LOS PREDECESORES
Karl Barth
Instantes. Santander, Sal Terrae, 2005, pp. 126-127.
Para él
todos viven.
Lucas 20.38
He Qi, Después de la resurrección
E
|
n la única “comunión de los santos”
no sólo tienen razón quienes viven en un determinado momento, sino también los
muertos; tampoco hablan y actúan tan sólo quienes viven en un determinado
momento, sino, juntamente con ellos, sus predecesores: sus palabras y obras; su
historia, que en modo alguno se cierra con su tránsito, sino que muy a menudo
sólo entra en su fase decisiva mucho tiempo después de su partida y en medio de
la posteridad, y que está conectada de manera absolutamente indisoluble con la
historia del respectivo presente. En dicha comunión rigen entre los pecadores
allí reunidos en Cristo diversas acciones recíprocas: sostener y ser sostenido,
preguntar y ser preguntado, y un deber de rendir cuentas. En la Iglesia no hay
pasado. “Para él todos viven”. Alguien verdaderamente pasado, que no tuviera ya
nada más que hablar con los demás, no podría ser sino el archihereje, el que
incluso para la Iglesia invisible de Dios está totalmente perdido. Sólo hay
herejes relativos, y por eso los considerados siempre como tales pueden y deben
también tomar parte en la conversación con su reconocida necedad.
Dios es el Señor de la Iglesia.
No podemos anticipar qué colaboradores de tiempos pasados nos vienen bien en
nuestro propio trabajo y cuáles no. Siempre cabe la posibilidad de que
necesitemos de manera muy especial voces totalmente insospechadas, y entre
ellas, ante todo, voces totalmente rechazadas. La historia quiere dar
testimonio de la verdad de Dios, no de nuestros logros, y por eso ante ella
hemos de deponer continuamente todo supuesto saber previo y estar dispuestos a
enterarnos de algo nuevo.
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CONFESIÓN DE FE DE LA IGLESIA PRESBITERIANA DE ÁFRICA DEL SUR
(1973)
J..N. Bezançon et al.,
Para decir el Credo. Estella, Verbo
Divino, 1988
www.mercaba.org/mediafire/bezancon,%20jean%20noel%20-%20para%20decir%20el%20credo.pdf
Creemos en Dios
Padre,
que creó el mundo
entero,
que reunirá todas
las cosas en Cristo,
y que quiere que
todos los hombres vivan juntos
como hermanos en
una misma familia.
Creemos en Dios
Hijo,
que se hizo
hombre,
que murió y
resucitó glorioso,
reconciliando al
mundo entero con Dios,
derribando todas
las murallas
que separan a los
hombres,
todas las
barreras de religión, de clase,
de raza y de
cultura,
a fin de crear
una humanidad unida.
Él es el único
Señor que tiene autoridad
sobre todo.
El llama a cada
hombre y a la sociedad,
a la iglesia y al
estado,
a la
reconciliación, a la unidad,
a la justicia y a
la libertad.
Creemos en Dios
Espíritu,
que es la promesa
del reino venidero,
que nos da el
poder de anunciar el juicio de Dios
y su perdón a los
hombres y a las naciones,
de amar y servir
a todos los hombres,
de luchar por la
justicia y la paz,
y de llamar al
mundo entero a reconocer
aquí y ahora el
reino de Dios.
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UNA BREVE DECLARACIÓN DE FE
IGLESIA PRESBITERIANA DE ESTADOS UNIDOS (1983)
www.pcusa.org/site_media/media/uploads/curriculum/pdf/confessions-spanish.pdf
En la vida como en la en muerte pertenecemos a Dios.
Por la gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor de Dios,
y la comunión del Espíritu Santo,
confiamos en el
Dios único y trino, el Santo de Israel,
a quien sólo adoramos y servimos.
Confiamos en Jesucristo,
plenamente humano, plenamente Dios.
Jesús proclamó el
reinado de Dios:
predicando buenas nuevas a los pobres
y libertad a los
cautivos,
enseñando por medio de palabra y hechos.
y bendiciendo a
los niños,
curando a los enfermos
y sanando a los
quebrantados de corazón,
comiendo con los despreciados,
perdonando a los pecadores,
y llamando a todos a arrepentirse y a creer en el evangelio.
Condenado
injustamente por blasfemia y sedición,
Jesús fue
crucificado,
sufriendo la profundidad del dolor humano
y dando su vida por los pecados del mundo.
Dios levantó a
este Jesús de los muertos,
vindicando su vida sin pecado,
rompiendo el poder del pecado y del mal,
rescatándonos de la muerte a la vida eterna.
Confiamos en Dios,
a quien Jesús llamó Abba, Padre.
En amor soberano
Dios creó al mundo bueno
e hizo a cada uno igualmente a imagen de Dios,
varón y hembra, de toda raza y pueblo,
para vivir como una sola comunidad.
Pero nos
rebelamos contra Dios; nos escondemos de nuestro Creador.
Desconociendo los mandamientos de Dios,
violamos la imagen de Dios en otros y en nosotros mismos,
aceptamos las mentiras como verdad,
explotamos al prójimo y a la naturaleza,
y amenazamos de muerte al planeta confiado a nuestro cuidado.
Merecemos la condenación de Dios.
Sin embargo Dios
actúa con justicia y misericordia para redimir a la creación.
Con amor perdurable,
el Dios de
Abraham y Sara escogió a un pueblo del pacto
para bendecir a todas las familias de la tierra.
Escuchando su
clamor,
Dios liberó a los hijos e hijas de Israel
de la casa de
servidumbre.
Amándonos aún,
Dios nos hace, con Cristo, herederos del pacto.
Como madre
resuelta a no abandonar a su niño de pecho,
como padre que
corre a dar al pródigo la bienvenida al hogar,
Dios sigue aún siendo fiel.
Confiamos en Dios el Espíritu Santo,
en todo lugar dador y renovador de vida.
El Espíritu nos
justifica por la gracia mediante la fe,
nos deja libres para aceptarnos, y para amar a Dios y al
prójimo,
y nos unifica con todos los creyentes
en el cuerpo único de Cristo, la Iglesia.
El mismo Espíritu
que inspiró a profetas y apóstoles
norma nuestra fe y vida en Cristo por medio de la Escritura,
nos compromete por medio de la Palabra proclamada,
nos hace suyos en las aguas del bautismo,
nos alimenta con el pan de vida y la copa de salvación,
y llama a mujeres y hombres a todos los ministerios de la
Iglesia.
En un mundo
quebrantado y temeroso
el Espirítu nos
da valor
para orar sin cesar,
para testificar de Cristo como Señor y Salvador ante todos los
pueblos,
para desenmascarar idolatrías en la Iglesia y en la cultura,
para oír las voces de pueblos por largo tiempo silenciados,
y para laborar con otros por la justicia, la libertad y la paz.
En gratitud a
Dios, dinamizados por el Espíritu,
nos esforzamos por servir a Cristo en nuestras tareas diarias
y por vivir vidas
santas y gozosas,
mientras aguardamos el nuevo cielo y la nueva tierra de Dios,
orando: “Ven, Senor Jesus!”
Con creyentes en todos tiempos y lugares,
nos gozamos de que nada en la vida o en la muerte
puede separarnos
del amor de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Gloria sea al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
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CONFESIÓN DE ACCRA (2004)
(Fragmentos)
17. Creemos en Dios, Creador y
Sustentador de toda la vida, que nos llama asociados en la creación y redención
del mundo. Vivimos bajo la promesa de que Jesucristo vino para que todos tengan
plenitud de vida (Jn 10:10). Guiados y sostenidos por el Espíritu Santo nos
abrimos hacia la realidad de nuestro mundo.
18. Creemos que Dios es soberano sobre toda la creación. "De Jehová es la tierra y su plenitud" (Sal 24:1). […]
18. Creemos que Dios es soberano sobre toda la creación. "De Jehová es la tierra y su plenitud" (Sal 24:1). […]
20. Creemos que Dios ha sellado un pacto con toda la creación (Gn 9:8-12). Dios ha creado una comunidad terrenal sobre la base de una visión de justicia y de paz. El pacto es un don de gracia que no se vende en el mercado (Is 55:1). Es una economía de la gracia para toda la creación como nuestro hogar. Jesús nos muestra que se trata de un pacto incluyente, en el cual los pobres y los marginados son las partes preferentes, y nos insta a que la justicia para con "los más pequeños" (Mt 25:40) sea el eje de nuestra comunidad de vida. En este pacto se bendice e incluye a toda la creación (Os 2:18 sigs.).
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DINÁMICA DE TRABAJO
1. Breve Declaración de fe
1.1 Análisis breve del contenido de los ejemplos: preguntas y
comentarios
1.2 Aspectos:
·
Declaración
trinitaria
·
Cristocéntrica
·
Pertinente
con los principios del sacerdocio universal de los creyentes.
1.3 Propuesta de nueva redacción.
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PROPUESTA DE REDACCIÓN
Esquema
a) Creemos (Doctrinas básicas)
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b) Por lo tanto, afirmamos
(Actualización)…
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c) Nos comprometemos a (Acciones concretas)…
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