domingo, 3 de mayo de 2020

Letra núm. 668, 3 de mayo de 2010


UN ÚLTIMO IMPEDIMENTO PARA LA ALBORADA DE LA SALVACIÓN ESCATOLÓGICA
La Biblia de Nuestro Pueblo


T
ras el final armónico y pacífico de Is 65 sorprende el nuevo comienzo con la fórmula del mensajero en Is 66.1 (cf. 56.1; 65.8). También la dirección del mensaje ha variado: si Yahvé hablaba antes a los adversarios sobre los siervos, ahora habla a los siervos sobre los adversarios. Al parecer, está pendiente aún la aclaración de una importante cuestión que tiene que ver con la posición del templo como lugar del culto sacrificial. ¿Cómo pueden compatibilizarse los cruentos sacrificios de animales en la casa de Dios con el ordenamiento de paz entre todos los seres vivientes sobre el monte Sion? En los vv. 1-6 no se trata de un rechazo radical del templo ni de contraponer acción cultual y acción social. Lo que se observa críticamente no es la reconstrucción del santuario, que, después de su nueva consagración en el año 515 a.C., no estaba en absoluto terminada, sino la reivindicación que los constructores asociaban con ella.
Mientras que estos trabajaban en la reconstrucción del templo como lugar del reposo divino, Yahvé enfatiza que ha hecho el cielo y la tierra, es decir, que ha llamado a la vida la realidad toda (v. 2a). Lo que aquí se coloca en primer plano no es la declaración de propiedad por parte de Dios (como traduce la tradición ecuménica alemana: “ya me pertenece”), sino el incomparable poder creador de Yahvé. Esto no hace que el templo sea prescindible, pero coloca la actividad edilicia a su debida luz, pues todo depende de «cuál» es el culto que allí se celebra y de “cómo” tratan en él los hombres entre sí. La crítica reza: del modo como se construye actualmente en Sión y en la comunidad, el lugar del reposo divino sigue estando muy lejos. De ese modo los siervos reprochan a sus adversarios que inmolan animales y, al mismo tiempo, matan a seres humanos. Al elegir lo que agrada “a ellos” (v. 3), se ponen en contraposición a los eunucos, que eligen lo que agrada “a Dios” (65.4). El hecho de que extraños y castrados que hacen la voluntad de Dios sean excluidos de su culto mientras los constructores del templo y de Jerusalén se entregan a la injusticia social y cultual es un escándalo que los siervos denuncian. Ellos son los que tiemblan frente a la palabra de Yahvé (cf. Esd 9.4; 10.3), es decir, que solo reconocen como pauta su palabra.
La exigencia de los “hermanos que os odian, que os detestan”, diciendo que Dios se manifieste para que también ellos compartan el gozo de los siervos (66.5) recae sobre ellos mismos, pues Yahvé entra en escena de inmediato con su retribución. Las irregularidades que se oponen a su nueva creación serán eliminadas por él mismo, y partiendo del lugar donde se cometen con más virulencia: la ciudad y el templo
La retribución de Yahvé a los enemigos lleva al nacimiento (vv. 7-9) y al crecimiento de una nueva población de Sion (vv. 10-14). Los adversarios de los siervos se han tornado ahora explícitamente en enemigos de Dios (vv. 6b.14b). Con los motivos del nacimiento y del crecimiento se actualizan las palabras proféticas sobre el futuro de bendición y fecundidad de Sion de 49.21-26 y 54.1-3. Sión no es más la madre de los que regresan de Babilonia y de la diáspora, sino la comunidad del siervo (v. 14). Ella da a luz a su descendencia masculina de forma tan repentina (v. 7) que no le queda tiempo ni siquiera para sus dolores de parto. Yahvé asiste a la mujer Sion como matrona durante el nacimiento de la comunidad del siervo.
Esto puede compararse con el inesperado giro en el destino del siervo de Dios (cf. 52.15; 53.1). La descendencia a él prometida (53.10) son los hijos de Sión (66.8). Ellos no sufrirán más penuria sino que se saciarán del consuelo de sus pechos (v. 11; cf. 60.16) y serán llevados en brazos (v. 12; cf. 49.22; 60.4). Que la comunidad del siervo como descendencia masculina (v. 7) hace propia la promesa del rebrote de Jesé (Is 11.1ss.) se manifiesta no solo en la cita que aparece en 65.25 sino también en la combinación de “mamar” y “alegrarse/regocijarse”, que solo aparece en 11.8 y en 66.12.
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JAVIER PRADES, TEÓLOGO: LA PANDEMIA NOS HACE VER QUE LA VIDA CRISTIANA ES “COMUNITARIA” Y “GUIADA”

J
avier Prades, rector de la universidad eclesiástica San Dámaso y miembro de la Comisión Teológica Internacional, ofreció una perspectiva cristiana sobre la situación mundial por el coronavirus. La videoconferencia se tituló “Interrogantes en tiempo de pandemia a la luz de la fe,fue difundida online el pasado viernes y tuvo más de 450 participantes registrados de todo el mundo.
El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, saludó a los asistentes y comenzó el acto con una oración "al Dios de lo imposible", señalando que conocía al conferenciante, de quien había sido compañero en Roma, y agradeciendo y animando a todos los que en los momentos difíciles ayudan a buscar soluciones e iluminan el caminar cristiano.
Por su parte, el secretario general del Instituto Teológico San Ildefonso y vicerrector del seminario mayor de Toledo, Carlos Loriente, explicó el título de la charla: desde la fe hay que pedir luz al Señor para comprender lo que espera de nosotros y el bien que se puede sacar de cualquier situación. Introdujo al conferenciante como “una de las más grandes figuras de la teología en España hoy” y una de las voces más autorizadas para ayudar a reflexionar desde la profundidad de la labor teológica, leer los signos de los tiempos y recapitular el paso de Dios por nuestra historia reciente mirando adelante con los ojos de la fe.

La razón confiada
Javier Prades comenzó resaltando la importancia de aprovechar la oportunidad de acompañarnos y de ayudarnos para poder atravesar juntos este tiempo de prueba. Se trata, dijo, de contemplar "la historia que está sucediendo a la luz de la fe, aceptando todas las preguntas y búsquedas que nacen de los corazones, desde dentro de la relación viva y familiar que tenemos con el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo".
Estamos, en cierto modo, ante una "provocación", en el sentido de "ser llamados con una llamada que se nos pone delante". Así podemos "acoger todos los interrogantes y, si Dios quiere, avanzar en nuestro conocimiento amoroso de Dios Nuestro Señor y en el conocimiento de nosotros mismos y de la sociedad en la que vivimos".
Prades constató que la pandemia ha avivado "nuestros sentimientos de miedo, incertidumbre, compasión, gratuidad, solidaridad… Las cosas que más nos afectan nos urgen más a buscar soluciones. Cuando una circunstancia nos afecta queremos comprenderla más, no menos. Y nos moviliza más, no menos”.
Citó a Luigi Giussani (1922-2005), fundador de Comunión y Liberación, cuando afirmaba que "la razón humana es la apertura a la realidad según todos sus factores”. En estos días, dijo el conferenciante, "la razón humana en estos días es finita, limitada: ninguno de nosotros abarca todos los elementos. ¿Cómo usar la razón entonces?... Hace falta confianza, hace falta confiar, fiarse de, para que la razón no quede paralizada. Y así la razón encuentra reposo".
"Lo que más paraliza la razón es el mal", señaló Prades, pero "el mal no proviene de la fuente original de la luz que es Dios Nuestro Señor, y por eso contradice siempre el Bien, la Verdad, la Luz, la inteligencia. La luz viene no de nosotros, viene del Misterio (Isaías 7)". Ese “Misterio Pascual” que acabamos de celebrar es "la respuesta cristiana a los interrogantes". ¿Cómo? En la imitación de Jesucristo: “Jesús no hace un discurso. Al final, no responde más a las preguntas, carga con la cruz y obra, obedece. Por ahí viene la respuesta, por ahí vendrá la Luz”.

Una fe comunitaria y guiada
Javier Prades.Luego tomó en consideración la cuestión de la Eucaristía y de la "participación en la vida sacramental", de actualidad en estos días. Prades hizo dos consideraciones.
Por un lado, "todos nos hemos dado cuenta de que la fe cristiana, católica es esencialmente comunitaria y sacramental. Hemos comprendido que el individualismo social o el individualismo eclesial no son buena solución. Todos hemos anhelado la celebración eucarística eclesial, la anhelamos. El hecho de no poder ahora celebrar juntos la Eucaristía ayuda a valorar algo que Karl Barth, teólogo reformado, decía de manera un poco excesiva (como otras cosas que decía): “’Un cristianismo privado es ilegítimo’. En todo caso un individualismo no es la forma plena de la vida cristiana. Y ahora lo entendemos porque nos falta". […]


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