(LUCAS
23: 34b-43)
Esta
noche hermanos el Señor hablara a nuestro corazón mostrándonos el momento en
que Jesús lleno de sufrimiento amargo no solo por el brutal castigo físico que
recibió, sino también por el escarnio espiritual al que estaba siendo sometido
por parte de toda la gente que aparentemente creía en Él, inclusive por los
soldados y especialmente el caso de los dos criminales crucificados a su lado. De los cuales, por una parte encontramos al
que está lleno de odio y rencor y se burla no cesando de injuriarlo hasta su
muerte, haciéndonos pensar que no
alcanzo la salvación y sigue pagando por sus crímenes hasta el día de hoy y por
siempre. Pero por otra encontramos al
hombre que se arrepintió de sus burlas y sus injurias y finalmente cree las
palabras de Jesús alcanzando la salvación.
Y
sin pasar por alto la oración perfecta de Jesucristo al Padre pidiendo para sus
verdugos perdón por su ignorancia. Así mismo analizaremos la posibilidad de que estos hombres pudieron
ser discípulos de Jesús y no simples criminales como se puede pensar, sin
especular sobre algo que no dice la Escritura, y concluiremos relacionando las
circunstancias que llevaron al “ladrón arrepentido” a creer en Jesús con las
circunstancias que nos han hecho creer a nosotros en Él.
El versículo 34.- Muestra que Jesús a pesar del momento tan oscuro
y amargo que lo hundía en el abismo en ningún momento piensa en sí mismo, sino que
concentrado en la misión que le había sido encomendada y en perfecta obediencia, intimidad y
confianza con el Padre consiente de que estaba haciendo lo necesario para alcanzar
la misericordia para nosotros le suplica “Padre perdónalos, porque no saben lo que
hacen” Él era el Cordero de Dios sin mancha, representaba el sacrificio perfecto por el
pecado del mundo, por eso suplicante hacia lo posible porque el Padre perdonara
a los pecadores "porque el Hijo
del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en
rescate por todos. " (Marcos 10:45).
Los versículos del 35-38.- Nos
narran como el pueblo desconcertado miraba como los gobernantes religiosos en
una actitud de venganza por la posesión del poder y la razón sobre el
conocimiento de la Escritura ahora aparentemente habían triunfado y recuperado
su credibilidad y dominio sobre la religiosidad del pueblo judío. Mientras Jesús no pronuncio una sola palabra
en contra de ellos, con el rostro inclinado oraba, oraba y oraba incesantemente
por estas personas que le escarnecían.
Los
soldados también hicieron su fiesta a costillas de Jesús, echando suertes sobre
sus ropas se las repartieron, burlándose y ofreciéndole vinagre y retándole a
que se salvara a sí mismo, y demostrara
que en verdad era el rey que decía ser.
Pero el hombre admirado por sus enseñanzas y proezas milagrosas ahora se
encontraba inerte y vencido entregándose a la muerte.
La Escritura nos dice que había un título escrito con toda
la saña e injuria del mundo, con letras
griegas, latinas y hebreas: “Este es el
Rey de los Judíos” Porque según los Evangelios, Jesús fue condenado a muerte
por subversivo político (Mc. 15:2), por
rebelde (Luc.23:2) y por agitador
social (Luc.23:5) Aunque eso no significa que lo fuera. Pero sí las autoridades romanas escucharon
las denuncias de los líderes religiosos judíos
que lo acusaban de esto, ellos lo
consideraron como tal. El hecho de que
sobre su cabeza pusieran un cartel para justificar su condena “El Rey de los judíos” (Mc.
15:26), confirma que la causa de su sentencia fue política y no religiosa.
Jesús, pues, fue ejecutado por los romanos por sedicioso.
Antes de adentrarnos en el punto central del
tema que nos ocupa echando mano de los historiadores, analizaremos la
posibilidad de que estos malhechores como eran llamados en el versículo 39,
fueran discípulos de Jesús, toda vez que los evangelios no lo describen con
exactitud. Y en virtud de que es muy
remota la posibilidad de que no estén vinculados tres hombres que fueron
condenados a ser crucificadas el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar,
por la misma causa y por el mismo gobernador.
Por otra parte no había levantamientos
políticos todos los días en Judea como para suponer que eran perturbadores
sociales de otra rebelión diferente a la de Jesús.
Flavio Josefo nos aporta la posible solución.
En su libro “La guerra de los Judíos”, cuenta que a mediados del siglo I la
palabra lestés (que
las Biblias traducen por “bandido”) había adquirido un nuevo significa-do. Dice Josefo: “Una nueva especie de bandidos
surgió en Jerusalén: los sicarios” (2,254). O sea que, al momento de escribirse
los Evangelios, el término lestés no
se refería a cualquier bandido sino a los sicarios, es decir, a los judíos
sublevados contra Roma. Por lo tanto,
los “bandidos” crucificados con Jesús no eran ladrones, sino agitadores
sociales.
Esta primera conclusión nos lleva
a preguntarnos: ¿qué relación tenían con Jesús de Nazaret? Ahora
bien, si los hombres que estaban a su lado también fueron condenados por
agitadores sociales, es lógico preguntarse: ¿tenían alguna conexión con Jesús?
Los Evangelios no los vinculan para nada. Solo los presentan de repente: “Con
Él crucificaron a dos bandidos” (Mc
15:27). No dicen de dónde vinieron,
ni por qué estaban allí. Únicamente figuran como un añadido a los sucesos del
Gólgota.
Además, los Evangelios sostienen
que cuando los soldados arrestaron a Jesús en el Monte de los Olivos, éste se
defendió diciendo: “¿Han venido a prenderme con espadas y palos, como si fuera un bandido”
(lestés)? (Mc.
14:48; Mt. 26:55; Luc.22:52). Los evangelistas nos indican que Jesús fue
considerado un lestés,
es decir un sedicioso, el mismo título que ellos utilizan para designar a los
otros dos hombres crucificados, sin que quepa la posibilidad que Jesús fuera
considerado un bandido.
Esto nos permite sacar una
segunda posible conclusión: los dos condenados pudieron ser discípulos de
Jesús, apresados y juzgados por el mismo delito de sedición. Por eso terminaron
muriendo junto a Él.
Una confirmación indirecta puede
encontrarse en las palabras de uno de ellos, el llamado “buen ladrón”, cuando
al defender a Jesús de los insultos del otro crucificado, le dice: “¿Es
que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? (Luc.23:40). Aunque esta escena no parece ser
histórica, nos señala que, para el evangelista Lucas, los compañeros de
suplicio sufrían “la misma condena” que Jesús, es decir, habían sido condenados
por idéntico motivo. La palabra “condena” (en griego kríma) no alude sólo al castigo,
sino a todo el proceso judicial. O sea que los tres habían sido juzgados y
condenados por una causa similar.
Pero si los dos crucificados con Jesús eran
discípulos suyos, ¿por qué, según los Evangelios, cuando lo apresaron, sólo
detuvieron a Jesús y dejaron libres a los demás? Entonces ¿Cuándo detuvieron a esos discípulos?. Una lectura
más atenta de los textos revela que no fue así. Las autoridades también intentaron
atraparlos a ellos. Por ejemplo, en el
momento del arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní, sus discípulos “lo abandonaron y huyeron todos” (Mc 14:50).
El hecho de que escaparan rápidamente revela que también quisieron detenerlos.
Mientras que (Mc. 14:52) narra cómo
aprenden a un joven que lo seguía y que logra escapar desnudo. Por lo tanto, los discípulos también estaban en
la mira de las autoridades.
Lo mismo nos dice el Cuarto Evangelio. Cuando el Sumo Sacerdote interroga a Jesús para averiguar más sobre él, no sólo le preguntó sobre sus enseñanzas sino también trató de sacarle información sobre sus discípulos (Jn18:19). Esto muestra que las autoridades los consideraban políticamente peligrosos.
Así mismo, en las tres negaciones de Pedro (Mc 14: 66-71) leemos que hubo quienes reconocieron a éste como uno de sus partidarios, pero él lo negó enfáticamente, con maldiciones y juramentos, lleno de temor hasta el punto de romper la promesa de lealtad que le había hecho a su maestro (Mc 14:31).
Más allá de que el relato tenga o no base
histórica, el enorme miedo que manifiesta Pedro sólo se explica si los
discípulos temían a ser reconocidos y sufrir el mismo destino que su líder por
eso corrieron a esconderse. Debemos
concluir, pues, que los representantes de la ley no sólo tenían interés en
capturar a Jesús, como líder del supuesto movimiento rebelde, sino también a
sus seguidores.
El versículo 39.- Indica que uno
de los dos malhechores le injuriaba incesantemente incitándolo a que se salvara
y los salvara a ellos también de la situación que estaban viviendo, lo cual
deja entrever que sabía que Jesús tenía el poder para hacerlo por eso lo retaba
y lo incitaba, no concebía la razón por la cual teniendo la capacidad para
hacerlo no lo hacía.
Versículo 40.- Es entonces
cuando entra en escena el “ladrón arrepentido” reprendiendo al otro ladrón
diciéndole si no tenía temor de Dios estando en la misma condenación.
Versículo 41.- Mostrando su arrepentimiento el “ladrón arrepentido” reconoce
que en honor a la verdad y la justicia ellos se merecen el castigo que están
recibiendo por sus hechos; pero le hace ver a su compañero, que Jesús es inocente que Él nada hizo para
merecer el castigo que le están propinando.
Es decir cambio de actitud, cuando cesaba el tumulto ya
en silencio, pensativo, quizás recordó haber visto antes a Jesús, y de lejos
entre el gentío le haya oído hablar de su reino, entonces dejo de injuriarlo.
Que
fue lo que movió al ladrón para no dejarse llevar más por la influencia de la gente al escuchar los
reproches, injurias y burlas de todos cuanto pasaban sintiéndose
decepcionados de verlo ahora tan frágil, impotente y como su cuerpo debilitado iba entregando su
vida sin oponer la menor resistencia, de una manera tan inexplicable para la
gente que lo había escuchado y que esperaba que con su poder derrocara al imperio romano.
¿Dónde
estaba el Mesías?, el hijo de Dios lleno de poder que hacia portentosos
milagros y que contaba con la ayuda y aprobación de su padre para salvar a su
pueblo de la opresión, de la marginación y la miseria a la que estaban sometidos, ¿se
podía creer en un salvador bajo esas circunstancias?
Tal
vez si nos psicoanalizamos en lo profundo de nuestro pensamiento y sentimientos
podemos encontrar que nuestra fe esta cimentada en una hermosa historia bíblica
de un Dios todopoderoso creador y sustentador de toda la creación y de nosotros
mismos, para darnos cuenta de que esa fe
no puede estar ahí, ociosa, esperando que el Espíritu Santo nos obligue a
obedecer las tareas que nos encomendó Jesucristo antes de partir, sino que
tiene que hacerse efectiva, tomar vida, el amor a nuestro prójimo es el segundo
mandamiento más importante después de amar a Dios sobre todas las cosas y
¿estamos cumpliendo ambos?, o solo le decimos a Jesucristo que lo amamos con
todo nuestro corazón sin dar muestras de involucrarnos en su causa, en su
reino, ¿Cómo podemos decir que pertenecemos a una causa sin dar muestras de
ello?.
Quizás
nosotros en algún momento como el “ladrón arrepentido” también dentro de
nuestras circunstancias podemos haber dudado de las promesas de Jesús, nuestra
fe en nuestro redentor puede estar flaqueando al vernos rodeados de tanta
corrupción, impunidad, prostitución, drogadicción, violencia, desapariciones,
miseria e incertidumbre y el temor a que si hacemos algo en contra de los que tienen
el poder, nos haga estar en contra de Dios, porque Él es quien pone a los
gobernantes o ¿no hermanos?.
Pero
cuando en esos gobernantes tanto civiles, como religiosos no hay honestidad, verdad,
igualdad, justicia y equidad entonces debemos pensar como Jesús, Él nunca incito a la violencia, sino al amor
hacia los demás, nunca aprobó el gobierno abusivo que tenía esclavizado al
pueblo sumido en la miseria, sino que
defendió siempre a los marginados, a los que no eran considerados dignos de que
se les otorgaran los derechos básicos del ser humano: alimento, trabajo oneroso y salud. Entonces ¿qué debemos hacer? Solamente unirnos a su causa para que esto
cambie: no ser corruptos, decir la verdad, buscar la justicia, la igualdad y la
equidad para todos.
Hoy
en día nuestros más grandes pensadores, filósofos, científicos y periodistas no
tienen algún concepto y sentido de la historia. Pueden tener la capacidad de anotar y
sistematizar personajes y acontecimientos, es más hasta pueden atreverse a forjar héroes aunque
no lo hayan sido, o a cambiar los hechos verdaderos basados en supuestas
investigaciones que solo el Dios de la historia sabe si son fidedignas o no.
Por
ejemplo G. N. Clark, en su discurso inaugural en Cambridge, dijo “no hay
secreto ni plan en la historia que falte descubrir”. André Maurois, biógrafo
crítico y novelista francés, opina “El universo es indiferente. ¿Quién lo creó?
¿Por qué estamos en este insignificante montón de barro que gira en el espacio
infinito?. Yo no tengo la menor idea y estoy convencido de que nadie la tiene”
y así otros personajes que podrían ser menos sinceros se encuentran en las
mismas circunstancias.
Los
griegos antiguos consideraban la historia como un círculo o un ciclo que
siempre se repite por lo tanto no tiene un destino específico, ni una meta
identificable. Para ellos la
existencia era un misterio impenetrable. Mientras que la filosofía que abrazaron
los más modernos cronistas seculares es que no saben lo que es la existencia
opinan que para ellos y gran parte del mundo la historia es una simple sucesión
de crisis sin sentido, sin propósito y sin un destino inteligente, o de la
existencia de la raza humana ellos no saben de dónde venimos ni a dónde
vamos.
Todo
ser es un vasto enigma incomprensible. La filosofía de la historia que
sustentan es una filosofía de ignorancia, frustración y desesperación. (1ª Cor.3:18-20)
En
los tiempos modernos esta filosofía fue popularizada por el francés Jean Paul
Sartre, que enseño que cada hombre existe en un compartimiento impermeable,
como individuo aislado en un universo sin propósito. Puesto que no podemos saber quiénes
somos, de dónde venimos y a donde vamos; puesto que no entendemos el pasado y
no tenemos esperanza del futuro, todo lo que importa es el vibrante momento
presente. Solo lo que entendemos en el
presente inmediato es lo que tiene importancia y significado. Lo distante no tiene validez, por lo tanto,
sacrificar el presente en aras de un futuro es absurdo es una estupidez. De esta filosofía surgió la “generación
del ahora mismo” la generación que no puede esperar. El placer del momento es la única meta
racional de la existencia. “Que siga el baile, que el placer no tenga
restricciones” “Comamos y bebamos, que mañana moriremos” (1ª Cor.15:32).
Las
nuevas generaciones saturadas con esta filosofía existencialista de
libertinaje, vanidad y desesperanza naturalmente se levantan en violencia
revolucionaria, incendiaria, dedicándose al terrorismo, al secuestro, al
narcotráfico, a la trata de personas, a la pornografía infantil, al tráfico de
órganos, y todo esto bajo el auspicio de la más corrupta y sucia política y
marrullera de los gobiernos.
De
la noche a la mañana la sociedad se está viendo invadida por todos estos
acontecimientos que pervierten al hombre y lo alejan de Dios, este es el
resultado de la filosofía de la ignorancia en cuanto al pasado y de la falta de
esperanza para el futuro.
¿Y
la iglesia hermanos? ¿Y el cuerpo de
Cristo y sus enseñanzas? ¿Y el Espíritu
de Jesucristo que nos dio cuando creímos? ¿Está realmente en cada uno de
nosotros para luchar en este mundo por la causa de Jesucristo?, ¿somos sus
testigos, sus embajadores? ¿Estamos haciendo efectiva nuestra fe y salvación
obedeciendo sus mandatos de llevar las buenas nuevas a esas personas que se
encuentran extraviadas del camino? ¿En realidad nosotros si entendemos y vemos
a Jesús como el Dios resucitado? Que dio
su vida por nuestros pecados y venciendo
a la muerte ahora nos promete una vida eterna
¿O queremos irnos por el atajo? pensando que si Jesús perdono al ladrón
que crucificaron a su lado y que al igual que él si nos arrepentimos y le
mostramos al Señor en los últimos instantes de nuestra vida un arrepentimiento
sincero y nuestra fe ¿estaremos del otro lado?
Esto
es algo sumamente delicado que solo cada uno de nosotros nos podemos responder
con la ayuda del Espíritu Santo y la Palabra de Dios que es el único libro
infalible del origen, el presente y el futuro del hombre y del universo. (Rom.8: 27-30)
Versículo 42.- El ladrón una vez arrepentido y movido por el
Espíritu Santo para pedir misericordia a Jesús, le ruega que se acuerde de él
cuando venga en su reino. ¿Cómo sabia el ladrón que iba a volver? Ahora al ladrón no le importaba la situación
tan precaria y deplorable en que se encontraba Jesús, aun viéndolo así, creyó
en sus palabras, en el sentido de que volvería a establecer su reino, ya no le
importo lo que estaba pasando, sino lo que pasaría cuando Jesús regresara. ¿Cómo
comprender esto? ¿Qué interpretación se le podía a dar a lo que estaba
sucediendo inexplicablemente en la vida del ladrón arrepentido?
Debemos
reflexionar un poco en porque cambio de actitud el ladrón,. Y aunque Jesús
ahora moría, el ladrón todavía creía que Él tenía un reino más allá de la
tumba; no tenía la menor idea de que Él
volvería a la vida para reinar en gloria.
Es sorprendente como este hombre
que convivio tan poco tiempo con Jesús en cierto aspecto puso en vergüenza a
sus discípulos pues comprendió y le creyó mejor que sus amigos más íntimos que
estuvieron conviviendo con Él durante dos años y en el momento de su sepultura
ellos allá escondidos mientras las mujeres lo enterraban junto con José de Arímatea.
Por
otra parte, Jesús se había esforzado en enseñarles que su reino no era de este
mundo, sino un reino celestial todavía los discípulos fueron “tardos de
corazón” todo lo que vivieron junto a Jesús y aun resucitado no le creían, lo
cual se describe en el evangelio de juan capitulo veinte. Y hermanos ¿cuánto tiempo tenemos nosotros de conocer a Jesús y convivir con el
Espíritu de Dios y estamos dando muestras de haberle creído?
Versículo 43.- “Entonces
Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” Este
es el Hijo de Dios, es el hombre pendiente de una sangrienta cruz en medio de
las burlas y los insultos de los que pasaban en el último suspiro de su vida bajo
estas circunstancias salvando la vida de un malhechor, sin importarle su dolor y su vituperio, porque “ Él es antes de todas las cosas…” (Col. 1:17) . Él es el punto de partida
de la historia, porque “todas las cosas por Él fueron hechas, y sin
Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho” (Jn.1:3) y la historia que comenzó en Él ha sido y es formada y
controlada por Él, “quien regula el universo con su poderosa palabra” (Heb.1:3).
El
universo fue creado con el propósito de dar una habitación a la raza humana. La raza humana fue creada a la imagen de
Dios con un propósito: proporcionar
compañía eterna al Hijo.
Y
el Mesías vino con una intención única: dar nacimiento a la Iglesia y de este
modo obtener su esposa, luego entonces la Iglesia, el cuerpo redimido de la
humanidad aparece en la historia como el objetivo central, es decir la meta no
solo de la historia mundana sino de todo lo que Dios ha estado haciendo en
todas las esferas de la eternidad.
Todo
el universo esta ordenado con este propósito, porque todas las cosas pertenecen
a la Iglesia y son para su beneficio (1ª
Cor.3:21-23)
Pero
hermanos debe movernos lo glorioso que es el nombre de Jesús nuestro Salvador,
porque ciertamente nos ama tanto a los pecadores que aun en los últimos instantes antes de
morir logro convertir al ladrón que lo injuriaba y volvió a su Padre llevando en sus brazos el
alma de este ladrón, como primicias de su misión de redimir al mundo.
BIBLIOGRAFIA:
“La santa Biblia”
Casiodoro de Reina 1569. Revisión 1960. Sociedades Bíblicas Unidas.
“La Biblia de Estudio
Dios habla hoy” Tercera Edición 1994. Sociedades Bíblicas Unidas
“Compendio Manual de la
Biblia” Henry H. Halley. Editorial Moody
“Diccionario Expositivo
Vine” W. E. VINE. Editorial Grupo
Nelson. Edición 2007.
“Nuevo Diccionario de la Biblia”
A. LOCKWARD. Editorial UNILIT. Primera
Edición 1999.
“Concordancia
Completa de la Santa Biblia” William H.
Sloan. Editorial Libros CLIE. Edición
1987
PROFECIA
EN LA BIBLIA “Estudios Bíblicos” Lucas 23: 39-43
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