LOS HOMBRES DEL MAESTRO (II)
PEDRO
Rinaldo Fabris
b)
El seguimiento. La tradición
evangélica sinóptica está de acuerdo al presentar la figura de Pedro, que
mantiene unas relaciones particulares con Jesús y con su actividad. En efecto,
Jesús se hospeda en Cafarnaún en casa de Pedro, curando a su suegra (Lc 1,26-31
par). Pedro forma parte del grupo restringido de discípulos que se distinguen
de los otros por participar más de cerca en algunos episodios de la misión de
Jesús. Junto con Santiago y Juan asiste a la resurrección de la hija de Jairo
(Mc 5.37); junto también con ellos es testigo de la escena de la
transfiguración (Mc 9.2-8) y de la oración dramática de Jesús en Getsemaní (Mc
14.33 par). A este grupo, al que se añade ahora Andrés, va dirigido el discurso
escatológico de Jesús (Mc 13.3).
En la historia evangélica Pedro se
convierte en diversas ocasiones en portavoz del grupo de los doce. Así ocurre
en el caso de la curación de la mujer que perdía sangre (Lc 8.45; cf 12-41; Mc
11.21; Mt 15.15; 18-21). Particularmente en la tradición de Mateo, la figura y
el papel de Pedro adquieren un relieve mayor, pues Pedro es asociado al
estatuto de Jesús, el mesías y el Hijo de Dios (Mt 17.24-24: tributo al templo;
cf Mt 14.28-31).
Entre todos estos episodios
evangélicos en los cuales Pedro desempeña una función activa y representativa
del grupo de los discípulos, destaca el que se conoce como confesión de Cesarea
de Filipo. Es ésta una escena central en la estructura de los evangelios
sinópticos, porque representa un giro crítico entre el anuncio del reino de
Dios en Galilea y el comienzo del camino hacia Jerusalén, en donde habrá de
consumarse el drama final. El episodio está centrado en el diálogo entre Jesús
y los discípulos. Cuando Jesús les pregunta: "¿Quién dice la gente que soy
yo?", los discípulos responden a coro recogiendo las imágenes de la
opinión pública: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías y otros que
uno de los profetas". Entonces Jesús insiste en su pregunta, apelando
directamente al grupo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Entonces
respondió Pedro: "Tú eres el mesías". Y Jesús les ordenó que no se lo
dijeran a nadie (Mc 8.29-30 par). La escena de
Cesarea de Filipo
en la triple tradición sinóptica va seguida de un diálogo entre
Jesús y Pedro. Efectivamente, desde aquel momento Jesús empieza a adoctrinar al
grupo de los discípulos sobre el destino del Hijo del hombre, humillado y
doliente, que al final será condenado a muerte por las autoridades de
Jerusalén, pero al que Dios resucitará el tercer día. "Esto lo decía con
toda claridad. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderle. Jesús se
volvió y, mirando a sus discípulos, riñó a Pedro, diciéndole: ‘¡Apártate de mí,
Satanás!, porque tus sentimientos no son los de Dios, sino los de los hombres’”
(Mc 8.32-33). La reacción escandalizada de Pedro frente al anuncio del fracaso
y del destino impotente del mesías es muy comprensible, ya que está en
contradicción con su imagen del mesías referida unas líneas más arriba. Es
igualmente dura la reacción de Jesús, que llama a Pedro "Satanás",
adversario, porque se opone al plan salvífico de Dios. En este caso Jesús lo
invita a ocupar su puesto, a seguirle. En efecto, inmediatamente después los
evangelios recogen la instrucción sobre el seguimiento, que consiste en
compartir el destino de Jesús al precio más alto: la cruz y el riesgo de perder
la propia vida.
____________________________________
EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
LA LLAMADA AL SEGUIMIENTO (II)
Dietrich Bonhoeffer
El precio de la gracia. 3a. ed. Salamanca, Sígueme, 1986.
La llamada al seguimiento es,
pues, vinculación a la persona de
Jesucristo, ruptura de todo legalismo por la gracia de aquel que llama. Es una
llamada de gracia, un mandamiento de gracia. Se sitúa más allá de la enemistad
entre la ley y el Evangelio. Cristo llama, el discípulo sigue. La gracia y el
mandamiento se unifican. “y andaré por camino anchuroso porque voy buscando tus
preceptos” (Sal 119, 45).
El seguimiento es vinculación a
Jesucristo; el seguimiento debe existir porque existe Cristo. Una idea sobre
Cristo, un sistema de doctrina, un conocimiento religioso general de la gracia
o del perdón de los pecados no hacen necesario el seguimiento; de hecho, todo
esto excluye el seguimiento y le es hostil. Al ponemos en contacto con una
idea, nos situamos en una relación de conocimiento, de entusiasmo, quizás de
realización, pero nunca de seguimiento personal. Un cristianismo sin Jesucristo
vivo sigue siendo, necesariamente, un cristianismo sin seguimiento, y un
cristianismo sin seguimiento es siempre un cristianismo sin Jesucristo; es
idea, mito. Un cristianismo en el que sólo se da Dios Padre, pero no
Jesucristo, su Hijo vivo, suprime el seguimiento.
Existe entonces confianza en Dios,
pero no seguimiento. Puesto que el Hijo de Dios se ha hecho hombre y es nuestro
mediador, el seguimiento es el tipo correcto de relación que se debe tener con
él. El seguimiento está ligado al mediador, y cuando se habla correctamente del
seguimiento se habla también del mediador, Jesucristo, Hijo de Dios. Sólo el
mediador, el hombre-Dios, puede llamar al seguimiento.
El seguimiento sin Jesucristo
constituye la elección personal de un camino quizás ideal, quizás del camino
del martirio, pero carece de promesa. Jesús debe rechazarlo.
Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, uno
le dijo: “Te seguiré adondequiera que vayas”. Jesús le dijo: “Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde
reclinar la cabeza”. A otro dijo: “Sígueme”. Él respondió: “Déjame ir primero a
enterrar a mi padre”. Le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus
muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré,
Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa”. Le dijo Jesús: “Nadie
que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios”
(Lc 9.57-62).
El primer discípulo propone a Jesús
seguirle, no ha sido llamado. La respuesta de Jesús le indica a este entusiasta
que no sabe lo que hace. No puede saberlo. Este es el sentido de la respuesta,
con la que se muestra al discípulo la vida con Jesús en toda su realidad. Quien
habla aquí es el que se dirige hacia la cruz, aquel cuya vida entera es
descrita en el símbolo de los apóstoles con el término “padeció”. Ningún hombre
puede desear esto por propia elección. Nadie puede llamarse a sí mismo, dice
Jesús, y su palabra queda sin respuesta. El abismo entre el ofrecimiento
voluntario al seguimiento y el verdadero seguimiento sigue abierto.
Pero cuando es Jesús mismo quien
llama, supera incluso el abismo más profundo. El segundo quiere enterrar a su
padre antes de seguirle. Está ligado a la ley. Él sabe lo que quiere hacer y
debe hacer. Ante todo, conviene cumplir la ley; después vendrá el seguimiento.
Un claro precepto de la ley se encuentra aquí entre el que ha sido llamado y
Jesús. Ya este precepto se opone con fuerza la llamada de Jesús, que no admite
que, precisamente ahora, se interponga cualquier cosa, bajo ningún pretexto,
entre Jesús y el que ha sido llamado, ni siquiera lo más grande y santo, ni
siquiera la ley. Precisamente ahora, la ley que quería interponerse debe ser
transgredida por amor a Jesús; porque ella no tiene ningún derecho entre Jesús
y aquel a quien él ha llamado. Jesús se opone aquí a la ley y ordena que se le
siga. Sólo Cristo habla de esta forma. Tiene la última palabra. El otro no
puede resistirse. Esta llamada, esta gracia, son irresistibles.
____________________________________
ENTREVISTA SOBRE LA ALIANZA ENTRE
MORENA Y EL PARTIDO ENCUENTRO SOCIAL (II)
Patricia Gutiérrez-Otero
Protestante Digital, 2 de febrero
¿Cómo
percibe la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas
(Confraternice) a este partido que se ha ligado pragmáticamente tanto con el
PAN (2006) como con el PRI (2012), y ahora con Morena?
La pregunta es interesante porque Arturo Farela,
dirigente de esa organización, siempre ha estado en el centro de las propuestas
políticas de algunos sectores evangélicos. Como pastor neo-pentecostal (debido
a que no pertenece ya a ninguna de las corrientes del pentecostalismo
tradicional), ha simpatizado con algunas de esas iniciativas, aunque luego
suele distanciarse, según muestren su perfil más abiertamente.
Así lo ha hecho desde los años 90,
cuando se arrogó la representación (escasamente real) de la mayoría de las
iglesias evangélicas (véase: L. Cervantes-O., “Política y nuevo régimen
constitucional de las iglesias: mentalidades, discursos, acciones” [1995], en Lupa Protestante, 19 de junio de 2013.
Entre ellas, él es muy conocido por
el trabajo que realiza como agencia de registro de innumerables asociaciones
religiosas, lo que le ha permitido tener contacto con todos los funcionarios
del área en la Secretaría de Gobernación.
Recientemente, su reacción a dicha
alianza fue muy negativa, pues conoce muy bien a Flores Cervantes y a los
líderes que lo acompañan. Para él, los pastores y líderes religiosos que apoyan
al PES pertenecen a iglesias no representativas y, en vez de ganar votos para
Andrés Manuel López Obrador (precandidato presidencial de Morena), se los
restará, porque los dirigentes de ese partido están “desprestigiados con los
evangélicos”. En realidad, cuesta trabajo saber quién desprestigia a quién,
pues no hay mucha diferencia, en los temas más álgidos, entre el
conservadurismo del precandidato de Morena y las posturas del PES.
La crítica de Farela, entonces, va
más bien encaminada hacia el intenso pragmatismo de que hace gala el PES. En
algunas entrevistas anteriores, Flores no encontró nunca la manera de explicar
los “bandazos” que dio en las elecciones anteriores (dado que también fue
funcionario en el gobierno de Marcelo Ebrard en el Distrito Federal, luego de
su controvertido paso por una instancia federal), con lo que recorrió ya
prácticamente todo el espectro político. La presencia de Carlos Navarrete,
expresidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y de López Obrador
en un aniversario del PES muestra hasta dónde llega el pragmatismo de este
partido y de su dirigente más visible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario