Meditemos sobre el himno cristológico de Filipenses 2:6-11. Resaltemos
los énfasis que el himno hace respecto a la actitud de Jesús:
No se consideró el ser
igual a Dios […] Por el contrario, se
rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose
semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo
obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! (NVI)
Está descripción del actuar de Jesús está en sintonía o
concordancia con lo que dicen los evangelios, y revela la comprensión cristológica
de la iglesia allá a los comienzos, hace dos mil años. El carácter y actuar de
Jesús no se compara con la de los “gobernantes de las naciones”, quienes “se
creen con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos […] y hacen sentir su
autoridad sobre ellos” (Mr 10:42 DHH). Jesús, por el contrario, no se consideró
el ser igual a Dios, se rebajó a esclavo, y se humilló hasta la muerte, ¡y
muerte de cruz!
1
Pablo, al escribir a la iglesia en Filipos, busca responder a
las tensiones y conflictos que vive internamente esta iglesia. Los indicios son
claros, especialmente en las exhortaciones a no dar lugar a los celos ni a la
competencia ni al ritualismo de los judaizantes ni a discusiones respecto al
ordenamiento jerárquico (1:15s.; 2:14s; 3:2s.; 4:2s.). Pablo les insta a imitar
a Jesús, que la actitud de los y las creyentes debe ser como la del maestro y
Señor: “La actitud de ustedes debe ser como la Cristo Jesús” (2:5).
2
Por otro lado, Pablo busca oponer una nueva forma de pensar y
actuar a la que ofrece e impone la cultura dominante. Ante la ética del
imperio, donde los honores y prestigio califica a los césares y ciudadanos.
Pablo, siguiendo a Jesús, nos invita a ser y estar con los presos y esclavos.
El lugar desde donde escribe le permite a Pablo entender el sentido de la
actitud de Jesús: “se humilló a sí
mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”.
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