LOS HOMBRES DEL MAESTRO (III)
PEDRO
Rinaldo Fabris
c) La crisis. El papel preeminente de Pedro respecto al grupo de los discípulos históricos aparece con toda
claridad en el contexto de la pasión. Después de la cena final, los tres
evangelios sinópticos recogen unas palabras proféticas de Jesús relativas a la
crisis que habrá de abatirse sobre el grupo de los discípulos: “Todos tendréis
en mí ocasión de caída, porque está escrito: ‘Heriré al pastor y las ovejas se
dispersarán’. Pero después resucitaré e iré delante de vosotros a Galilea” (Mr
14.27-28). En este momento Pedro, como en otras ocasiones, toma la palabra para
disociarse del grupo de los discípulos escandalizados. “Pedro le dijo: ‘Aunque
fueras para todos ocasión de caída, para mí no’” (Mc 14.19). Entonces Jesús se
dirige expresamente a Pedro y le anuncia la crisis que se consumará con una
negación total de su Maestro aquella misma noche: “Jesús le dijo: `Te aseguro
que esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres'.
Pedro insistió: ‘¡Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré!’” (Mr 14.30-31).
La negación de Pedro es preparada por la escena intermedia de Getsemaní. Pedro
forma parte del grupo de los que fueron elegidos por Jesús para que estuvieran
a su lado durante aquella noche.
Pero mientras que Jesús encuentra en
la oración insistente y perseverante la fuerza necesaria para cumplir la
voluntad del Padre, Pedro y los otros discípulos se muestran incapaces de velar
junto a Jesús. Entonces Jesús se dirige una vez más a Pedro para decirle: “¡Simón!,
¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no caigáis en
tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mr 14.37-38
par). La debilidad de la condición humana no robustecida por la fuerza de Dios
la experimentó Pedro primero en el momento del arresto de Jesús y luego en la
noche del proceso y de la condenación. Según la tradición sinóptica, uno de los
que estaban con Jesús en el momento del prendimiento tomó la espada con la
intención de defender por la fuerza al maestro y mesías (Mr 14.47 par); Juan
dice que se trataba de Pedro, el cual recibió de Jesús la orden de devolver la
espada a su vaina (Jn 18.10-11). En la tercera escena se pone de manifiesto la
completa crisis de Pedro, el cual, por tres veces, ante las insistentes preguntas
de los que se estaban calentando a la lumbre en el patio del palacio del sumo
sacerdote, reniegade su maestro. La triple negativa corresponde a la triple
instrucción de Jesús sobre la pasión del Hijo del hombre y a su triple oración.
Pero Pedro, que recorre hasta el fondo el camino de la crisis que le había
anunciado Jesús, encuentra también la fuerza de la conversión y del
arrepentimiento. Es el recuerdo de las palabras de Jesús lo que le permite
reconocer su fracaso y llorar amargamente su pecado (Mc 14,66-72 par). Así
pues, Pedro, en la reconstrucción que hacen los evangelios sinópticos, es la
figura paradigmática de todos los que siguen a Jesús, tanto en la adhesión
espontánea como en la experiencia de la crisis provocada por la duda y por el miedo
en el seguimiento de un mesías humillado y doliente.
d)
La rehabilitación. Los tres
evangelios sinópticos refieren de manera especial con diversos acentos el
cumplimiento de la promesa de Jesús a Pedro: después de su resurrección él
estará de nuevo al frente del grupo en Galilea (Mc 14,28; cf 16,7; Lc 24, 34).
Pero son las tradiciones de Lucas y de Mateo las que conceden un relieve
particular a esta nueva función de Pedro gracias a la palabra eficaz de Jesús.
Lucas, dentro del contexto del discurso que siguió a la cena pascual, en el que
se define el estatuto de la comunidad fiel y perseverante, refiere estas
palabras de Jesús: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder
cribaros como el trigo, pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe.
Y tú, cuando te arrepientas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32). En
virtud de la plegaria eficaz de Jesús, Pedro podrá superar la crisis y la
tentación que provienen del adversario, de Satanás. Y, también gracias a la
palabra de Jesús, Pedro es restablecido en su función de guía de la comunidad.
Este mismo motivo se encuentra en la
tradición de Mateo, el cual dramatizó la crisis de Pedro en la escena nocturna
del encuentro en el lago. Jesús salva a Pedro de hundirse en las aguas
respondiendo a su invocación: "¡Señor, sálvame!" (Mt 14,28-31).
Pero es en el diálogo posterior a la confesión mesiánica de Cesarea cuando
Jesús revela y promete a Pedro su función eclesial. En primer lugar, en
respuesta a la confesión de fe cristológica de Pedro: "Tú eres el mesías,
el Hijo del Dios vivo", Jesús responde: “Dichoso tú, Simón, hijo de Juan,
porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está
en los cielos" (Mt 16,17). La declaración de fe de Pedro se remonta a la
iniciativa gratuita del Padre, que revela su plan salvífico a los
"pequeños". Sobre la base de esta fe Pedro es constituido fundamento,
"roca", de la comunidad mesiánica de Jesús —"mi Iglesia"— y
se le confía la misión de guía autorizado de la misma: "Yo te digo que tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno
no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de Dios; y lo que
ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos" (Mt 16,18-19).
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
LA LLAMADA AL SEGUIMIENTO (III)
Dietrich Bonhoeffer
El tercero, como el primero,
entiende el seguimiento como un
ofrecimiento suyo personal, como un propio programa de vida que se ha escogido.
Pero, al contrario que el primero, se juzga con derecho a poner condiciones. De
este modo, se contradice plenamente. Quiere acompañar a Jesús, pero al mismo
tiempo coloca algo entre él y Jesús: “Permíteme primero”. Quiere seguir, pero
creándose sus propias condiciones de seguimiento. Para él, el seguimiento es
una posibilidad cuya realización supone el cumplimiento de determinadas
condiciones y presupuestos. Con esto, el seguimiento se convierte en algo
humanamente comprensible e inteligible. Primero se hace una cosa, después otra.
Todo tiene su derecho y su tiempo. El discípulo se pone a disposición de Jesús,
pero conservando el derecho a poner condiciones. Es evidente que, desde este
instante, el seguimiento deja de ser seguimiento. Se convierte en un programa
humano que yo me establezco según mi propio juicio, que puedo justificar
racional y éticamente.
Este tercer discípulo desea seguir a
Cristo, pero desde el mismo momento en que expresa tal intención, no quiere ya
seguirle. Con su misma oferta suprime el seguimiento; porque el seguimiento no admite
condiciones susceptibles de intervenir entre Jesús y el que obedece. Este
tercer discípulo cae, pues, en contradicción no sólo con Jesús, sino consigo
mismo. No quiere lo que Jesús quiere, ni siquiera quiere lo que quiere. Se
condena a sí mismo, se encuentra en conflicto consigo mismo, y sólo por el
“permíteme primero”. La respuesta de Jesús, mediante una imagen, le confirma
este conflicto interno que excluye el seguimiento: “Nadie que pone la mano en
el arado y mira atrás es apto para el reino de Dios”.
Seguir a Cristo significa dar unos
pasos determinados. El primero, el que sigue inmediatamente a la llamada,
separa al que sigue de la existencia que ha llevado hasta ahora. La llamada al
seguimiento crea, al punto, una situación nueva. En la situación antigua son incompatibles
el “quedarse” y el “seguir”. Esto fue completamente claro desde el principio.
El publicano debió abandonar la oficina de contribuciones, Pedro debió dejar
sus redes y marchar detrás de Jesús.
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ENTREVISTA SOBRE LA ALIANZA ENTRE MORENA Y EL
PARTIDO ENCUENTRO SOCIAL (III)
Patricia Gutiérrez-Otero
Protestante Digital, 2 de febrero
En
tu opinión, ¿qué llevó al PES a aliarse con Morena y el PT? ¿Exclusivamente
conseguir los votos para conservar su registro o hay otras razones?
Si el análisis sigue la línea mencionada, es muy claro
que sí, pues las prerrogativas de las que ha estado disfrutando Flores, sobre
todo, además de su abrumadora presencia mediática (algo a lo que antes se
resistió), le han hecho creer que su actuación política es impecable hasta el
momento, aun cuando los observadores no dudan en calificar al PES de
“partido-secta”. Ello, debido, sobre todo, a las abiertas posturas
conservadoras y hasta integristas que ha exhibido en sus participaciones en la
Cámara de Diputados. En la primera de ellas, en septiembre de 2015, afirmó con
bombo y platillo que había que “devolver a Dios a México” a fin de recuperar
los valores morales, un discurso muy similar al de Girolamo Prigione, antiguo representante
papal en México.
Según él, “ha sido un error
histórico de nuestros líderes sacar a Dios de la vida pública de México”, lo
cual muestra su muy peculiar comprensión de la laicidad que debe prevalecer en
el país. De ahí que llame más la atención que este pragmatismo empate con la
postura de Morena en el camino a conseguir, quizá, la simpatía de sectores más
tradicionales, con todo y el rechazo de que ha sido objeto desde sectores más
abiertos y que no han dudado en expresarse.
¿Te
parece que López Obrador pretende “cuidar las almas” en el sentido religioso
uniéndose con el PES y, así, resquebrajar al Estado laico o habla sólo de
manera metafórica refiriéndose a restaurar el tejido social y los valores
civiles?
Esa frase ha sido más bien incidental y forma parte del
discurso de corte religioso que reiteradamente utiliza López Obrador, con
escasa fortuna. No tiene nada que ver con esta alianza y lo que sí hace es
generar muchas dudas sobre la forma en que entiende, a su vez, la laicidad
establecida constitucionalmente. Como metáfora fallida que es, representa más
bien la continuación con esa otra idea curiosa de la “república amorosa” de
hace seis años. Lo cual demuestra, una vez más, el dudoso gusto por el uso de
la terminología religiosa en las campañas políticas.
Los
tres precandidatos actuales tienen una postura personal católica muy
conservadora, aunque la filiación cristiana de AMLO no es evidente. Según tú,
¿a quién apoyará la Iglesia Católica y a quién apoyarán los protestantes, en
sentido amplio, en estas elecciones?
López Obrador, ciertamente, ha manejado su fe personal de
manera ambigua. Así lo ha hecho en las dos ocasiones anteriores en que fue
candidato a la Presidencia (2006 y 1012). Con el ascenso reciente de Carlos
Aguiar Acevedo como arzobispo primado de México (en sustitución del cardenal Norberto
Rivera Carrera), es bien claro por dónde se orientará el voto de las cúpulas
católicas (hacia el oficialismo), pues las bases realmente son otra cosa.
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