PASAR
Karl Barth
Instantes. Santander,
Sal Terrae, 2005, p. 124.
El mundo pasa con sus
concupiscencias.
I Juan 2.17
He Qi, Bautismo de Jesús
A
|
sí debe ser, porque él viene, y con
él el misterio de la gloria. El mundo con sus concupiscencias no puede
subsistir justamente ante él. Al venir él, es juzgado el mundo: no sólo el
mundo malo, sino también el bueno. Debido a su venida, no puede ser de otra
manera: saltan astillas, caen cascotes, él nos va quitando una a una las cosas
de la mano. Pues tú piensas: “Esto y lo de más allá debo conservarlo, porque me
lleva hacia adelante”. Pero él, el que ahí viene, dice con toda tranquilidad: “No,
eso no te lleva hacia adelante, sino que te frena; ¡dámelo!, ¡fuera con ello!”...
Tú piensas: “Esto y lo de más allá me resulta saludable y me hace bien”; y él,
el que ahí viene, dice: “No, no es verdad, eso te hace enfermar. ¡Dámelo!,
¡fuera con ello!”... Tú piensas: “Esto y lo de más allá es verdadero y obvio”;
y él, el que ahí viene, dice: “No, eso es confusión y error; ¡dámelo!, ¡fuera
con ello!”... No puede ser de otro modo: cuando viene él, debemos retirarnos
nosotros.
Cuando él se hace grande,
debemos nosotros menguar. Donde él vive, debemos nosotros morir. ¿Y por qué ha
de ser así? Sencillamente, porque el misterio de nuestra vida, que en él nos
sale al encuentro, consiste en aquello que Dios quiere hacer y sacar del mundo
y de nosotros. Dios ama al mundo. Lo ama precisamente en cuanto que lo hace pasar
ante la venida de su Reino. El amor de Dios significa: “¡Yo lo hago todo
nuevo!”. De ahí que no pueda ser de otra manera: primero ha de morir lo viejo.
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SER PASTORA EN COLOMBIA ES COMPLEJO: GLORIA
ULLOA
Prensa Ecuménica, 26 de agosto de 2015
“Un país como el nuestro que, desde
que yo lo conozco con mis 57 años ha vivido en una guerra interna inagotable,
el pensar qué es lo justo, qué es lo legal. Qué es lo que dice la ley y qué es
lo que deberíamos hacer. Pensar en quiénes son los asesinos y quienes parecen
que no, y lo son, no es fácil de hacérselo entender a nuestra gente”, fueron
las expresiones de la pastora Gloria Ulloa, de la Iglesia Presbiteriana en
Colombia, que integra la delegación del Consejo Mundial de Iglesias que visita
Buenos Aires en estos días según informa el despacho de la agencia de noticias
ALC (Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación).
La pastora Ulloa participó el
lunes 25 del encuentro organizado por la Comisión Argentina para los Refugiados
y Migrantes (CAREF) en su sede en la ciudad de Buenos Aires. Allí compartió la
visión del CMI en asuntos importantes para la región y del desplazamiento, la
trata de personas y particularmente el complejo proceso de paz en Colombia.
“Comprender la palabra de Dios
en esos contextos es complejo y necesario desde el ‘peregrinaje de justicia y
paz’ que propone el CMI; y fundamental para que nos ayude a ver con claridad la
violencia en Colombia y ayudar a otros a verlo desde un lugar distinto”,
detalló la Presidenta del CMI.
“Yo me muevo, dijo, desde ese
ámbito de trabajo, tanto con niños como con adultos, llevando adelante el tema
de una paz con justicia para Colombia, y claro, trabajar el tema de los
desplazados en el país del que vengo, o por ejemplo, la importancia estratégica
del cambio climático y su impacto en nuestra población”.
El despacho de ALC también
cita la explicación de Ulloa que “Desde este lugar entiendo mi aporte al
ecumenismo en América Latina, porque los problemas de extracción minera, por
ejemplo, es un tema común para muchos países en nuestro continente, y que desde
el CMI, tenemos espacios para hacernos oír y tener llegada a ámbitos nacionales
de nuestros países desde la oficina del CMI en la ONU.”
Sobre las expectativas de la
visita del CMI y si habrá repercusión en el continente, la pastora en
Barranquilla dijo que: “No tengo dudas al respecto que, lo que salga de este
recorrido que hoy iniciamos en Buenos Aires, Argentina y luego en otros países
de América Latina, servirá para establecer nuevos debates y temas que son parte
de una problemática macro estructural en nuestras economías y políticas
regionales y nos afectan a todos y todas”.
Agregó que “Este ‘peregrinaje
de justicia y paz’ que el CMI instala en su agenda para los próximos años de
trabajo, es más que pertinente para reactivar los movimientos ecuménicos en
América latina y desde estos, poder tener una incidencia real en muchos sectores
de nuestra sociedad”.
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HUGO ÉRIC FLORES HABLA DE DIOS EN LA CÁMARA DE
DIPUTADOS (I)
Varios periódicos mexicanos
consignaron el 2 de septiembre la primera irrupción en la tribuna de la Cámara
de Diputados del líder de Encuentro Social (PES, http://encuentro.social/),
partido político de inspiración evangélica que debuta en estos días en la arena
política nacional con una bancada de ocho integrantes.
Peor no podía haber sucedido:
en El Universal, Carina García tituló su nota. “Sin Dios en la política
somos insensibles”, frase tomada del discurso que presentó al fijar la postura
del PES ante la entrega del tercer informe de gobierno del Presidente de la
República. Y afirmamos eso porque, a contracorriente de la ya prolongada
presencia de los protestantismos en la vida del país, Flores se ha presentado
con una abierta provocación al carácter laico del Estado, afirmado
explícitamente en el artículo 40 constitucional mediante un cambio reciente. En
su discurso (www.diputados.gob.mx/version_estenografica.htm), Flores
llamó al pleno del Congreso mexicano “a vencer el ‘malentendido laicismo de
nuestra cultura política’ y consideró ‘absurdas’ las leyes que hacen que
algunas instituciones religiosas participen clandestinamente en la vida social
del país”, presentándose a sí mismo como modelo.
Y agregó: Algunos como yo
creemos que ha sido un error histórico de nuestros líderes sacar a Dios de la
vida pública de México. No estoy hablando de ninguna religión, ni de ninguna
institución religiosa, pero en México no podemos mencionar el nombre de Dios,
aunque nuestro glorioso Himno Nacional si lo hace, pues corremos el riesgo de
parecer apátridas ir en contra de la cultura política establecida o a que se
nos acuse de violar el Estado laico.
Otras de sus palabras, que
recuerdan las del ex embajador Girolamo Prigione cuando afirmó que, a partir
del restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Vaticano, “Dios había sido devuelto a México”, fueron, en un auténtico mea culpa no pedido: “…no nos dimos
cuenta [de] que sacando a Dios de la vida política de nuestro país nos hacíamos
una sociedad con gobernantes insensibles, ambiciosos, y por qué no decirlo,
algunos de ellos sin escrúpulos por su falta de valores y de conciencia
humana”. Semejante atribución de la corrupción a la ausencia del “elemento
sobrenatural” en la política, más que a una cuestión ética, deja muy mal parada
la visión de un líder que, en su propaganda electrónica ha dicho que el partido
que preside no está integrado por políticos profesionales debido a su
indiscutible descrédito.
Al aplicarse a sí mismo las
opiniones expuestas, Flores señaló: “Otro México es posible si todos los
mexicanos con credo religioso o sin él, sin excluirnos los unos a los otros,
colaboramos desde nuestra trinchera en la construcción de una sociedad más
humana, más solidaria. Queremos acabar con los tabúes de una cultura política añeja que no
corresponde a nuestra realidad. ¿Importa si yo como servidor público declaro o
no tener alguna fe religiosa? Es mi derecho hacerlo o no, en una sociedad en
libertad deberíamos aceptar esto como una realidad absoluta”.
Ante estas
afirmaciones, uno se pregunta si, como lo destaca la prensa, será esa la tónica
del primer partido evangélico mexicano en llegar al Congreso, pues también su
invitación a la participación no dejó de lado el acento religioso tan fuera de
lugar en la ocasión: “No invitamos a la participación política, sino a una
participación social para todos los mexicanos, incluidos los que hemos decidido
por derecho propio honrar el nombre de Dios en público”. Doble la dificultad,
primero, al confundir la participación social con la política, como si la
primera no implicara la segunda, y además, al ponerse como ejemplo de alguien
que sí toma en cuenta a Dios en su vida personal, transferida ahora al plano
público, algo que debería quedar fuera de todo interés al momento de
puntualizar sus posiciones ideológicas.
Cuánta
falta le hace a Flores, antes de confundir la tribuna con el púlpito, revisar
las páginas del volumen de Manuel Canto Chac y Raquel Pastor Escobar, ¿Ha
vuelto Dios a México? La transformación de las relaciones Iglesia-Estado.
(México, Universidad Autónoma Metropolitana-Centro de Estudios Sociales y
Culturales Antonio de Montesinos, 1997, http://dcsh.xoc.uam.mx/politicacultura/Escaneados/HA%20VUELTO%20DIOS%20A%20M%C3%89XICO%20LA%20TRANSFORMACI%C3%93N%20DE%20LAS%20RELACIONES%20IGLESIA%20ESTADO.pdf), para darse cuenta de lo impropio que
resulta su lenguaje al pontificar sobre qué actitudes religiosas deberían
asumir sus compañeros/as legisladores. Allí se encontraría con un sólido
panorama histórico, doctrinal y teológico que clarificaría sus desplantes
públicos. Una buena dosis de “teología política” o “teología pública” le haría
mucho bien para comprender mejor el lugar donde se encuentra y no engañar al
electorado (y especialmente al proveniente de las comunidades evangélicas, que
ve como su “clientela particular”).
La cita de
estos autores es obligada:
…con la historización del discurso religioso la práctica social y política de los cristianos, así como la consecuente concepción de las relaciones entre Iglesia y Estado, experimentan una modificación sustancial, ya no se trata de derivarlas de principios eternos, de verdades universales, sino de situaciones histórico-concretas. La Iglesia ya no podría reclamar como parte de su vocación evangelizadora lo público, entendido como el campo de las instituciones, sino que la pretensión de universalidad de su discurso —y de ahí su aspiración a ser público y no reducido al ámbito privado— tendría que tener como referente de lo público el interés colectivo, las formas histórico-concretas de manifestación de ese interés.
…con la historización del discurso religioso la práctica social y política de los cristianos, así como la consecuente concepción de las relaciones entre Iglesia y Estado, experimentan una modificación sustancial, ya no se trata de derivarlas de principios eternos, de verdades universales, sino de situaciones histórico-concretas. La Iglesia ya no podría reclamar como parte de su vocación evangelizadora lo público, entendido como el campo de las instituciones, sino que la pretensión de universalidad de su discurso —y de ahí su aspiración a ser público y no reducido al ámbito privado— tendría que tener como referente de lo público el interés colectivo, las formas histórico-concretas de manifestación de ese interés.
Otra
lectura obligada para este político evangélico de nueva generación bien podría
ser el cuaderno de Roberto Blancarte, Laicidad en México. (México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2013, http://catedra-laicidad.unam.mx/wp-content/uploads/2013/08/Coleccion-Jorge-Carpizo-%E2%80%93-XXXI-Laicidad-en-M%C3%A9xico-%E2%80%93-Roberto-Blancarte.pdf) además de una larga lista
de abordajes teológicos e históricos de autores como José Míguez Bonino y
Jean-Pierre Bastian. (LC-O)
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