sábado, 26 de enero de 2013

Letra 306, 27 de enero de 2013


EL CULTO, REFLEJO DEL DIOS ADORADO Y DEL PUEBLO
QUE ADORA (Fragmento)
Edesio Sánchez Cetina
www.casadelabiblia.org/2011/06/09/materiales-taller-dedeuteronomio

La historia de la exégesis e interpretación del libro de Deuteronomio ha demostrado que este documento es esencial para comprender de manera más plena una serie de elementos clave relacionados con la formación del pueblo hebreo, la comprensión teológica del Antiguo Testamento y la creación del mismo canon. En Deuteronomio se encuentran dos textos centrales de la fe bíblica: el shemá y el decálogo. El Deuteronomio se presenta, además, como documento constitucional del pueblo de Dios y como palabra de Dios, mediada por boca profética, que instruye y conforma al pueblo para una nueva coyuntura histórica y geográfica. No es, entonces, nada accidental que en este libro se presenten pautas concretas tendientes a modelar una liturgia que se entronque con el eje teológico de la Biblia, presente en Deuteronomio 5.6-21; 6.1-4 y 12-26, y confirmados por Jesús en Marcos 12.28-34. […]

YHVH es nuestro único Dios, ¡y nadie más!
Tanto el shemá como el decálogo afirman de entrada que “YHVH es nuestro/tu Dios” (Dt 5.6 y 6.4) —ambos pronombres referidos a los miembros del pueblo de la alianza. Este es el eje teológico del libro de Deuteronomio, de todo el Antiguo Testamento y de toda la Biblia. Por ello, tanto el decálogo como el shemá ofrecen, de inmediato, pautas claras y concretas para asegurar que ese centro se mantenga incólume en cada segmento de la vida del individuo y de la comunidad de la alianza (Los primeros cuatro mandamientos del decálogo y los vv. 5-9 del shemá). De manera positiva, el shemá enseña que el amor a Dios debe saturar todo rincón de la vida humana: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales. Apréndete de memoria todas las enseñanzas que hoy te he dado, y repítelas a tus hijos a todas horas y en todo lugar: cuando estés en tu casa o en el camino, y cuando te levantes o cuando te acuestes. Escríbelas en tiras de cuero y átalas a tu brazo, y cuélgalas en tu frente. Escríbelas en la puerta de tu casa y en los portones de tu ciudad”.
Por su parte, el decálogo, en sus tres primeras “palabras” salvaguarda la integridad de YHVH y de su nombre impidiendo la presencia de otros dioses en su culto, la adoración de las imágenes de esos dioses y el uso indebido del nombre de Dios. Lo que ambos textos establecen como elemento central de la teología bíblica es la singularidad de YHVH manifestada en la vida de su pueblo a través de una lealtad absoluta y única. […]
La única manera correcta de articular el nombre de Dios, YHVH, es haciéndonos semejantes a Dios en el fondo de su ser; el relacional, el estar con, el solidario. Nuestra relación correcta con Dios tiene que integrar el compromiso con el otro —especialmente con el pobre, con el débil y vulnerable—, y a la vez, nuestra relación con el otro tiene que integrar nuestra relación con Dios. No hay manera de relacionarnos con otro ser humano y con la naturaleza sin que se haga por mediación divina. Si no es así, cómo entender a fondo la exhortación del shemá de amar a Dios con toda nuestra mente, con todo nuestro ser y con todo lo que tenemos y valemos (Dt 6.5). Si nuestro amor a Dios invade cada rincón de nuestra vida, entonces no hay manera de relacionarnos con los otros y con nuestro entorno ecológico, sino a través del tamiz del amor de Dios y a Dios.
Un examen cuidadoso en todo el Antiguo Testamento de la tesis enunciada al principio lleva a concluir que cuando se abandona a YHVH y se obedece y adora a otros dioses e ídolos, se abre el camino a la violencia, la indiferencia y la injusticia; y cuando la violencia y la injusticia se convierten en el denominador común de nuestra vida, el verdadero Dios se ausenta y en su lugar nos hacemos de dioses falsos e ídolos. […]
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MARTIN LUTHER KING, JR.: VIAJERO DE LA LIBERTAD, PROFETA DE LA ESPERANZA
Carmelo Álvarez
Lupa Protestante, 23 de enero de 2013

Toma mi mano, precioso Señor, llévame al hogar, Thomas A. Dorsey, 1932

Para Martin Luther King, Jr hay una relación estrecha entre la libertad como llamado ineludible que busca la justicia incesantemente y su expresión en un amor concreto y eficaz. Todos sus libros, sermones y conferencias se mueven hacia esa constante búsqueda. Más allá del amor sentimental está un amor que se ofrece y se da; se recibe y se promueve. Su propia vida estuvo enmarcada en una vocación suprema de responder al llamado de la libertad y luchar por la liberación de su pueblo afro-americano. Así lo narra en su libro, Viajeros de la libertad.
Una idea fundamental en esa autobiografía teológica es el sacrificio que implica la vocación de servir a una causa y luchar por ella. Toda vocación asume riesgos y acepta el sufrimiento como solidaridad fraterna desde la fe. El amor de Dios (agápe) es la fuerza y el poder que vence todos los prejuicios, remueve todos los obstáculos, particularmente la discriminación racial, y permite amar a los enemigos, siempre en la búsqueda de una sociedad más fraterna y justa.
La paz con justicia como acción concreta de la liberación necesita una dimensión ética que haga efectiva aquella justicia. Por eso Martin Luther King Jr. distinguía claramente entre las leyes justas y las leyes injustas. No basta con tener leyes o aun constituciones si ellas no promueven la vida digna, plena, con igualdad y equidad para todos los seres humanos. Sin plena liberación de todas las ataduras de opresión la libertad es sólo un concepto. En muchas de sus alocuciones aparecía una y otra vez la necesidad de que los y las afroamericanos asumieran su lucha en actos concretos a través de la no-violencia activa y militante.
Martin Luther King, Jr. fue un profeta visionario. Se ha insistido mucho en su “sueño” y hubo quienes creían que esa era una consigna que escondía un proyecto revolucionario, posiblemente armado. Lo profético en Martin Luther King, Jr. está planteado, a mi entender, en tres dimensiones fundamentales: el llamado, la visión y el destino.
El llamado hay que discernirlo correctamente para aceptar, seguir y perseverar en la voluntad de Dios. Es una actitud y una apertura cotidiana donde la existencia misma se encuentra arropada y atrapada por el amor de Dios. Santa Teresa de Ávila, cuya vida y pensamiento Martin Luther King, Jr. conoció bien, hablaba del “arrobamiento”, es sentirse atada por cuerdas de amor, en obediencia libre y graciosa ante el Misterio. Monseñor Oscar Romero hablaba mucho de este mismo sentido de urgente reclamo de Dios. Y en medio de ese reclamo se siente una confianza plena. Por eso a Martin Luther King, Jr. le inspiraba mucho aquel viejo himno del movimiento de santidad: “Cuan tiernamente Jesús hoy nos llama con insistente bondad”.
El profeta es un testigo que asume los riesgos de emitir juicios y proclamar la verdad de Dios porque es portador de una nueva visión para el pueblo. Por eso el martirio. Se es mártir no porque se muera. El martirio es producto del testimonio de vida y palabra; mensaje y acción. ¡Y se acepta la tarea de anunciar y denunciar en nombre de Dios!
El destino del profeta y pastor está en las manos de Dios. Esa convicción tiene una dinámica muy compleja entre la urgencia y la ansiedad. El llamado radical es urgente y exige una respuesta también radical. Aunque la familia, los colegas, los amigos y amigas, y la iglesia no lo entiendan. Sólo Dios lo sabe. Y porratos hay incertidumbre, duda, desasosiego. Pero también hay resoluciones ciertas y firmes en ese peregrinaje en fe que Dios va revelando. La responsabilidad de ejercer un liderato que Dios le ha encomendado al profeta es una carga pesada. Intuir y atisbar que la muerte prematura asedia, es también asumir un destino.
En su último discurso oficial como presidente de la Conferencia Sureña de Liderato Cristiano en agosto de 1967, a menos de un año de su martirio, Martin Luther King, Jr. tituló su discurso, “¿Hacia dónde vamos desde aquí?”. Hacia el final de la alocución expresó, como pasaba en casi todos sus discursos y sermones, con elocuencia y profunda convicción:
Recordemos que hay una fuerza creativa en este universo, trabajando para derribar las gigantescas montañas del mal, un poder que es capaz de crear una salida donde no la hay y transformar los ayeres oscuros en mañanas luminosas. Vamos a realizar que el arco de la existencia moral es largo, pero se doblega hacia la justicia.
Esto es para esperanza para el futuro, y con esta fe seremos capaces de cantar en un mañana no muy distante con un tiempo cósmico pasado: “Nosotros hemos vencido, nosotros hemos vencido, corazón adentro, yo creí que nosotros venceríamos”.
Martin Luther King, Jr. profeta, pastor, pensador vigente. Hoy más que nunca su mensaje de libertad y esperanza es necesario. No olvidarlo y actuar desde esa vida y pensamiento es nuestro constante reto. Para poder vencer y lograr la justicia en la tierra tenemos que hacerlo. Y Dios nos llama con su amor y hacia el compromiso con su reinado a ser fieles a la causa de la libertad en acciones constructivas de liberación, con mucha esperanza.

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ENCUENTRO TEOLÓGICO CON EL DR. RENÉ KRÜGER


Sábado 2 de febrero, 10 hrs., Iglesia Presbiteriana Bethel, col. Olivar del Conde, calle 9 núm. 70

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