11 de julio de 2021
INTRODUCION: El capítulo 41 continúa el
pensamiento que comenzó en el capítulo 40. El
énfasis aquí no está puesto en Dios como Creador, sino más bien en Su trato con
la humanidad. La grandeza de Dios se revela tanto en la creación como en la
historia humana. El tema es que Dios protegerá y guiará a su pueblo con su
diestra en un mundo que está lleno de dificultades. Tenemos aquí palabras de
aliento.
En los versículos 7 al 20,
tenemos la proposición de Dios de que Israel confíe en Él.
El
encabezado del versículo 8 presenta un cambio de destinatario: “Pero,
Israel, siervo mío eres…”. En los primeros versículos del
capítulo en cuestión, los destinatarios (plural) eran “islas” y
los “confines
de la tierra” (vv. 1-5). En cambio, el v. 8 hace un
giro al singular: “Pero tú, Israel, siervo mío eres…”.
Israel es el destinatario de estas palabras.
La
época de este profeta del Señor podemos ubicarla cerca del persa Ciro, quien
con su campaña militar llegó hasta Babilonia y puso fin a este imperio que
había arrasado a Jerusalén en el año 587 a. C., aproximadamente.
El
tiempo del exilio de Israel en Babilonia fue la humillación más terrible que
tuvo en toda su historia. Lo más grande que tenía, lo que los sostenía en su
existencia, se esfumó debido a la invasión de los babilonios y a la deportación
del pueblo a la capital del imperio.
La “tierra que fluye leche y miel”, que era la expresión de la fidelidad de Dios a sus promesas, había quedado en el pasado; el templo, lugar del encuentro con Dios, así como todos los santuarios, había sido arrasado; la monarquía había terminado para siempre; Israel había quedado sin apoyo y sin esperanza.
LA DIESTRA DEL SEÑOR NOS SOSTIENE
I.
Dios
propone a Israel confiar en la diestra de su justicia, vv.8-10.
El
temor de caer es cosa saludable; en cambio, la temeridad no es señal de
sabiduría. Hay momentos en que por fuerza, sucumbimos, si no contamos con un
auxilio especial. Este auxilio lo
tenemos: la diestra de Dios es un sólido punto de apoyo. Dice el salmista “Dios
es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”;
Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob”
Salmos 46:1 y 7.
Ya
no es solamente su mano la que sostiene en su puesto a los cielos y la tierra;
es su diestra, en la que están reunidas la fuerza y la habilidad, la que nos
asegura este apoyo.
El riesgo y el peligro son dignos de
temerse, pero la seguridad es gozosa.
La
persona sostenida por Dios no puede ser derribada. Podrán ser débiles sus pies
(de barro), pero la diestra de Dios es su fuerza. Podrá ser duro nuestro
camino, pero la diestra del Señor es nuestro sostén.
El
Señor jamás retirará de los suyos su fuerza: “No temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia” v. 10.
“Porque
yo soy Jehová tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: no
temas, yo te ayudo” v. 13
Estos versículos han sido una columna de fortaleza y una fuente de
consuelo para los hijos e hijas de Dios de todas las edades.
Aquí tenemos una proposición misericordiosa de parte de Dios para que Israel confiara en Él. Dios quería que Israel depositara su confianza en Él. Dios quería capacitar a Israel para que caminara con Él y para que tuviera comunión con Él, y para que le conociera a profundidad. ¿No será lo que se está perdiendo la humanidad en el día de hoy?
Ante una emergencia como la que estaban
viviendo quienes se hallaban en el exilio, había quienes con un martillo
trabajaban un material para fabricarse un dios, un ídolo temporal, v. 7.
Pero entonces Dios dice aquí, en el v.
8:
“Pero tú,
Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham,
mi amigo."
A. Dios se había vuelto a Israel para consolarles
en su pena.
Les había dicho: “En lugar de martillar de
esa manera para hacer un ídolo, ¿por qué no se vuelven a mí?” El Señor conocía
perfectamente la condición de quienes se hallaban en el exilio, que inclusive,
aquí los llama Jacob, y Jacob fue muy deshonesto. Fue Dios quien convirtió a
Jacob en Israel. Y era Dios quien quería hacer lo mismo ahora con los hijos de
Jacob. El nombre de Jacob es aplicado aquí a Israel, siempre apuntando a pasado
engañoso y conspirador.
B. Y no solo eso, recordemos que Abraham fue
llamado “amigo de Dios”,
porque Dios quería atraer a Israel a una relación armoniosa con Él.
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta…” 1:18.
C. Y en la misma forma que el Señor restablece en
esa armonía la justicia original al redimir a su pueblo, le correspondía también
al pueblo establecer el derecho en la tierra, es decir, construir una sociedad
con un ordenamiento recto (derecho), que mostrara que un pueblo que vive así es
siervo del Dios justo y recto (cfr. Is. 42:3-4.6).
Precisamente a esto
se refiere el v.8, cuando el Señor llama a Israel “siervo mío”.
D. La justicia de la
relación adecuada con Dios no se puede separar de la justicia en las relaciones
entre los hombres. Quien ama a Dios, ama también a su hermano como consecuencia
(l Jn. 4:21).
E. En los
versículos 8 al 10 el Señor proclama que Israel, a causa de Su convenio con
Abraham, es escogido para servir al Señor.
II.
Dios propone a Israel confiar en él como
redentor, V. 14
El goel es el pariente más cercano que tomaba las necesidades
de su pueblo como si fueran propias.
A. Era precisamente la situación de opresión, lo
que hizo que Isaías encontrara el término goel
(v. 14: redención o rescate) para referirse a la nueva acción que Dios estaba
realizando con Israel.
B. La raíz goel, de un
total de 24 veces en todo Isaías, aparece 17 en Isaías (caps. 40 al 55).
C. ¿Quién es el
"Redentor" (goel)?
D. El redentor es el
Dios que había escogido a Israel, con el cual estableció una alianza
E. Es el Señor. Es el
"Santo de Israel" (41:14). Es decir:
F. Dios era lo máximo,
lo más grande para el pueblo de Israel.
1.
Pero ¿por qué procede así el "Redentor"? Procede
así porque:
·
Israel es su obra y él la ama entrañablemente como
una madre.
·
El nuevo esposo, es el Señor del cosmos y de la
historia.
·
Entre Israel y el Señor hay una mutua relación de
pertenencia.
·
El Señor ha elegido al pueblo y ha establecido con
él una alianza.
·
Israel es siervo del Señor.
·
Por esto, para el Señor, Israel era precioso y lo
amaba (43:4).
·
¿Qué hace?
2.
La acción del redentor tenía tres aspectos: primero, era
alentadora, daba esperanza y fortalecerá a Israel, segundo, lleva a cabo
la obra del rescate mediante la liberación de los exiliados; tercero, ya de regreso en el país,
restauraría la capital, símbolo de todo Israel.
Como consolador,
fortalecería a Israel, lo auxiliaría (41: 14), le daría esperanza y acabaría
con sus enemigos (cfr. 41:8-16).
G. Por amor a este
pueblo y por su fidelidad a la alianza (54:7.8a), el Señor llevó a cabo su
acción en favor de Israel. Ahora, en la situación del exilio, será lo mismo,
por la misma razón. El pueblo no tenía por qué temer ni angustiarse, Dios
estaba con él y el futuro dependía del Señor (cfr. 41:10-12).
H. El Señor tenía
poder para realizar el futuro: había triunfado sobre los dioses de sus enemigos
y era el único (44:6-8); por eso Él podía redimir. Los que oprimieron a Israel
quedarían así vencido (cfr. 41: 1-5).
I. El Señor buscaba calmar la sed de su pueblo,
resecado por el exilio en Babilonia (43:21). Buscaba crear algo nuevo (43: 19).
J. Al anunciar la redención, por medio del
profeta, el Señor buscaba dar esperanza, desterrar el temor (41: 10; 43: 1.5;
44:8; 51: 12), mantener la fe del pueblo, consolar, dando respuesta a sus
incertidumbres (49: 14-21).
CONCLUSIÓN: Nadie que esté sostenido por el Señor podrá
ser derribado.
Aunque el camino nuestro sea duro y difícil, la diestra del Señor es
nuestro sostén. En estas palabras del profeta hallamos una proposición
misericordiosa de parte de Dios para confiar en él.
Dios propone a Israel (Iglesia) confiar
en la diestra de su justicia.
Dios propone a Israel confiar en él como redentor.
Arango L. José R. “Isaías II o la buena nueva de la redención de
Israel”.
1992.
Von Rad. G. Teología del Antiguo Testamento. Vol.
II. Salamanca:
Sígueme, 1984.
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