domingo, 10 de mayo de 2020

Isaías 66.15-24, Biblia del Peregrino / Apocalipsis 7.1-12

15 Porque el Señor llegará con fuego
y sus carros como torbellino,
para desahogar con furor su ira
y su indignación con llamas.
16 Porque el Señor va a juzgar
con su fuego y con su espada a todo mortal:
serán muchas las víctimas del Señor.
17 Los que se consagran y purifican
para entrar en los jardines
tras uno que ocupa el centro,
los que comen carne de cerdo y reptiles y ratas,
sus obras y sus planes perecerán juntos.
18 Pero yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua:
vendrán para ver mi gloria;
19 les daré una señal, y de entre ellos despacharé
supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia;
a las costas lejanas, que nunca oyeron mi fama
ni vieron mi gloria, y anunciarán mi gloria a las naciones.
20 Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor,
traerán a todos sus hermanos
a caballo y en carros y en literas,
en mulos y dromedarios,
hasta mi Monte Santo de Jerusalén,
como los israelitas traen la ofrenda en una vasija pura
al templo del Señor.
21 De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas —dice el Señor—.
22 Como el cielo nuevo
y la tierra nueva, que voy a hacer, durarán ante mí,
así durará su descendencia
y el nombre de ustedes.
23 Cada luna nueva y cada sábado
vendrá todo mortal a postrarse ante mí —dice el Señor—.
24 Y al salir verán los cadáveres
de los que se rebelaron contra mí:
su gusano no muere, su fuego no se apaga,
y serán el horror de todos los mortales.

*
1-3 Después de esto, vi cuatro ángeles que estaban de pie. Cada uno de ellos miraba a uno de los cuatro puntos cardinales. Estaban deteniendo al viento, para que no soplara sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre los árboles. Estos cuatro ángeles habían recibido poder para dañar a la tierra y el mar. Vi también a otro ángel, que venía del oriente, el cual tenía el sello del Dios que vive para siempre. Con ese mismo sello debía marcar a todos los que pertenecen a Dios, para protegerlos. Ese ángel les gritó con fuerte voz a los otros cuatro: «¡No dañen la tierra ni el mar, ni los árboles, hasta que hayamos marcado en la frente a los que sirven a nuestro Dios!»
4-8 Luego oí que se mencionaba a las doce tribus de Israel, es decir, a Judá, a Rubén, a Gad, a Aser, a Neftalí, a Manasés, a Simeón, a Leví, a Isacar, a Zabulón, a José y a Benjamín. De cada una de las doce tribus fueron marcados doce mil, es decir, un total de ciento cuarenta y cuatro mil.
Después de esto vi a mucha gente de todos los países, y de todas las razas, idiomas y pueblos. ¡Eran tantos que nadie los podía contar! Estaban de pie, delante del trono y del Cordero, vestidos con ropas blancas. En sus manos llevaban ramas de palma, 10 y gritaban con fuerte voz:

Nos ha salvado nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y también el Cordero.

11 Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Ellos se inclinaron delante del trono, hasta tocar el suelo con la frente, y adoraron a Dios 12 diciendo:

¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Así sea!
Admiremos su fama y sabiduría,
su poder y fortaleza.

Demos a nuestro Dios,
gracias y honor por siempre.
¡Así sea!

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