sábado, 21 de febrero de 2015

Letra 408, 22 de febrero de 2015

COMUNIÓN
Karl Barth, Comunidad cristiana, comunidad civil (1946),
Instantes. Santander, Sal Terrae, 2005, p. 89.

Entrad en la construcción de la casa espiritual.
I Pedro 2.5

C

onstruir significa unir. Los seres humanos tienen necesidad de unirse, pues como tales seres humanos tienden en principio a dispersarse. Para alcanzar objetivos concretos, los seres humanos suelen preferir también estar unidos a los demás, pero, precisamente por eso, no unidos del todo. En la comunidad están reunidos para lograr el más alto de los objetivos; su unión debe ser, por tanto, completa y necesariamente duradera: no la unión con un colectivo en cuya existencia el individuo resulta irrelevante, sino unión en libertad.
Así, unir no significa en este caso crear una estructura sin junturas, sino precisamente crear una estructura en cuyas junturas se ajusten mutuamente las esquinas y aristas de los distintos elementos de la construcción, de manera que éstos puedan sujetarse y sostenerse mutuamente.
Allí donde dos o tres están reunidos en el nombre de Jesús, se conocerán y reconocerán mutuamente como los reunidos por él. El amor construye la comunidad. El amor consiste en que ellos, juntados por Dios, por Jesús, se juntan también entre sí para ser la comunidad apropiada para su servicio en el mundo. Lo mismo que un ser humano “para sí”, sin sus semejantes, no sería un ser humano, tampoco un cristiano “para sí” sería cristiano separado de la comunión de los santos. La libertad regia de su fe es la libertad de estar en dicha comunión junto con los hermanos y hermanas, en la posesión a ella asignada y en el servicio a ella ordenado.
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¿QUÉ ES UN MODELO DE IGLESIA? (II)

3. Importancia de los modelos de iglesia
Cada modelo de la Iglesia tiene sus debilidades, ninguno puede ser tomado como medida de todos los demás. En lugar de buscar la imagen absoluta, mejor que todas las demás, sería mucho mejor que reconociéramos que las imágenes que nos dan la Escritura y la doctrina son mutuamente complementarias. Pueden intercompenetrarse y enriquecerse entre sí. Ninguna, pues, debe interpretarse con un sentido exclusivo de modo que una niegue lo que los otros modelos aprobados han enseñado. El Nuevo Testamento, por ejemplo, combina la imagen del Templo y del Cuerpo de Cristo en formas lógicamente incoherentes, pero por caminos teológicamente complementarios. En I Pedro 2.5 se nos dice que los cristianos son un Templo construido en piedras vivas, mientras que en Pablo (Efesios 4.16) se nos dice que el Cuerpo de Cristo está aún en construcción.

4. Cinco modelos básicos

·      Institución. Ayuda a sus propios miembros a luchar por su salvación, dándoles orientación, consejo, comodidad y todo tipo de asistencia pastoral y sacramental.

Para el modelo institucional es crucialmente importante que los signos de la pertenencia sean visibles, lo que quiere decir jurídicamente aplicables. […]
Los beneficiarios de la Iglesia en el modelo institucional son sus propios miembros. La Iglesia es la escuela que les instruye proporcionándolos las verdades que necesitan para alcanzar la salvación eterna. […] En cada generación, la Iglesia tiene que enfrentarse con el problema de cómo mantener la institución robusta y la estabilidad institucional sin caer en los peligros de un exagerado institucionalismo.

·      Comunión mística. “Cuerpo de Cristo”: Un signo o representación de la salvación que se espera.

Derivada del concepto de “comunión de los santos”. La Iglesia, en el sentido bíblico, “no es una institución, sino una fraternidad, una pura comunión de personas” (Emil Brunner, El malentendido de la iglesia). […]
Para muchos fines, la analogía del Cuerpo de Cristo y el Pueblo de Dios son cosas equivalentes. Ambos son más democráticos, de partida, que los modelos jerárquicos. Acentúan la relación inmediata de todos los creyentes con el Espíritu Santo que dirige a toda la Iglesia. Ambos centran la atención del mismo modo sobre el mutuo servicio de los miembros entre sí y en la subordinación de los intereses de cada miembro a los del grupo o a los de todo el Cuerpo o Pueblo.

·      Sacramento. Administra elementos religiosos sobrenaturales y a veces tiene escaso contacto con las realidades presentes. “Sal de la tierra”, “luz del mundo”.

El modelo sacramental ha visto correctamente a la Iglesia como una personalización simbólica del Reino. La iglesia es apenas un signo de la presencia del Reino de Dios en el mundo. […]
La Iglesia sobre la Tierra debe trabajar continuamente para llegar a ser un signo creíble de la gloria futura a la que hace referencia. Esto debe ser una fuente de esperanza a todos los que se preocupan por ello. Pues de otra forma perdería todo su sabor, dejaría de ser el signo escatológico que tiene que ser la Iglesia.

·      Heraldo. Se dedica a proclamar la venida del Reino en Cristo.

¿Qué estás haciendo, tú, hombre, con la palabra de Dios en tus labios? ¿En qué sentido asumes la tarea de mediador entre el cielo y la tierra? ¿Quién te ha autorizado a tomar tu puesto y a suscitar sentimientos religiosos? Y para culmen de todo, ¿con qué resultados, con qué éxitos? ¿Es que se ha oído jamás hablar de una presunción mayor, similar a la de los Titanes, o para hablar menos clásicamente, pero más claramente, una osadía mayor? ¡Nadie puede usurpar impunemente la prerrogativa de Dios! Pero es que la profesión de ministro no implica necesariamente ambas cosas?
¿Es que toda la situación de la Iglesia no es una ilustración de la crónica presunción del hombre que en este terreno es mucho peor que en cualquier otro? ¿Puede llegar a salvarse un ministro? Yo respondería que para el hombre esto es imposible, pero que para Dios todas las cosas son posibles. Dios nos puede sacar del fuego como se saca a un leño.
Karl Barth, La Palabra de Dios y la palabra humana

·      Servidora. Introduce los valores del Reino en toda la sociedad humana y a través de esto de preparar el mundo en la medida en que es capaz el esfuerzo humano, para la transformación final cuando Dios establezca el nuevo cielo y la nueva tierra.

Derivación práctica de la parábola del buen samaritano: …una Iglesia que no sea “una estructura institucional de salvación al lado de las estructuras del mundo”, sino una Iglesia que sea una comunidad dentro de las estructuras de la responsabilidad histórica que reconoce y sabe la graciosa obra de Dios en favor de la humanidad.
La Iglesia servidora es la comunidad que confirma a la humanidad en su libertad para enfrentarse al futuro, para denunciar las pretensiones de creer que determinadas estructuras humanas han llegado a la perfección y para sufrir con los hombres en la lucha contra los poderes del mal. […]
La Iglesia tiene una necesidad drástica de desnudarse de sus estructuras que pueden ser un obstáculo para su misión. Para llevar a cabo su tarea de servicio la Iglesia debe trabajar dentro de las estructuras del mundo más bien que dedicarse ella a construir estructuras paralelas. “La casa de Dios no es la Iglesia, sino el mundo. La Iglesia es la servidora y la primera característica del servidor es que vive no en su propia casa, sino en casa ajena” (John A.T. Robinson).
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ALGUNOS DATOS SOBRE EL INICIO DE LA CONGREGACIÓN (II)
A.I. Marthita Aguilar A.

Más adelante: “En reunión de la Mesa Directiva con el Consistorio de la iglesia ‘Príncipe de Paz’, celebrada en octubre de 1993, se trataron tres asuntos relevantes para el desarrollo de nuestra Congregación.  Se presentó al Consistorio de la iglesia un proyecto para la adquisición del terreno y así iniciar la  construcción del nuevo templo. Se convino en establecer como meta el mes de marzo de 1994 para la constitución de la Congregación en Iglesia. Se hizo la solicitud para búsqueda de pastor.
“Sin embargo, por circunstancias que se presentaron, el Consistorio de la iglesia nos manifestó tener como prioridad el proyecto de adquisición de su edificio educacional. Asimismo, nos informó después de algún tiempo y a insistencia de la Mesa Directiva, no haber realizado los trámites correspondientes ante el Presbiterio Berea para constituirnos como iglesia, a pesar de haber sido una meta propuesta por el propio Consistorio y de haber concluido la preparación de los candidatos al ancianato y el diaconado. En cuanto a la búsqueda de pastor, la Comisión nombrada por el Consistorio de la iglesia, realizó gestiones entre diciembre de 1993 y enero de 1994 y nos hizo la propuesta que de los dos pastores invitados como candidatos al pastorado en la iglesia ‘Príncipe de Paz’, uno sería llamado por la propia iglesia y el otro sería designado para nuestra Congregación. Nuevamente por circunstancias adversas el pastor designado no aceptó la propuesta y estos planteamientos no tuvieron éxito.
“En marzo de 1994, la comisión de búsqueda de pastor de la Congregación, integrada por los hermanos Rubén Núñez y Jonathan Forcada, informó al Consistorio de la Iglesia “Príncipe de Paz” y a la Comisión de Relaciones  Iglesia-Congregación que se entrevistaron con el Pbro. Salatiel Palomino López. Quien estaría disponible para colaborar con nosotros a partir de mayo, pues estaba por concluir su compromiso con la Iglesia “Jerusalén”, de la colonia Moctezuma, adonde había estado colaborando. Dicha información y solicitud fue entregada el 9 de marzo, con tiempo suficiente para realizar los trámites necesarios para el llamamiento pastoral. El representante consistorial A.I. Ezequiel Salcedo, al ver que los trámites por parte de Consistorio se prolongaban propuso que el Pbro. Palomino comenzara a trabajar con la Congregación como pastor invitado (o fraternal). Fue así como el gran amor de Dios y su Providencia, que siempre se ha manifestado sobre nuestra iglesia, nos envió este gran hombre de Dios para ejercer el ministerio pastoral, dedicando largas horas a la predicación, el estudio, la enseñanza, y la preparación de los oficiales electos, y gran tiempo que dedicaba a la planeación y organización de nuestra congregación en iglesia. De esta manera, El presbítero Palomino estuvo colaborando desde el inicio de su relación con la Congregación.
“El 24 de julio de este mismo año, el Consistorio de la iglesia “Príncipe de Paz”, a través de la Comisión de Relaciones Iglesia-Congregación, citó a la Mesa Directiva para dar a conocer que por acuerdo consistorial y por un reglamento interno, el Pbro. Salatiel Palomino no podía ser admitido para hacerle el llamamiento y designarlo para la Congregación, argumentando no poder contar con tiempo completo para dirigirla, y por ser un pastor casado en segundas nupcias, entre otras cosas. Esto motivo al Pbro. Palomino a enviar una carta a la directiva de la Congregación, en donde exponía su decisión de dimitir al ministerio que venía ejerciendo, con el argumento de no querer ser motivo de discordia en la relación entre la Congregación y la iglesia ‘Príncipe de Paz’. Al informarle a la Congregación dicho acuerdo, todos los miembros tomaron la decisión de inconformarse ante el Consistorio y pedirle que reconsiderara su actitud, ya que habíamos observado que, a lo largo del tiempo que teníamos como Congregación, siempre habían surgido impedimentos, negociaciones y acuerdos olvidados que no se habían cumplido.
“Con profundo dolor en nuestro corazón, después de haber estudiado y discutido, de haber puesto en oración las relaciones que nuestra congregación había guardado con ese Consistorio durante un año y siete meses, consideramos haber hecho prolongados esfuerzos por mantener la relación eclesiástica en espíritu de unidad, amor, sumisión y orden que deben caracterizarnos como cristianos, y que sentimos que nuestras peticiones no fueron escuchadas, además de no haber tenido ni el apoyo económico ni el respeto que merecíamos de ese cuerpo como siervos interesados en hacer prospera la obra que Dios puso en nuestras manos.

Por todo ello, nos vimos forzados a tomar la decisión de desligarnos formal y definitivamente de los nexos de jurisdicción eclesiástica que nos había vinculado a ese Consistorio, por no convenir más a la obra encomendada a nuestra Congregación, confirmándole a ese Consistorio lamentándonos haber tomado esa decisión enviándoles el siguiente mensaje: ‘Hermanos les afirmamos ante Dios, nuestro afecto fraternal, nuestro amor cristiano y nuestra comunión espiritual en todo lo que atañe a las relaciones no oficiales que nos ligan como hermanos en Cristo. Finalmente oramos por la prosperidad en la obra del Señor encargada a esta querida Iglesia, pidiendo también de ese Consistorio igual servicio en el Señor’. A partir de ese momento quedó disuelta nuestra relación quedando bajo la jurisdicción del Presbiterio Berea, después de haber realizado los trámites y solicitudes correspondientes para la organización de nuestra Congregación como Iglesia”.

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