COMUNIÓN
Karl Barth, Comunidad
cristiana, comunidad civil (1946),
Instantes.
Santander, Sal Terrae, 2005, p. 89.
Entrad en
la construcción de la casa espiritual.
I Pedro 2.5
C
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onstruir significa unir. Los seres
humanos tienen necesidad de unirse, pues como tales seres humanos tienden en
principio a dispersarse. Para alcanzar objetivos concretos, los seres humanos
suelen preferir también estar unidos a los demás, pero, precisamente por eso,
no unidos del todo. En la comunidad están reunidos para lograr el más alto de
los objetivos; su unión debe ser, por tanto, completa y necesariamente
duradera: no la unión con un colectivo en cuya existencia el individuo resulta
irrelevante, sino unión en libertad.
Así, unir no significa en este
caso crear una estructura sin junturas, sino precisamente crear una estructura
en cuyas junturas se ajusten mutuamente las esquinas y aristas de los distintos
elementos de la construcción, de manera que éstos puedan sujetarse y sostenerse
mutuamente.
Allí donde dos o tres están
reunidos en el nombre de Jesús, se conocerán y reconocerán mutuamente como los
reunidos por él. El amor construye la comunidad. El amor consiste en que ellos,
juntados por Dios, por Jesús, se juntan también entre sí para ser la comunidad apropiada
para su servicio en el mundo. Lo mismo que un ser humano “para sí”, sin sus
semejantes, no sería un ser humano, tampoco un cristiano “para sí” sería
cristiano separado de la comunión de los santos. La libertad regia de su fe es
la libertad de estar en dicha comunión junto con los hermanos y hermanas, en la
posesión a ella asignada y en el servicio a ella ordenado.
¿QUÉ ES UN MODELO DE IGLESIA? (II)
3. Importancia de los modelos de
iglesia
Cada modelo
de la Iglesia tiene sus debilidades, ninguno puede ser tomado como medida de
todos los demás. En lugar de buscar la imagen absoluta, mejor que todas las
demás, sería mucho mejor que reconociéramos que las imágenes que nos dan la
Escritura y la doctrina son mutuamente complementarias. Pueden
intercompenetrarse y enriquecerse entre sí. Ninguna, pues, debe interpretarse
con un sentido exclusivo de modo que una niegue lo que los otros modelos
aprobados han enseñado. El Nuevo Testamento, por ejemplo, combina la imagen del
Templo y del Cuerpo de Cristo en formas lógicamente incoherentes, pero por
caminos teológicamente complementarios. En I Pedro 2.5 se nos dice que los
cristianos son un Templo construido en piedras vivas, mientras que en Pablo (Efesios
4.16) se nos dice que el Cuerpo de Cristo está aún en construcción.
4. Cinco modelos básicos
·
Institución. Ayuda a sus propios miembros a luchar por su
salvación, dándoles orientación, consejo, comodidad y todo tipo de asistencia
pastoral y sacramental.
Para
el modelo institucional es crucialmente importante que los signos de la
pertenencia sean visibles, lo que quiere decir jurídicamente aplicables. […]
Los beneficiarios de la Iglesia en el modelo
institucional son sus propios miembros. La Iglesia es la escuela que les
instruye proporcionándolos las verdades que necesitan para alcanzar la
salvación eterna. […] En cada generación, la Iglesia tiene que enfrentarse con
el problema de cómo mantener la institución robusta y la estabilidad
institucional sin caer en los peligros de un exagerado institucionalismo.
·
Comunión
mística. “Cuerpo de
Cristo”: Un signo o representación de la salvación que se espera.
Derivada
del concepto de “comunión de los santos”. La Iglesia, en el sentido bíblico, “no
es una institución, sino una fraternidad, una pura comunión de personas” (Emil
Brunner, El malentendido de la iglesia). […]
Para muchos fines, la analogía del Cuerpo de
Cristo y el Pueblo de Dios son cosas equivalentes. Ambos son más democráticos,
de partida, que los modelos jerárquicos. Acentúan la relación inmediata de
todos los creyentes con el Espíritu Santo que dirige a toda la Iglesia. Ambos
centran la atención del mismo modo sobre el mutuo servicio de los miembros
entre sí y en la subordinación de los intereses de cada miembro a los del grupo
o a los de todo el Cuerpo o Pueblo.
·
Sacramento. Administra elementos religiosos sobrenaturales
y a veces tiene escaso contacto con las realidades presentes. “Sal de la
tierra”, “luz del mundo”.
El
modelo sacramental ha visto correctamente a la Iglesia como una personalización
simbólica del Reino. La iglesia es apenas un signo de la presencia del Reino de
Dios en el mundo. […]
La Iglesia sobre la Tierra debe trabajar
continuamente para llegar a ser un signo creíble de la gloria futura a la que
hace referencia. Esto debe ser una fuente de esperanza a todos los que se
preocupan por ello. Pues de otra forma perdería todo su sabor, dejaría de ser
el signo escatológico que tiene que ser la Iglesia.
·
Heraldo. Se dedica a proclamar la venida del Reino en
Cristo.
¿Qué
estás haciendo, tú, hombre, con la palabra de Dios en tus labios? ¿En qué
sentido asumes la tarea de mediador entre el cielo y la tierra? ¿Quién te ha
autorizado a tomar tu puesto y a suscitar sentimientos religiosos? Y para
culmen de todo, ¿con qué resultados, con qué éxitos? ¿Es que se ha oído jamás
hablar de una presunción mayor, similar a la de los Titanes, o para hablar
menos clásicamente, pero más claramente, una osadía mayor? ¡Nadie puede usurpar
impunemente la prerrogativa de Dios! Pero es que la profesión de ministro no
implica necesariamente ambas cosas?
¿Es que toda la situación de la Iglesia no es
una ilustración de la crónica presunción del hombre que en este terreno es
mucho peor que en cualquier otro? ¿Puede llegar a salvarse un ministro? Yo
respondería que para el hombre esto es imposible, pero que para Dios todas las cosas
son posibles. Dios nos puede sacar del fuego como se saca a un leño.
Karl
Barth, La Palabra de Dios y la palabra humana
·
Servidora. Introduce los valores del Reino en toda la
sociedad humana y a través de esto de preparar el mundo en la medida en que es
capaz el esfuerzo humano, para la transformación final cuando Dios establezca
el nuevo cielo y la nueva tierra.
Derivación
práctica de la parábola del buen samaritano: …una Iglesia que no sea “una
estructura institucional de salvación al lado de las estructuras del mundo”,
sino una Iglesia que sea una comunidad dentro de las estructuras de la
responsabilidad histórica que reconoce y sabe la graciosa obra de Dios en favor
de la humanidad.
La Iglesia servidora es la comunidad que
confirma a la humanidad en su libertad para enfrentarse al futuro, para
denunciar las pretensiones de creer que determinadas estructuras humanas han
llegado a la perfección y para sufrir con los hombres en la lucha contra los
poderes del mal. […]
La Iglesia tiene una necesidad drástica de
desnudarse de sus estructuras que pueden ser un obstáculo para su misión. Para
llevar a cabo su tarea de servicio la Iglesia debe trabajar dentro de las
estructuras del mundo más bien que dedicarse ella a construir estructuras
paralelas. “La casa de Dios no es la Iglesia, sino el mundo. La Iglesia es la
servidora y la primera característica del servidor es que vive no en su propia
casa, sino en casa ajena” (John A.T. Robinson).
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ALGUNOS DATOS SOBRE EL INICIO DE LA
CONGREGACIÓN (II)
A.I. Marthita Aguilar A.
Más adelante: “En reunión de la Mesa Directiva
con el Consistorio de la iglesia ‘Príncipe de Paz’, celebrada en octubre de
1993, se trataron tres asuntos relevantes para el desarrollo de nuestra
Congregación. Se presentó al Consistorio
de la iglesia un proyecto para la adquisición del terreno y así iniciar la construcción del nuevo templo. Se convino en
establecer como meta el mes de marzo de 1994 para la constitución de la Congregación
en Iglesia. Se hizo la solicitud para búsqueda de pastor.
“Sin embargo, por circunstancias que se
presentaron, el Consistorio de la iglesia nos manifestó tener como prioridad el
proyecto de adquisición de su edificio educacional. Asimismo, nos informó
después de algún tiempo y a insistencia de la Mesa Directiva, no haber
realizado los trámites correspondientes ante el Presbiterio Berea para
constituirnos como iglesia, a pesar de haber sido una meta propuesta por el
propio Consistorio y de haber concluido la preparación de los candidatos al
ancianato y el diaconado. En cuanto a la búsqueda de pastor, la Comisión
nombrada por el Consistorio de la iglesia, realizó gestiones entre diciembre de
1993 y enero de 1994 y nos hizo la propuesta que de los dos pastores invitados
como candidatos al pastorado en la iglesia ‘Príncipe de Paz’, uno sería llamado
por la propia iglesia y el otro sería designado para nuestra Congregación.
Nuevamente por circunstancias adversas el pastor designado no aceptó la
propuesta y estos planteamientos no tuvieron éxito.
“En marzo de 1994, la comisión de búsqueda de
pastor de la Congregación, integrada por los hermanos Rubén Núñez y Jonathan
Forcada, informó al Consistorio de la Iglesia “Príncipe de Paz” y a la Comisión
de Relaciones Iglesia-Congregación que
se entrevistaron con el Pbro. Salatiel Palomino López. Quien estaría disponible
para colaborar con nosotros a partir de mayo, pues estaba por concluir su
compromiso con la Iglesia “Jerusalén”, de la colonia Moctezuma, adonde había
estado colaborando. Dicha información y solicitud fue entregada el 9 de marzo,
con tiempo suficiente para realizar los trámites necesarios para el llamamiento
pastoral. El representante consistorial A.I. Ezequiel Salcedo, al ver que los
trámites por parte de Consistorio se prolongaban propuso que el Pbro. Palomino
comenzara a trabajar con la Congregación como pastor invitado (o fraternal).
Fue así como el gran amor de Dios y su Providencia, que siempre se ha
manifestado sobre nuestra iglesia, nos envió este gran hombre de Dios para
ejercer el ministerio pastoral, dedicando largas horas a la predicación, el
estudio, la enseñanza, y la preparación de los oficiales electos, y gran tiempo
que dedicaba a la planeación y organización de nuestra congregación en iglesia.
De esta manera, El presbítero Palomino estuvo colaborando desde el inicio de su
relación con la Congregación.
“El 24 de julio de este mismo año, el
Consistorio de la iglesia “Príncipe de Paz”, a través de la Comisión de
Relaciones Iglesia-Congregación, citó a la Mesa Directiva para dar a conocer
que por acuerdo consistorial y por un reglamento interno, el Pbro. Salatiel
Palomino no podía ser admitido para hacerle el llamamiento y designarlo para la
Congregación, argumentando no poder contar con tiempo completo para dirigirla,
y por ser un pastor casado en segundas nupcias, entre otras cosas. Esto motivo
al Pbro. Palomino a enviar una carta a la directiva de la Congregación, en
donde exponía su decisión de dimitir al ministerio que venía ejerciendo, con el
argumento de no querer ser motivo de discordia en la relación entre la
Congregación y la iglesia ‘Príncipe de Paz’. Al informarle a la Congregación
dicho acuerdo, todos los miembros tomaron la decisión de inconformarse ante el
Consistorio y pedirle que reconsiderara su actitud, ya que habíamos observado
que, a lo largo del tiempo que teníamos como Congregación, siempre habían
surgido impedimentos, negociaciones y acuerdos olvidados que no se habían
cumplido.
“Con profundo dolor en nuestro corazón,
después de haber estudiado y discutido, de haber puesto en oración las
relaciones que nuestra congregación había guardado con ese Consistorio durante
un año y siete meses, consideramos haber hecho prolongados esfuerzos por
mantener la relación eclesiástica en espíritu de unidad, amor, sumisión y orden
que deben caracterizarnos como cristianos, y que sentimos que nuestras
peticiones no fueron escuchadas, además de no haber tenido ni el apoyo
económico ni el respeto que merecíamos de ese cuerpo como siervos interesados
en hacer prospera la obra que Dios puso en nuestras manos.
Por todo ello, nos vimos forzados a tomar la
decisión de desligarnos formal y definitivamente de los nexos de jurisdicción
eclesiástica que nos había vinculado a ese Consistorio, por no convenir más a
la obra encomendada a nuestra Congregación, confirmándole a ese Consistorio
lamentándonos haber tomado esa decisión enviándoles el siguiente mensaje:
‘Hermanos les afirmamos ante Dios, nuestro afecto fraternal, nuestro amor
cristiano y nuestra comunión espiritual en todo lo que atañe a las relaciones
no oficiales que nos ligan como hermanos en Cristo. Finalmente oramos por la
prosperidad en la obra del Señor encargada a esta querida Iglesia, pidiendo
también de ese Consistorio igual servicio en el Señor’. A partir de ese momento
quedó disuelta nuestra relación quedando bajo la jurisdicción del Presbiterio
Berea, después de haber realizado los trámites y solicitudes correspondientes
para la organización de nuestra Congregación como Iglesia”.