LA VIDA EN COMÚN (I)
Dietrich Bonhoeffer
Vida en
comunidad. Salamanca, Sígueme,
1982, pp. 8-12
Vamos a examinar a continuación algunas enseñanzas y reglas de la
Escritura sobre nuestra vida en común bajo la palabra de Dios.
Contrariamente a lo que podría parecer a primera vista, no se deduce que
el cristiano tenga que vivir necesariamente entre otros cristianos. El mismo
Jesucristo vivió en medio de sus enemigos y, al final, fue abandonado por todos
sus discípulos. Se encontró en la cruz solo, rodeado de malhechores y
blasfemos. Había venido para traer la paz a los enemigos de Dios. Por esta
razón, el lugar de la vida del cristiano no es la soledad del claustro, sino el
campamento mismo del enemigo. Ahí está su misión y su tarea. “El reino de
Jesucristo debe ser edificado en medio de tus enemigos. Quien rechaza esto
renuncia a formar parte de este reino, y prefiere vivir rodeado de amigos, entre
rosas y lirios, lejos de los malvados, en un círculo de gente piadosa. ¿No veis
que así blasfemáis y traicionáis a Cristo? Si Jesús hubiera actuado como
vosotros, ¿quién habría podido salvarse?” (Lutero).
“Los dispersaré entre los pueblos, pero, aun lejos, se acordarán de mí”
(Zac 10, 9). Es voluntad de Dios que la cristiandad sea un pueblo disperso,
esparcido como la semilla “entre todos los reinos de la tierra” (Dt 4.27). Esta
es su promesa y su condena. El pueblo de Dios deberá vivir lejos, entre infieles,
pero será la semilla del reino esparcida en el mundo entero.
“Los reuniré porque los he rescatado...
y volverán” (Zac 10.8-9). ¿Cuándo sucederá esto? Ha sucedido ya en Jesucristo,
que murió “para reunir en uno a todos los hijos de Dios dispersos” (Jn 11, 52),
Y se hará visible al final de los tiempos, cuando los ángeles de Dios “reúnan a
los elegidos de los cuatro vientos, desde un extremo al otro de los cielos” (Mt
24.31). Hasta entonces, el pueblo de Dios permanecerá disperso. Solamente
Jesucristo impedirá su disgregación; lejos, entre los infieles, les mantendrá
unidos el recuerdo de su Señor.
El hecho de que, en el tiempo comprendido entre la muerte de Jesucristo
y el último día, los cristianos puedan vivir con otros cristianos en una
comunidad visible ya sobre la tierra no es sino una anticipación misericordiosa
del reino que ha devenir, Es Dios, en su gracia, quien permite la existencia en
el mundo de semejante comunidad, reunida alrededor de la palabra y el
sacramento. Pero esta gracia no es accesible a todos los creyentes. Los
prisioneros, los enfermos, los aislados en la dispersión, los misioneros están
solos. Ellos saben que la existencia de la comunidad visible es una gracia. Por
eso su plegaria es la del salmista: “Recuerdo con emoción cuando marchaba al
frente de la multitud hacia la casa de Dios entre gritos de alegría y alabanza
de un pueblo en fiesta” (Sal 42.5). Sin embargo, permanecen solos como la
semilla que Dios ha querido esparcir. No obstante, captan intensamente por la
fe cuanto les es negado como experiencia sensible. Así es como el apóstol Juan,
desterrado en la soledad de la isla de Patmos, celebra el culto celestial “en
espíritu, el día del Señor” (Ap 1.10), con todas las Iglesias. Los siete
candelabros que ve son las Iglesias; las siete estrellas, sus ángeles; en el
centro, dominándolo todo, Jesucristo, el Hijo del hombre, en la gloria de su
resurrección. Juan es fortalecido y consolado por su palabra. Esta es la
comunidad celestial que, en el día del Señor, puebla la soledad del apóstol
desterrado.
Pese a todo, la presencia sensible de los hermanos es para el cristiano
fuente incomparable de alegría y consuelo. Prisionero y al final de sus días,
el apóstol Pablo no puede por menos de llamar a Timoteo, “su amado hijo en la
fe”, para volver a verlo y tenerlo a su lado. No ha olvidado las lágrimas de
Timoteo en la última despedida (2 Tim 1.4). En otra ocasión, pensando en la
Iglesia de Tesalónica, Pablo ora a Dios “noche y día con gran ansia para volver
a veros” (1 Tes 3.10); Yel apóstol Juan,
ya anciano, sabe que su gozo no será completo hasta que no esté junto a los
suyos y pueda hablarles de viva voz, en vez de con papel y tinta (2 Jn 12). El
creyente no se avergüenza ni se considera demasiado carnal por desear ver el
rostro de otros creyentes. El hombre fue creado con un cuerpo, en un cuerpo
apareció por nosotros el Hijo de Dios sobre la tierra, en un cuerpo fue
resucitado; en el cuerpo el creyente recibe a Cristo en el sacramento, y la
resurrección de los muertos dará lugar a la plena comunidad de los hijos de
Dios, formados de cuerpo y espíritu.
A través de la presencia del hermano en la fe, el creyente puede alabar
al Creador, al Salvador y al Redentor, Dios Padre, Hijo y Espíritu santo. El
prisionero, el enfermo, el cristiano aislado reconocen en el hermano que les
visita un signo visible y misericordioso de la presencia de Dios trino. Es la
presencia real de Cristo lo que ellos experimentan cuando se ven, y su
encuentro es un encuentro gozoso. La bendición que mutuamente se dan es la del
mismo Jesucristo. Ahora bien, si el mero encuentro entre dos creyentes produce
tanto gozo, ¡qué inefable felicidad no sentirán aquellos a los que Dios permite
vivir continuamente en comunidad con otros creyentes! Sin embargo, esta gracia
de la comunidad, que el aislado considera como un privilegio inaudito, con
frecuencia es desdeñada y pisoteada por aquellos que la reciben diariamente.
Olvidamos fácilmente que la vida entre cristianos es un don del reino de Dios
que nos puede ser arrebatado en cualquier momento y que, en un instante
también, podemos ser abandonados a la más completa soledad. Por eso, a quien le
haya sido concedido experimentar esta gracia extraordinaria de la vida comunitaria
¡que alabe a Dios con todo su corazón; que, arrodillado, le dé gracias y
confiese que es una gracia, sólo gracia!
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CARTA SOBRE INTOLERANCIA
RELIGIOSA EN HIDALGO
Carlos Martínez García
Protestante Digital, 30 de diciembre de 2012
La comunidad lectora de Protestante Digital
ha sido oportunamente informada del caso más reciente
de persecución contra los evangélicos en una población de México. Aconteció
en Pahuatlán, en el estado de Hidalgo, no muy lejos de la capital del país.
En los días más difíciles para los perseguidos de la
Iglesia Bautista Emmanuel (17-23 de diciembre) remití una carta al gobernador de Hidalgo. La misma fue
reproducida y circulada por distintas personas en las redes sociales. Comparto aquí el contenido del escrito. A la
vez solicito solidaridad para quienes en el futuro padezcan hostigamientos y
persecuciones semejantes a la experimentada por los evangélicos de Pahuatlán .
Porque tristemente acciones intolerantes contra los protestantes en México van
a continuar.
Cada vez que esto suceda los
lectores preocupados podrían hacer llegar su exigencia de justicia a las
autoridades correspondientes . Sólo hay que tomar un
poco de tiempo en investigar la dirección de correo electrónico a la cual
enviar el mensaje desaprobando la acción persecutoria, al tiempo que se demanda
la inmediata intervención de las autoridades para proteger los derechos humanos
de la víctimas.
A continuación
inserto lo remitido al funcionario de más alto nivel en Hidalgo, en donde se le
instaba a cumplir irrestrictamente con su responsabilidad de servidor público:
José Francisco Olvera Ruiz
Gobernador de Hidalgo:
Me dirijo a usted para demandarle cumpla con sus deberes
constitucionales y haga valer el marco jurídico que protege la libertad de
cultos. Un grupo de evangélicos de Pahuatlán ha padecido violencia simbólica y
física por parte de católicos tradicionalistas intolerantes, que se oponen a
que en su poblado se practique otra confesión religiosa que no sea la suya.
Como consecuencia de
ataques y persecuciones en su contra, los evangélicos han debido salir de Pahuatlán,
para refugiarse en Huejutla, en un templo protestante. Tal situación es
resultado de la inacción de funcionarios de su gobierno, quienes han incumplido
lo prescrito por las leyes y han dejado en el desamparo a los perseguidos. Al
actuar así son cómplices de quienes vulneran, con su intolerancia, las
garantías constitucionales y los derechos humanos de la comunidad evangélica de
Pahuatlán.
Es inaplazable que usted,
mediante las atribuciones legales que le confiere su cargo de servidor público,
brinde condiciones de seguridad a los desplazados para que retornen de
inmediato a Pahuatlán, y sus violentos atacantes sean detenidos y llevados ante
el Ministerio Público para que respondan de los delitos cometidos.
Hasta aquí la carta. Finalmente los evangélicos retornaron a Pahuatlán el 23 de diciembre. Su
situación es precaria. Habrá que estar atentos a posibles nuevos ataques
en su contra.
A los católicos tradicionalistas no les gustó que el
caso se hiciera conocido, por lo cual, desde distintos lugares y formas,
llegaron muestras de descontento con su intolerante forma de actuar.
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UN BANCO BLOQUEA LOS
FONDOS DESTINADOS A LA PRÓXIMA ASAMBLEA DEL CLAI
oikoumene.org, 18 de diciembre
El bloqueo económico estadounidense contra Cuba ha obligado a aplazar
la VI Asamblea General del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), que
estaba prevista del 19 al 24 de febrero de 2013 en La Habana (Cuba).
La sucursal estadounidense
del banco ecuatoriano Pichincha en Miami ha bloqueado un depósito de 101,000
US$ realizado por la sede del CLAI en Quito (Ecuador). La transferencia de
estos fondos a Cuba estaba destinada a cubrir los gastos de comidas y
alojamiento de los 400 delegados y otros participantes que habían sido
invitados a asistir a la reunión en este país.
“Se trata de una gran
decepción para las iglesias miembros del CLAI y para la comunidad del Consejo
Mundial de Iglesias (CMI) en su totalidad», afirmó en Rev. Dr. Olav Fykse Tveit
el pasado 13 de diciembre, tras haber sido informado de la decisión del CLAI de
aplazar la Asamblea.
El CMI es una comunidad de
349 iglesias miembros de 120 países de todo el mundo que representa
aproximadamente 550 millones de cristianos y que cuenta a muchas de las
iglesias miembros del CLAI entre sus propios miembros. […]
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