Mía es la plata y mío es el oro,
declara el Señor de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor
que la primera, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar daré paz,
declara el Señor de los ejércitos.
Hageo 2.8-9, Nueva
Biblia Latinoamericana de Hoy
No teníamos idea del camino
que habríamos de transitar y, menos aún, los lugares a los cuales Dios nos
conduciría durante este tiempo, 17 años de trayecto en los que Dios nos ha
manifestado de manera especial su bondad y misericordia, y nos ha colmado de ricas
y abundantes bendiciones. Muy bien podríamos, igual que el profeta Samuel
levantar un monumento en nuestro corazón y decir: “Hasta aquí nos ayudó Jehová”
(I Samuel 7.12), y tener la plena confianza en que el Señor nos ha conducido en
esta aventura de fe y que, por lo tanto, Él siempre estará con nosotros. “No a
nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre sea la gloria” (Salmo
115.1).
Nuestros inicios como
congregación se remontan a 1990, cuando un pequeño grupo de hermanos, siervos
de Dios que nos antecedieron en este trayecto, encontraron su motivación en el
pasaje que dice: “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los
antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la
palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”
(Hebreos 11.1-3). En ese año surgió la inquietud de iniciar un proyecto de
crecimiento de la iglesia Príncipe de Paz y fue así como se propuso un plan
para establecer cuatro congregaciones en diferentes puntos de la ciudad,
acordando el consistorio de la iglesia apoyar lo que parecía más viable. Un
pequeño grupo de hermanos se reunía semanalmente, cada vez en una casa de
diferente familia con el único propósito de poner en las manos de Dios la
posibilidad de iniciar una misión en el norte de la ciudad. Entre ellos
estaban: Jonathan y Gloria Forcada, Daniel Soto y su esposa, Vicky Apasa,
Rafael Pineda y familia, las hermanas Sara y Pina Romero, Hiram y Ruth
Palomino. Así, el grupo fue creciendo con la presencia de Javier y Pili Díaz,
Rubén Núñez y su esposa Laurita, Samuel Hernández y Mati, y otros hermanos más.
El 13 de diciembre de 1992
en el culto de aniversario de la iglesia Príncipe de Paz se realizó un solemne
culto de envío en el que un grupo de aproximadamente 60 hermanos tomó la
decisión de formar parte de la congregación, siendo constituidos por el Consistorio
con el propósito de abrir un nuevo lugar de predicación y ministerio cristiano,
denominándose Congregación “Príncipe de paz norte”. A fin de iniciar los
trabajos, se rentó un salón para banquetes en “El alfil negro”, ubicado en Av.
de los100 Metros esquina Montevideo, donde se realizó el primer culto el
domingo 7 de enero de 1993, con cerca de 30 hermanos, mismos con los que se
nombró el 31 de enero de 1993 la primera mesa directiva con Hiram Palomino
López, presidente; Rubén D. Núñez Castro, vicepresidente, Rafael Pineda,
secretario; y Jonathan Forcada Medrano, tesorero. Por decisión propia, el
hermano Rafael Pineda regresó a la iglesia Príncipe de Paz, y en su lugar se
nombró al hermano Pablo Gil (padre) y como vocales a los hermanos Ricardo Ruiz,
Samuel Hernández, y como representante consistorial fue nombrado el doctor
Ezequiel Salcedo Segura.
En reunión congregacional
fueron nombrados candidatos a ancianos los hermanos: Rubén Núñez, Jonathan
Forcada, Pablo Gil (padre), Samuel Hernández e Hiram Palomino L., y para el
diaconado los hermanos Ricardo Ruiz, Pablo Gil (hijo), Israel Núñez, Javier
Díaz, Daniel Soto, Rafael Pineda y Raúl Palacios. Posteriormente, los hermanos
Soto, Pineda y Palacios desistieron de su permanencia en la congregación, reincorporándose
a la iglesia Príncipe de Paz, iniciándose el primer lunes de febrero de ese año
el proceso de preparación de los candidatos electos. A escasos seis meses de
iniciado el trabajo y por necesidades de la iglesia Príncipe de Paz, el pastor
Jerry Cross dejó de colaborar, pero a pesar de las circunstancias, cada miembro
servía con fidelidad haciéndose cargo ya fuera de la predicación, la visitación
y la enseñanza. Durante este tiempo se trabajó arduamente en consolidar la
membresía y en el mes de septiembre de ese año se celebró por primera vez el
sacramento del bautismo de cinco niños y cuatro jóvenes que se recibieron como
miembros.
En octubre de 1993, se
tomaron tres acuerdos muy importantes: 1) presentar al consistorio un proyecto
para la adquisición del terreno e iniciar la construcción del nuevo templo; 2)
establecer como meta el mes de marzo de 1994 para la organización como iglesia;
y 3) comenzar la búsqueda de un pastor. En cuanto esto último, la comisión
nombrada por el consistorio de la iglesia realizó gestiones entre diciembre de
1993 y enero de 1994. En marzo de 1994, esta comisión informó que se había
entrevistado con el presbítero Salatiel Palomino, quien estaría disponible para
colaborar con nosotros a partir de mayo. El representante consistorial A.I.
Ezequiel Salcedo, al ver que los trámites por parte del consistorio se
prolongaban propuso que el presbítero Palomino trabajara como pastor invitado.
Y así fue que el Señor nos envió a este siervo suyo para ejercer el ministerio
pastoral. El 24 de julio del mismo año, el Consistorio de Príncipe de Paz, a
través de la comisión de relaciones iglesia-congregación, llamó a la directiva
para dar a conocer que por acuerdo y por un reglamento interno el pastor
Palomino no podía ser admitido para hacerle el llamamiento. Al informar a la
congregación, todos los miembros tomaron la decisión de inconformarse con el
Consistorio y pedirle que reconsiderara su actitud, ya que a lo largo del
tiempo que teníamos como congregación, siempre habíamos recibido trabas,
negaciones y acuerdos incumplidos.
Con profundo dolor en
nuestro corazón, consideramos que para mantener la relación eclesiástica dentro
del espíritu de unidad, amor, sumisión y orden que deben caracterizarnos como
cristianos, y debido a que nuestras peticiones no eran atendidas nos veíamos
forzados a desligarnos definitivamente de la jurisdicción eclesiástica que nos
había vinculado a ese consistorio. Les afirmamos ante Dios nuestro afecto
fraternal, nuestro amor cristiano y nuestra comunión y finalmente, oramos por
la prosperidad de la obra del Señor encargada a esa iglesia. El presbiterio
designó al presbítero David Casillas para realizar las gestiones pertinentes y
después de convocar a la congregación a reunión congregacional, el presbítero
Casillas examinó a los candidatos a ancianos de iglesia y diáconos, y emitió su
dictamen recomendando aceptar que la congregación pasara a ser iglesia, lo que
sucedió el 23 de abril de 1995. Para tal fin se seleccionó el nombre propuesto
para la iglesia por la hermana Miriam Gil: Ammi-Shadday, combinación de
términos hebreos que puede traducirse como “Pueblo del Dios Todopoderoso”.
Un elemento esencial en la
visión del pastor Palomino fue el carácter teológico del ministerio de la
mujer, sin duda, un parte-aguas en la iglesia presbiteriana, pues se despertó
el interés por la necesidad de cambios históricos. Junto con él y su esposa, la
presbítera Laura Taylor, se reafirmó la convicción de que sólo el estudio de la
Biblia es el instrumento para entender esta enseñanza, pues luego de un largo
periodo de análisis y reflexión, tuvimos la bendición de compartir el momento
histórico que le tocó vivir a las mujeres que fueron electas por la iglesia, y
que han ejercido el ministerio de Ancianas de Iglesia: Martita Aguilar Arellano,
Carmelita Castro, y las diaconisas Laurita Cabrera B., Leticia Forcada, Amalia
Villar y Sandra Salgado A.
Otro legado no sólo
espiritual que nos dejó la presbítera Taylor es el estandarte de la iglesia,
que representar simbólicamente el sentido de nuestra vida comunitaria expresado
en el nombre Ammi-Shadday. Además, el Consistorio escogió el lema
propuesto por el hermano Adrián Martínez Leal, fundamentado en el hermoso texto
que recoge la razón de las luchas y trabajos del escritor del Apocalipsis, quien,
desterrado en la isla de Patmos, explica que todo esto lo sufre “por la Palabra
de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Ap 1:9, revisión de 1909). Este lema,
junto con el estandarte, forma parte de nuestra documentación oficial.
Luego de una serie de
búsquedas, nos convocamos para resolver la cuestión acerca del lugar al que
Dios nos llevaría, pues Él ahora ponía ante nosotros un gran reto de fe, al
demandar que edificáramos casa para su santuario. Hubo incertidumbre e incluso
desánimo, sin embargo, ahí estuvo siempre el consejo pastoral del pastor
Palomino, pero sobre todo, la convicción de que por la fe lo podríamos lograr.
El pasaje bíblico que fue el detonador para emprender este gran paso de fe y
que nos consolidó como iglesia, fue I Crónicas 28:9-10: “Y tú Salomón hijo mío,
reconoce al Dios de tu padre y sírvele con corazón perfecto y con ánimo
voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo
intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallaras; más si lo dejares
él te desechará para siempre. Mira, pues, ahora que Jehová te ha elegido para
que edifiques casa para el santuario; esfuérzate y hazla”. Después de muchos
intentos por adquirir alguna propiedad para este gran propósito, el Señor puso
a nuestro alcance los medios para comprar este predio, que en un principio era
sólo la mitad de lo que ahora tenemos.
La vida de la iglesia ha
girado en torno a la presencia de Cristo expresada eficazmente mediante la
predicación de la Palabra y la administración de los sacramentos. En 1993, y
como pastor fundador tuvimos la presencia de Jerry Cross y su esposa Peggy; de
1994 a 1999, el doctor Palomino López y Laura Taylor, quienes compartieron la
predicación, la enseñanza bíblica y la administración de los sacramentos; entre
1999 y 2006, Rubén Arjona Mejía. Desde 2007 a la fecha ha estado a cargo el
presbítero Leopoldo Cervantes-Ortiz, primero como pastor fraternal, y a partir
del 6 de marzo de 2011 como titular para un periodo de cinco años. El Señor ha
bendecido grandemente a esta iglesia, pues además de los pastores mencionados
ha traído a participar a diferentes siervos suyos. En 1994-1995, Francisco
Ruiz; 1994-1996: Alberto Arenas M.; 1995-1999: Hugo Gallardo Duarte; 1999-2001
Eliseo Vílchez Blancas y su esposa Deniz Ramírez Vargas; 2001: Saúl Rodríguez;
así como el estudiante L. Iván Jiménez Jiménez.
Durante estos 17 años de
vida de la iglesia también tuvimos bendición de que los presbíteros Mariano
Ávila Arteaga, Armando Pacheco Avilés, Aurelio Sánchez y Caleb Díaz López hayan
sido nuestros pastores oficiantes. Al mismo tiempo, se ha desarrollado una
labor permanente de testimonio y evangelización en diversas actividades, entre
ellas las reuniones de estudio bíblico en hogares, reuniones evangelísticas en
parques públicos y desayunos, pero sobresalen dos organizaciones que han sido
como agua fresca en el crecimiento de la iglesia: por un lado, en 2004, la
Sociedad de Esfuerzo Cristiano “Leví” (cuyo significado es “el que ama a los
suyos”), que ha aglutinado una gran fuerza y ha hecho sentir confianza en el
futuro, y en 2007 el coro Laudate
Dominum.
De la
misma manera que cuando iniciamos y no teníamos idea del camino que habríamos
de transitar, hoy, al celebrar estos 17 años, y especialmente este ultimo año,
estamos descubriendo que para cumplir los propósitos de Dios ha sido necesario
cuestionar la sabiduría común y sustituirla por la enseñanza bíblica del
sacerdocio universal de los creyentes. Como cristianos reconocemos que nuestro
Dios guía y gobierna los destinos de los pueblos en cumplimiento de sus
promesas, permitiendo que nuevas hermanas hermanos asuman el compromiso de
participar en los procesos no sólo históricos de la iglesia, así como el
crecimiento espiritual y cuidado de cada persona que llegue al templo. Es así como
los ministerios del ancianato y diaconado se renovaron y fortalecieron al ser
elegidos otras hermanas y hermanos. Estamos convencidos de que en la búsqueda
del desarrollo en el servicio, cada persona que asume los distintos ministerios
debe esforzarse por ser más que amantes de las novedades, asegurarnos de la
dirección del Espíritu Santo. Por eso, la decisión de defender la postura sobre
los ministerios femeninos llevó a tomar la determinación de salir del seno de
la Iglesia Nacional, pues luego de varias consultas y en reunión
congregacional, la iglesia tomó esta decisión con la certeza de que Dios guía
el destino de la comunidad hacia horizontes de renovación y cambio, junto con
otras comunidades que tienen esperanzas comunes. El futuro nos depara lo que
Dios ha preparado y hemos de asumirlo con humildad y valor, siempre dispuestos
a obedecer sus mandatos.
Dios está
trabajando en el mundo y nos llama a unirnos a él, afrontando los desafíos en el terreno de la
predicación, la evangelización y la misión, especialmente en el campo de Tlapa,
Guerrero, adonde el Señor puso al pastor Martimiano Morales y lo acercó a la
iglesia para colaborar allí. Le damos gracias a Dios porque después de varias
visitas de los responsables del Ministerio de Misiones, el D.I. Israel Núñez y
posteriormente el A.I. Ricardo Ruiz e Israel Núñez, un grupo de 13 hermanos
pudieron hacer presencia allá, entendiendo que la vida misionera es compartida
y que aunque es una gran responsabilidad también es un honor como cristianos
ser usados por Dios.
El ministerio de la
iglesia, como ha escrito el pastor Salatiel Palomino, consiste en establecer el
sentido y dirección del cambio histórico de la comunidad, buscando identidad,
liberación, transformación y proyecto de vida. Si tenemos una clara comprensión
de ese ministerio iluminados por el Espíritu Santo, podremos conocer el plan
divino para nuestra salvación por la fe en Cristo, y el plan de Dios respecto
del futuro de la iglesia y del mundo.
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