sábado, 12 de enero de 2013

Letra 304, 13 de enero de 2013


PRIMERA CLASE UNIDA
LA KOINONÍA, VIDA EN COMUNIDAD

1. Bases bíblicas
·      Todos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartir lo que tenían, de partir el pan y de participar en la oración. Todo el mundo estaba impresionado a la vista de los numerosos prodigios y señales realizados por los apóstoles. En cuanto a los creyentes, vivían todos de mutuo acuerdo y todo lo compartían. Hasta vendían las propiedades y bienes, y repartían el dinero entre todos según la necesidad de cada cual. A diario acudían al Templo con constancia y en íntima armonía, en familia partían el pan y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría sinceras. Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación. (Hechos 2.-42-47).
·      En cuanto al amor fraterno, no hace falta que les diga nada por escrito, ya que el mismo Dios les ha enseñado a amarse los unos a los otros. Y así lo practican con todos los hermanos de la entera Macedonia. Sólo les pedimos, hermanos, que progresen en ello más y más, que procuren vivir tranquilos, que se ocupen de sus asuntos y que trabajen con sus propias manos, según las instrucciones que les dimos. Así se ganarán el respeto de los no cristianos y no tendrán que importunar a nadie. (I Tesalonicenses 4.9-12)
·      Así pues, yo, prisionero por amor al Señor, les exhorto a que lleven una vida en consonancia con el llamamiento que han recibido. Sean humildes, amables, comprensivos. Sopórtense unos a otros con amor. No ahorren esfuerzos para consolidar, con ataduras de paz, la unidad, que es fruto del Espíritu. Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que han sido llamados. (Efesios 4.1-5)
·      Que no decaiga el amor fraterno. No echen en olvido la hospitalidad pues, gracias a ella, personas hubo que, sin saberlo, alojaron ángeles en su casa. Tengan siempre presentes a los encarcelados como si ustedes mismos se encontraran presos junto con ellos; y también a los que sufren malos tratos, como si ustedes estuvieran en su lugar. (Hebreos 13.1-3)

2. La práctica de la koinonía en el Nuevo Testamento
·      El término koinonía está totalmente ausente de los sinópticos y del evangelio de Juan; en cambio, se encuentra 13 veces en Pablo y con ello se manifiesta como un concepto típicamente paulino. […] Por otra parte, merece especial atención el empleo de koinós y koinonía en Hechos 2 y sobre todo la imagen que da Lucas de la comunidad primitiva. Koinonós quiere decir camarada, socio, colaborador (Lc 5.10; 2 Cor 8.23; Flm 17). […]
·      En Hechos, en la descripción de la vida de la primitiva comunidad, se nos habla también de la comunidad de bienes que en ella se practicaba. Este “comunismo religioso basado en el amor” […] de la primitiva comunidad era la consecuencia de un amor carismático, pero tenía como supuesto la permanencia de la propiedad privada, así como la voluntariedad de la ofrenda y de la ayuda al necesitado.
·      No conocía ni la producción ni el consumo colectivo, no estaba organizado ni tampoco hay que concebirlo a partir de categorías económicas. Surge de aquella ausencia de inquietud que predicó Jesús y de su ilimitado desprecio de las riquezas (Mt 6.25-34) y hay que reclamarlo como continuación de la vida en común que Jesús realizó con sus discípulos (Lc 8.1-3; Jn 12.4ss, ss; 13.29). […]
·      La koinonía, que en Hechos 2.42 se emplea en un sentido absoluto, podría considerarse como un componente de la vida de servicio al Señor, de la que forman parte también los otros tres conceptos: la enseñanza de los apóstoles, la fracción del pan y la oración. En ese caso, koinonía habría que traducirlo por “comunión” o “comunidad litúrgica”. Pero el término koinonía expresa una realidad nueva y autónoma. Designa la unanimidad y la concordia operadas por la acción del espíritu. El individuo era totalmente sostenido por la comunidad. […]
·      En Gál 2.9, la koinonía no significa un acuerdo subjetivo corroborado por un apretón de manos, sino el reconocimiento recíproco del “ser en Cristo”. Asimismo, en 1 Cor 10.16 koinonía significa la participación en el cuerpo y la sangre de Cristo y con ello el hacerse uno con Cristo glorificado.

3. Vida en comunidad (Dietrich Bonhoeffer)

La comunidad
·    El hecho de que, en el tiempo comprendido entre la muerte de Jesucristo y el último día, los cristianos puedan vivir con otros cristianos en una comunidad visible ya sobre la tierra no es sino una anticipación misericordiosa del reino que ha devenir, Es Dios, en su gracia, quien permite la existencia en el mundo de semejante comunidad, reunida alrededor de la palabra y el sacramento.
·      Pese a todo, la presencia sensible de los hermanos es para el cristiano fuente incomparable de alegría y consuelo. […] El creyente no se avergüenza ni se considera demasiado carnal por desear ver el rostro de otros creyentes. El hombre fue creado con un cuerpo, en un cuerpo apareció por nosotros el Hijo de Dios sobre la tierra, en un cuerpo fue resucitado; en el cuerpo el creyente recibe a Cristo en el sacramento, y la resurrección de los muertos dará lugar a la plena comunidad de los hijos de Dios, formados de cuerpo y espíritu. […]
·      Ahora bien, si el mero encuentro entre dos creyentes produce tanto gozo, ¡qué inefable felicidad no sentirán aquellos a los que Dios permite vivir continuamente en comunidad con otros creyentes! Sin embargo, esta gracia de la comunidad, que el aislado considera como un privilegio inaudito, con frecuencia es desdeñada y pisoteada por aquellos que la reciben diariamente. Olvidamos fácilmente que la vida entre cristianos es un don del reino de Dios que nos puede ser arrebatado en cualquier momento y que, en un instante también, podemos ser abandonados a la más completa soledad. […]
·      La medida en que Dios concede el don de la comunión visible varía. Una visita, una oración, un gesto de bendición, una simple carta, es suficiente para dar al cristiano aislado la certeza de que nunca está solo. El saludo que el apóstol Pablo escribía personalmente en sus cartas ciertamente era un signo de comunión visible. Algunos experimentan la gracia de la comunidad en el culto dominical; otros, en el seno de una familia creyente. […] Y actualmente los cristianos más sinceros sienten necesidad de participar en «retiros» para convivir con otros creyentes bajo la palabra de Dios. Los cristianos de hoy descubren nuevamente que la vida comunitaria es verdaderamente la gracia que siempre fue, algo extraordinario, “el momento de descanso entre los lirios y las rosas” al que se refería Lutero.
______________________________________
      
SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
www.oikoumene.org

Al menos una vez al año, muchos cristianos toman conciencia de la gran diversidad de formas de adorar a Dios, se conmueven y caen en la cuenta de que no es tan extraña la manera en que el prójimo rinde culto a Dios.
El acontecimiento que desencadena esta experiencia única se conoce como la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Congregaciones y parroquias de todo el mundo toman parte en la semana de oración, que se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) y en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur). Durante este período, se intercambian los púlpitos y se organizan oficios ecuménicos especiales. 
Cada año, se pide a los asociados ecuménicos de una región concreta que preparen un texto sencillo sobre un tema bíblico. Después, un grupo internacional de participantes patrocinados por el CMI (protestantes y ortodoxos) y católicos romanos edita este texto y se asegura de que está relacionado con la búsqueda de la unidad de la iglesia.
El texto es publicado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos y el CMI, a través de su Comisión de Fe y Constitución, que también acompaña todo el proceso de producción del texto. El material final es enviado a las iglesias miembros y las diócesis católicas romanas, a quienes se invita a que traduzcan el texto y lo contextualicen para su propio uso.

Tema para 2013
¿Qué exige el Señor de nosotros?
¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de lo alto? Me presentaré ante él con holocaustos, con novillos que tengan un año. ¿Agradarán al Señor miles de carneros? ¿Le complacerán diez mil ríos de aceite? ¿Le entregaré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por mi pecado? Se te ha hecho conocer lo que está bien, lo que el Señor exige de ti, ser mortal: tan sólo respetar el derecho, practicar con amor  la misericordia y caminar humildemente con tu Dios. (Miqueas 6.6-8, Biblia Traducción Interconfesional, BTI)
El Libro de Miqueas pertenece a la tradición literaria de la profecía. En el centro de su mensaje se sitúa el oráculo del juicio. El libro se desarrolla en tres partes que nos van llevando desde el juicio en general (cap. 1-3), a la proclamación de la salvación (cap. 4-5), y después al juicio en sentido estricto y a la celebración de la salvación (cap. 6-7). En la primera parte, Miqueas critica con dureza a los que tienen autoridad, tanto política como religiosa, por abusar de su poder y robar a los pobres: “arrancáis la piel a la gente” (3,2), y “juzgan por soborno” (3,11). En la segunda parte del libro, Miqueas exhorta al pueblo a peregrinar “al monte del Señor... Él nos indicará sus caminos y nosotros iremos por sus sendas” (4,2). En la tercera parte se revela el juicio de Dios acompañado por una llamada a aguardar con esperanza la salvación, con fe en Dios que “perdona el pecado y pasa por alto... las culpas” (7, 18). Esta esperanza se concreta en el Mesías, que será la “la paz” (5,4), y que saldrá dE Belén para llevar la salvación “hasta los confines mismos de la tierra” (5,3). Finalmente, Miqueas llama a todas las naciones a caminar en esta peregrinación para compartir la justicia y la paz que es la salvación.

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...