EL DIOS
VIVO: SU VITALIDAD
Karl Barth, Instantes
Mi alma tiene sed del Dios vivo. (Salmo 42.2)
Un Dios vivo es un Dios que es realmente Dios.
No la quinta rueda del coche, sino la rueda que hace funcionar todas las demás.
No un objeto sagrado puesto aparte, sino el que con fuerza se pone en medio de
todo cuanto es. No un poder oscuro ubicado en las nubes y ante el cual el ser
humano sólo podría ser esclavo o tratar de escapar, como lo hace un malicioso
escolar de un maestro pedante, sino el claro poder de la libertad que está
sobre todo y en todo y desea ser venerado principalmente en el ser humano.
No un pensamiento ni un parecer, ¡sino la
fuerza de vida que vence a las fuerzas de muerte de manera tan real como la
fuerza de la electricidad o de la dinamita! No un adorno del mundo, ¡sino una
palanca que engrana en el mundo! No un sentimiento con el que se puede jugar,
sino un hecho que se puede poner en práctica, con el que en toda situación
puede uno erguirse sobre los dos pies, del que uno se nutre como de pan, al que
uno se retira como a una fortaleza desde la cual hace incursiones, como los
sitiados que se atreven a lanzar un alegre ataque contra los sitiadores en
todas direcciones. Esto significa un Dios vivo. ¿Te asombras de que algo así
sea posible? Sí, ahí habrá muchas más cosas de las que asombrarse. Ahora, al
Dios vivo sólo lo barruntamos. No cabe afirmar que lo conozcamos, que lo
“tengamos”. ¡Todo se convierte en torpes suspiros y balbuceos cuando intentamos
decir algo de él!
CANONIZACIONES 2014: UN ABORDAJE NO CATÓLICO (I)
Apenas transcurrido el tráfago de la Semana Santa, el mundo afronta
ahora la canonización de, nada menos, dos papas, lo que no es cosa menor. Uno,
Juan XXIII, símbolo del aggiornamento en serio que quiso realizar el
catolicismo en la segunda mitad del siglo pasado. El otro, Karol Wojtyla,
representación viva del retorno de la tradición para retomar el control de esa
iglesia.
Un abordaje no católico, entre tantos
posibles, no exento de perplejidad ante lo que parece un exceso político y
estratégico, comprensible al fin, pero que no deja de ser eso, necesariamente
observa lo que se percibe como un impulso fuertemente mediático para tratar de
apuntalar la institución romana en medio del creciente declive o, al menos, de
la profunda falta de credibilidad que la aqueja. Luego de leer lo planteado por
Bernardo Barranco y Roberto Blancarte acerca de las motivaciones profundas del
suceso en cuestión, queda más explícito su trasfondo. Ambos coinciden en los
aspectos políticos de esta decisión que no por controversial dejará de
discutirse en todos los tonos. Barranco (conductor del nuevo programa
televisivo “Sacro y profano”) pone el acento en la manera en que el papa
Bergoglio ha violado las normas y esboza las razones que tuvo para ello:
Tanto en la canonización de Juan Pablo II como en la de Juan XXIII, se
infringieron las normas. En el caso del papa Wojtyla, Benedicto XVI decidió no
esperar los cinco años de su muerte para iniciar el proceso canónico. Y en el
de Roncalli, Francisco decidió no presentar el segundo milagro para
santificarlo. En ambos casos no sólo se brincaron las pautas, sino que hubo
prisa. Pone de manifiesto la falta de rigor de la Congregación para las Causas
de los Santos, de la que tanto presume su prefecto, el cardenal Angelo Amato.
Es evidente para todos que Francisco optó por una inédita doble
canonización de pontífices como una medida política de contrapesos. Dejar que
los reflectores iluminaran sólo a Karol Wojtyla tenía riesgos, pues reactivaría
los alicaídos ímpetus conservadores de la curia. Juan Pablo II es el héroe de
la fe y una especie de Napoleón eclesiástico para los sectores conservadores
nostálgicos de una Iglesia fuerte y triunfal. Juan XXIII, por el contrario,
representa otro modelo eclesial que emana del concilio, más abierto y plural
frente a los desafíos de la sociedad moderna.
Para el sociólogo citado, este juego
político de contrapesos tiene una vertiente positiva relacionada con el perfil
que Bergoglio ha querido imprimir a su pontificado, pues luego de los gestos
iniciales para las plateas de fieles, lo que venga ahora debe mostrar solidez y
consistencia, más allá de lo que los diversos medios privilegian como atractivo
para las masas católicas. Así, es bastante evidente que se impusieron los
criterios políticos por encima de los “espirituales”. Blancarte (profesor-investigador
de El Colegio de México), a su vez, señala que la simultaneidad de estas
canonizaciones obedece a las dos cuestiones, las políticas y las religiosas. Y
agrega, en relación con el “clamor popular” por la canonización de Wojtyla:
“…hay también un cálculo político, producto de la necesidad de balancear las
diversas corrientes dentro del Vaticano y de relativizar el impacto de la
canonización del Papa polaco, que fue reclamada desde el momento de su muerte
por las masas (y algunos medios de comunicación que rápidamente hicieron eco),
que pedían que lo nombraran ‘santo, súbito’, es decir un santo rápido, un
‘santo fast track’, como muchos de los que él hizo a lo largo de su cuarto de siglo como
pontífice”.
Las diferencias entre ambos
pontífices fueron más que notorias, incluso si se valoran dentro de la propia
dinámica vaticana:
Wojtyla era un producto de la Polonia de entreguerras, amenazada por la
Alemania nazi y la Unión Soviética, así como de la guerra fría. Juan XXIII es
un producto del novecento italiano, de la diplomacia vaticana que gracias a Mussolini
alcanzó un nuevo estatus internacional. Hizo su carrera, después de haber sido
sargento médico y capellán militar en la Primera Guerra Mundial, como delegado
y nuncio apostólico en lugares donde el catolicismo no era mayoritario, como en
la Bulgaria o la Grecia ortodoxa o en la islámica (aunque laica) Turquía.
Finalmente, antes de ser nombrado patriarca de Venecia, fue nombrado nuncio en
Francia. Una vida entendiendo, como buen diplomático, al cristiano distinto y
al mundo secular. Juan Pablo II llegó al pontificado desde la arquidiócesis de
Cracovia para librar una batalla contra el mundo soviético, contra el mundo
secular y contra todos aquellos que, desde una perspectiva liberal,
reivindicaban libertades sexuales.
Debe decirse también que la muy borrosa imagen de Roncalli se difuminó
también por el arrasador carisma de Wojtyla, quien sumó a ello una feroz
intolerancia contra todo lo que oliera a la muy perniciosa teología de la
liberación, que atacó sin piedad y, al mismo tiempo, copió formas del
evangelismo masivo (en Tabasco, sureste de México, no dudó en hacer
“llamamientos” al estilo
evangélico para invitar a católicos a “volver al redil”) e incluso invitó a
alguien como Billy Graham (quien lo alabó como “el más grande líder moral y
espiritual de los últimos 100 años”) a predicar en su país natal. Barranco
añade a este expediente la represión contra “aquellos teólogos que buscaban
nuevas síntesis en términos de ética cristiana y sexualidad en Europa y Estados
Unidos” así como la “cerrazón ante el derecho de las mujeres no sólo dentro de
la Iglesia, sino su papel cosificado como madre/mártir de la familia
tradicional”. En México, ya alcanzó ribetes clásicos el trabajo periodístico de
Valentina Alazraki, quien continúa en su labor de promover la figura de Juan
Pablo II. Hasta circula en librerías más un volumen cuyo título lo dice
todo: Un hombre con aspecto
de ángel. La wojtylolatría es todo un fenómeno atizado por las cuatro
visitas del pontífice polaco y por el reciente paseo de algunas reliquias
suyas.
Escribir desde esa perspectiva y en
un país tan apreciado y bombardeado por las cúpulas vaticanas (aunque hay que
reconocer, en esta ocasión, que ambas canonizaciones no han recibido la
difusión esperada) puede resultar sospechoso, pero siempre será obligado, más
aún en estos tiempos en los que la indetenible y galopante pluralidad religiosa
es ya un hecho irreversible. Justamente en las vísperas de las canonizaciones
se discute en los medios el avance estadístico de otros grupos religiosos, lo
que puede y debe ser interpretado con criterios nada triunfalistas para nadie. (LCO)
TIME INCLUYE A
UNA CIENTÍFICA EVANGÉLICA ENTRE LOS 100 MÁS INFLUYENTES DEL MUNDO
Protestante Digital, 28 de abril de 2014
Desde hace once años la revista Time,
una de las más importantes del mundo, realiza una lista con las personalidades
más influyentes del planeta, donde en la lista del 2014 se puede encontrar
el nombre de Katharine Hayhoe, una científica de fe cristiana evangélica de la
Universidad Tecnológica de Texas.
En 2014, la lista que
encabeza la artista Beyoncé Knowles incluye entre los “pioneros” —una
de las categorías en las que se agrupan los elegidos— a esta científica
canadiense de 40 años de edad, cuyo trabajo divulgador intenta crear conciencia
del peligro del cambio climático y la necesidad de actuar para frenar sus
consecuencias en el planeta.
Hayhoe es,
junto a su marido, el pastor evangélico Andrew Farley, autora del libro A
Climate for Change: Global Warming Facts for Faith-Based Decisions, donde
que expone cómo la fe cristiana puede —y debe— reaccionar ante el cambio
climático.
Su perfil
de especialista y a la vez divulgadora le ha hecho partícipe en diversas
conferencias, entrevistas en prensa o programas de radio y televisión donde ha
expuesto su punto de vista. Se considera a sí misma “una portavoz con un
objetivo principal, crear conciencia pública sobre una verdad simple: el debate
científico ha terminado, y ahora es el momento de tomar medidas”.
“Evangelista del medio ambiente”
La revista Time la ha descrito como
“una evangelista del medio ambiente”. El actor Don Cheadle escribe sobre ella
que “hay algo fascinante en las personas inteligentes que desafían el
estereotipo. Eso es lo que hace a mi amiga Katharine Hayhoe —climatóloga de
Texas Tech y evangélica cristiana— tan interesante”.
La doctora
Katharine Hayhoe tiene claro que el cambio climático está teniendo
consecuencias graves en el planeta. “Se trata de ayudar a las personas,
porque están siendo afectadas por el cambio climático. Y los más afectados son
los pobres y desfavorecidos del mundo: las mismas personas que la Biblia nos
dice que debemos cuidar y por quienes debemos preocuparnos”, afirma Katharine.
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