sábado, 26 de marzo de 2011

Letra 214, 27 de marzo de 2011


EVANGÉLICOS JAPONESES, ORA ET LABORA
Protestante Digital, 18 de marzo de 2011

La Asociación Evangélica Japonesa (JEA por sus siglas en inglés) empieza su comunicadodescribiendo “el enorme terremoto que sacudió a las 2.26 pm en la Costa de Sanriku, que afectó la región de Tohoku y otras áreas del este de Japón”. Se dan detalles sobre 4 de las prefecturas más afectadas por el tsunami (Iwate, Miyagi, Fukushima, and Ibaragi), y se recuerda que la tragedia ha dejado a la “gente llena de preocupación y de miedo”.
Entre toda la destrucción ha quedado dañado también el edificio donde la JEA tiene su sede, el Ochanomizu Christian Center, que ha sido “cerrado” temporalmente, se explica en el texto. “Por el momento, la JEA establecerá su oficina central en las afueras de el área metropolitana de Tokyo”.

Movilizando a voluntarios japoneses
“Aunque estamos en una situación peligrosa”, sigue el comunicado, “JEA ha creado un comité de auxilio para el desastre que trabajará con sus miembros, afiliados, iglesias locales y otras organizaciones de ayuda”. Este proyecto busca ayudar a “las iglesias afectadas por el terremoto de Tohoku-Kanto”, la región más afectada por el desastre natural. Esta ayuda se coordinará con otras organizaciones, nacionales e internacionales. “La JEA empezará a recolectar inscripciones para trabajadores voluntarios”.
Entre las organizaciones asociadas, hay la intención de cooperar activamete con la ONG CRASH, que informará a la JEA de la evolución de la situación en las áreas afectadas y que asesorará sobre qué tipo de apoyo y ayuda pueden ser ofrecidas por organizaciones internaciones. También existe la posibilidad de hacer donaciones económicas, para personas con deseo de colaborar desde el extranjero. En el mismo documento de la JEA se dan detalles de cómo hacerlo.

Reflexión ante lo ocurrido
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza”. Con este texto bíblico (Salmo 46:1-3), el comunicado anima a “las iglesias en Japón a confiar en el Señor, orar conjuntamente, cooperar y superar este tiempo de dificultades”.
“Es un momento crítico para la nación de Japón”, sigue. “Que el consuelo del Señor esté sobre la gente afectada por el terremoto. Oramos que Él sostenga todo en sus manos firmes”. El texto está firmado por Norio Harada (presidente de la JEA) y Kiyoshi Gushiken (su secretario general) y Takao Nakadai (presidente de la Comisión de Ayuda en emergencias).

Alianza Evangélica Mundial también responde
Por su parte, la Alianza Evangélica Mundial (AEM) ha abierto una página especial para mostrar su condolencia por el terremoto y ofrecer guías de actuación frente al desastre. El Secretario General de la AEM, Geoff Tunnicliffe, ha dicho: “Estamos doliéndonos por la gente en Japón en este momento, conforme van afrontando la realidad del impacto de este desastre”. “Estamos orando por nuestros hermanos y hermanas”.
“Aunque Japón tiene un porcentaje bajo de cristianos, sabemos que muchos ya se han puesto en marcha para responder con amor y preocupación”.El texto de la AEM concluye pidiendo que se “ore” por Japón y se “responda con generosidad”. “Ahora es el tiempo de estar con la iglesia en Japón”, concluye.
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UN PAÍS CADA VEZ MENOS CATÓLICO (II)
Roberto Blancarte
Milenio, 8 de marzo de 2011

En contrapartida, el número de protestantes y evangélicos ha venido aumentando también significativamente. Para hablar sólo de porcentajes en esas mismas décadas los ahora mejor conocidos como “cristianos”, pasaron de 1.28 por ciento en 1950 a 1.65 en 1960, 1.82 en 1970, 3.29 en 1980, 4.89 en 1990, 5.21 en 2000 y ahora en 2010 casi 8 por ciento del total de la población, sin contar a testigos de Jehová y mormones.
No es este un fenómeno exclusivo de México. En otros países de América Latina, la región donde hay más católicos en el mundo, ha sucedido algo parecido, incluso de manera más aguda. En Brasil, por ejemplo, el país con mayor número de católicos en el planeta, según algunas encuestas realizadas en años recientes, su porcentaje es ya menor a 70 por ciento.
Los países centroamericanos tienen católicos que fluctúan entre 55 y 73 por ciento. En Chile o Venezuela sólo alcanzan 70 por ciento del total de la población, mientras que en Cuba o Uruguay ese porcentaje gira apenas alrededor de 50. ¿Qué significa y qué consecuencias tiene esta caída de la afiliación católica y el aumento de casi todos los otros creyentes, particularmente de los evangélicos, así como de las personas sin religión? Hay varias lecciones para el mundo católico. La
más importante es que, si bien es cierto que el catolicismo sigue siendo mayoritario, en términos culturales ya no puede reivindicar la centralidad que tuvo durante siglos.
Y esto se debe a la toma de conciencia de una triple transformación. La primera es el resultado de la drástica reducción de miembros de la Iglesia. La segunda se debe a la creciente secularización de la sociedad y se expresa en el hecho de que el ámbito de lo religioso cubre un área cada vez menor de la vida social. La tercera se refiere a la reducción del peso político de la institución católica, en el marco de un proceso de laicización de las instituciones del Estado.
El resultado es que México ha dejado de ser una nación católica, si es que alguna vez lo fue, y se dirige, como en muchos otros terrenos, hacia el camino de un creciente pluralismo, en este caso, religioso. Esta nueva realidad plantea retos jurídicos, sociales, políticos y culturales que muchos no están preparados para enfrentar. Por ejemplo, pensemos nada más en qué medida nuestros medios de comunicación reflejan en sus propuestas de programación esta creciente pluralidad
religiosa y la necesidad de un Estado laico que establezca las bases para una convivencia pacífica y armoniosa.
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EL CONSEJO PASTORAL COMO PRÁCTICA DE SABIDURÍA
Daniel Schipani
Visiones y Herramientas, 2004

En los últimos años hemos trabajado con una comprensión del consejo (o asesoramiento) pastoral como una práctica de sabiduría que debe estar orientada al crecimiento en sabiduría en el sentido de inteligencia moral y espiritual. En otras palabras, se trata de “sabiduría a la luz de Dios” como una manera de conocer integral o multidimensionalmente, incluyendo los aspectos de discernimiento, hacer las decisiones mejores dentro de las circunstancias personales, familiares y
sociales, y vivir bien en comunidad. Consideramos al consejo pastoral como un arte ministerial especial orientado a promover el emerger humano por medio de una forma de acompañamiento de personas, parejas, familias, o pequeños grupos quienes enfrentan desafíos y luchas existenciales particulares, tales como una decisión vocacional o la muerte de un ser amado, respectivamente. Así entendido, el consejo pastoral procura despertar, nutrir, y desarrollar la inteligencia moral y espiritual de las personas.
Cuando la sabiduría (en vez de la “salud mental”) así define a su principio guía, el consejo pastoral puede replantearse creativamente. El resultado de tal replanteamiento ilumina las siguientes características del consejo pastoral, aquí presentadas en forma de pistas en el sentido de hipótesis normativas: debe percibirse, practicarse, y enseñarse pastoralmente; debe contextualizarse eclesiológicamente; debe centrarse en Jesucristo como la Sabiduría de Dios; debe fundamentarse en la Escritura; debe percibirse, practicarse y enseñarse como un proceso creativo guiado por el Espíritu; y debe orientarse hacia el reino de Dios. En el resto del ensayo consideraremos, como ejercicio de teología pastoral, cada uno de esas seis características esenciales del consejo pastoral como ministerio de la iglesia. De tal forma responderemos a la pregunta, ¿en qué sentido es el consejo o asesoramiento realmente pastoral?

1. El consejo pastoral debe verse y practicarse pastoralmente
El consejo pastoral debe definirse y practicarse primera y principalmente como parte del ministerio de atención o cuidado pastoral y no como una rama de la psicoterapia o como ejercicio
profesional para la salud mental. La teología práctica y la teología pastoral son las disciplinas que proveen el contexto de reflexión crítica y constructiva en torno al consejo pastoral y las que informan su práctica normativamente.
Proponemos por lo tanto que las pastoras y los pastores sean llamados a trabajar como sabios consejeros. Con semejante identidad vocacional habrán de compartir la orientación y el propósito
general de todas las formas de ministerio, es decir promover el emerger humano a la luz de Cristo y el reino de Dios. Los pastores deben mantener en mente tal meta fundamental cuando atienden a las personas necesitadas de consejo. Desde allí considerarán los objetivos específicos de cada situación particular, derivados de las necesidades de asesoramiento y asistencia que las personas nos presentan.
Los pastores que hacen consejo pastoral deben ser por cierto competentes en cuanto al uso del lenguaje psicológico y el lenguaje de la fe. Por un lado deben conocer el lenguaje de la psicología y del aconsejamiento y la psicoterapia, incluyendo perspectivas sobre la personalidad y el desarrollo humano, los sistemas familiares, la psicopatología y la psicología clínica, etc. Por otro lado, en tanto consejeros, los pastores deben utilizar bien el lenguaje de la fe y la teología, y ser capaces de hacer “diagnósticos pastorales” y ayudar a las personas a articular su propia espiritualidad. Tales competencias “bilingues” son especialmente necesarias en nuestro tiempo debido al lugar prominente de la psicología y la psicoterapia en la cultura dominante.
Tanto vocacional como ideológicamente, los consejeros pastorales deben autopercibirse principalmente en términos del contexto eclesial y de la vida y el ministerio de la iglesia. Y esto aún cuando no ejerzan directamente en una congregación particular. Además, los consejeros pastorales representan explícitamente la realidad histórica y social de la iglesia, así como la vocación de esta de llegar a ser un acramento vivo del reino y de la sabiduría de Dios en medio de la historia., tal como se explica en la sesión que sigue. Por tal motivo, los consejeros pastorales son primeramente responsables ante la iglesia.

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