la noche. Supera con mucho lo que vi en América. Durante hora y media asistí a tal llanto, tantos se sumieron en profundo pesar y lo manifestaron de manera tan diversa, que la descripción es imposible».
La prédica siguió aquel día de 1742 hasta la madrugada. Ocurría en Preaching Breas, un anfiteatro natural que forman castaños, robles, magnolios, en torno a un prado atravesado por un arroyo que allí se estanca. Ahora, en vísperas de la visita papal, hay tres jóvenes pálidos, que miran con recelo al foráneo y se alejan pronto.
En la iglesia de Santa María de la Asunción, en Calton, hay un hombre solo, arrodillado, rezando a la Virgen. Aquí se fundó el Celtic de Glasgow, el equipo de fútbol del vecindario. El Celtic es el equipo tradicional de los católicos y de los nacionalistas escoceses, frente al Glasgow Rangers, que es el club de los protestantes y los unionistas (escoceses con sentimiento británico). En el exterior del estadio del Celtic, Parkhead, se levanta la estatua de un cura, el hermano Walfrid, que fundó el club. Las batallas del Celtic con el Rangers son la representación gamberra del sectarismo religioso en Escocia. El Rangers fichó a su primer futbolista católico en los años noventa. El Celtic siempre tuvo en sus filas a futbolistas o entrenadores de ambas religiones. La religiosidad popular de esta ciudad industrial se expresa así, en la contienda del fútbol, y también en la política o en la vida social.
El hombre que reza a la Virgen -«no des mi nombre, di que me llamo Eddie»- tiene 67 años, trabajó como metalúrgico y viene aquí todos los días a rezar. Cree que la intolerancia en Glasgow ya no es tan fuerte como antes, cuando no podías encontrar trabajo si eras católico. «Todavía no he decidido si iré a escuchar al Papa. No es como Juan Pablo II. Cuando vino pagamos su visita con una colecta, pero este Papa viene en un viaje de Estado y el coste ha molestado a mucha gente. Mi mujer ya ha decidido que no irá a escucharle. No es una figura carismática».
Eddie menciona el daño que han causado las revelaciones sobre los abusos sexuales a niños en Irlanda y cree que la Iglesia católica pierde fieles porque no ha dado un buen ejemplo. «Yo creo en Dios, no creo en la religión. Y practico mi fe en la Iglesia católica, donde la practicaban mis padres. Eran buena gente y nos educaron en ejercer la caridad y en tratar a la gente como te gustaría ser tratado».
Cuando llegue a Glasgow, donde la inmigración irlandesa expandió el catolicismo en el siglo XIX, Benedicto XVI reflexionará quizás sobre su encuentro con la multitud que le espera en el parque de Bellahouston, pero no se desviará hacia el sur, hacia Cambuslang, que en la mitad del siglo XVIII fue foco de un gran avivamiento religioso, un despertar espiritual que aún se sigue estudiando. «Llegué a Cambuslang al mediodía, el lugar que Dios ha honrado tanto», escribió uno de los inspiradores del metodismo, John Whitefield. «Prediqué a las dos a una multitud, de nuevo a las seis y después a las nueve. Nunca se ha oído tal conmoción, especialmente a las once de la noche. Supera con mucho lo que vi en América. Durante hora y media asistí a tal llanto, tantos se sumieron en profundo pesar y lo manifestaron de manera tan diversa, que la descripción es imposible».
La prédica siguió aquel día de 1742 hasta la madrugada. Ocurría en Preaching Breas, un anfiteatro natural que forman castaños, robles, magnolios, en torno a un prado atravesado por un arroyo que allí se estanca. Ahora, en vísperas de la visita papal, hay tres jóvenes pálidos, que miran con recelo al foráneo y se alejan pronto.
En la iglesia de Santa María de la Asunción, en Calton, hay un hombre solo, arrodillado, rezando a la Virgen. Aquí se fundó el Celtic de Glasgow, el equipo de fútbol del vecindario. El Celtic es el equipo tradicional de los católicos y de los nacionalistas escoceses, frente al Glasgow Rangers, que es el club de los protestantes y los unionistas (escoceses con sentimiento británico). En el exterior del estadio del Celtic, Parkhead, se levanta la estatua de un cura, el hermano Walfrid, que fundó el club. Las batallas del Celtic con el Rangers son la representación gamberra del sectarismo religioso en Escocia. El Rangers fichó a su primer futbolista católico en los años noventa. El Celtic siempre tuvo en sus filas a futbolistas o entrenadores de ambas religiones. La religiosidad popular de esta ciudad industrial se expresa así, en la contienda del fútbol, y también en la política o en la vida social.
El hombre que reza a la Virgen -«no des mi nombre, di que me llamo Eddie»- tiene 67 años, trabajó como metalúrgico y viene aquí todos los días a rezar. Cree que la intolerancia en Glasgow ya no es tan fuerte como antes, cuando no podías encontrar trabajo si eras católico. «Todavía no he decidido si iré a escuchar al Papa. No es como Juan Pablo II. Cuando vino pagamos su visita con una colecta, pero este Papa viene en un viaje de Estado y el coste ha molestado a mucha gente. Mi mujer ya ha decidido que no irá a escucharle. No es una figura carismática».
Eddie menciona el daño que han causado las revelaciones sobre los abusos sexuales a niños en Irlanda y cree que la Iglesia católica pierde fieles porque no ha dado un buen ejemplo. «Yo creo en Dios, no creo en la religión. Y practico mi fe en la Iglesia católica, donde la practicaban mis padres. Eran buena gente y nos educaron en ejercer la caridad y en tratar a la gente como te gustaría ser tratado».
Letra 188, 19 de septiembre de 2010
HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
Diario de Xalapa, 13 de septiembre de 2010
La noche del 13 de septiembre de 1810 la conspiración se descubre y conociendo el carácter de su mujer y su esposo para protegerla, la encierra en su cuarto. Ella desesperada comienza a hacer toques en el piso como contraseña al alcalde de la ciudad Ignacio Pérez que vivía en el piso de abajo, éste llega a ella aprovechando que el corregidor no estaba y a través de la puerta le comenta que los descubrieron. Como Ignacio también era de la causa, sale rápidamente de Querétaro y se encamina a San Miguel el Grande; llega el 15 al amanecer y como no encontró a Allende se lo comunica a Aldama. Mientras tanto el día 14 Josefa llama a su hijastra y le dice que vaya con el presbítero José María Sánchez a ver a Joaquín Arias, capitán de uno de los regimientos de la ciudad, y le diga lo ocurrido. Cuando éste supo la noticia, entró en pánico y denunció a todos los conjurados, y en especial a Josefa Ortiz de Domínguez, diciendo que era la principal cabecilla. Josefa fue detenida el 16 de septiembre y llevada a la casa del alcalde junto con otras personas. De ahí fue trasladada al convento de Santa Clara, tiempo después la dejaron libre pues parece que el juez de Corte, apellidado Collado, tuvo miedo a que Hidalgo atacara la ciudad.
Josefa Ortiz continúa después de esto, valerosamente conspirando sin importarle los riesgos a los que se enfrentaba. Además, la causa ya se había convertido en guerra; aun así siguió cooperando con los insurrectos. Un hombre de las confianzas del virrey de apellido Beristáin fue mandado por éste a investigar a la ciudad de Querétaro. En una carta al virrey le cuenta: “Había en Querétaro un agente efectivo, descarado y audaz que no perdía ocasión de conspirar contra España, y esa era la esposa del corregidor; termina diciendo que la corregidora era una Ana Bolena”. La trasladan presa a la ciudad de México, y la ponen en el convento e Santa Teresa, pero como estaba embarazada, la trasladan a una casa particular. Siempre en calidad de detenida. Ahí duró cuatro años.
Después de que se consumó la independencia y dar el golpe de estado Agustín de Iturbide para convertirse en emperador, dio amnistía a todos los presos políticos, entre ellos a Josefa. El emperador le ofreció entonces el alto honor de ser dama de su esposa la emperatriz, cargo que no aceptó por sus ideas republicanas. Parece ser que después de consumada la independencia, ya no tuvo mayor influencia en el México independiente. Murió en 1829 y fue sepultada en la iglesia de Santa Catarina. En 1878 el Congreso de Querétaro declaró a Josefa Ortiz de Domínguez "Benemérita de la Patria" y dispuso que su nombre quedara grabado en letras de oro en el salón de sesiones. Sus restos se trasladaron a Querétaro en 1994 con gran ceremonia.
Josefa Ortiz es el prototipo de la mujer patriótica, firme en sus ideas y convicciones sin importar los riesgos, se embarcó en una aventura en la cual tenía la certeza de sus ideales. Por eso junto con los héroes de la independencia es honrada, pues sin su colaboración no hubiera sido posible la independencia o se hubiera retrasado algunos años. Algunas son célebres, otras no tanto, pero todas lucharon por un mismo deseo: ver a su patria libre. Todas sufrieron el flagelo de la guerra y muchas de ellas fueron fusiladas sin tener un juicio justo. Así tenemos a Mariana Anaya, Petra Arellano, Francisca Torres, Antonia Ochoa, María Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen Camacho, María de Jesús Iturbide, María Antonia García, Gertrudis Jiménez, María Andrea (La Campanera), Juana Villaseñor, Josefa Sixtos, Antonia Piña, y muchas más que ofrendaron su vida por la patria.
Desplómese el imperio tenebroso
Del déspota orgulloso
y la patria festiva grita ufana:
¡Viva la Independencia Americana!
Tomás Blasco
A pesar de los tiempos que corrían y del machismo imperante, estas heroínas tuvieron carácter y mucha decisión; nos enseñaron de lo que fueron capaces de hacer en su condición de mujeres. Llenas de un relieve casi mágico nos muestran la perfección que alcanzaron al realizar hechos heroicos con personalidad suficiente para sobresalir en un mundo de hombres.
__________________________________
LAICIDAD, IGLESIAS Y BICENTENARIO
ALC Noticias, 9 de septiembre de 2010
De ahí que Del Paso, al referirse al tema educativo señala: El Estado laico mexicano no le prohíbe a la Iglesia católica la enseñanza de la religión. No le prohíbe, a ningún padre de familia, que le enseñe a sus hijos a ser católicos. México siempre ha permitido la enseñanza religiosa en las escuelas privadas. Y, si se alega que sólo los niños de padres en buenas condiciones económicas pueden asistir a las escuelas privadas, la Iglesia católica tiene en México la absoluta libertad –como la tienen todas las otras iglesias– de proporcionar enseñanza religiosa a los niños de familias con escasos recursos pecuniarios en los días y horarios que no interfieran con los de las escuelas públicas, y en los locales que disponga (Idem). Porque la carta pastoral insiste en la necesidad de una “laicidad positiva” (parágrafo 22, p. 12) que permita una mejor convivencia entre la Iglesia y el Estado, de ahí que “es tan importante que la vida pública de nuestra Nación esté regulada por un auténtico sentido de laicidad, es decir, por la responsabilidad del Estado y de la sociedad para reconocer e impulsar el derecho de todos los ciudadanos a vivir, en lo privado y en lo público conforme a sus convicciones de conciencia en materia religiosa, con entera libertad” (parágrafo 78, p. 30).
El parágrafo 82 concluye, de manera inesperada, con el ofrecimiento de que la Iglesia Católica está dispuesta a participar en la consolidación del Estado laico, luego de una serie de argumentos que suenan muy conciliatorios, aunque sin abandonar nunca el tono admonitorio tradicional, sobre todo al insistir en que el país no experimenta una auténtica libertad religiosa, que es el discurso de batalla de las jerarquías católicas desde 1992, como mínimo, pues desde que se aprobó el reconocimiento de las iglesias como asociaciones religiosas, este discurso no ha variado mucho:
Para que el derecho humano a la libertad religiosa pueda ejercerse conforme a la justicia y a la libertad debe existir una sana separación entre el Estado y la Iglesia. Esta separación no sólo es un beneficio para el Estado, sino que es una exigencia constitutiva de la propia Iglesia [algo impensable en otras épocas], que en la actualidad es particularmente consciente de su legítima autonomía y de su diverso ámbito de competencia. La separación entre el Estado y la Iglesia no implica desconocimiento o falta de colaboración entre ambas instituciones. Al contrario, somos particularmente conscientes de que el Estado y la Iglesia, cada uno a su modo, deben encontrar caminos de colaboración que les permitan servir a las personas y a las comunidades. […] La Iglesia Católica en México, de este modo, se compromete a participar en la construcción de un auténtico Estado laico, garante de libertades y respetuoso de los derechos de todos por igual (pp. 30-31, énfasis agregado).
“Legítima autonomía”, “diverso ámbito de competencia”, “caminos de colabo-ración”, “responsabilidad compartida”: se trata, nada menos, que del discurso sobre la laicidad en labios de un catolicismo semi-integrista, permanentemente afe-rrado a los privilegios de la época colonial, más allá de que el lenguaje en plural (“iglesias”) le sigue resultando muy ajeno al Episcopado mexicano, por tradición y convicción claramente inmutables. Ninguna mención a las demás comunidades cristianas: no existen ni tienen importancia porque han violentado, según este abordaje, el dogma de la identidad nacional al rechazar el monopolio guadalupano, razón de ser de la existencia del país: “…fue el Acontecimiento Guadalupano, el encuentro y diálogo de Santa María con el indígena Juan Diego, el que obtuvo un eco más profundo en el alma del pueblo naciente, cualitativamente nuevo, fruto de la gracia que asume, purifica y plenifica el devenir de la historia. […] Es un acontecimiento fundante de nuestra identidad nacional” (“Evangelización y ‘Acontecimiento Guadalupano’”, pará-grafo, 11, pp. 8-9, énfasis agregado).
Por todo eso, en la segunda parte de su texto, con un tono más agresivo, y respondiendo a la pregunta sobre qué tan laico es el Estado mexicano, Del Paso fustiga los privilegios que, con todo, sigue detentando tiene la Iglesia Católica, aun cuando nunca parece creer que son suficientes:
En México, en el Estado laico mexicano, la Iglesia católica está exenta de pagar impuestos. No paga impuesto sobre la renta. No paga IETU. No tiene, siquiera, la obligación de hacer una declaración fiscal anual. Y este extraordinario privilegio, una de las tantas, quizás la peor de las varias aberraciones del sistema tributario mexicano, no fue concedido por un gobierno panista. Viene de lejos. Esto quiere decir que la Iglesia mexicana, de todos esos inmensos ingresos destinados a engordar las arcas del Vaticano y las suyas propias, no dispone de un solo centavo destinado a enriquecer el erario nacional.
Quiere decir que la Iglesia no participa, ni con una décima de centavo, en la lucha contra la inseguridad y el crimen.
Que la Iglesia no contribuye, ni con una centésima de centavo, a la educación del pueblo mexicano.
Que la Iglesia, que con sus ingresos le alcanza y sobra para pagar los jugosos salarios de sus obispos, arzobispos y cardenales, sus palacetes, sus viajes a Roma, sus automóviles y sus choferes, sus inscripciones en los clubes de golf, no colabora, ni con la milésima de un centavo, a la salud del pueblo mexicano.
Y quiere decir que el Estado mexicano financia, cuando menos en una tercera parte, todos los gastos de la Iglesia mexicana.
Quiere decir que el Estado que se llama laico, es sólo laico a medias. Y esto es una desgracia para México. Esto es corrupción. Corrupción de la Iglesia y corrupción del Estado. Equivale a un soborno que el Estado le paga a Iglesia para tenerla tranquila y callada.
Culto de oración y estudio, martes 21 de septiembre de 2010
Martes 21 de septiembre, 19 hrs.
JOB RESPONDE A SUS AMIGOS, Job 6.1-24
EL DIOS DE JOB (II)
Para mí, el verdadero final es la reacción de Job después de haber “visto a Yahveh”; la recompensa del varón de Hus no está en que sus bienes, sus hijos o sus años de vida se dupliquen, está en su experiencia religiosa, en la enigmática voz que le habla desde la tormenta. […] El Job de la prosa es un Job paciente que se resigna frente a un dios del que sólo ha oído hablar; el de la parte poética, en cambio, es un Job impaciente que se enfrenta a Dios con la dignidad que le da su inocencia y que no calla hasta quedar convencido. […]
En tanto el satán está subordinado a Yahveh, el conflicto entre ambos es, finalmente un conflicto en Yahveh mismo; el dios justo de la alianza desea mostrar su lado oscuro a Job, y espera que Job lo bendiga a pesar de ello. […]
Job cambia tras encontrarse con Yahveh.
Isabel Cabrera, El lado oscuro de Dios. México, Facultad de Filosofía y Letras/UNAM-Paidós, 1999.
JOB RESPONDE A SUS AMIGOS, Job 6.1-24
Modera: Hna. Andrea Naranjo
JOB 6.1-10, NVI
A esto Job respondió: “¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara/ y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia!/ ¡De seguro pesarían más que la arena de los mares!/ ¡Por algo mis palabras son tan impetuosas!/ Las saetas del Todopoderoso me han herido,/ y mi espíritu absorbe su veneno. / ¡Dios ha enviado sus terrores contra mí!/ ¿Rebuzna el asno salvaje si tiene hierba?/ ¿Muge el buey si tiene forraje?/ ¿Puede comerse sin sal la comida desabrida?/ ¿Tiene algún sabor la clara de huevo?/ Mi paladar se niega a probarla;/ ¡esa comida me enferma! /¡Ah, si Dios me concediera lo que pido!/ ¡Si Dios me otorgara lo que anhelo!/ ¡Ah, si Dios se decidiera a destrozarme por completo,/ a descargar su mano sobre mí, y aniquilarme!/ Aun así me quedaría este consuelo,/ esta alegría en medio de mi implacable dolor:/ ¡el no haber negado las palabras del Dios Santo!”.
EL DIOS DE JOB (II)
Para mí, el verdadero final es la reacción de Job después de haber “visto a Yahveh”; la recompensa del varón de Hus no está en que sus bienes, sus hijos o sus años de vida se dupliquen, está en su experiencia religiosa, en la enigmática voz que le habla desde la tormenta. […] El Job de la prosa es un Job paciente que se resigna frente a un dios del que sólo ha oído hablar; el de la parte poética, en cambio, es un Job impaciente que se enfrenta a Dios con la dignidad que le da su inocencia y que no calla hasta quedar convencido. […]
En tanto el satán está subordinado a Yahveh, el conflicto entre ambos es, finalmente un conflicto en Yahveh mismo; el dios justo de la alianza desea mostrar su lado oscuro a Job, y espera que Job lo bendiga a pesar de ello. […]
Job cambia tras encontrarse con Yahveh.
Isabel Cabrera, El lado oscuro de Dios. México, Facultad de Filosofía y Letras/UNAM-Paidós, 1999.
Independencia, liberación y salvación, Pbro. Silfrido Gordillo B.
19 de septiembre, 2010
Éxodo 15 y Romanos 8
Introducción
El bicentenario del inicio de la Independencia, se ha presentado como una ocasión que nos invita a festejar, a levantar monumentos, a escuchar y reescuchar discursos cívicos que repiten frases trilladas. Ha sido una convocatoria a celebrar con inauguración de obras, fuegos artificiales, desfile, música y gritos al aíre. Este 15 de septiembre ha vuelto a ser como los otros, sólo que este año con mayor presupuesto, por tratarse del bicentenario, quedando todo meramente en un grandioso espectáculo, y dejando al pueblo otra vez, con un sabor amargo.
Por eso se hace necesario que desde las trincheras, desde las comunidades eclesiales, desde el pueblo mismo, y desde nuestra fe, reflexionemos estos dos eventos ocurridos en nuestro país (Independencia y Revolución) y que con tanta pompa se celebra, no como un esfuerzo humano y hasta sobrehumano, sino como eventos en la historia que nacen en el corazón mismo de Dios. Así lo proclama el autor del Éxodo: “He visto la aflicción de mi pueblo” “He oído su clamor” “He conocido sus angustias” “He visto la opresión con que los oprimen” “He descendido para librarlos y sacarlos de aquella tierra” “He decidido liberar a mi pueblo” “YO SOY EL QUE SOY TE ENVÍA", esa es la consigna de Dios, esa debe de ser la del ser humano; trabajar por un pueblo libre, y donde la opresión, la esclavitud, los signos de muerte, sean abolidos.
Es paradójico ver hoy a la iglesia (católica y evangélica) unirse a la magna celebración del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución, atendiendo al llamado del gobierno, cuando ella misma (la iglesia) se ha opuesto a los movimientos sociales que luchan por una vida más justa y digna, y no solo se opone sino que también los condena, y algunas hasta lo satanizan, como ocurrió con el EZLN. Si estos movimientos se hubieran consolidado y trascendido, hoy posiblemente también lo estaríamos celebrando, pero como eso no ocurrió, se le condeno al olvido.
El bicentenario del inicio de la Independencia, se ha presentado como una ocasión que nos invita a festejar, a levantar monumentos, a escuchar y reescuchar discursos cívicos que repiten frases trilladas. Ha sido una convocatoria a celebrar con inauguración de obras, fuegos artificiales, desfile, música y gritos al aíre. Este 15 de septiembre ha vuelto a ser como los otros, sólo que este año con mayor presupuesto, por tratarse del bicentenario, quedando todo meramente en un grandioso espectáculo, y dejando al pueblo otra vez, con un sabor amargo.
Por eso se hace necesario que desde las trincheras, desde las comunidades eclesiales, desde el pueblo mismo, y desde nuestra fe, reflexionemos estos dos eventos ocurridos en nuestro país (Independencia y Revolución) y que con tanta pompa se celebra, no como un esfuerzo humano y hasta sobrehumano, sino como eventos en la historia que nacen en el corazón mismo de Dios. Así lo proclama el autor del Éxodo: “He visto la aflicción de mi pueblo” “He oído su clamor” “He conocido sus angustias” “He visto la opresión con que los oprimen” “He descendido para librarlos y sacarlos de aquella tierra” “He decidido liberar a mi pueblo” “YO SOY EL QUE SOY TE ENVÍA", esa es la consigna de Dios, esa debe de ser la del ser humano; trabajar por un pueblo libre, y donde la opresión, la esclavitud, los signos de muerte, sean abolidos.
Es paradójico ver hoy a la iglesia (católica y evangélica) unirse a la magna celebración del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución, atendiendo al llamado del gobierno, cuando ella misma (la iglesia) se ha opuesto a los movimientos sociales que luchan por una vida más justa y digna, y no solo se opone sino que también los condena, y algunas hasta lo satanizan, como ocurrió con el EZLN. Si estos movimientos se hubieran consolidado y trascendido, hoy posiblemente también lo estaríamos celebrando, pero como eso no ocurrió, se le condeno al olvido.
1. El Éxodo, como evento independentista y Revolucionario
El Éxodo es un evento revolucionario, radical e independentista, ya que permite al pueblo hebreo liberarse del yugo de los egipcios, comprometerse totalmente a la liberación y luchar porque la liberación se alcance.
Dios no es una justificante en el Éxodo, sino la fuente misma de la liberación, por eso se da a conocer, para que Moisés y el pueblo sepan que lo que va a ocurrir es trascendental, ya que Dios mismo no solo lo designa sino que se involucra. Ex. 15:3. En cierta ocasión le pidieron a Juan Calvino que moderara su concepto entorno a la soberanía de Dios, a lo que sabiamente respondió “Dios no solo tiene sus ojos en la historia, sino que también tiene metida sus manos en ella”. Dios no es un Dios estático, inmóvil, nuestro Dios es un Dios presente en la historia de un pueblo sufriente. Nuestro Dios es un Dios presente en nuestra historia, en nuestra vida diaria, es el Dios peripatético, el Dios que camina con nosotros, que siempre nos acompaña y quien está al frente de nuestras luchas.
Dios no está en la ideología o filosofía revolucionaria, como concepto abstracto, para santificar una guerra, Dios está como Dios para libertar a la humanidad, y en esa libertad humanizarlo. Dios no está como objeto o concepto, sino como sujeto y constructor de la historia de un pueblo. El Éxodo pues, se constituye en un evento independentista y revolucionario, nuestra Independencia y Revolución se constituye en un Éxodo, nuestro Éxodo, en donde aún nos falta camino por recorrer.
““Viva México, viva México, viva México”, no sin antes haber gritado los vivas a los héroes que nos dieron Patria, Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez, Allende, Aldama y Matamoros, viva la Independencia nacional, viva el bicentenario de la independencia, viva el centenario de la Revolución”
Esos Vivas, debemos interpretarlo como frases trilladas, huecas, sin sentido, desconectado de la historia y de la realidad actual. El sistema nos fabrico héroes cuyas figuras quedaron fijas en la historia que se escribió y que llegaron a ocupar un lugar importante en la enseñanza elemental del pueblo. No demerito la lucha por la independencia, no demerito a los personajes mencionados como héroes, y menos aún la participación de todo un pueblo sediento de justicia, pero si recalco que el sistema, la estructura política y económica actual se monto sobre esos ideales y logros que solo le pertenecían al pueblo como pueblo, para justificar el autoritarismo, el neoliberalismo, el militarismo que muy pronto suplió a la tan cantada democracia, a lo largo y ancho de nuestro país y continente.
Contrario a esto, debo entender el grito de “Viva México” como un clamor del pueblo por liberarse de la opresión, del hambre, del desempleo.
Sólo es digno, digna de gritarlo, a aquel, aquella que verdaderamente escucha el clamor del pueblo y se compromete a luchar y mejorar la situación de muerte a una de Vida. Así lo canta María, Moisés y el Pueblo que ha cruzado al otro lado del mar. Éxodo 15
2. El éxodo como evento de liberación y salvación
El éxodo fue un proceso largo y doloroso, sembrado de situaciones imprevistas, titubeos y vuelcos. Dice Pixley: “¡El pueblo que ha vencido al tirano para ganarse el derecho de construir su propio proyecto, no tiene ahora el ánimo para afrontar los sacrificios del tránsito hacia la nueva sociedad!”[1] Las semanas, los meses y los años de trayecto por un desierto hostil parecen haber derretido el espíritu de aventura. Los israelitas empiezan a actuar como gente que ha perdido su norte, su rumbo, su espíritu de lucha. El cansancio, el hambre y la sed, hacen que caigan en angustia, depresión e impotencia, y la nostalgia de que el pasado es mejor que el presente, añorando y anhelando así las comidas de los egipcios.
El Éxodo constituye la experiencia fundacional del pueblo israelita. Se trata de una salida de esclavitud, explotación y carencia en Egipto, país extranjero, para ir a través de un proceso de liberación multifacético hacia la libertad, la justicia y la posesión de la tierra prometida, tierra en propiedad. Ex 6:2-8.
Salir de Egipto es romper con la muerte (esclavitud y carencia), un modelo de vida que no es vida, sino antivida, una condición infrahumana, para ir al encuentro con Yahvé, buscando otro modelo de vida, diferente al que Egipto ofrece. Un modelo que realmente los dignifique como seres humanos, un modelo que los haga ver y sentir que son imagen de Dios, un modelo donde vivan en libertad y experimenten la gracia de Dios. Egipto es tierra de muerte y destrucción, de esclavitud y opresión, de pecado y degeneración, quedarse ahí o anhelar volver, es morir, salir de ahí es encontrase con el Dios de la vida, un Dios de amor y de gracia, un Dios que en su corazón nace la libertad de su pueblo y lo salva. Un Dios que no consintió ver al ser humano destruido, enajenado, alienado, por el pecado (individual y estructural), pecado que engendra muerte, muerte que destruye la vida. No aguanto seguir viendo y oyendo el gemido y la opresión de la que él había creado, y entonces se encarno, se encarnó en Jesús para revelarnos al ser humano completo, perfecto y mostrarnos posibilidades de vida, de un mundo diferente, de una estructura diferente. Se encarno para poner punto final al pecado, a la muerte, a Satanás y dignificar al ser humano, no sin antes confrontarlo y llamarlo al arrepentimiento (cambio de mente) para vivir alineado bajo la voluntad de Dios y constituirse en un ser viviente generador de vida.
El Éxodo como liberación y Salvación, es una obra benéfica y vivificadora que lleva al ser humano a su verdadera plenitud, a ser verdaderamente humano, y en lo colectivo a transformar las estructuras de muerte, en estructuras generadoras de vida, que llevan al ser humano a vivir los valores del Reino de Dios (Justicia, amor, libertad, igualdad, etc).
Conclusión
La liberación humana es iniciativa de Dios, no es un proyecto político de Moisés. Dios se encarga de trazar las dimensiones y alcances del proyecto de liberación, pero es el pueblo el responsable de alcanzarlo. Dios dirige las luchas y batallas de los pueblos oprimidos, para establecer su Reino y su justicia, no deja que lo dirija el hombre porque lo haría con sed de venganza. La venganza oprime, la justicia liberta. El proyecto de Dios siempre ha sido y será un proyecto de vida, nosotros como iglesia y parte de su Reino somos llamados a proclamarlo, con palabras y acciones.
Celebrar la Independencia y la Revolución es rescatar su aportación a la liberación, su capacidad de humanizar a la sociedad, su lucha y entrega por la justicia. Por el espíritu de vida que devuelve, por el compromiso que marca y por la esperanza que vislumbra un nuevo mañana.
Por eso cuando gritemos nuevamente “Viva México” que viva, pero no un México con hambre, no un México con desempleos, no un México sin educación, no un México sin salud, no un México con violencia, no un México con Inseguridad, no un México con corrupción, no un México con más impuestos e IVA, no un México con desigualdad. Que “Viva México” en un grito de libertad y de justicia, en un espíritu de lucha por vivir en fraternidad, koinonía y diaconía. 200 años del inicio de la Independencia merecen más que un día de fastos, de pirotecnia y discursos encendidos. Celebremos sí, pero con conciencia histórica y comprometidos porque los valores del Reino de Dios se manifieste en nuestra sociedad.
Celebrar la Independencia y la Revolución es rescatar su aportación a la liberación, su capacidad de humanizar a la sociedad, su lucha y entrega por la justicia. Por el espíritu de vida que devuelve, por el compromiso que marca y por la esperanza que vislumbra un nuevo mañana.
Por eso cuando gritemos nuevamente “Viva México” que viva, pero no un México con hambre, no un México con desempleos, no un México sin educación, no un México sin salud, no un México con violencia, no un México con Inseguridad, no un México con corrupción, no un México con más impuestos e IVA, no un México con desigualdad. Que “Viva México” en un grito de libertad y de justicia, en un espíritu de lucha por vivir en fraternidad, koinonía y diaconía. 200 años del inicio de la Independencia merecen más que un día de fastos, de pirotecnia y discursos encendidos. Celebremos sí, pero con conciencia histórica y comprometidos porque los valores del Reino de Dios se manifieste en nuestra sociedad.
[1] Jorge V. Pixley, Éxodo: una lectura evangélica y popular. México,CUPSA-CEE-CRT, 1983, p. 145.
Independencia, liberación y salvación
19 de septiembre, 2010
FRANCISCO XAVIER MINA (1789-1817)
Comandante general de Navarra durante la guerra española de la independencia, Francisco Xavier Mina marchó a México para luchar contra el régimen absolutista de Fernando VII. Estudió derecho, pero al estallar la guerra de la independencia en 1808 se alistó en las fuerzas patrióticas que luchaban contra el ejército de Napoleón Bonaparte. En 1817 desembarcó en Soto la Marina, México, pero no logró ponerse de acuerdo con los jefes rebeldes de aquella zona. Apoyado por algunos patriotas obtuvo algunos pequeños éxitos con la esperanza de unirse a Vicente Guerrero en Veracruz. En octubre de ese año, tras el fracasado asedio de Guanajuato, fue apresado por los realistas en el rancho Venadito. Fue fusilado en el fuerte de los Remedios cerca de Pénjamo, Guanajuato, el 11 de noviembre de 1817.
Letra 187, 12 de septiembre de 2010
HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO (II)
Diario de Xalapa, 13 de septiembre de 2007
Además, hablaba a favor de los insurgentes en los grandes saraos, cosa que llegó a oídos del Santo Oficio y fue llevada ante ellos. Ese día se vistió mejor que nunca, se enjoyó y perfumó. Cuentan que cuando llegó a la sala donde se encontraban los obispos que la iban a interrogar, entró con garbo y donaire y como no le ofrecieron sentarse, ella lo hizo con desparpajo y con coquetería, se arregló los pliegues de la falda y con suma delicadeza se compuso sus bucles rubios; mirándolos con inocencia y sensualidad les preguntó que para qué se le necesitaba. Hombres recios, fuertes, por menos que eso se encogían ante estos hombres todos vestidos de morado con bonetes altos y miradas torvas y siniestras, en una sala media oscura y donde se sabía que el que entraba no salía. Ella juguetonamente los saludó y cuando leyeron sus supuestos crímenes, con su desparpajo acostumbrado les dijo a cada uno de ellos sus secretos mejor guardados y dónde se veía con sus amantes, incluso a uno de ellos le reclamó que la cortejara apasionadamente. Así como entró salió con dignidad y orgullo. El Santo Oficio jamás volvió a molestarla.
La que no corrió con tanta suerte fue Gertrudis Bocanegra. Era hija de padre español y madre tarasca. Nació en Pátzcuaro. Se casó con un realista de apellido Lazo de la Vega y por amor a ella abandonó las armas. Después del grito de don Miguel Hidalgo en Dolores su marido y su hijo se unieron a la insurgencia con las fuerzas de Manuel Muñiz. Al apoderarse de Pátzcuaro, Muñiz acrecentó su tropa y atacó Valladolid; desgraciadamente en ese ataque murió su esposo y su hijo. Entonces ella se dedicó en cuerpo y alma a la causa de la independencia. Sirviendo de espía, mandaba mensajes a los insurgentes que eran muy importantes. Después de un tiempo finalmente decide unirse al regimiento en donde estaba su yerno de apellido Gaona; él, la manda a Pátzcuaro para ver la posibilidad de un ataque. Descubierta por el enemigo, fue encarcelada junto con sus hijas, fue sentenciada a muerte y fusilada el 10 de octubre de 1817.
En cambio Leona Vicario Fernández, hija de padres criollos, nació en Toluca. Quedó huérfana de padre siendo muy niña y a los diecisiete años de madre. Por disposición de ésta quedó como tutor su tío Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. Su vida hasta cierto punto fue novelesca y llena de aventuras. Por herencia era muy rica y cuando llegó a vivir a la ciudad de México con su tío, fue educada con exquisito gusto. En el despacho de su tutor conoció a Andrés Quintana Roo. Ambos sentían simpatía por la insurgencia y se hicieron novios. Desde ese momento arriesgándose, mandaba medicinas y mensajes de su propio dinero. Uno de los hombres que le servía de correo fue aprehendido (llamado Mariano Salazar). Después de torturarlo dijo quién era la que mandaba pertrechos a las filas enemigas, al saber Leona que habían sido descubiertos se desplazaron hasta San Antonio Huixquilucan.
Su tío, preocupado y como era hombre de respeto y alcurnia, logró que el virrey le concediera un indulto. Cuando regresó a la capital fue encerrada en el colegio de Belén aun cuando se le había prometido que no la arrestarían, sin embargo, es llevada a juicio, demostrando valor y dignidad ejemplar. A pesar de todas las amenazas no delató a los jefes de la insurgencia. La volvieron a regresar en calidad de detenida al colegio. Los coroneles Francisco Arrogave, Antonio Vázquez y Luis Alconedo la rescataron del convento saliendo disfrazados y se fueron a Oaxaca. En ese tiempo se casó con Andrés Quintana Roo pero siempre tuvieron que andar huyendo porque eran perseguidos; tanto que en una cueva tuvo a su hija y le puso Genoveva (por la santa de Bramante).
El país ya un poco más calmado propicia que ellos regresen a la capital y su esposo pudo por fin terminar sus estudios. Sus restos descansan en la Columna de la Independencia.
Quizá una de las mujeres más audaces de la época de independencia haya sido Josefa Ortiz Girón (1768-1829). A edad temprana quedó huérfana. Su hermana mayor la llevó de Morelia a la ciudad de México y la internó en el Colegio de las Vizcaínas. Según Fulgencio Vargas afirmaba: "Los años que estuvo recluida en ese internado le templaron el carácter. Le dieron una educación inmejorable y la prepararon para el futuro". A los 23 años se casó con Miguel Domínguez; nombrado corregidor de Querétaro, se desplazan a dicha ciudad. Ella tenía un temperamento emprendedor y gran capacidad intelectual, ayudó mucho a su marido en sus funciones de corregidor. Hay algunos biógrafos que sospechan que ella tenía que ver mucho a favor de la emancipación de México antes del grito de Dolores, pues se dice que ayudó en el complot de José Mariano Michelena en Valladolid pero fue descubierto y a él lo hicieron prisionero. Sin embargo, con los conjurados del grito de Dolores sí está comprobada su participación, que la relaciona constantemente con ellos.
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LAICIDAD, IGLESIAS Y BICENTENARIO (I)
ALC Noticias, 9 de septiembre de 2010
Ante las descalificaciones del Estado laico en México proferidas en lenguaje coloquial (y casi vulgar) por Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec, el escritor Fernando del Paso reaccionó elocuentemente, una vez más, para refutarlo sin mencionar su nombre. Del Paso ya había contestado las palabras del obispo de Guadalajara acerca de la aprobación de los matrimonios entre personas del mismo sexo por parte de la Suprema Corte de Justicia mediante un poema publicado en la primera plana de un diario nacional.2 Ahora, publicó un texto que lleva por título “El Estado laico no necesita el perdón de Dios”, en donde responde puntualmente a los nuevos exabruptos episcopales. Lo primero que hace Del Paso es puntualizar algunas definiciones laicas:
La diferencia entre pecado y delito es una de las tres principales características del laicismo, tal como las plantea el brillante filósofo español Fernando Savater en su libro La vida eterna.
Las otras son: La segunda: “En la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie”. Esto quiere decir que, en un régimen laico, como el nuestro, el Estado se erige en protector de todas las religiones, concede a todos sus ciudadanos la libertad ejercer cualquiera de ellas y, al mismo tiempo, no puede imponer ninguna religión sobre las demás. De esta libertad goza incluso el presidente de la República, que puede ser católico, protestante, judío o ateo. Sólo se le pide, en caso de ser religioso, que practique su fe con discreción. Y así, con una sola y lamentable excepción, lo han hecho, desde hace más de medio siglo, los presidentes mexicanos que han sabido respetar al laicismo como una de las conquistas del Estado democrático...3
Y es que muchos políticos se han quejado de la tibia respuesta del gobierno a las críticas del episcopado, e incluso desde el propio partido en el poder han respondido los ataques,4 pues todo esto forma parte de una nueva andanada de críticas, a la luz de los festejos del bicentenario de la Independencia. El Episcopado mexicano calificó como “pecado” no sumarse a ellos y, además, divulgó la carta pastoral Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos con nuestra patria, en cuyo anuncio se cuestionó severamente la forma en que se ha aplicado la laicidad desde los gobiernos. Con ello puede advertirse que el debate está muy lejos de terminar y que ha entrado a otra etapa.1
El nuevo ingrediente lo constituye precisamente la relectura de la historia nacional que las cúpulas católicas se empeñan en contradecirle al régimen, aun cuando en los dos últimos sexenios éste se ha alineado bastante con esas posturas, pues los dos últimos presidentes abiertamente han hecho gala de su fe. El documento (cuyo objetivo principal es “descubrir, junto con todos los mexicanos, los valores y límites de nuestra historia”, parágrafo 2, p. 4), hace una serie de puntualizaciones históricas sobre el papel de la Iglesia Católica en las luchas de independencia y revolución (sección II), y observa que existe una “paradoja que nos ha caracterizado durante muchos años, […] la de un pueblo mayoritariamente católico al que se le trata de impedir su expresión más profunda” (parágrafo 19, p. 11), con lo que reincide en hablar unívocamente del catolicismo como componente esencial de la identidad nacional, a pesar de que dedica el parágrafo 73 para hablar de la pluralidad cultural del país (p. 29).
Por otro lado, afirma que nuestro sistema educativo está marcado por un laicismo mal entendido, que deja de lado los valores humanos universales como si se tratara de aspectos confesionales. Esta realidad tiene implicaciones graves, pues si no es capaz de reconocer valores universales, mucho menos tiene la posibilidad de comprender las realidades trascendentes del hombre, proyectadas en la cultura que nos caracteriza, y en concordancia con la trayectoria familiar de muchos de nuestros estudiantes. El sistema educativo mexicano ha convertido al laicismo en un instrumento ideológico que pasa por encima del derecho de los padres a la educación de sus hijos y no respeta las raíces culturales más nobles de nuestro pueblo. Es necesario que la educación laica se convierta en una verdadera escuela de respeto y valoración a las diferencias culturales y religiosas que nos caracterizan (parágrafo 125, p. 42, énfasis agregado). Todo ello en función de que “algunos grupos identificados con un laicismo radical” amenazan a “nuestra cultura” en su intento por eliminar “toda referencia o relación con Dios” (parágrafo 77, p. 29).
Y agrega: “El laicismo que se manifiesta de manera amenazante contra la religión no debe tener cabida en una sociedad respetuosa del Derecho, amante de la libertad y verdaderamente democrática. No hay enemigo más peligroso del Estado laico que el laicismo intolerante que busca disminuir libertades y restringir espacios de expresión (parágrafo 79, p. 30, énfasis agregado). Además, reclama “la vigencia completa del derecho humano a la libertad religiosa, la cual no debe ser interpretada jamás como una búsqueda de privilegios por parte de ninguna confesión” (parágrafo 81, p. 30). (LC-O)
Notas
1 Carolina Gómez Mena, “Critica episcopado el laicismo intolerante”, en La Jornada, 31 de agosto de 2010, p. 42. Síntesis del documento: www.cem.org.mx/bicentenario2010/cartapastoral/sintesis.html
2 F. del Paso, “Plegaria de los huérfanos”, en La Jornada, 18 de agosto de 2010, p.1.
3 F. del Paso, “El Estado laico no necesita el perdón de Dios” (I), en La Jornada, 7 de septiembre de 2010, www.jornada.unam.mx/2010/09/07/index.php?section=politica&article=012a1pol.
4 Blanca Estela Botello, “Madero a Onésimo Cepeda: el Estado laico es patrimonio de todos los mexicanos”, en La Crónica, 3 de septiembre de 2010, www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=529838.
5 “Es pecado no festejar Bicentenario: Episcopado”, en El Universal, 30 de agosto de 2010, www.eluniversal.com.mx/notas/705115.html.
Culto de oración y estudio, martes 14 de septiembre de 2010
Martes 14 de septiembre, 19 hrs.
ELIFAZ EXHORTA A JOB (II), Job 5
Modera: Hno. Mauricio Magallanes
JOB 5.1-9, BLA
Llama ahora, ¿habrá quién te responda?/¿Y a cuál de los santos te volverás?/ Porque el enojo mata al insensato,/ y la ira da muerte al necio. Yo he visto al insensato echarraíces,/ y al instante maldije su morada.. Sus hijos no tienen seguridad alguna,/ aun en la puerta son oprimidos,/ y no hay quien los libre.Su cosecha devoran los hambrientos,/ la toman aun de entre los espinos,/ y el intrigante ansía su riqueza. Porque la aflicción no viene del polvo,/ ni brota el infortunio de la tierra; porque el hombre nace para la aflicción,/ como las chispas vuelan hacia arriba. Pero yo buscaría a Dios,/ y delante de Dios presentaría mi causa; Él hace cosas grandes e inescrutables,/ maravillas sin número.
EL DIOS DE JOB
Isabel Cabrera, El lado oscuro de Dios. México, Facultad de Filosofía y Letras/UNAM-Paidós, 1999.
***
El próximo domingo 19, a las 17.30 hrs., se realizará la mesa redonda:
"ANTE EL BICENTENARIO: HITOS CRISTIANOS EN LA HISTORIA DE MÉXICO" con la participación de: Ariel Corpus F., Deyssy Jael de la Luz García y José Luis Pérez S.
ELIFAZ EXHORTA A JOB (II), Job 5
Modera: Hno. Mauricio Magallanes
JOB 5.1-9, BLA
Llama ahora, ¿habrá quién te responda?/¿Y a cuál de los santos te volverás?/ Porque el enojo mata al insensato,/ y la ira da muerte al necio. Yo he visto al insensato echarraíces,/ y al instante maldije su morada.. Sus hijos no tienen seguridad alguna,/ aun en la puerta son oprimidos,/ y no hay quien los libre.Su cosecha devoran los hambrientos,/ la toman aun de entre los espinos,/ y el intrigante ansía su riqueza. Porque la aflicción no viene del polvo,/ ni brota el infortunio de la tierra; porque el hombre nace para la aflicción,/ como las chispas vuelan hacia arriba. Pero yo buscaría a Dios,/ y delante de Dios presentaría mi causa; Él hace cosas grandes e inescrutables,/ maravillas sin número.
EL DIOS DE JOB
Todos conocemos la historia de Job, que comienza a manera de relato fantástico.[…] A pesar de su aparente sencillez, el texto está poblado de inquietudes: ¿es la fe un disfraz del temor o del interés personal?, ¿hasta qué punto Dios es responsable de lo que sucede a los hombres?, ¿por qué sufren quienes no merecen sufrir?, ¿qué sentido tiene la vida cuando es sólo sufrimiento?; de cara a la muerte, ¿no es la vida un afán inútil? Estas preguntas carecen de época y autor, son preguntas de siempre; la diferencia es sólo el tono en que se formulen. Los religiosos, que convierten el entorno en manifestación de lo sagrado, viven de lo que para otros es azar indiferente, como muestra de la voluntad de Dios. Job es uno más en el interminable coro de voces que buscan en Dios el sentido de la vida y el sentido del sufrimiento; es una voz bellísima que convierte en poesía estas preguntas y envuelve en misterio sus respuestas.
Isabel Cabrera, El lado oscuro de Dios. México, Facultad de Filosofía y Letras/UNAM-Paidós, 1999.
***
El próximo domingo 19, a las 17.30 hrs., se realizará la mesa redonda:
"ANTE EL BICENTENARIO: HITOS CRISTIANOS EN LA HISTORIA DE MÉXICO" con la participación de: Ariel Corpus F., Deyssy Jael de la Luz García y José Luis Pérez S.
Leer nuestra historia con lentes bíblicos y cristianos (...o cómo levantó Dios al libertador), L. Cervantes-Ortiz
12 de septiembre, 2010
[Moisés] Consideró que compartir los sufrimientos de aquel pueblo mesiánico era mucho más valioso que todos los tesoros de Egipto, teniendo como tenía su mirada fija en la recompensa.
Hebreos 11.26, Traducción Interconfesional
1. La gesta liberadora, esfuerzo divino de concientización del pueblo
El preludio de la acción liberadora del Dios de los Padres y Madres Antiguos/as se encuentra resumido en Éxodo 2.23-24. Allí, se dice claramente que al morir el rey de Egipto (primera parte: un cambio de régimen y coyuntura posible para comenzar la lucha), “los israelitas seguían esclavizados, quejándose y lamentándose” (segunda observación: que refuerza lo dicho desde el cap. 1), y que “desde la esclavitud sus gritos de dolor llegaron hasta Dios”, quien al oír su gemido, “se acordó de la alianza que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob”. La nueva acción divina se anuncia en el v. siguiente: “Y viendo a los israelitas tuco conocimiento del trance por el que estaban pasando”. Éx 3, entonces, puede ser leído como el primer paso de concientización llevado a cabo por el Dios que se manifestaría como YHVH para liberar al pueblo, de manera integral, de la situación opresiva. Para ello, desplegaría una serie de acciones previas que posibilitarían la participación del pueblo, mediante una estrategia de asociaciones múltiples, en el proceso que conduciría Moisés. En otras palabras, el relato está construido de tal forma para mostrar cómo el Dios de los Padres y Madres Antiguos/as retomaría los lazos con este pueblo y se reencontraría con él en el desierto para restablecer la alianza y relanzarla hacia la construcción de una “comunidad alternativa” opuesta a la mentalidad monárquica que las tribus conocieron y sufrieron en Egipto.
Para tal fin, tenía que levantarse y consolidarse un liderazgo centralizado en una persona que estuviera consciente de todas estas cosas y, al mismo tiempo, tuviera las calificaciones adecuadas para conducir la lucha de Dios contra el imperio egipcio. Paradójicamente, esa persona, más allá de cualquier elitismo a ultranza, fue educada y formada por el mismo sistema al cual combatiría, es decir, que Moisés debía experimentar una auténtica conversión para alcanzar el grado de conciencia que Dios esperaba para estar a la altura de las circunstancias. De ahí que el famoso episodio de la zarza ardiente deba ser leído como un momento decisivo e insustituible en las aspiraciones populares para detonar la lucha liberadora. La voz que brota de la zarza identifica a Moisés por su nombre y presenta la separación obligada entre lo sagrado y lo profano: es una auténtica teofanía, en la que el espacio del monte Horeb se convirtió en territorio sagrado y, por lo tanto, en un lugar de relación entre la trascendencia divina y la transitoriedad humana. Luego de su presentación como el Dios antiguo, éste pasa a las explicaciones sobre su decisión de actuar en la historia a través de él (3.7-10). Y ante la reticencia del elegido para dirigir esa labor (v. 11), Dios le anuncia una señal.
Inmediatamente después aparece la solicitud del nombre divino para usarlo, en el mejor sentido del término, como estandarte de la lucha a realizar (vv. 13-14). La respuesta es un “nombre dinámico”, es decir, un apelativo que se desvelará a medida que avance la lucha contra el poder monárquico del Faraón. Según Adolf Exeler, quien explica el nombre “Yo soy” (o “Yo estoy”) a la luz del segundo mandamiento, este nombre concentra cuatro grandes afirmaciones que se complementan entre sí:
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que siempre podáis contar conmigo…” (fidelidad);
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que tengáis que contar conmigo cuando y como yo quiera” (inmanipulabilidad);
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que únicamente vosotros debéis contar conmigo como el que puede estar cerca para salvaros” (exclusividad);
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que mi cercanía no conoce fronteras espaciales, temporales o institucionales” (ilimitación).[1]
Estamos, pues, ante una nomenclatura dinámica para nombrar a la divinidad, estrechamente en función de la acción que ésta desplegará en la historia, en “el corazón del instante”, para responder activamente a una urgencia humana impostergable. El nombre divino debía asociarse dinámicamente a la liberación y ya no a los proyectos opresores, de muerte y esclavitud: ése nombre tendría que comenzar a ser sinónimo de libertad. En Éx 3.16-22, Moisés recibirá las instrucciones para convertirse en un puente entre el pasado, el presente y el futuro con el “nuevo” nombre de Dios por delante, la garantía de la liberación, pues el desvelamiento de este Dios sería la razón de ser de la lucha con el propósito de que el pueblo “le presentase sacrificio” en el desierto (v. 18). La otra motivación es litúrgica y de reencuentro comunitario con su divinidad propia, pero únicamente en condiciones de libertad, porque la esclavitud ahogaba hasta la sana práctica cultual. La estrategia, resumida por Jorge Pixley como sigue, pondrá a funcionar el plan divino: primero, reunir a los ancianos, líderes naturales del pueblo, para movilizarlos (“Ni Dios puede hacer una revolución sin el pueblo, o sin los líderes buenos y malos que el pueblo reconoce como tales”[2]); segundo, iniciar un proceso de reclamaciones ante el rey (pedir unas “vacaciones” de tres días en el desierto); tercero, aplicar medidas de fuerza para obligar al Faraón a dejarlos salir; y cuarto, despojar a los egipcios como una especie de “indemnización” por los trabajos realizados.
2. YHVH se encarga de levantar al libertador
Moisés es suscitado como libertador desde la experiencia de la marginalidad y el exilio, lejos del lujo y las grandes habitaciones del palacio real. Era preciso que atravesara por una experiencia de soledad y “preparación espiritual” para convertirse de la ideología monárquica a la utopía divina de la liberación. Moisés, al inicio del cap. 3 está “anclado” en una cotidianidad elemental, asumiéndose como pastor de las ovejas de su suegro, casi como secuestrado o enajenado por la vida doméstica, pero Dios lo va a conducir por un sendero diferente, en el que los planes divinos son mayúsculos e inaccesibles en un principio para él. Dios tendría que hacer un gran esfuerzo formativo para que este hombre asimilara las líneas directrices de la liberación del pueblo. Su perfil humano fue modelándose progresivamente hasta alcanzar a mirar el modelo de un Dios que no se había conocido hasta entonces. Por eso es posible decir que la liberación del Éxodo fue en realidad “una gesta teológica” en la medida que los líderes que se pusieron al servicio de ella vislumbraron la nueva comunidad que Dios quería establecer en el mundo. Ante el futuro surgimiento de esta comunidad, todos los intereses debían subordinarse al proyecto divino.
En ese sentido, Hebreos 11.23-29 practica una lectura teológica del acontecimiento del Éxodo que parte de la historia pero que no se deja atrapar por ella. Como todo sucede “gracias a la fe”, la gesta liberadora de Israel se basa en el momento de la conversión de Moisés en portador de las buenas nuevas liberadoras para el pueblo. Y ese es el esquema ideológico-político-religioso que le permite a Moisés ser un líder confiable y acorde con las esperanzas divinas a través de las etapas de su “conversión”: a) se negó a ser de la familia del Faraón (v. 24), rompió con las clases dominantes; b) escogió el sufrimiento de su pueblo (v. 25); c) valoró mesiánicamente dicho sufrimiento; y d) miraba hacia el futuro con suficiente certeza en el éxito de la empresa divina (v. 26). Esta cadena de cambios en la conciencia de Moisés hizo posible su capacitación para ponerse al servicio de los planes de liberación.
Una de las mayores diferencias entre nuestra historia y la historia del pueblo de Dios en las Escrituras antiguas consiste en que la manera en que se aprecia a los y las fundadores de la patria. En el AT, los héroes eran políticos y espirituales al mismo tiempo: así, Moisés es visto como “padre de la patria” en los dos sentidos y no, como en nuestro caso, solamente en el aspecto político. Sólo que, en México, entre los principales inspiradores y líderes de la revolución de independencia se hallaban varios sacerdotes, los más conocidos son Hidalgo, Morelos y Matamoros. Eso complica la interpretación de las cosas porque además de que asumieron su lucha como representantes de los criollos, con lo que la lucha derivaría en la defensa de los intereses de éstos, también abanderaron su esfuerzo con un matiz religioso al enarbolar el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Hoy eso nos complica la interpretación religiosa y teológica de sucesos tan ambiguos, especialmente a la luz de un documento como el que ha lanzado el Episcopado católico (Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos con nuestra patria), en función de una lectura sesgada de la historia del país. Tenemos, pues, ante nosotros, la obligación de practicar lecturas bíblicas, teológicas e históricas serias para aplicar los valores libertarios de la fe cristiana a los momentos que nos toca vivir.
Hebreos 11.26, Traducción Interconfesional
1. La gesta liberadora, esfuerzo divino de concientización del pueblo
El preludio de la acción liberadora del Dios de los Padres y Madres Antiguos/as se encuentra resumido en Éxodo 2.23-24. Allí, se dice claramente que al morir el rey de Egipto (primera parte: un cambio de régimen y coyuntura posible para comenzar la lucha), “los israelitas seguían esclavizados, quejándose y lamentándose” (segunda observación: que refuerza lo dicho desde el cap. 1), y que “desde la esclavitud sus gritos de dolor llegaron hasta Dios”, quien al oír su gemido, “se acordó de la alianza que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob”. La nueva acción divina se anuncia en el v. siguiente: “Y viendo a los israelitas tuco conocimiento del trance por el que estaban pasando”. Éx 3, entonces, puede ser leído como el primer paso de concientización llevado a cabo por el Dios que se manifestaría como YHVH para liberar al pueblo, de manera integral, de la situación opresiva. Para ello, desplegaría una serie de acciones previas que posibilitarían la participación del pueblo, mediante una estrategia de asociaciones múltiples, en el proceso que conduciría Moisés. En otras palabras, el relato está construido de tal forma para mostrar cómo el Dios de los Padres y Madres Antiguos/as retomaría los lazos con este pueblo y se reencontraría con él en el desierto para restablecer la alianza y relanzarla hacia la construcción de una “comunidad alternativa” opuesta a la mentalidad monárquica que las tribus conocieron y sufrieron en Egipto.
Para tal fin, tenía que levantarse y consolidarse un liderazgo centralizado en una persona que estuviera consciente de todas estas cosas y, al mismo tiempo, tuviera las calificaciones adecuadas para conducir la lucha de Dios contra el imperio egipcio. Paradójicamente, esa persona, más allá de cualquier elitismo a ultranza, fue educada y formada por el mismo sistema al cual combatiría, es decir, que Moisés debía experimentar una auténtica conversión para alcanzar el grado de conciencia que Dios esperaba para estar a la altura de las circunstancias. De ahí que el famoso episodio de la zarza ardiente deba ser leído como un momento decisivo e insustituible en las aspiraciones populares para detonar la lucha liberadora. La voz que brota de la zarza identifica a Moisés por su nombre y presenta la separación obligada entre lo sagrado y lo profano: es una auténtica teofanía, en la que el espacio del monte Horeb se convirtió en territorio sagrado y, por lo tanto, en un lugar de relación entre la trascendencia divina y la transitoriedad humana. Luego de su presentación como el Dios antiguo, éste pasa a las explicaciones sobre su decisión de actuar en la historia a través de él (3.7-10). Y ante la reticencia del elegido para dirigir esa labor (v. 11), Dios le anuncia una señal.
Inmediatamente después aparece la solicitud del nombre divino para usarlo, en el mejor sentido del término, como estandarte de la lucha a realizar (vv. 13-14). La respuesta es un “nombre dinámico”, es decir, un apelativo que se desvelará a medida que avance la lucha contra el poder monárquico del Faraón. Según Adolf Exeler, quien explica el nombre “Yo soy” (o “Yo estoy”) a la luz del segundo mandamiento, este nombre concentra cuatro grandes afirmaciones que se complementan entre sí:
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que siempre podáis contar conmigo…” (fidelidad);
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que tengáis que contar conmigo cuando y como yo quiera” (inmanipulabilidad);
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que únicamente vosotros debéis contar conmigo como el que puede estar cerca para salvaros” (exclusividad);
· “Yo estoy con vosotros de tal modo que mi cercanía no conoce fronteras espaciales, temporales o institucionales” (ilimitación).[1]
Estamos, pues, ante una nomenclatura dinámica para nombrar a la divinidad, estrechamente en función de la acción que ésta desplegará en la historia, en “el corazón del instante”, para responder activamente a una urgencia humana impostergable. El nombre divino debía asociarse dinámicamente a la liberación y ya no a los proyectos opresores, de muerte y esclavitud: ése nombre tendría que comenzar a ser sinónimo de libertad. En Éx 3.16-22, Moisés recibirá las instrucciones para convertirse en un puente entre el pasado, el presente y el futuro con el “nuevo” nombre de Dios por delante, la garantía de la liberación, pues el desvelamiento de este Dios sería la razón de ser de la lucha con el propósito de que el pueblo “le presentase sacrificio” en el desierto (v. 18). La otra motivación es litúrgica y de reencuentro comunitario con su divinidad propia, pero únicamente en condiciones de libertad, porque la esclavitud ahogaba hasta la sana práctica cultual. La estrategia, resumida por Jorge Pixley como sigue, pondrá a funcionar el plan divino: primero, reunir a los ancianos, líderes naturales del pueblo, para movilizarlos (“Ni Dios puede hacer una revolución sin el pueblo, o sin los líderes buenos y malos que el pueblo reconoce como tales”[2]); segundo, iniciar un proceso de reclamaciones ante el rey (pedir unas “vacaciones” de tres días en el desierto); tercero, aplicar medidas de fuerza para obligar al Faraón a dejarlos salir; y cuarto, despojar a los egipcios como una especie de “indemnización” por los trabajos realizados.
2. YHVH se encarga de levantar al libertador
Moisés es suscitado como libertador desde la experiencia de la marginalidad y el exilio, lejos del lujo y las grandes habitaciones del palacio real. Era preciso que atravesara por una experiencia de soledad y “preparación espiritual” para convertirse de la ideología monárquica a la utopía divina de la liberación. Moisés, al inicio del cap. 3 está “anclado” en una cotidianidad elemental, asumiéndose como pastor de las ovejas de su suegro, casi como secuestrado o enajenado por la vida doméstica, pero Dios lo va a conducir por un sendero diferente, en el que los planes divinos son mayúsculos e inaccesibles en un principio para él. Dios tendría que hacer un gran esfuerzo formativo para que este hombre asimilara las líneas directrices de la liberación del pueblo. Su perfil humano fue modelándose progresivamente hasta alcanzar a mirar el modelo de un Dios que no se había conocido hasta entonces. Por eso es posible decir que la liberación del Éxodo fue en realidad “una gesta teológica” en la medida que los líderes que se pusieron al servicio de ella vislumbraron la nueva comunidad que Dios quería establecer en el mundo. Ante el futuro surgimiento de esta comunidad, todos los intereses debían subordinarse al proyecto divino.
En ese sentido, Hebreos 11.23-29 practica una lectura teológica del acontecimiento del Éxodo que parte de la historia pero que no se deja atrapar por ella. Como todo sucede “gracias a la fe”, la gesta liberadora de Israel se basa en el momento de la conversión de Moisés en portador de las buenas nuevas liberadoras para el pueblo. Y ese es el esquema ideológico-político-religioso que le permite a Moisés ser un líder confiable y acorde con las esperanzas divinas a través de las etapas de su “conversión”: a) se negó a ser de la familia del Faraón (v. 24), rompió con las clases dominantes; b) escogió el sufrimiento de su pueblo (v. 25); c) valoró mesiánicamente dicho sufrimiento; y d) miraba hacia el futuro con suficiente certeza en el éxito de la empresa divina (v. 26). Esta cadena de cambios en la conciencia de Moisés hizo posible su capacitación para ponerse al servicio de los planes de liberación.
Una de las mayores diferencias entre nuestra historia y la historia del pueblo de Dios en las Escrituras antiguas consiste en que la manera en que se aprecia a los y las fundadores de la patria. En el AT, los héroes eran políticos y espirituales al mismo tiempo: así, Moisés es visto como “padre de la patria” en los dos sentidos y no, como en nuestro caso, solamente en el aspecto político. Sólo que, en México, entre los principales inspiradores y líderes de la revolución de independencia se hallaban varios sacerdotes, los más conocidos son Hidalgo, Morelos y Matamoros. Eso complica la interpretación de las cosas porque además de que asumieron su lucha como representantes de los criollos, con lo que la lucha derivaría en la defensa de los intereses de éstos, también abanderaron su esfuerzo con un matiz religioso al enarbolar el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Hoy eso nos complica la interpretación religiosa y teológica de sucesos tan ambiguos, especialmente a la luz de un documento como el que ha lanzado el Episcopado católico (Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos con nuestra patria), en función de una lectura sesgada de la historia del país. Tenemos, pues, ante nosotros, la obligación de practicar lecturas bíblicas, teológicas e históricas serias para aplicar los valores libertarios de la fe cristiana a los momentos que nos toca vivir.
Notas
Leer nuestra historia con lentes bíblicos y cristianos
12 de septiembre, 2010
Miguel Hidalgo, siglo XIX, Jean Meyer, Hidalgo. México, Clío, 1996. www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=grito-galeria.
Letra 186, 5 de septiembre de 2010
HEROÍNAS DE LA INDEPENDENCIA EN MÉXICO (I)
Diario de Xalapa, 13 de septiembre de 2007
Antes de morir Nathan Hale exclamó: "Lo único que lamento es que apenas tengo una vida para ofrecerle a mi patria". Se ha establecido septiembre como el mes de la patria ya que hace casi dos siglos, el pueblo se sublevó contra el invasor. La independencia de México fue uno de los procesos más extensos de América Latina porque la Nueva España permaneció tres siglos bajo el dominio español. Un grupo de novohispanos de la élite criolla trataron de liberarse de España a raíz de la ocupación francesa y que el rey Fernando VII abdicara a favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón. Aquí en la colonia se formaron varias juntas, entre ellas la que encabezó Francisco Primo de Verdad y Ramos. En esta primera junta se destituyó al virrey. También no debemos perder de vista la influencia que ejerció la Ilustración y luego la revolución en Francia, así como la independencia de Estados Unidos. […] "El culto al heroísmo existe, ha existido y existirá para siempre en la conciencia de la humanidad". -Así se expresaba Carlyle.
Efectivamente hay universos que nos dejan sorprendidos y sin duda es el de nuestras heroínas mexicanas, fantasmas de una época que hace mucho tiempo se fue. Vivieron en un mundo convulso y conflictivo, donde los cambios se dieron con brutalidad y las diferentes clases sociales chocaron con un gobierno oligárquico y burgués que trajo como consecuencia la guerra, pero a la vez un futuro prometedor.
Mujeres en defensa de la libertad
Sin la osadía y arrojo de mujeres dispuestas a sacrificarse en defensa de la libertad, y sin su intervención, no hubiese sido lo mismo la guerra de independencia. Demostrando muchas veces una férrea voluntad y un espíritu patriótico para liberar a su país del yugo español. Los ejemplos más conocidos son mujeres de la talla de Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario o Gertrudis Bocanegra. Ellas al igual que otras mujeres arriesgaron valientemente su vida por la causa; un buen número se encuentra en el anonimato y algunas quedan en el recuerdo.
Por ejemplo: tenemos a Luisa Martínez, esposa de un guerrillero apodado "El Jaranero". Estuvo junto a su marido peleando, hasta que en Erongarícuaro (Michoacán) perdieron la batalla y junto con los hombres fue echa prisionera. En el cementerio del pueblo los fusilaron. Cuando le tocó su turno gritó con todas sus fuerzas: "Como mexicana tengo el derecho de defender a mi patria". Acto seguido se desplomó abatida por las balas. Altagracia Mercado, "Heroína de Huichapan" (Hidalgo), de su propio dinero armó un pequeño ejército en cuanto se enteró de la lucha por la libertad. Se puso a la cabeza y dio la pelea a los realistas. Desgraciadamente en un encuentro desafortunado perdió el combate y cuando se fijó sólo quedaba ella en pie. Sin demostrar temor, al contrario, con la valentía que la caracterizaba, siguió peleando hasta que la capturó el enemigo. Su valor causó mucha admiración a los jefes españoles y como la costumbre era no tomar prisioneros sino fusilarlos, ordenó el coronel que los comandaba que la dejaran en libertad diciendo: "Mujeres como ella no deben morir".
Hazañas como ésta han permanecidos en la memoria de muchas generaciones, no les importó arrostrar peligros, ni la furia de los realistas, mucho menos exponer su vida con tal de arrebatar su patria al invasor. Con valentía y arrojo María Soto la Marina ayudó a las tropas del general Francisco Javier Mina. Las huestes de los realistas se enfrentaron con los insurgentes cerca del río del mismo nombre que la heroína, pero no contó el general Mina con un enemigo quizá más poderoso (la sed), pues los españoles estratégicamente se habían apoderado del río; no podían romper el cerco para llegar hasta el agua. Al darse cuenta la valiente mujer, saliendo de la retaguardia tomó dos cántaros y sin importar las balas enemigas comenzó a traer agua para que tomaran los soldados insurgentes. Una y otra vez atravesó las líneas enemigas sin importar su seguridad, hasta que todos pudieron calmar su sed sin que sufriera ningún daño.
El sistema patriarcal que hemos vivido en México ha sido férreo y de mano dura, sobre todo con la mujer. Aunque hay que reconocer que poco a poco va cambiando, pero en la época de la independencia, hubo una que otra mujer decidida, irreverente y muy rebelde, entre éstas se encuentra María Ignacia Rodríguez apodada "La Güera Rodríguez". A pesar de ser una mujer golpeada salvajemente por su marido, logró el divorcio y afortunadamente muere él en Querétaro y se pudo casar dos veces más. De esos matrimonios le quedaron siete hijos. Era muy bella y de lengua rápida e ingeniosa, fue famosa en toda la capital. Aprovechando que entraba en los salones más elegantes, mandaba noticias o las estrategias que iba a hacer el ejército realista. Mujer decidida, partidaria de la independencia, llegó a fascinar a hombres como el Barón de Humboldt, Simón Bolívar e Iturbide.
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CRITICA EPISCOPADO EL LAICISMO INTOLERANTE
Carolina Gómez Mena
La Jornada, 31 de agosto de 2010, p. 42
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) aseguró que no hay enemigo más peligroso del Estado laico que el laicismo intolerante que busca disminuir libertades y restringir espacios de expresión y remarcó que es importante que la vida política de nuestra nación esté regulada por un auténtico sentido de laicidad. En la carta pastoral Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos con nuestra patria, documento elaborado por la CEM con motivo del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución, los obispos de México aseguran también que el sistema educativo nacional está marcado por un laicismo mal entendido que deja de lado valores humanos universales como si se tratara de aspectos confesionales. Recriminan que el sistema educativo mexicano ha convertido al laicismo en un instrumento ideológico que pasa por encima del derecho de los padres a la educación de sus hijos y no respeta las raíces culturales.
Los jerarcas señalan que la educación no sólo es una herramienta del desarrollo, sino también el espacio para difundir los valores que engrandecen a la persona y advierten que si la educación no forma antes que nada personas íntegras, que amen el bien, la verdad y la justicia, todo queda fincado en un terreno frágil y superficial. La CEM expresa que otras de las razones por las que el sistema educativo deja mucho que desear en cuanto a calidad y resultados es que está agobiado por los problemas de preparación magisterial y por lastres de algunas prácticas viciosas del modelo sindical que se apoya en el control corporativo. Asimismo, estima que la corrupción consume enormes cantidades de recursos públicos que no llegan a rendir beneficios en los centros escolares, y manifiesta que dicha corrupción contamina la noble tarea de educar. Demanda la vigencia completa del derecho humano a la libertad religiosa, la cual no debe ser interpretada jamás como una búsqueda de privilegios por parte de ninguna confesión y deplora el laicismo que se manifiesta de manera amenazante contra la religión.
Soledad Loaeza, académica e investigadora de El Colegio de México, invitada a comentar el documento, indicó que en la carta la Iglesia propone participar en las discusiones del país. Sin embargo, añadió, para muchos sectores que estiman que debe centrarse sólo en aspectos espirituales esto puede parecer una provocación, e indicó que un dilema para la Iglesia es que su participación la convierte en factor de división. También presente en el acto, El secretario de Gobernación, Francisco Blake, aseguró que en México la libertad religiosa se ejerce en un sentido amplio, pero Armando Martínez, presidente del Colegio de Abogados Católicos, lo refutó. Aseguró que lo que hay es libertad de culto y añadió que para que hubiese libertad religiosa tendrían que reformarse los artículos 24 y 130 constitucionales.
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INSTITUCIONES CRISTIANAS SE UNEN AL FESTEJO DEL BICENTENARIO
Claudia Ramírez
El Universal, 21 de agosto de 2010
Las instituciones e iglesias cristianas de nuestro país se unieron a los magnos festejos por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución con el evento llamado Un regalo del cielo para México: la biblia del Bicentenario Vence, que se llevó a cabo en el Auditorio Nacional, la noche del pasado martes 17 de agosto. El programa inició con la presentación del grupo L.E.O.N. el cual, luego de interpretar algunas canciones, cedió el escenario al presbítero Abner López, director general de la Sociedad Bíblica de México A.C., quien recordó que hace unos cuantos días, algunos líderes de las iglesias de México se reunieron con el presidente de la República Mexicana, Felipe Calderón Hinojosa. “Nos hizo una cordial invitación para unirnos a la celebraciones patrias”, explicó el líder religioso. “Voces comentaron que no hay nada que celebrar, que el país no está para fiestas, porque las metas por las que surgieron estos movimientos se perdieron en el tiempo. “Sin caer en triunfalismos, como cristianos debemos recordar estas gestas heroicas y a los héroes que nos dieron patria y libertad, porque de esos movimientos surgieron las leyes que nos dan pleno derecho de practicar nuestra fe y nuestros cultos”, expresó López.
Explicó que parte fundamental de esta magna celebración consistía en la presentación de la edición especial de la Biblia Vencé, “la misma que inspiró a Miguel Hidalgo y Costilla para iniciar el movimiento de Independencia”, dijo. “Que la lectura de esta palabra traiga bendición al país. Creemos que este texto bíblico es un regalo del pueblo cristiano para México”, finalizó. Enseguida, tomó la palabra Pablo Torn, en representación del Jefe del Ejecutivo, quien leyó un mensaje de la Presidencia. Para continuar la celebración, se leyeron algunos textos bíblicos y se presentó un video en el que se narró la historia de la Biblia en México. […]
Culto de oración y estudio, martes 7 de septiembre de 2010
Martes 7 de septiembre, 19 hrs.
ELIFAZ EXHORTA A JOB, Job 4
Modera: D.I. Odavia Palomino
JOB 4.2-9, NVI
“Tal vez no puedas aguantar / que alguien se atreva a decirte algo,/ pero ¿quién podría contener las palabras?/ Tú, que impartías instrucción a las multitudes/ y fortalecías las manos decaídas;/ tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban/ y fortalecías las rodillas que flaqueaban;/ ¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!;/ ¡te ves golpeado y te desanimas!/ ¿No debieras confiar en que temes a Dios/ y en que tu conducta es intachable?/ »Ponte a pensar: ¿Quién que sea inocente ha perecido?/ ¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra?/ La experiencia me ha enseñado/ que los que siembran maldad cosechan desventura./ El soplo de Dios los destruye,/ el aliento de su enojo los consume”.
SOBRE EL LIBRO DE JOB
ELIFAZ EXHORTA A JOB, Job 4
Modera: D.I. Odavia Palomino
JOB 4.2-9, NVI
“Tal vez no puedas aguantar / que alguien se atreva a decirte algo,/ pero ¿quién podría contener las palabras?/ Tú, que impartías instrucción a las multitudes/ y fortalecías las manos decaídas;/ tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban/ y fortalecías las rodillas que flaqueaban;/ ¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!;/ ¡te ves golpeado y te desanimas!/ ¿No debieras confiar en que temes a Dios/ y en que tu conducta es intachable?/ »Ponte a pensar: ¿Quién que sea inocente ha perecido?/ ¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra?/ La experiencia me ha enseñado/ que los que siembran maldad cosechan desventura./ El soplo de Dios los destruye,/ el aliento de su enojo los consume”.
SOBRE EL LIBRO DE JOB
Job: un libro que responde a algunas de nuestras preguntas más fundamentales, más existenciales; Job es la rebeldía contra la injusticia del sufrimiento y del silencio de Dios. Sí, Job es el hombre que se rebela contra Dios. No puede ni resignarse a la injusticia que se comete con él ni hacerse ateo. Job es el que protesta contra Dios. Porque el libro de Job no es más que una parábola que llega directamente al corazón; nos habla de un hombre a vueltas con su Dios. Desconcertado en su vida, hundido por tantos sufrimientos, Job emprende el combate de la fe. Como su antepasado Jacob; como Jesús, a quien prefigura. Es la prueba del hombre, tratado por Dios como un enemigo, que apela a Dios contra Dios. Ser discípulo es una prueba. El que ha escuchado la llamada del Señor se ve marcado por una herida que nada podrá hacer olvidar. Como Jacob, el creyente se ha quedado cojo para toda la vida. ¿Quién despertará a la fe sino aquel que se pone a seguir a Jesús y le dice: "Yo sé que está vivo mi Vengador y que al final se alzará sobre el polvo. Después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios" (Job 19.25)?
Gertrudis (1992), de Ernesto Medina
Domingo 5 de septiembre, 17.00 hrs.
En la Nueva España del siglo XVIII, nace la criolla Gertrudis Bocanegra, quien desde niña toma conciencia de las injusticias hechas a los indígenas, por quienes está dispuesta a luchar hasta el fin.
Reparto: Ofelia Medina, César Évora, Angélica Aragón, Fernando Balzaretti, Jorge Russek, Juan Carlos Colombo
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