28 El resto del
pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros, cantores,
donados, y todos los que se separaron de
las gentes del lugar para seguir la ley de Dios, junto con sus mujeres, hijos,
hijas y todos los capacitados para entender, 29 se
adhirieron a sus parientes y a sus jefes comprometiéndose con solemne juramento
a caminar en la ley de Dios que fue dada a través de Moisés, siervo de Dios, y
que mandaba guardar y cumplir todos los mandamientos del Señor, nuestro Dios,
sus ordenanzas y estatutos. 30 Un compromiso de no casar
nuestras hijas con gentes paganas, ni casar nuestros hijos con sus hijas, 31
así como de no comprarles nada, ni cereales ni otras mercancías, si lo traían a
vender en sábado o en otro día sagrado; un compromiso de no cultivar la tierra
y de perdonar todas las deudas el séptimo año.
32 Nos impusimos, además como norma, dar
cada año la tercera parte de un siclo para el servicio del Templo de nuestro
Dios, 33 con destino a
los panes presentados, a la ofrenda y al holocausto perpetuos, a los
sacrificios de los sábados, de los novilunios y de otras festividades; y
también para otras ofrendas sagradas, para los sacrificios de expiación de todo
el pueblo y para cualquier obra del Templo de nuestro Dios.
34 Los sacerdotes, los levitas y el
pueblo echamos también a suertes para ver a qué familias correspondía traer
cada año al Templo de nuestro Dios, por turno y en el tiempo determinado, la
ofrenda de leña para quemarla sobre el altar del Señor, nuestro Dios, como está
escrito en la ley. 35 Nos
comprometimos asimismo a presentar cada año en el Templo de nuestro Dios los
primeros frutos de la tierra y de cualquier clase de árbol, así como los
primogénitos de nuestros hijos y de nuestro ganado, tal como está escrito en la
ley. 36 Los
primogénitos de nuestras vacas y ovejas los traeríamos al Templo de nuestro
Dios para los sacerdotes que ofician en el mismo.
37 También nos comprometimos a traer a
los almacenes del Templo de nuestro Dios, y con destino a los sacerdotes, lo
mejor de nuestra harina, de nuestras contribuciones, de los frutos de cualquier
clase de árbol, del vino y del aceite. A los levitas les entregaremos el diezmo
del fruto que produzca nuestra tierra; ellos mismos lo recogerán en todas las
poblaciones donde trabajamos. 38
Cuando los levitas reciban el diezmo, estará presente un sacerdote, descendiente
de Aarón, y los levitas llevarán la décima parte del diezmo al Templo de
nuestro Dios, a los almacenes de la casa del tesoro. 39 Porque a estos almacenes deben
llevar, tanto los israelitas como los levitas en particular, las ofrendas de
cereales, de vino y de aceite. Allí están los objetos del santuario y allí
residen los sacerdotes oficiantes, los porteros y los cantores. ¡No desatenderemos el Templo de nuestro Dios!
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