No a nosotros, Señor, no a nosotros,/ que sea a tu nombre al que des gloria,/ por tu amor y tu bondad.
Salmo 115.1, La Palabra. Latinoamérica
Los inicios
como congregación se remontan a 1990, cuando un pequeño grupo de hermanos encontró
su motivación en el pasaje que dice: “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen
testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el
universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que
no se veía” (Hebreos 11.1-3). Ese año surgió la inquietud de iniciar un
proyecto de crecimiento de la iglesia Príncipe de Paz y fue así como se propuso
un plan para establecer cuatro congregaciones en diferentes puntos de la ciudad.
Un pequeño grupo se reunía semanalmente, entre ellos estaban: Jonathan y Gloria
Forcada, Daniel Soto y su esposa, Vicky Apasa, Rafael Pineda y familia, las
hermanas Sara y Pina Romero, Hiram y Ruth Palomino. Así, el grupo fue creciendo
con la presencia de Javier y Pili Díaz, Rubén Núñez y su esposa Laurita, Samuel
Hernández y Mati, y otros hermanos más.
El 13 de diciembre de 1992 se realizó un solemne
culto de envío en el que un grupo de aproximadamente 60 hermanos tomó la
decisión de formar parte de la congregación, siendo constituidos con el
propósito de abrir un nuevo lugar de predicación y ministerio cristiano,
denominándose Congregación “Príncipe de
Paz Norte”. A fin de iniciar los trabajos, se rentó un salón para
banquetes en “El alfil negro”, ubicado en Av. de los 100 Metros esquina Montevideo,
donde se realizó el primer culto el 7 de enero de 1993, con cerca de 30 hermanos,
mismos con los que se nombró el 31 de enero de 1993 la primera mesa directiva
con Hiram Palomino López, presidente; Rubén D. Núñez Castro, vicepresidente, Rafael
Pineda, secretario; y Jonathan Forcada Medrano, tesorero, y como vocales Ricardo
Ruiz, Samuel Hernández. Como representante consistorial fue nombrado Ezequiel Salcedo
Segura.
En reunión congregacional fueron nombrados
candidatos a ancianos: Rubén Núñez, Jonathan Forcada, Pablo Gil (padre), Samuel
Hernández e Hiram Palomino L., y para el diaconado Ricardo Ruiz, Pablo Gil
(hijo), Israel Núñez, Javier Díaz, Daniel Soto, Rafael Pineda y Raúl Palacios,
iniciándose el primer lunes de febrero de ese año el proceso de preparación de
los candidatos electos. A escasos seis meses de iniciado el trabajo y por
necesidades de la iglesia Príncipe de Paz, el pastor Jerry Cross dejó de colaborar.
Durante este tiempo se trabajó arduamente en consolidar la membresía y en el
mes de septiembre se bautizaron cinco niños y cuatro jóvenes que se recibieron
como miembros.
En octubre de 1993 se tomaron tres acuerdos muy
importantes: 1) presentar al consistorio un proyecto para la adquisición del
terreno e iniciar la construcción del nuevo templo; 2) establecer como meta marzo
de 1994 para la organización como iglesia; y 3) comenzar la búsqueda de un
pastor. En cuanto a esto último, la comisión nombrada por el Consistorio realizó
gestiones entre diciembre de 1993 y enero de 1994. En marzo, esta comisión
informó que se había entrevistado con el presbítero Salatiel Palomino, quien podría
colaborar a partir de mayo. El representante consistorial propuso que el presbítero
Palomino trabajara como pastor invitado. Y así fue que el Señor envió a este siervo
suyo para ejercer el ministerio pastoral. El 24 de julio del mismo año, el Consistorio
de Príncipe de Paz, a través de la comisión de relaciones iglesia-congregación,
llamó a la directiva para dar a conocer que por acuerdo y por un reglamento
interno el pastor Palomino no podía ser admitido para hacerle el llamamiento.
Con profundo dolor en nuestro corazón, consideramos
que para mantener la relación eclesiástica dentro del espíritu de unidad, amor,
sumisión y orden que deben caracterizarnos como cristianos, y debido a que nuestras
peticiones no eran atendidas nos veíamos forzados a desligarnos definitivamente
de la jurisdicción eclesiástica que nos había vinculado a ese consistorio. El presbiterio
designó al presbítero David Casillas para realizar las gestiones pertinentes y examinó
a los candidatos a oficiales, y emitió su dictamen recomendando aceptar que la
congregación pasara a ser iglesia, lo que sucedió el 23 de abril de 1995. Para
tal fin se seleccionó el nombre propuesto por la hermana Miriam Gil: Ammi-Shadday,
combinación de términos hebreos que puede traducirse como “Pueblo del Dios Todopoderoso”.
Un elemento esencial en la visión del pastor Palomino
fue el ministerio de la mujer, sin duda, un parte-aguas en la iglesia
presbiteriana, pues se despertó el interés por la necesidad de cambios
históricos. Junto con su esposa, la presbítera Laura Taylor, se reafirmó la
convicción de que sólo el estudio de la Biblia es el instrumento para entender esta
enseñanza, pues luego de un largo periodo de análisis y reflexión, tuvimos la
bendición de compartir el momento histórico que le tocó vivir a las mujeres que
fueron electas por la iglesia, y que han ejercido el ministerio de Ancianas de
Iglesia: Martita Aguilar Arellano, Carmelita Castro, y las diaconisas Laurita Cabrera
B., Leticia Forcada, Amalia Villar y Sandra Salgado A. Otro legado no sólo
espiritual que nos dejó la presbítera Taylor es el estandarte de la iglesia, que
representar simbólicamente el sentido de nuestra vida comunitaria expresado en
el nombre Ammi-Shadday. Además,
el Consistorio escogió el lema propuesto por el hermano Adrián Martínez Leal,
fundamentado en el hermoso texto que recoge la razón de las luchas y trabajos
del escritor del Apocalipsis, quien, desterrado en la isla de Patmos, explica
que todo esto lo sufre “por la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Ap 1:9, revisión
de 1909).
Luego de una serie de búsquedas, nos convocamos
para resolver la cuestión acerca del lugar al que Dios nos llevaría, pues Él ahora
ponía ante nosotros un gran reto de fe, al demandar que edificáramos casa para
su santuario. Hubo incertidumbre e incluso desánimo, sin embargo, ahí estuvo
siempre el consejo pastoral del pastor Palomino, pero sobre todo, la convicción
de que por la fe lo podríamos lograr. El pasaje bíblico que fue el detonador
para emprender este gran paso de fe y que nos consolidó como iglesia, fue I Crónicas
28:9-10: “Y tú Salomón hijo mío, reconoce al Dios de tu padre y sírvele con
corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones
de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo
hallaras; más si lo dejares él te desechará para siempre. Mira, pues, ahora que
Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate y
hazla”. Después de muchos intentos por adquirir alguna propiedad para este gran
propósito, el Señor puso los medios para conseguir este predio.
La vida de la iglesia ha girado en torno a la
presencia de Cristo expresada eficazmente mediante la predicación de la Palabra
y la administración de los sacramentos. En 1993, y como pastor fundador tuvimos
la presencia de Jerry Cross y su esposa Peggy; de 1994 a 1999, el doctor Palomino
López y Laura Taylor; entre 1999 y 2006, Rubén Arjona Mejía. Desde 2007 a la
fecha ha estado a cargo el presbítero Leopoldo Cervantes-Ortiz, primero como
pastor fraternal, y a partir de marzo de 2011 como titular. En 1994-1995, Francisco
Ruiz (Q.E.P.D.); 1994-1996: Alberto Arenas M.; 1995-1999: Hugo Gallardo Duarte;
1999-2001 Eliseo Vílchez Blancas y su esposa Deniz Ramírez Vargas; 2001: Saúl Rodríguez;
así como el estudiante L. Iván Jiménez Jiménez.
Al mismo tiempo, se ha desarrollado una labor
permanente de testimonio y evangelización en diversas actividades, entre ellas,
las reuniones de estudio bíblico en hogares, reuniones evangelísticas en
parques públicos y desayunos, pero sobresalen dos organizaciones que han sido
como agua fresca en el crecimiento de la iglesia: por un lado, en 2004, la Sociedad
de Esfuerzo Cristiano “Leví”, que ha aglutinado una gran fuerza y ha hecho
sentir confianza en el futuro, y a partir de 2007 el coro Laudate Dominum.
De la misma manera que cuando iniciamos y no
teníamos idea del camino que habríamos de transitar, hoy, al celebrar estos 18 años, y especialmente
este ultimo año, estamos descubriendo que para cumplir los propósitos de Dios
ha sido necesario cuestionar la sabiduría común y sustituirla por la enseñanza
bíblica del sacerdocio universal de los creyentes. Como cristianos reconocemos
que nuestro Dios guía y gobierna los destinos de los pueblos en cumplimiento de
sus promesas, permitiendo que nuevas hermanas hermanos asuman el compromiso de participar en los
procesos no sólo históricos de la iglesia, así como el crecimiento espiritual y
cuidado de cada persona. Es así como los ministerios del ancianato y diaconado se renovaron y
fortalecieron al ser elegidos otras hermanas y hermanos. Estamos
convencidos de que en la búsqueda del desarrollo en el servicio, cada persona
que asume los distintos ministerios debe esforzarse por ser más que amantes de
las novedades, asegurarnos de la dirección del Espíritu Santo. Por eso, la
decisión de defender la postura sobre los ministerios femeninos llevó a tomar
la determinación de salir del seno de la Iglesia Nacional, pues luego de varias consultas y
en reunión congregacional, la iglesia tomó esta decisión con la certeza
de que Dios guía el destino de la comunidad hacia horizontes de renovación y
cambio, junto con otras comunidades que tienen esperanzas comunes. El futuro
nos depara lo que Dios ha preparado y hemos de asumirlo con humildad y valor,
siempre dispuestos a obedecer sus mandatos.
Dios está trabajando en el mundo y nos llama a unirnos
a él, afrontando los
desafíos en el terreno de la predicación, la evangelización y la misión,
especialmente en el campo de Tlapa y Huamuxtitlán, Guerrero, adonde el Señor
puso al pastor Martimiano Morales y lo acercó a la iglesia para colaborar allí.
Le damos
gracias a Dios porque después de varias visitas de los responsables del
Ministerio de Misiones, el D.I. Israel Núñez y posteriormente el A.I. Ricardo
Ruiz, un grupo de hermanos pudieron hacer presencia allá, entendiendo que la
vida misionera es compartida y que aunque es una gran responsabilidad también
es un honor como cristianos ser usados por Dios.
El ministerio de la iglesia, como ha escrito el
pastor Salatiel Palomino, consiste en establecer el sentido y dirección del
cambio histórico de la comunidad, buscando identidad, liberación,
transformación y proyecto de vida. Si tenemos una clara comprensión de ese
ministerio iluminados por el Espíritu Santo, podremos conocer el plan divino
para nuestra salvación por la fe en Cristo, y respecto del futuro de la iglesia
y del mundo, en medio de tiempos siempre difíciles y, por ello, desafiantes. A
nuestro Dios sea toda la gloria, honor y eminencia.
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