sábado, 6 de septiembre de 2014

Actividades

OREMOS POR LA CAPACITACIÓN DE LOS NUEVOS OFICIALES ELECTOS

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 9 de septiembre, 19 hrs.
Modera: Hna. Ruth Gleason

Llamamiento: Amós 9.5-15
Oración de ofrecimiento
Himnos: “El mundo es de mi Dios” (67)
             “¡Cuán grande es Él!” (74)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Oseas 14
TemaLa esperanza de los profetas (II): justicia y paz
Himno: “Dios cuidará de ti” (366)
Ofertorio
Bendición pastoral

LA ESPERANZA DE LOS PROFETAS (II)
Louis Monloubou

Observemos en primer lugar el sentido tan material de esas palabras de paz y de justicia. Si indican una plenitud, un equilibrio, es en primer lugar el equilibrio político-militar, sin el cual ni los clanes, ni las tribus, ni las familias, ni los individuos pueden subsistir. El término de justicia señala el equilibrio político que permite la felicidad (Dt 33, 21), o bien las intervenciones militares gracias a las cuales es posible asentar la justicia y la paz (jue 5, 11). Pero la plenitud y el equilibrio que se busca son también los de la agricultura, ya que sin ellos son imposibles la plenitud humana y el equilibrio vital. Por no citar más que un texto, el Sal 85 añade los temas de justicia y de paz a los de los frutos de la tierra y finalmente de la felicidad (vv. 11-14).

Este salmo añade además el tema de la “salvación” (v. 10); en la medida en que los hombres se sienten desvalidos, incapaces de producir por sus propias fuerzas el objeto de su deseo (una situación política favorable, una cosecha abundante), aguardan una intervención de Dios que restablezca el equilibrio comprometido, la plenitud impedida (Jue 6.24), la relación destruida; eso será la “salvación”.

En los tiempos lejanos de la opresión filistea que conocieron Sansón, Samuel, Saúl, etc., cuando más tarde amenazó el peligro arameo que nos atestigua Eliseo, la esperanza recayó ante todo en la liberación militar. La anécdota de Débora (Jue 4.6-10) demuestra que, desde los primeros tiempos de la historia, esa liberación se esperó de Dios, que habría de suscitar los hombres necesarios y les daría la victoria.

Esta esperanza recae igualmente sobre la prosperidad agrícola que se espera de la liberalidad divina. Esto resulta evidente hasta los tiempos de Oseas de manera especial. La rivalidad que opone a Yavé y a Baal lleva a los profetas a decir con mayor claridad lo que aguardan y de quién lo aguardan. […]
Los profetas del Antiguo Testamento, p. 50.
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