6 de septiembre, 2015
La justicia engrandece a una nación,
el pecado cubre a los pueblos de vergüenza.
Proverbios 14.34, La Palabra (Hispanoamérica)
La justicia engrandece a una nación,
el pecado cubre a los pueblos de vergüenza.
Proverbios 14.34, La Palabra (Hispanoamérica)
¿Cuántas lecturas y relecturas se pueden realizar a un texto bíblico? ¿Y
cuántas lecturas de la realidad se pueden hacer a partir de los textos
bíblicos? En estos días tan opacos para la nación mexicana, una aproximación
político-espiritual al libro de los Proverbios es una buena opción, entre
muchas para preguntarse acerca de la gran urgencia de justicia que la aqueja. Y
es que la vertiente “social” o “política” de este libro, presente a lo largo y
ancho del mismo, consta de pequeñas observaciones o “chispazos” agudos que
iluminan diversos aspectos de la problemática del comportamiento de los
gobernantes y la exigencia de justicia por parte del pueblo, que casi podría
hablarse de una auténtica “teología política” que brota de la articulación
mínimamente sistemática de esos fragmentos. Como explica la profesora luterana Mercedes
García Bachmann, este libro “está formado por varias colecciones independientes
de refranes y de instrucciones, de fecha incierta, a las cuales en el
postexilio se les dio un marco (1.1-7 y 31.10-31). Estos materiales diversos
abarcan desde instrucciones sobre el comportamiento de los reyes hasta no
juntarse con malvados, y desde dichos que reflejan experiencias diarias hasta
poemas de la Sabiduría personificada, primogénita de la creación (o
preexistente, según se lea el texto)”.[1]
Si se sigue ordenadamente ese hilo socio-político del texto, se
advertirá la enorme preocupación que los sabios de Israel tuvieron acerca de la
forma en que debía gobernarse el pueblo. La sabiduría, en su opinión, debía
tener una aplicación práctica en la vida de un país porque dicha virtud “valora
especialmente todo lo que contribuya a la edificación de la comunidad y no a su
destrucción, sean acciones, actitudes o palabras. […] Leídos individualmente, muchos refranes
muestran el ambiente de la aldea, con sus autoridades locales, ancianos,
sabios, necios, trabajadores, holgazanes, esposas, hijos, extranjeros,
prostitutas, alcoholizados, burlones, enemigos y muchos otros personajes,
mayormente varones”.[2]
El refrán
(mashal) y la “instrucción” son los
recursos utilizados para transmitir los resultados de la observación y tratar
de influir en la vida de las personas y de las comunidades, así como la
doctrina de la retribución que aparece fuertemente en varias secciones (ej.:
22.8: “Quien siembra injusticia cosecha desgracias,/ la vara de su arrogancia
se quebrará”), incluso con un tono más actualizado: “La retribución que cae
sobre el malvado no se veía como un castigo que venía directamente de Dios,
sino como una consecuencia intrínseca del propio mal que revertía sobre el
pecado”.[3]
Proverbios
es, visto de manera general, “una oferta de sensatez”:
Proverbios nos invita a ser sensatos en este mundo de
hoy en donde manda la mentira de los gobernantes (cf 14.15: “El incauto se lo
cree todo,/ el prudente medita sus pasos”), donde el mercado totalitario somete
con sus reglas a los seres humanos para que se combatan entre sí buscando los
primeros lugares —con el miedo permanente de ser perdedores— y para que, sin
control ni dominio propio, se consuman todos sus productos novedosos. En fin,
este libro nos invita a ser sensatos, andar despacio y meditar profundamente,
para discernir por dónde va el camino de la vida y el camino de la muerte. Si
se acoge la sabiduría y se come como panal dulce, dice 24.13-14: “...hay un
mañana, y tu esperanza no será aniquilada”.[4]
Repartidas en las colecciones de refranes se encuentran muchas
sentencias relacionadas con cuestiones políticas, sociales, del pueblo, del
gobierno y la justicia. Es una cantidad notable de afirmaciones que van desde
la descripción simple del poder político, hasta la crítica directa de actitudes
y conductas nocivas para la vida social y colectiva. Más específicamente: “Al estudiar los caps.25-29,
también atribuidos a Salomón, notaremos esta misma preocupación teológica y
social por recordar a las autoridades (rey, juez, poderosos) que su poder y sus
acciones no pasan desapercibidas a Yahvé”.[5] De este modo,
hasta podría hacerse una clasificación temática de tales sentencias con base en
los temas mencionados, con matices precisos y ligados a la cotidianidad:
a)
el pueblo
Si los justos prosperan, se alegra la ciudad;
si los malvados
fracasan, se llena de júbilo. (11.10)
Cuando hay desgobierno, el pueblo se hunde;
muchos consejeros traen
la salvación. (11.14)
León rugiente y oso
hambriento,
el malvado que explota a
un pueblo desvalido. (28.15)
Cuando gobiernan los
justos, el pueblo disfruta;
cuando manda el malvado,
el pueblo sufre. (29.2)
Cuando no hay profecía,
el pueblo se desmanda;
dichoso el que cumple la
ley. (29.18)
La alegría y prosperidad de la ciudad, de los ciudadanos, depende del
triunfo del bien. Si hay “desgobierno”, el pueblo fracasa y padece. Si los
malvados se apropian de él, la opresión es inevitable. Un objetivo fundamental
se cumple “cuando el pueblo disfruta”, pero si éste sufre, algo no se está
haciendo bien desde el gobierno. Y si no hay profecía, anuncio, claridad en el
rumbo, el pueblo pierde horizontes y seguridad para el futuro.
b)
el gobierno
Con paciencia se
convence al gobernante,
palabra amable quiebra
la resistencia. (25.15)
Gobernante insensato
aumenta la opresión,
el que odia la rapiña
alargará su vida. (28.16)
Cuando gobiernan los
justos, el pueblo disfruta;
cuando manda el malvado,
el pueblo sufre. (29.2)
Al gobernante que hace caso de calumnias,
todos sus servidores le parecen malvados.
(29.12)
Muchos buscan el favor del gobernante,
pero sólo el Señor imparte justicia. (29.26)
Los gobernados debían considerar a sus líderes con mesura, a fin de que
ellos también respetasen los derechos del pueblo, y así lograr el triunfo de la
justicia. Pero se espera una buena actitud del gobernante y que comprenda los
límites de sus acciones.
c)
los reyes
Gracias a mí reinan los reyes
y los soberanos
administran la justicia. (8.15)
Pueblo numeroso, gloria
del rey;
escasez de gente, ruina
del príncipe. (14.28)
El rey favorece al
siervo eficiente
y descarga su cólera
sobre el inepto. (14.35
Es detestable que los
reyes hagan el mal,
pues la justicia
sustenta su trono. (16.12)
Rey sentado en tribunal
descubre con sus ojos
todo mal. (20.8)
La mente del rey es una acequia
que el Señor dirige a donde quiere. (21.1)
…separa al malvado del rey
y la justicia presidirá su reinado. (25.5)
Un rey justo sostiene a un país,
el partidario de sobornos lo arruina. (29.4)
Rey que juzga con justicia a los pobres
afirma su trono para siempre. (29.14)
…el gallo orgulloso, el macho cabrío,
y el rey al frente de su pueblo. (30.31)
Si “el rey representaba a Yahvé en la tierra, esto significa, por un
lado, que Yahvé le había dado el poder de juzgar con justicia... Por otro lado,
era responsable ante Yahvé por sus acciones: su trono sólo estaba seguro
mientras actuase con justicia”.[6]
y d) la práctica
o ausencia de la justicia
Gracias a mí reinan los
reyes
y los soberanos
administran la justicia. (8.15)
Si los justos prosperan,
se alegra la ciudad;
si los malvados
fracasan, se llena de júbilo. (11.10)
No quedará impune el
malvado,
la estirpe de los justos
se salvará. (11.21)
La justicia engrandece a
una nación,
el pecado cubre a los
pueblos de vergüenza. (14.34)
Es detestable que los reyes hagan el mal,
pues la justicia sustenta su trono. (16.12)
…separa al malvado del rey
y la justicia presidirá su reinado. (25.5)
Rey que juzga con justicia a los pobres
afirma su trono para siempre. (29.14)
Muchos buscan el favor del gobernante,
pero sólo el Señor imparte justicia. (29.26)
Como se puede apreciar, en los caps. 28 y 29 muchas sentencias giran
alrededor del cambio de gobierno, de la justicia y de reyes que se dejan llevar
por informes falsos y favoritismos. Algunos/as biblistas brasileños han observado sobre el
contexto socio-político del segundo capítulo
que su origen probablemente estuvo antes de la reforma de
Josías […] (640-620 a.C.), cuando no sólo había grandes diferencias entre
clases sociales, injusticias, inmoralidad e idolatría, sino que además, como lo
reflejan numerosos de estos dichos, el rey y sus acólitos no eran instancias
confiables a la hora de esperar justicia o verdad y la monarquía no daba
garantías de estabilidad para el pueblo de Dios. […] El uso repetido del
paralelismo antitético podría indicar la experiencia del pueblo de dos
gobiernos, uno bueno seguido de uno malo (Ezequías y Manasés) o viceversa (Acaz
y Ezequías o Manasés y Josías). Aunque no se llega a cuestionar la monarquía en
sí misma, se evidencia un desencanto con los gobernantes.[7]
En
este mismo cap. la situación es complicada porque el pueblo tiene miedo por
causa de los abusos mencionados: “impiedad del gobierno que arranca gemidos del
pueblo (v. 2), impuestos extorsivos (v. 4), adulación (v. 5), insensibilidad a
la causa de los pobres (v. 7), poder cercado y basado sobre la mentira (v. 12),
poder criminal (v. 16) y complicidad criminal (v. 24). Contrapuesta al miedo
está la actitud de quien confía radicalmente en el Señor y en él encuentra su
verdadera seguridad”.[8] Además: “El v.13 comienza
con dos opuestos que se encuentran: el pobre y el opresor; el segundo
hemistiquio emite un principio fundamental, a saber, Yahvé da la luz a ambos,
no hace acepción de personas por su condición socio-económica. Es más, a la luz
de los vv. 12 y 14, contrastando mutuamente, Yahvé espera lo mismo del jefe y
el rey”.[9]
¿Nos
suena familiar la actitud del pueblo hacia sus gobernantes? En medio de crisis
recurrentes, ante la celebración de fechas importantes del pasado, pero con
urgencias tan visibles, los creyentes que ejercen las ciudadanías del Reino de
Dios y de este mundo deben asumir el papel que su Señor les ha otorgado, a fin
de cumplir con ambas de la mejor manera posible. Sólo así podrá caminarse hacia
la justicia que requiere toda nación.
[1] M. García Bachmann, “Libro de los
Proverbios”, en Revista de Interpretación
Bíblica Latinoamericana, núm. 52, p. 1, www.claiweb.org/ribla/ribla52/libro%20de%20proverbios.pdf.
[2] Ibid.,
p.
4.
[3] Inmaculada Rodríguez Torné, El libro de Proverbios: tres textos, tres
lecturas: el trasfondo sociocultural de los escritores, traductores, lectores y
comunidades receptoras de TM, LXX y Vulgata: el caso de Proverbios. Tesis
doctoral. Madrid, Universidad Complutense, 2011, p. 38, http://eprints.ucm.es/12664/1/T32585.pdf.[4] Elsa Tamez, “La teología del éxito en un mundo
desigual. Relectura de Proverbios”, en RIBLA, núm.
30, www.claiweb.org/ribla/ribla30/la%20teologia%20del%20exito.html.
[5] Ibid.,
p.
12.
[6] Raymond N. Whybray,
“Yahweh-sayings and their contexts”, en La
Sagesse de l’Ancien Testament, p. 159, cit. por M. García Bachmann, op. cit., p. 12.
[7] “Pr 29: Sabedoria do povo ontem e
hoje. Uma leitura sociológica”, en Estudos
Bíblicos, núm. 13, 1987, p. 68, cit. por M. García Bachmann, op. cit., p. 15.
[8] Ibid.,
p.
15.
[9] R.N. Whybray, The Composition of the Book of Proverbs, en
JSOTS, núm. 168, Sheffield Academic
Press, 1994, pp. 127-128, cit. por M.
García Bachmann, op. cit., p. 15.
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