AMOR
Karl Barth, Dogmática
de la Iglesia, IV/3
Instantes.
Santander, Sal Terrae, 2005, p. 88.
El amor no busca su interés.
I Corintios 13.5
A
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l hecho del amor de Dios le
corresponde, mal que bien, el amor cristiano. Si éste es su imitación, también
es un hecho. Amor significa hacer aquello que causa más dicha que recibir: dar.
El Eros recibe. El amante da. ¡No es que no reciba nada! Es incluso el
obsequiado con más magnificencia en la tierra. Pero sólo disfruta de ello
dando... Se da él mismo. Esto suena grandioso, pero en realidad no es nada
especial en absoluto. Con ello sólo entrega lo que precisamente sólo puede ser
suyo de esa manera, entregándolo. Sale como un hombre de las cavernas a campo abierto,
parpadeando un poco, debido a la claridad con que brilla el Sol, ligeramente
preocupado porque, además, hace viento y llueve; pero sale. Su vida se
convierte en una vida “excéntrica”, que tiene su centro fuera de sí misma. Es cuestión
de entrega. Esta incluirá en sí muchas maneras de dar, y entre ellas la libre
entrega de dinero... y de tiempo.
Allí donde se ama, allí tiene
Dios puesta su cabaña en medio de los pecadores. Quien de verdad ama es sin
duda una persona alegre. Y la persona verdaderamente alegre es también una
persona que ama. La posibilidad de existir en comunión con Dios, en cuanto
amado por él, imitando su hacer, constituye la felicidad de quien ama, aun
cuando la respuesta que éste reciba de parte de la persona amada sea escasa o
nula, como la de una pared de piedra. Pero él no la ama por su respuesta, sino
porque Dios lo ha liberado para amar de ese modo.
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ALGUNOS DATOS SOBRE EL INICIO DE LA
CONGREGACIÓN (I)
A.I. Marthita Aguilar A.
E
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n la Iglesia “Príncipe de Paz” surgió la
inquietud de implantar misiones en diferentes áreas de la ciudad y un grupo de
hermanos empezó a reunirse para orar y pedir al Señor su dirección para la
iniciación de una misión en el norte de la ciudad, las cosas fueron avanzando y
recuerdo que en un culto en Diciembre de 1992 se oró por un grupo de hermanos
que partirían para formar una misión en el norte de la ciudad a partir del
primer Domingo 7 de Enero de 1993.
Al estar de regreso en casa, ese mismo
domingo, mi mamá me dijo que el hermano Jonathan al terminar el culto le había
dicho que nosotras teníamos que irnos con ellos, porque para entonces estábamos
viviendo en Vallejo, así que me preguntó qué si nos íbamos con ellos.
Totalmente sorprendida le conteste que si ella quería, sí. Así que nos
empezamos a reunir con los hermanos desde ese primer domingo de enero,
situación por la que quien escribe se sintió un tanto como arrebatada por el
Señor para empezar a formar parte de la Iglesia Ammi-Shadday que en este año
está celebrando su XX Aniversario.
En ese tiempo el pastor Jerry Cross nos
acompañó en la formación de la misión y por determinación de la Iglesia
“Príncipe de Paz” solo nos acompañó por seis meses. Nos empezamos a reunir en
un salón de fiestas de El Alfil Negro, ubicado en la esquina de Av. Cien Metros
y Poniente 140 de la Col. Nueva Vallejo, situación que no dejó de ser polémica
pues algunas hermanos se preguntaban si era legítimo que nos reuniéramos en un
salón de fiestas para alabar y servir a nuestro Dios, a lo que nosotros
consideramos que si podíamos hacerlo así que continuamos rentando el
lugar, por aproximadamente dos años y
medio, algo que también recuerdo fue que los primeros domingos éramos entre
ochenta o cien hermanos los que nos reuníamos, pero después, algunos hermanos
se fueron regresando a “Príncipe de Paz” y creo que quedamos como alrededor de
60 hermanos.
No podemos dejar de reconocer como la mano del
Señor se ha ido manifestando a través de todas las circunstancias que hemos
tenido que ir afrontando y como su mano, su provisión y su cuidado nunca nos ha
faltado; y así como el pueblo de Israel fue guiado por el Señor nosotros también hemos podido experimentar lo
que se consigna en el libro de Lev. 26:12 “Y andaré con vosotros, y yo seré
vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.” Es arrobador sentir la presencia de
Dios de manera tan real y tan cotidiana en nuestra vida y en nuestra Iglesia
por estos ya más de 20 años, porque de 1993 a la fecha pues son más de 20 años
la diferencia de tiempo es por el tiempo que transcurrió en nuestro camino
hacia la constitución como Iglesia
Para poder llevar el desarrollo de la misión
en orden se convocó para una reunión congregacional el 31 de enero de ese mismo
año, reunión donde de nombró la Mesa Directiva que según los protocolos habría
de representarnos, quedando integrada de la forma siguiente: Presidente: Hiram
Palomino López, Vicepresidente: Rubén David Núñez Castro, Secretario: Rafael
Pineda, quien al regresarse a “Príncipe de Paz” fue sustituido por Hno. Pablo
Gil, Tesorero: Jonathan Forcada Medrano, Representante ante el Consistorio de
la Iglesia “Príncipe de Paz” el Dr. Ezequiel Salcedo Segura, Vocales: Ricardo
Ruiz Ocampo y Samuel Hernández.
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¿QUÉ ES UN MODELO DE IGLESIA?
1. Imágenes bíblicas de la iglesia
La Biblia,
cuando pretende iluminar la naturaleza de la Iglesia, habla casi siempre a
través de imágenes, la mayor parte de ellas incluyen muchas de las mencionadas
hace un momento, que son evidentemente metafóricas. Pablo Minear en su libro Imágenes
de la Iglesia en el Nuevo Testamento, hace una recolección de noventa y seis
imágenes. Incluso aunque suprimamos algunas de ellas por no ser en realidad
figuras de la Iglesia, de todos modos, debemos reconocer que el Nuevo
Testamento es extraordinariamente rico en imágenes eclesiológicas. (Avery
Dulles, Modelos de iglesia. Estudio crítico sobre la iglesia en todos sus
aspectos. Santander, Sal Terrae, 1975)
2. Una definición útil
“La
Iglesia”, como concepto abstracto, no existe, lo que existe son modelos o
maneras de ser Iglesia. Un modelo de iglesia es una manera de ser iglesia, con
aspectos o características bien definidos por el ambiente, la costumbre o
ciertas tradiciones asumidas en el transcurso del tiempo. De este modo, cada
época ha construido e impuesto modelos de iglesia convenientes para
determinados intereses y propósitos. En nuestro medio ha predominado un modelo eclesiástico
que apuesta por la pasividad de sus integrantes y por la ausencia de un
compromiso firme con la comunidad.
3. Importancia de los modelos de
iglesia
Cada modelo
de la Iglesia tiene sus debilidades, ninguno puede ser tomado como medida de
todos los demás. En lugar de buscar la imagen absoluta, mejor que todas las
demás, sería mucho mejor que reconociéramos que las imágenes que nos dan la
Escritura y la doctrina son mutuamente complementarias. Pueden
intercompenetrarse y enriquecerse entre sí. Ninguna, pues, debe interpretarse
con un sentido exclusivo de modo que una niegue lo que los otros modelos
aprobados han enseñado. El Nuevo Testamento, por ejemplo, combina la imagen del
Templo y del Cuerpo de Cristo en formas lógicamente incoherentes, pero por
caminos teológicamente complementarios. En I Pedro 2.5 se nos dice que los
cristianos son un Templo construido en piedras vivas, mientras que en Pablo (Efesios
4.16) se nos dice que el Cuerpo de Cristo está aún en construcción.
4. Cinco modelos básicos
·
Institución. Ayuda a sus propios miembros a luchar por su
salvación, dándoles orientación, consejo, comodidad y todo tipo de asistencia
pastoral y sacramental.
·
Comunión
mística. “Cuerpo de
Cristo”: Un signo o representación de la salvación que se espera.
·
Sacramento. Administra elementos religiosos
sobrenaturales y tiene escaso contacto con las realidades presentes.
·
Heraldo. Se dedicada a proclamar la venida del Reino
en Cristo.
·
Servidora. Introduce los valores del Reino en toda la
sociedad humana y a través de esto de preparar el mundo en la medida en que es
capaz el esfuerzo humano, para la transformación final cuando Dios establezca
el nuevo cielo y la nueva tierra.
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ÓSCAR ARNULFO ROMERO
La Jornada, 13 de
febrero
Hay nombres
que no se olvidan y adquieren actualidad, especialmente en la República del
Salvador. Como Roberto d’Aubuisson y Álvaro Rafael Saravia, señalados de planear
y ejecutar el asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero el 24 de marzo de
1980, mientras oficiaba misa en un hospital donde se atiende a enfermos de
cáncer. Saravia niega haberlo matado pero las autoridades de su país dicen lo
contrario. Fue un indio. Uno de nosotros que por ahí anda, declaró alguna vez.
Pero
lo que nunca ha negado el ex piloto de la fuerza aérea es que fue hombre de
todas las confianzas del coronel Roberto d’Aubuisson, experto en inteligencia
contrainsurgente, bajo cuyo liderazgo se integró un escuadrón de la muerte
dedicado a eliminar a todo aquel sospechoso de “agitador” o “subversivo”. El
militar después fundó y fue máximo líder del partido de ultraderecha
Arena. En 1983 presidió la Asamblea Constituyente de El Salvador y su partido
también ganó varias veces las elecciones presidenciales.
Fue
este coronel quien planeó el asesinato del arzobispo y de cientos de
salvadoreños inocentes. Y aunque Saravia asegura que nunca mató ni torturó ni
secuestró a nadie, se le tiene como un eficiente ejecutor de las órdenes
de su jefe. Cuando cayó de su gracia, optó por refugiarse en Estados Unidos,
donde fue acusado de lavar dinero de los capos colombianos. Se le busca
por ese delito y por el crimen de monseñor Romero.
Antes
y después de su asesinato, el arzobispo sufrió una brutal campaña de
desprestigio patrocinada por la derecha, los embajadores salvadoreños ante la
Santa Sede y algunos cardenales que lo acusaban de ser comunista. Incluso de
estar desequilibrado.
No
debe extrañar entonces que Juan Pablo II tratara con desprecio a Romero cuando
éste lo visitó en el Vaticano para pedirle su ayuda a fin de detener la feroz
represión y resolver la pobreza y la injusticia que azotaban a El Salvador. El
Papa desoyó sus denuncias, lo regañó y lo instó a no crearle problemas a la
Iglesia con el gobierno. Otro que denostó a Romero fue el cardenal
ultraconservador Alfonso López Trujillo, fiel servidor del papa polaco y enemigo
de todo lo que oliera a Teología de la Liberación o a Iglesia de los pobres.
A 35
años del asesinato de Romero, Francisco acaba de aprobar la beatificación de
quien se ha convertido en símbolo de la lucha por la justicia social. Cuando
era cardenal, Francisco dijo que si fuera elegido papa mandaría a López
Trujillo a El Salvador a beatificar al arzobispo asesinado.
D’Aubuisson
murió en 1992 de cáncer en la lengua. Ni él ni muchos otros asesinos de gente
inocente fueron condenados por sus crímenes, amparados por una ley de amnistía
aprobada en 1993. Sin embargo, el hijo del coronel reconoció que el
asesinato del arzobispo fue un “acto atroz”.
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