PRIMERA CLASE UNIDA
LA KOINONÍA, VIDA EN COMUNIDAD
1. Bases bíblicas
·
Todos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los
apóstoles, de compartir lo que tenían, de partir el pan y de participar en la
oración. Todo el mundo estaba impresionado a la vista de los numerosos
prodigios y señales realizados por los apóstoles. En cuanto a los creyentes,
vivían todos de mutuo acuerdo y todo lo compartían. Hasta vendían las
propiedades y bienes, y repartían el dinero entre todos según la necesidad de
cada cual. A diario acudían al Templo con constancia y en íntima armonía, en
familia partían el pan y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría
sinceras. Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su
parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de
salvación. (Hechos 2.-42-47).
·
En cuanto al amor fraterno, no hace falta que les diga nada por escrito,
ya que el mismo Dios les ha enseñado a amarse los unos a los otros. Y así lo
practican con todos los hermanos de la entera Macedonia. Sólo les pedimos,
hermanos, que progresen en ello más y más, que procuren vivir tranquilos, que
se ocupen de sus asuntos y que trabajen con sus propias manos, según las
instrucciones que les dimos. Así se ganarán el respeto de los no cristianos y
no tendrán que importunar a nadie. (I Tesalonicenses
4.9-12)
·
Así pues, yo, prisionero por amor al Señor, les exhorto a que lleven una
vida en consonancia con el llamamiento que han recibido. Sean humildes,
amables, comprensivos. Sopórtense unos a otros con amor. No ahorren esfuerzos
para consolidar, con ataduras de paz, la unidad, que es fruto del Espíritu. Uno
solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que han
sido llamados. (Efesios 4.1-5)
·
Que no decaiga el amor fraterno. No echen en olvido la hospitalidad
pues, gracias a ella, personas hubo que, sin saberlo, alojaron ángeles en su
casa. Tengan siempre presentes a los encarcelados como si ustedes mismos se
encontraran presos junto con ellos; y también a los que sufren malos tratos,
como si ustedes estuvieran en su lugar. (Hebreos
13.1-3)
2. La práctica de la koinonía en el Nuevo Testamento
·
El término koinonía está
totalmente ausente de los sinópticos y del evangelio de Juan; en cambio, se
encuentra 13 veces en Pablo y con ello se manifiesta como un concepto
típicamente paulino. […] Por otra parte, merece especial atención el empleo de koinós y koinonía en Hechos 2 y sobre todo la imagen que da Lucas de la
comunidad primitiva. Koinonós quiere
decir camarada, socio, colaborador (Lc 5.10; 2 Cor 8.23; Flm 17). […]
·
En Hechos, en la descripción de la vida de la primitiva comunidad, se
nos habla también de la comunidad de bienes que en ella se practicaba. Este
“comunismo religioso basado en el amor” […] de la primitiva comunidad era la
consecuencia de un amor carismático, pero tenía como supuesto la permanencia de
la propiedad privada, así como la voluntariedad de la ofrenda y de la ayuda al
necesitado.
·
No conocía ni la producción ni el consumo colectivo, no estaba
organizado ni tampoco hay que concebirlo a partir de categorías económicas.
Surge de aquella ausencia de inquietud que predicó Jesús y de su ilimitado
desprecio de las riquezas (Mt 6.25-34) y hay que reclamarlo como continuación
de la vida en común que Jesús realizó con sus discípulos (Lc 8.1-3; Jn 12.4ss,
ss; 13.29). […]
·
La koinonía, que en Hechos 2.42 se emplea en un sentido absoluto, podría
considerarse como un componente de la vida de servicio al Señor, de la que
forman parte también los otros tres conceptos: la enseñanza de los apóstoles,
la fracción del pan y la oración. En ese caso, koinonía habría que traducirlo por “comunión” o “comunidad
litúrgica”. Pero el término koinonía
expresa una realidad nueva y autónoma. Designa la unanimidad y la concordia
operadas por la acción del espíritu. El individuo era totalmente sostenido por
la comunidad. […]
·
En Gál 2.9, la koinonía no
significa un acuerdo subjetivo corroborado por un apretón de manos, sino el
reconocimiento recíproco del “ser en Cristo”. Asimismo, en 1 Cor 10.16 koinonía significa la participación en
el cuerpo y la sangre de Cristo y con ello el hacerse uno con Cristo
glorificado.
3. Vida en
comunidad (Dietrich Bonhoeffer)
La comunidad
· El hecho de que, en el tiempo comprendido entre la muerte de Jesucristo
y el último día, los cristianos puedan vivir con otros cristianos en una
comunidad visible ya sobre la tierra no es sino una anticipación misericordiosa
del reino que ha devenir, Es Dios, en su gracia, quien permite la existencia en
el mundo de semejante comunidad, reunida alrededor de la palabra y el
sacramento.
·
Pese a todo, la presencia sensible de los hermanos es para el cristiano
fuente incomparable de alegría y consuelo. […] El creyente no se avergüenza ni
se considera demasiado carnal por desear ver el rostro de otros creyentes. El
hombre fue creado con un cuerpo, en un cuerpo apareció por nosotros el Hijo de
Dios sobre la tierra, en un cuerpo fue resucitado; en el cuerpo el creyente
recibe a Cristo en el sacramento, y la resurrección de los muertos dará lugar a
la plena comunidad de los hijos de Dios, formados de cuerpo y espíritu. […]
·
Ahora bien, si el mero encuentro entre dos creyentes produce tanto gozo,
¡qué inefable felicidad no sentirán aquellos a los que Dios permite vivir
continuamente en comunidad con otros creyentes! Sin embargo, esta gracia de la
comunidad, que el aislado considera como un privilegio inaudito, con frecuencia
es desdeñada y pisoteada por aquellos que la reciben diariamente. Olvidamos
fácilmente que la vida entre cristianos es un don del reino de Dios que nos
puede ser arrebatado en cualquier momento y que, en un instante también,
podemos ser abandonados a la más completa soledad. […]
·
La medida en que Dios concede el don de la comunión visible varía. Una
visita, una oración, un gesto de bendición, una simple carta, es suficiente
para dar al cristiano aislado la certeza de que nunca está solo. El saludo que
el apóstol Pablo escribía personalmente en sus cartas ciertamente era un signo
de comunión visible. Algunos experimentan la gracia de la comunidad en el culto
dominical; otros, en el seno de una familia creyente. […] Y actualmente los
cristianos más sinceros sienten necesidad de participar en «retiros» para
convivir con otros creyentes bajo la palabra de Dios. Los cristianos de hoy
descubren nuevamente que la vida comunitaria es verdaderamente la gracia que
siempre fue, algo extraordinario, “el momento de descanso entre los lirios y
las rosas” al que se refería Lutero.
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SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
www.oikoumene.org
Al menos una
vez al año, muchos cristianos toman conciencia de la gran diversidad de formas
de adorar a Dios, se conmueven y caen en la cuenta de que no es tan extraña la
manera en que el prójimo rinde culto a Dios.
El acontecimiento que desencadena esta
experiencia única se conoce como la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Congregaciones y parroquias de todo el mundo toman
parte en la semana de oración, que se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de
enero (en el hemisferio norte) y en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur).
Durante este período, se intercambian los púlpitos y se organizan oficios
ecuménicos especiales.
Cada año, se pide a los asociados ecuménicos
de una región concreta que preparen un texto sencillo sobre un tema bíblico.
Después, un grupo internacional de participantes patrocinados por el CMI
(protestantes y ortodoxos) y católicos romanos edita este texto y se asegura de
que está relacionado con la búsqueda de la unidad de la iglesia.
El texto es publicado conjuntamente por
el Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos y el CMI, a través de su Comisión de Fe y Constitución, que también
acompaña todo el proceso de producción del texto. El material final es enviado
a las iglesias miembros y las diócesis católicas romanas, a quienes se invita a
que traduzcan el texto y lo contextualicen para su propio uso.
Tema para 2013
¿Qué exige el Señor
de nosotros?
¿Con qué me presentaré al Señor y me
postraré ante el Dios de lo alto? Me presentaré ante él con holocaustos, con
novillos que tengan un año. ¿Agradarán al Señor miles de carneros? ¿Le
complacerán diez mil ríos de aceite? ¿Le entregaré mi primogénito por mi
delito, el fruto de mis entrañas por mi pecado? Se te ha hecho conocer lo que
está bien, lo que el Señor exige de ti, ser mortal: tan sólo respetar el
derecho, practicar con amor la misericordia
y caminar humildemente con tu Dios. (Miqueas
6.6-8, Biblia Traducción
Interconfesional, BTI)
El Libro de Miqueas pertenece a la tradición literaria de la profecía.
En el centro de su mensaje se sitúa el oráculo del juicio. El libro se
desarrolla en tres partes que nos van llevando desde el juicio en general (cap.
1-3), a la proclamación de la salvación (cap. 4-5), y después al juicio en
sentido estricto y a la celebración de la salvación (cap. 6-7). En la primera
parte, Miqueas critica con dureza a los que tienen autoridad, tanto política
como religiosa, por abusar de su poder y robar a los pobres: “arrancáis la piel
a la gente” (3,2), y “juzgan por soborno” (3,11). En la segunda parte del
libro, Miqueas exhorta al pueblo a peregrinar “al monte del Señor... Él nos
indicará sus caminos y nosotros iremos por sus sendas” (4,2). En la tercera
parte se revela el juicio de Dios acompañado por una llamada a aguardar con
esperanza la salvación, con fe en Dios que “perdona el pecado y pasa por
alto... las culpas” (7, 18). Esta esperanza se concreta en el Mesías, que será
la “la paz” (5,4), y que saldrá dE Belén para llevar la salvación “hasta los
confines mismos de la tierra” (5,3). Finalmente, Miqueas llama a todas las
naciones a caminar en esta peregrinación para compartir la justicia y la paz que
es la salvación.
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