En
realidad, los dos sueños del faraón son uno solo. Dios le ha anunciado lo que
está por hacer. Las siete vacas hermosas y las siete espigas hermosas son siete
años. Se trata del mismo sueño. Y las siete vacas flacas y feas, que salieron
detrás de las otras, y las siete espigas delgadas y quemadas por el viento
solano, son también siete años. Pero estos serán siete años de hambre.
Génesis 41.25-27, Nueva Versión Internacional
José
es confrontado por la necesidad humana
La gran “novela” de José en Génesis (caps. 37-50) está formada por un
conjunto de textos narrativos que explica el origen de la esclavitud hebrea en
Egipto e incluye algunos episodios cruciales en camino a la consolidación de la
presencia del pueblo de Dios en la historia antigua. Moviéndose ágilmente en
los terrenos de la historia familiar (que como tal puede ser leído), el relato aborda
asuntos tan exigentes como el de la crisis alimentaria que aconteció en Egipto
y que afectó a otras regiones.
La historia de José en Egipto muestra la confrontación entre los planes
profundos e insondables de Dios, planes de vida y bienestar para su pueblo, y
los proyectos de un régimen monárquico con intenciones completamente opuestas. En
la vida de José estos dos planes se entrecruzan y demandan de las personas de
fe una actitud definida en el horizonte de la revelación de Dios. José
interpretó la coyuntura histórica gracias a la intervención de Dios. Eso le
valdrá cambiar su propia situación y ascender en el plano político del momento.
La exigencia del momento (alimentar al pueblo) será cubierta por la gran
bendición de Dios para todos: el gobierno del faraón sería beneficiado por la bendición
de Dios para su pueblo, pero al mismo tiempo sería expuesto como un sistema de
acumulación que, al no valorar adecuadamente el papel de los grupos humanos
afectados (especialmente las tribus), desembocaría inevitablemente en las
prácticas esclavistas con las que inicia el libro del Éxodo dado que “los
alimentos pasan de ser el producto del trabajo de los campesinos a ser propiedad
de la corte y para obtenerlos es necesario perder todo, hasta la propia
libertad (Gn 41.33-35; 47.13-25)”.[1]
Dios movilizó todos los factores en juego para mostrarse como un Señor
atento a las necesidades humanas más urgentes cuando hay sensibilidad para
recibir su mensaje. Desde una mirada retrospectiva (y, hasta cierto punto, con
simpatía), el faraón egipcio es receptivo para el mensaje divino y actúa en consecuencia
para actuar a favor de algunas capas populares, aunque sin ningún ánimo de
perder sus privilegios: “La política de almacenar bajo el control de la corte
dio sus resultados. El texto dice que ‘cuando arreció el hambre en toda la
tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan’ (Gn 41,55). Faraón envió,
entonces, al pueblo a consultar con José, quien abrió todos los graneros ‘y
vendía a los egipcios’. Es claro, entonces, que esta fue una política pensada para
favorecer los intereses de la corte del Faraón”.[2]
El
sostén de Dios en las peores circunstancias
La previsión política es un instrumento en las manos de Dios. Los
tiempos adversos pueden ser resultado de un sinnúmero de elementos sumados ante
los cuales hay que mostrar claridad en la interpretación de los signos enviados
por el Señor. Los sueños del faraón, entendidos como formas de revelación y
advertencia, aparecen en el texto como el inicio de una relación diferente con
un poder imperial que debía reaccionar ante la aguda crisis alimentaria que
estaba por llegar. Esa crisis hará que, posteriormente, José se reencuentre con
su padre y su familia completa (caps. 42-47). En palabras de hoy: “En efecto,
se trata del primer registro de una operación macroeconómica basada en una
política anticíclica, cuyo secreto del éxito residía en la capacidad de
ahorrar, pero antes todavía, en la virtud de predecir el curso de la
naturaleza, la oferta y la demanda”.[3]
El desarrollo de la vida José es un ejemplo máximo de la forma en que
pueden conjuntarse la historia más relevante con los detalles familiares más
íntimos y entrañables. Jacob y sus hermanos se hallan en medio de una vorágine
que va más allá de su comprensión. Tendría que ser José, ya con una visión de “estadista”,
al ser escogido como el responsable de resolver el problema alimentario (41.38-40),
quien marque la pauta a seguir, con una adecuada visión de la coyuntura social
y económica. La mirada espiritual que se adjudica a José no hace de él una
suerte de “mesías” sino un consejero con un sólido entendimiento de lo que
estaba sucediendo. ¡Y todo ello a sus 30 años!
No obstante, no debe olvidarse que incluso las crisis pueden ser buen
negocio para quienes saben hacerlo:
La corte recibió de manera gratuita estos
excedentes y a la hora de menguar la producción, los mismos productos que
recibiera, de manera gratuita, fueron vendidos a los campesinos (Gn 41.55-56).
Cuando el dinero se les acabó a los campesinos, entonces, tuvieron que
intercambiar sus ganados por alimentos. Acabado el ganado, tuvieron que
entregar sus tierras y luego se vieron obligados a ser esclavos del Faraón,
sembrando semillas provistas por la corte para, ahora sí, reinvertir en siembra
para hacer crecer las arcas del Faraón en tierra ajena (Gn 47.14-26). La única
tierra que no fuera expropiada por alimentos fue la de los sacerdotes (Gn 47.26).
Frente a toda esta situación de injusticia estatal, la conciencia de los
campesinos sólo alcanzaba para agradecer al Faraón y a José por haberles ‘salvado
la vida’ (Gn 47.25).[4]
Una de las lecciones del suceso para el presente es que a los tiempos
adversos le siguen tiempos de esperanza que se manifiestan como designios de
Dios en la historia humana en camino hacia la consumación del Reino de Dios. Otra
sería que, en medio de las contradicciones sociales, la mano de Dios se hace
presente para otorgar bendición a los seres humanos, criaturas suyas, porque la
dinámica histórica tiene sus propias leyes. El amor de Dios se mueve entre
coyunturas a veces incomprensibles que deben ser interpretadas a la luz de la
fe.
[1] Esteban Arias Ardila, “Arreció
el hambre sobre toda la tierra. Apuntes en torno a la crisis alimentaria a
partir de Génesis 41”, en RIBLA, núm.
66, 2010, p. 34, www.claiweb.org/images/riblas/pdf/66.pdf.
[2] Ibíd.,
p.
37.
[3] Hilario Wynarczyk, “Management
de sistemas asimétricos”, en Adital, 31
de agosto de 2009, www.adital.com.br/site/noticia_imp.asp?cod=40796&lang=ES.
[4] E. Arias Ardila, op. cit., p. 37.
No hay comentarios:
Publicar un comentario