EL PRÓXIMO DOMINGO SEGUIREMOS REFLEXIONANDO SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA EVANGELIZACIÓN
CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 14 de febrero, 19 hrs.
Un profeta amonesta a Jeroboam (I Reyes 13.1-20)
Modera: D.I. Odilón Arellano
Y, NO OBSTANTE…
Carlos A. Dreher
C |
on toda certeza, la revuelta de Siquem, caracterizada ahora no ya sólo como una reivindicación reformista sino como un retorno al sistema tribal, como “regreso a las tiendas”, no pretendía recrear la monarquía. En analogía con la revuelta de Seba, se puede percibir que no se pretendía, en Siquem, substituir la monarquía davídida por alguna otra, autóctona. Se pretendía realmente una sociedad sin Estado.
Sin embargo, así como otrora la amenaza filistea había exigido la formación de un ejército permanente para la defensa y, con ella, la elección de un rey, así también ahora, frente al riesgo de que Roboam intentara recuperar sus dominios por medio de la fuerza, con base en su fuerte aparato militar heredado de Salomón, Israel se veía forzado a transitar el mismo camino. El enemigo davídida estaba en las puertas. Era preciso hacerle frente. La amenaza no sería solo temporaria. Los davídidas no desistirían tan fácilmente. Sería imposible, para Israel, defenderse sólo con las unidades de defensa tribal. El trabajo en el campo quedaría comprometido. Era, por tanto, necesario elegir un rey, capaz de organizar una fuerza permanente y de garantizar las fronteras. Y así, porque ya no quería el Estado, se vio obligado a recrearlo. […]
Sea como fuere, por la necesidad de organizar la defensa y también de crear santuarios capaces de competir con el templo de Jerusalén, edificado por Salomón, Jeroboam fue hecho rey sobre Israel. Tal vez que hasta se había podido imaginar que, vencido el enemigo y organizado el culto, volvería él a ser un campesino convencional, como cualquier otro. Así había funcionado el sistema en el tiempo de los jueces. Con todo, por las noticias de 1 Re 15,6.16, la guerra de frontera fue más larga de lo que se podía imaginar. Tres reyes de cada lado estuvieron en el poder, mientras duró aquella disputa: Roboam, Abiyyam y Asá, del lado de Judá, Jeroboam, Nadab y Basá, del de Israel. La paz solo fue establecida en tiempo de los omridas, con el casamiento de Atalía, hija de Omrí o de Ajab, con Jorán, hijo de Josafat. Con esto ya habían pasado casi 80 años.
A esta altura, la nueva zarza ya había crecido, y ya no podía ser arrancada tan fácilmente. […]
Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, 32
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
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