20 de mayo de 2018
1. Identidad del Reino
1.1
Sin duda, cuando Jesús está dando estas instrucciones y habla con tanta
facilidad ya de este concepto que ahora nos resulta tan familiar, es porque
estaba situado en el contexto socio-político de su época y nos lo demuestra
desde el inicio de su ministerio, ya que su enunciado introductorio después de
llamar al arrepentimiento siempre fue muy claro: “ El Reino de los cielos se ha
acercado”.
1.2 También tiene claro que al constituir un Reino, debe darle carácter y forma de lo cual les habló ya de los principios fundamentales de él; las bienaventuranzas como las conocemos, le dan esta estructura de Reino que Él quiere enseñar, donde estos nuevos seguidores, deben comenzar a entender un nuevo proyecto, desde luego, para el mundo de su época, nada fácil; un Reino donde el sentido de todo tal parecía totalmente inverso, donde la paradoja cobraba importancia.
1.3 Así que para que exista ese Reino, debe haber un Rey y también súbditos de ese Rey. Jesús nunca hace énfasis en sí mismo, sino que le da al Padre la honra cuando enseña la oración y dice “Venga tu Reino”. Es por ello que continúa enseñando cómo es entrar a ese Reino, cuáles son los requisitos para esos súbditos.
2. Realidad del Reino
2.1 Problemas cotidianos
El afán y la ansiedad, ¿cómo
eximirnos de ello? Por lo visto no es un problema actual nada más. Hoy que
vivimos la época del stress. La del énfasis en la relajación la de las
enfermedades mentales más sofisticadas incluso, debido a las presiones, al
afán; en este tiempo donde se hace culto al capitalismo, al afán por tener, por
acumular para de alguna manera llenar vacíos y no querer enfrentar las
verdaderas causales de estas enfermedades, llamémosles neurosis. En la sociedad
del primer siglo, no parecía que las circunstancias fueran tan distintas y es aquí
donde Jesús da una de las enseñanzas más bellas que tal vez hemos con
frecuencia pasado por alto.
¿No es la vida más que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no
siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por
mucho que se afane, añadir a su estatura medio metro? Y por el vestido, ¿por
qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni
hilan; Pero os digo, que ni aún Salomón con toda su gloria se vistió así como
uno de ellos.
2.2 v. 30 - Jesús hace una
observación incisiva, casi molesta; toca un tema aparentemente no desconocido
para ellos y tampoco para nosotros. La fe. “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué
comeremos o qué beberemos, o qué vestiremos?”. E insiste: “Porque los
gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre Celestial sabe que tenéis
necesidad de todas ellas”.
2.3 Búsqueda del Reino
Y aquí Jesús nos insiste en
búsquedas de manera inversa ya que nos está sugiriendo que esto no se hace
cuando realmente existe fe. Y en esto de las búsquedas, viene a mi mente
precisamente una parábola del Reino que muchas veces pasamos desapercibida y
se encuentra en Lc. 15:8-10. Este relato nos habla de una mujer que está
buscando una moneda, pero no es cualquiera, es una moneda de plata que
equivalía al salario de diez días, así que queriendo destacar su diligencia en
lo que le interesa, la exultó de tal forma que fue digna de compararse con Dios
al buscar la moneda perdida, igual como busca Dios al mismo pecador, y aún
más todavía, se prodiga en su relato rescatando esa parte primordial que tenemos
las mujeres más desarrollada en nuestro lado derecho cerebral, que es el de la
comunicación, diciendo que seguramente esa mujer reuniría al encontrar esa
buscada moneda a todas sus amigas y vecinas para que se gozaran juntamente con ella;
lejos de querer destacar lo que evidentemente no tenía sentido hacer, El se
pronuncia por destacar lo prolijo de la característica femenina.
3. Proclamación del Reino
3.1 Así que un Reino de esta
calidad merece proclamarse, merece atenderlo con toda la diligencia
posible. Ya que nos han dado los requisitos de él y además que viendo la
situación del mundo que estamos viviendo, yo creo que no hay mejor Kerigma,
mejor Buena Nueva, mejor Anuncio que ese Reino que indudablemente su Plan de
gobierno sí está impregnado de justicia y amor.
3.2 ¿Para qué entonces
debemos evangelizar?
3.2.1 Para mostrarnos
primeramente súbditos de ese Reino.
3.2.2 Para demostrarle a ese
Rey que le creemos.
3.2.3 Para compartir las
riquezas del Reino.
Lo mismo que Jesús vino a anunciar y
realizar, esto es, el Reino de Dios, es lo que debe constituirse en el objeto
unificador de toda la teología cristiana, así como de la moral y de la pastoral
cristianas: la mayor realización posible del reino de Dios en la historia es lo
que deben proseguir los verdaderos seguidores de Jesús.
Ignacio Ellacuría, “Aporte de la
teología de la liberación a las religiones abrahámicas en la superación del
individualismo y del positivismo”, en Revista Latinoamericana de Teología, 10,
1987, p. 9.
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