Pintura de don Nicolás Cuevas Flores
La Palabra (Hispanoamérica), SBU
1 Después
de decir todo esto, Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: —Padre, ha
llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. […] 6
Te he dado a conocer a quienes me confiaste sacándolos del mundo. Eran tuyos;
tú me los confiaste, y han obedecido tu mensaje. […]
9 Yo
te ruego por ellos. No te ruego por los del mundo, sino por los que tú me
confiaste, ya que son tuyos. 10 Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo
es mío, y en ellos resplandece mi gloria. 11 Desde ahora, ya no
estaré en el mundo; pero ellos se quedan en el mundo, mientras que yo voy a ti.
Protege con tu poder, Padre santo, a los
que me has confiado, para que vivan unidos, como vivimos unidos nosotros.
12
Mientras estaba con ellos en el mundo, yo mismo cuidaba con tu poder a los que
me confiaste. Los guardé de tal manera, que ninguno de ellos se ha perdido,
fuera del que tenía que perderse en cumplimiento de la Escritura. 13
Ahora voy a ti y digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo para que
ellos puedan compartir plenamente mi alegría.
14 Yo
les he confiado tu mensaje, pero el mundo los odia, porque no son del mundo,
como yo tampoco soy del mundo. 15 No te pido que los saques del
mundo, sino que los libres del mal. 16 Como yo no pertenezco al
mundo, tampoco ellos pertenecen al mundo. […]
20 Y
no te ruego sólo por ellos; te ruego también por todos los que han de creer en
mí por medio de su mensaje. 21
Te pido que todos vivan unidos. Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que
también ellos estén en nosotros. De este modo el mundo creerá que tú me has
enviado.
22 Yo
les he comunicado la gloria con que tú me has glorificado, de manera que sean
uno, como lo somos nosotros. 23
Como tú vives en mí, vivo yo en ellos para que alcancen la unión perfecta y así
el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a
mí. […]
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