sábado, 19 de enero de 2013

Letra 305, 20 de enero de 2013


LA COMUNIDAD CRISTIANA
Dietrich Bonhoeffer

Comunidad cristiana significa comunión en Jesucristo y por Jesucristo. Ninguna comunidad cristiana podrá ser más ni menos que eso. Y esto es válido para todas las formas de comunidad que puedan formar los creyentes, desde la que nace de un breve encuentro hasta la que resulta de una larga convivencia diaria. Si podemos ser hermanos es únicamente por Jesucristo y en Jesucristo.
Esto significa, en primer lugar, que Jesucristo es el que fundamenta la necesidad que los creyentes tienen unos de otros; en segundo lugar, que sólo Jesucristo hace posible su comunión y, finalmente, que Jesucristo nos ha elegido desde toda la eternidad para que nos acojamos durante nuestra vida y nos mantengamos unidos siempre.

Comunidad de creyentes
El cristiano es el hombre que ya no busca su salvación, su libertad y su justicia en sí mismo, sino únicamente en Jesucristo. Sabe que la palabra de Dios en Jesucristo lo declara culpable aunque él no tenga conciencia de su culpabilidad, y que esta misma palabra lo absuelve y justifica aun cuando no tenga conciencia de su propia justicia. El cristiano ya no vive por sí mismo, de su autoacusación y su auto-justificación, sino de la acusación y justificación que provienen de Dios. Vive totalmente sometido a la palabra que Dios pronuncia sobre él declarándole culpable o justo. El sentido de su vida y de su muerte ya no lo busca en el propio corazón, sino en la palabra que le llega desde fuera, de parte de Dios. Este es el sentido de aquella afirmación de los reformadores: nuestra justicia es una «justicia extranjera» que viene de fuera (extra nos). Con esto nos remiten a la palabra que Dios mismo nos dirige, y que nos interpela desde fuera. El cristiano vive íntegramente de la verdad de la palabra de Dios en Jesucristo. Cuando se le pregunta ¿dónde está tu salvación, tu justicia?, nunca podrá señalarse a sí mismo, sino que señalará a la palabra de Dios en Jesucristo. Esta palabra le obliga a volverse continuamente hacia el exterior, de donde únicamente puede venirle esa gracia justificante que espera cada día como comida y bebida. En sí mismo no encuentra sino pobreza y muerte, y si hay socorro para él, sólo podrá venirle de fuera. Pues bien, esta es la buena noticia: el socorro ha venido y se nos ofrece cada día en la palabra de Dios que, en Jesucristo, nos trae liberación, justicia, inocencia y felicidad.
Esta palabra ha sido puesta por Dios en boca de los hombres para que sea comunicada a los hombres y transmitida entre ellos. Quien es alcanzado por ella no puede por menos de transmitirla a otros. Dios ha querido que busquemos y hallemos su palabra en el testimonio del hermano, en la palabra humana. El cristiano, por tanto, tiene absoluta necesidad de otros cristianos; son quienes verdaderamente pueden quitarle siempre sus incertidumbres y desesperanzas. Queriendo arreglárselas por sí mismo, no hace sino extraviarse todavía más. Necesita del hermano como portador y anunciador de la palabra divina de salvación. Lo necesita a causa de Jesucristo. Porque el Cristo que llevamos en nuestro propio corazón es más frágil que el Cristo en la palabra del hermano. Este es cierto; aquel, incierto. Así queda clara la meta de toda comunidad cristiana: permitir nuestro encuentro para que nos revelemos mutuamente la buena noticia de la salvación. Esta es la intención de Dios al reunirnos. En una palabra, la comunidad cristiana es obra solamente de Jesucristo y de su justicia «extranjera». Por tanto, la comunidad de dos creyentes es el fruto de la justificación del hombre por la sola gracia de Dios, tal y como se anuncia en la Biblia y enseñan los reformadores. Esta es la buena noticia que fundamenta la necesidad que tienen los cristianos unos de otros.

Cristo mediador
Este encuentro, esta comunidad, solamente es posible por mediación de Jesucristo. Los hombres están divididos por la discordia. Pero «Jesucristo es nuestra paz» (Ef 2, 14). En él la comunidad dividida encuentra su unidad. Sin él hay discordia entre los hombres y entre estos y Dios. Cristo es el mediador entre Dios y los hombres. Sin él, no podríamos conocer a Dios, ni invocarle, ni llegarnos a él; tampoco podríamos reconocer a los hombres como hermanos ni acercarnos a ellos. El camino está bloqueado por el propio «yo». Cristo, sin embargo, ha franqueado el camino obstruido, de forma que, en adelante, los suyos puedan vivir en paz no solamente con Dios, sino también entre ellos. Ahora los cristianos pueden amarse y ayudarse mutuamente; pueden llegar a ser un solo cuerpo. Pero sólo es posible por medio de Jesucristo. Solamente él hace posible nuestra unión y crea el vínculo que nos mantiene unidos. Él es para siempre el único mediador que nos acerca a Dios y a los hermanos.


La comunidad de Jesucristo
En Jesucristo hemos sido elegidos para siempre. La encarnación significa que, por pura gracia y voluntad de Dios trino, el Hijo de Dios se hizo carne y aceptó real y corporalmente nuestra naturaleza, nuestro ser. Desde entonces, nosotros estamos en él. Lleva nuestra carne, nos lleva consigo. Nos tomó con él en su encarnación, en la cruz y en su resurrección. Formamos parte de él porque estamos en él. Por esta razón la Escritura nos llama el cuerpo de Cristo. Ahora bien, si antes de poder saberlo y quererlo hemos sido elegidos y adoptados en Jesucristo con toda la Iglesia, esta elección y esta adopción significan que le pertenecemos eternamente, y que un día la comunidad que formamos sobre la tierra será una comunidad eterna junto a él. En presencia de un hermano debemos saber que nuestro destino es estar unidos con él en Jesucristo por toda la eternidad. Repitámoslo: comunidad cristiana significa comunidad en y por Jesucristo. Sobre este principio descansan todas las enseñanzas y reglas de la Escritura, referidas a la vida comunitaria de los cristianos.
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LOS PROTESTANTES ALEMANES INSTAN AL PAPA RETIRAR LA EXCOMUNIÓN A LUTERO
Protestante Digital, 5 de enero de 2012

Margot Kässmann, de 54 años, desempeña desde abril de 2012 el cargo de "embajadora de Lutero" para el Jubileo de 2017 que conmemorará el quinto centenario del inicio de la reforma de Lutero el 31 de octubre de 1517. Con este motivo a lo largo de 2017 se realizarán una serie de importantes actos en Alemania en torno a la Reforma protestante y el propio Martín Lutero.
Kässmann ha sido obispa de la Iglesia Evangélica Alemana —la EKD (por sus siglas en alemán)— la organización protestante más grande de Alemania y reside en la localidad alemana de Mannheim. Por su cargo, Kässmann participa en coordinación de esta efeméride, que los evangélicos alemanes quieren que sirva para dar a conocer el verdadero significado que supuso la Reforma de la Iglesia que inició Lutero en lo espiritual, en la sociedad y en la historia.

El papa y la excomunión de Lutero
Kässmann ha expresado en una entrevista publicada en el Mannheimer Morgen que espera que Benedicto XVI como papa revoque la excomunión que aún pesa sobre el fundador del protestantismo. Una excomunión que se materializó a través de la bula Decet Romanum Pontificem, firmada por León X en enero de 1521, y que Martín Lutero quemó públicamente al recibirla.
Para Margot Kässmann ha llegado el momento de la eliminar esta arista entre católicos y protestantes y que se produzca un “gesto de buena voluntad”. Que ya vayan a ser cinco los siglos que dura la excomunión de Lutero no es en sí mismo un obstáculo para Kässmann ya que tampoco "en 1984, nadie previó la caída del Muro de Berlín" y ocurrió.
La representante de la EKD utiliza varios argumentos para fundamentar su petición, como por ejemplo que muchas comisiones ecuménicas han concluido que la excomunión a Martín Lutero "es teológicamente injustificable", y el valor simbólico positivo de retirar esta bula. Otro que menciona es que también lo piden muchos católicos, algunos como el conocido teólogo como Hans Küng, aunque este teólogo no sea el mekor ejemplo de ortodoxia católica ya que está amenazado de sanción por la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes Santo Oficio) por sus reiteradas opiniones contrarias a la Doctrina y al Magisterio católico-romanos.
Asimismo, para Kässmann, el diálogo ecuménico y el hecho de que católicos y protestantes asistan juntos a diferentes ceremonias con cada vez mayor frecuencia es otro motivo suficiente para que se produzca este gesto de reconciliación entre católicos y protestantes.

Expectativas negativas
No se conoce que podrá decir el papa, pero no es de esperar una respuesta positiva. Así lo augura el gesto de Benedicto XVI de no querer acudir a su Alemania natal a los actos del quinto centenario de la Reforma Protestante, así como las recientes declaraciones del Cardenal Koch, presidente del católico Consejo Pontificio para la Unidad de los cristianos, que ha tildado a la reforma protestante de "pecado" y "fracaso", expresando además que le gustaría asistir -en lugar de a una celebración de la memoria de la Reforma protestante- a una reunión en la que las confesiones reformadas pidieran disculpas y reconociesen sus errores.
Esto a pesar del sentimiento general, como el de la Canciller alemana Ángela Merkel que el pasado 31 de octubre ante la conmemoración de los cinco siglos de la reforma protestante en 2017 invitó a celebrar esta efeméride de la Reforma en un espíritu ecuménico, a pesar de que católicos y protestantes no hayan logrado ponerse de acuerdo sobre un marco común de las celebraciones. Merkel expresó un profundo agradecimiento a la obra de Martín Lutero, quien con su trabajo ayudó a definir la imagen de un ser humano "maduro y responsable".

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