GUERRA Y PAZ
Karl Barth
Instantes.
Santander, Sal Terrae, 2005, p. 111.
Dicen:
"¡Paz!", pero no hay paz.
Jeremías 6.14
E
|
ntre las tareas normales del Estado
no se encuentra propiamente la de hacer la guerra; por el contrario, su tarea normal
consiste precisamente en organizar la paz de manera que sirva a la vida y
mantenga, en cambio, alejada la guerra. Cuando un Estado no se ocupa como es
debido de su tarea normal, antes o después se ve empujado a enfrentarse a la
anormal tarea de la guerra y a cargar además a otros Estados con dicha tarea
anormal.
Cuando el tema no es el ser
humano, sino el capital que produce intereses, cuyo mantenimiento y
multiplicación es el sentido y la meta del ordenamiento político, ya se ha
puesto en marcha el automatismo que un día enviará de caza a los seres humanos,
a matar y ser matados. Contra esta corrupción de la paz, de nada sirven ni el
supuesto amor de las masas a esa paz ni las palabras huecas de los idealistas
contra la guerra, por bienintencionadas que sean. Cuando se parte de una paz
que no es una auténtica paz, la guerra puede resultar inevitable, naturalmente.
Se necesita poca fe, entendimiento y valor para condenar la guerra por
principio. Y no se necesita ninguna fe, entendimiento ni valor para aullar, con
los lobos, que la guerra, por desgracia, y al igual que la paz, pertenece al
orden del mundo. Pero se necesita fe, entendimiento y valor cristianos para
gritar a los pueblos y a los gobiernos que lo urgente es la paz: en ella se ha de
emplear todo el tiempo, toda la energía y toda la capacidad de que se disponga,
para que los seres humanos puedan vivir, es decir, vivir bien, de manera que no
tengan ya motivo alguno para recurrir a la guerra.
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DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE LA COMUNIÓN MEXICANA DE IGLESIAS
REFORMADAS Y PRESBITERIANAS (CMIRP)
I. IDENTIDAD
La CMIRP, inspirada en el don renovador del
Espíritu de Dios y en el legado de los credos y confesiones reformadas, se
constituye bajos los siguientes principios:
1. Afirmamos nuestros vínculos históricos con
las iglesias reformadas el siglo XVI, y con las heredadas con el movimiento
protestante y presbiteriano del siglo XIX en México, así como con las iglesias
reformadas de todo el mundo.
2. Estimulamos la renovación del culto
cristiano y la vida espiritual en el marco de la tradición reformada y con el
propósito de ser pertinentes a las realidades de la cultura mexicana.
3. Interpretamos la teología reformada a fin
de integrar un testimonio cristiano congruente con la realidad contemporánea.
4. Renovamos el compromiso de ser coparticipes
en la misión de Dios, a través del culto, el testimonio, el servicio y el
trabajo por la justicia; promovemos la misión en unidad, la renovación de la
misión y la potenciación de la misión.
5. Promovemos una visión integral de la labor
pastoral que incluye las herramientas propias de la espiritualidad cristiana,
así como los recursos de las ciencias humanas y las artes.
6. Alentamos la capacidad de liderazgo y el
fortalecimiento de la comunidad de las iglesias que deciden ser parte de esta
expresión del “cuerpo de Cristo”.
7. Alentamos El compromiso con otras
organizaciones, movimientos e iglesias de otras tradiciones cristianas a través
del diálogo y de la cooperación en el ministerio.
8. Nos comprometemos a cooperar con otras
religiones del país y del mundo en la construcción de la paz y mejores
relaciones entre las personas.
9. Afirmamos nuestro compromiso con el
desarrollo sustentable en el marco de nuestra vocación ecológica.
II.
MISIÓN
La CMIRP es un espacio de koinonía entre
personas y comunidades de fe que voluntariamente procuramos unidad, encuentro,
reflexión y solidaridad de la familia reformada y presbiteriana progresista en
México. La misión de la CMIRP es promover la vida buena para toda la creación,
la espiritualidad, la misión profética, pastoral y diacónica de sus iglesias
miembros y su compromiso con los valores del Reino de Dios.
III.
VISIÓN
Ser el referente más visible de la fe en
Cristo Jesús desde la tradición calviniana, reformada y presbiteriana en
México, que nutre y retroalimenta a sus iglesias miembros, contribuyendo desde
su identidad al fortalecimiento de la renovación del movimiento cristiano y al
avance de las causas afines de otros actores de la sociedad civil.
IV.
VALORES
· Convicción. La
traición reformada es una alternativa válida dentro de la diversidad cristiana
y religiosa
· Sororidad-fraternidad. Respeto y amor a la diversidad, entendiéndola como un elemento que nos
enriquece.
· Compañerismo en misión. Todas las iglesias de la CMIRP son compañeros de trabajo al servicio
de Dios.
· Responsabilidad. Implica la búsqueda permanente de respuestas pertinentes (privilegia
lo apropiado sobre lo meramente correcto)
· Humildad en el servicio. Nuestra tradición de familia reformada nos llama para que con
sencillez de corazón nos involucremos en el servicio del Reino de Dios
· Transparencia. El
trabajo conjunto y con las contrapartes se fortalece en el tiempo en la medida
que mantenemos nuestro compromiso con la información veraz, honesta y
confiable.
· Amor ecológico. La creación de Dios apela a una cristología y pneumatología cósmicas.
El “multiverso” es “Ser vivo” en Dios y nuestra relación con Él es de prójimo:
“Ama a tu prójimo que eres tú mismo”.
LOGOTIPO
OBJETIVOS
Objetivo general
Construir un modelo de Comunión de Iglesias
para la proclamación del evangelio hacia una nueva creación.
Objetivos específicos
· Promover los principios de la CMIRP en las
comunidades de fe para generar sentido de pertenencia.
· Educar a las Comunidades de fe en los valores
del Reino de Dios para la acción profética y diacónica.
· Promover el desarrollo humano y sustentable,
adquiriendo compromisos con procesos de justicia social, económica, política,
cultural, ambiental.
Ejes de acción
Trabajar sobre los principios y objeto social
Invitación a la educación y al análisis
Documentos doctrinales
· Institución de la religión cristiana, de Juan Calvino
· Confesión de Accra. Se toma en tanto que la
CMIRP elabora su propia confesión.
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¿AUTORIDAD DE LA BIBLIA O EL PODER
TRANSFORMADOR DE LA PALABRA?: NOTAS SOBRE EL USO DE LAS
ESCRITURAS EN LOS PROBLEMAS ÉTICOS CONTEMPORÁNEOS (III)
Víctor Hernández Ramírez, Lupa Protestante, 9 de junio de 2015
Me gustaría ejemplificar esto, de manera muy
breve, contraponiendo estas dos formas básicas de “usar” la Biblia en el camino
ético: por un lado el uso imperativo de la Biblia que hace el fariseo
y, por otro lado, la obediencia de la voluntad de Dios que hallamos
en Jesús el Cristo.
La autoridad de la Biblia como el camino ético del fariseo
No quiero plantear la figura del fariseo del
modo habitual, que tiene un sentido negativo: el fariseo como un legalista
hipócrita. Por el contrario, el fariseo es un hombre piadoso de manera genuina
y es, por tanto, una persona de fe. Sobre todo, es un hombre de las Escrituras,
en las cuales halla la estructura de la vida buena, es decir los fundamentos de
una vida ética. El fariseo hace lo mismo que hace todo ser humano frente a las
decisiones que la vida exige: ejercita su juicio sobre lo que es bueno y lo
malo, sobre lo correcto y lo incorrecto, aplicando las Escrituras. En el
fariseo se expresa claramente un rasgo típicamente humano: el saber sobre el
bien y el mal (Gen 3:5).
Bonhoeffer, en un texto llamado “El amor de
Dios y la decadencia del mundo”, señala que el fariseo es “digno de admiración,
sitúa su vida entera bajo su conocimiento del bien y el mal, que por tanto es
duro juez tanto de sí mismo como de su prójimo para mayor gloria de Dios, a
quien agradece humildemente ese sacrificio (Lc 18:11)”. El fariseo, dice
Bonhoeffer, no es soberbio y es capaz de mostrarse indulgente, pues sabe hacer
“distinciones entre el pecador y el que se esfuerza por el bien, entre aquel
que se convierte en transgresor de la Ley a causa de una situación culpable y
aquel que procede de una situación de necesidad” (p. 243).
Dos aspectos destacables del uso que hace el
fariseo de las Escrituras: 1) las utiliza para exigir respuestas ante los
conflictos de la vida y por eso los fariseos prueban a Jesús una y otra vez,
con preguntas que apelan a los textos bíblicos (Bonhoeffer dice: “Léase tan
sólo el capítulo 22 del evangelio de Mateo, con la cuestión del dinero del
censo [Mt 22:15–22], de la resurrección de los muertos [Mt 22:23–33], del
primer mandamiento de la Ley [Mt 22:34–40], además la historia del samaritano
compasivo [Lc 10:25] y la disputa sobre la santificación del sábado [Mt
12:1ss]…).
Y, 2) los fariseos usan las Escrituras para hallar una solución a los
conflictos éticos, sin darse cuenta de que en realidad están repitiendo la
tentación del diablo, que consiste en adjudicarle al ser humano la capacidad de
saber sobre el bien y el mal, sin necesidad de confiar en Dios (Gen 3:1; cf.
también las tentaciones del diablo a Jesús, citando las Escrituras, Mt 4:1–11).
El camino ético de Jesús es la obediencia de la voluntad de Dios
Por el contrario, Jesús actúa con una
sorprendente sencillez, ejerciendo una insólita libertad. Jesús no busca entre
las diversas posibilidades o alternativas éticas, no se pregunta por lo bueno y
por malo, no se plantea qué es pecado y qué no lo es, sino que busca una sola cosa:
hacer la voluntad de Dios. Jesús, nos dice Bonhoeffer, “llama alimento suyo el
hacer esta voluntad” (Jn 4:34).