domingo, 13 de junio de 2010

Letra 174, 13 de junio de 2010

"MI PADRE Y PADRE DE USTEDES, MI DIOS Y DIOS DE USTEDES!: LA IMAGEN DE DIOS PADRE EN LOS EVANGELIOS (II)
Francisco Reyes Archila
Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 56


La primera parte de este desafío se puede plantear como un proceso de des-construcción o de protesta. La teología y la hermenéutica bíblica feminista se han encargado de hacer gran parte de este trabajo, cuestionando el papel que ha tenido la imagen de Dios padre en la consolidación de un paradigma androcéntrico, dominante en nuestra cultura occidental, y fundamento de todas las clases de opresión.
Pero tal vez lo más importante es que nos desafían a nosotros los varones a asumir en serio la tarea de deconstruir en diálogo con ella, estas imágenes dominantemente patriarcales de Dios que también nos oprimen y nos "deshumanizan". Pero también nos lanza el desafío de reconstruir nuevas significaciones alrededor de estas imágenes, que nos liberen, ayudándonos a recuperar aquellas dimensiones igualmente humanas que un discurso hegemónico nos ha negado. Que es la parte de la propuesta.
La teología y la hermenéutica bíblica feminista se ha encargado de recuperar y recrear las imágenes femeninas de Dios (la diosa como doncella, madre y sabia) , como parte de este proceso. La teología feminista ha sacado a luz "esa imaginación religiosa del pasado que dio a la "Gestalt [figura] femenina" de "Dios" el nombre de Sofía, y el "Dios" Sofía de Jesús, a través de los testamentos bíblicos de los autores sapienciales y evangelistas" . Pero también nos toca a los varones, específicamente a quienes tenemos la experiencia de ser padres, la responsabilidad y, al mismo tiempo, el desafío de recrear en una perspectiva más humana las imágenes masculinas y paternas de Dios.
En otras palabras, lo que podemos decir del Dios-Sofía (Schüssler Fiorenza) o del principio femenino (L. Boff) lo podemos afirmar también del Dios padre de Jesús. Necesitamos tomar en serio estos aportes de la teología feminista, para recrear (reconstruir) lo más original y auténtico de la experiencia de Dios padre, sabiendo que no podemos reducir lo "paterno" de Dios a lo que se considera culturalmente como masculino.
Nuestra tarea no es por tanto negar a Dios como padre. Al contrario, se trata de seguir afirmando a Dios como padre, pero desde una perspectiva diferente, intentando recuperar el sentido que originalmente tenía esta nominación de Dios en la Biblia. Pues, en el fondo se trata de recrear una imagen más humana y justa de lo "masculino" y lo "paterno". No podemos renunciar a seguir nombrando a Dios como padre, o acercarnos a la experiencia de Dios con una imaginación "masculina", no para justificar ni fundamentar las estructuras injustas y excluyentes de la iglesia y la sociedad basadas en las diferencias sexuales, o en el poder de los varones. Al contrario, queremos seguir nombrando a Dios como padre, como base para comenzar a construir una igualdad fundamental entre los seres humanos, sin importar las diferencias sexuales, étnicas, etarias o cualquier otra. De ninguna manera como un criterio para justificar la inferioridad o la exclusión de una parte de la humanidad.
Queremos dejar claro que ahora no se trata de ninguna manera de absolutizar la imagen - metáfora de padre para hablar de Dios, que excluya otras posibilidades de nombrar a Dios. Si la absolutizaríamos estaríamos convirtiendo esta imagen precisamente en un ídolo , que no acepta otras imágenes. Al contrario, queremos tratar esta imagen como un icono más. El icono reconoce que la imagen (comprendida como el significante) es sólo una imagen "limitada" de lo significado (en este caso Dios), que no lo puede abarcar totalmente. El ídolo fija de una vez para toda la significación o el sentido al identificar de manera absoluta la significación, con el significante y de este con lo significado (o lo imaginado). Al apegarse al significante o la imagen, se cierra a los nuevos sentidos. El icono no se apega a la imagen, al contrario, la abre a nuevas significaciones, la deja abierta, reconoce el misterio de lo que quiere significar, siempre deja la posibilidad y la libertad de encontrar nuevos sentidos. El ídolo es más el resultado de una representación intelectual que se torna absoluta, que aprisiona a Dios, ya sea en un concepto, un lugar, una doctrina, una ley. El icono reconoce la libertad y la trascendencia de Dios.
Comprender la imagen de Dios Padre como un icono, es lo que permite dialogar con otras imágenes de Dios. Este diálogo es precisamente la condición necesaria para recuperar lo auténticamente "masculino" con el cual imaginamos a Dios. Conscientes, de que sólo podemos nombrarlo a partir de las imágenes propias de nuestra experiencia humana, cargadas con el sentido que estas imágenes tienen en nuestra cultura, y en la experiencia personal.
Imágenes que siempre se van a quedar "cortas" para hablar de una realidad, un misterio insondable, que escapa a nuestras propias capacidades de comprenderlo. Y, como dice Elisabeth Schüssler Fiorenza , "aunque la teología judía (y cristiana) hable con un lenguaje y unas imágenes masculinas, insiste no obstante, en que ese lenguaje y esas imágenes no son representación adecuadas de lo Divino, y en que el lenguaje y la experiencia humanas no son capaces de percibir o expresar la realidad de Dios". El padre es, entre otras, una metáfora, una manera como hemos imaginado a Dios a partir de nuestra propia experiencia humana, por tanto una forma para nombrar una realidad que en sí misma nos trasciende, de la cual sólo tenemos experiencias mediatas e indirectas.
El tema de Dios padre no es nuevo en la exégesis y en la teología cristiana, al contrario, ha estado presente a lo largo del pensamiento teológico. Hay esfuerzos como el J. Jeremías por recuperar el sentido de la expresión padre, específicamente de la palabra aramea ’abba, para mostrarnos un rostro de Dios más cercano y familiar de Dios. La hermenéutica y la teología feminista ha profundizando este camino, por una parte, explicitando y puntualizando la cuestión de género que subyace a la interpretación de la expresión padre como metáfora para referirse a Dios, y por otra, resaltando las metáforas bíblicas femeninas y maternas que nos sirven también para nombrar a Dios. ¿Será que en este contexto podemos dar un paso diferente y propio, desde nuestra experiencia como varones adultos padres de familia?
Se trata entonces de justificar la pertinencia de una reflexión sobre la metáfora de Dios padre, así como la de mostrar su importancia y su necesidad, en el contexto actual de las discusiones de género y teología.
La preocupación no es tanto la expresión (el concepto o la noción) padre puesta en boca de Jesús, que en parte se explica por el contexto y el lenguaje patriarcal de la época, sino por la carga de significación que esta expresión (significante o imagen) tiene para poder expresar una experiencia tan profunda (lo significado o lo imaginado). Nos interesan más los contenidos o los rasgos que definen a Dios como padre. Pero no se trata ahora se "maternalizar" la expresión padre, como algo que no puede corresponder a la experiencia de ser padre. Al contrario, se trata de rescatar esos rasgos como igual y esencialmente paternos, como aquellos que debemos tener todos los papás. Aunque en nuestra realidad esos rasgos no correspondan en nada o en poco a la experiencia que tenemos del padre, con excepciones realmente significativas.


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LECTURAS BÍBLICAS 2010 (17)
JUAN 7.29-40, NVI


41 Otros afirmaban: "¡Es el Cristo!". Pero otros objetaban: "¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea? 42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?". 43 Por causa de Jesús la gente estaba dividida. 44 Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima.
45 Los guardias del *templo volvieron a los jefes de los sacerdotes y a los *fariseos, quienes los interrogaron: ―¿Se puede saber por qué no lo han traído? 46 —¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! —declararon los guardias.
47 —¿Así que también ustedes se han dejado engañar? —replicaron los fariseos—.48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos? 49 ¡No! Pero esta gente, que no sabe nada de la ley, está bajo maldición.
50 Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló: 51 —¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?
52 —¿No eres tú también de Galilea? —protestaron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta. Cursiva
53 Entonces todos se fueron a casa.

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EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN

CRIST. — Señor mío: de muy buen grado sufriría yo cuanto usted acaba de decirme a cambio de verme libre de esta carga, más pesada y más terrible para mí que todo eso.
SAB. — ¿Y cómo vino sobre ti esa carga?
CRIST. — Leyendo este libro que tengo en mis manos.
SAB. — Ya me lo figuraba yo así. Uno de tantos imbéciles, que por meterse en cosas para ustedes demasiado elevadas, vienen a dar en tales dificultades, que les trastornan el seso, y los arrastran a aventuras desesperadas para lograr una cosa que ni aun saben lo que es.
CRIST. — Pues yo por mi parte sé muy bien lo que quiero, es echar de mí tan pesada carga.
SAB. — Lo comprendo, sí; pero, ¿por qué has de buscarlo por un camino tan peligroso, cuando yo puedo enseñarte otro sin ninguna de tales dificultades? Ten un poquito de paciencia y óyeme: mi remedio está a la mano, y en él, en lugar de peligros, hallarás seguridad, amigos y satisfacciones.
CRIST. — Háblame, pues, pronto, señor, que se lo pido con mucha necesidad.
SAB. — Mira: en ese pueblo próximo que se llama Moralidad, vive un caballero de mucho juicio y grande reputación, llamado Legalidad, muy hábil para ayudar a personas como tú, habilidad que tiene acreditada con muchos; sobre esto tiene también suerte para curar a personas tocadas en su cerebro. Ve a él, te aseguro un pronto y fácil alivio. Su casa dista escasamente un cuarto de legua, y si el no estuviese, tiene un hijo, joven muy aventajado, cuyo nombre es Urbanidad, y que podrá servirte tan bien como su mismo padre. No dudes en ir allá.

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