domingo, 21 de mayo de 2017

Actividad

OREMOS POR LAS PRÓXIMAS ACTIVIDADES DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 23 de mayo, 19 hrs.
Modera: Hna. Eunice Palomino L.

Llamamiento: Salmo 110
Oración de ofrecimiento
Himno: “El mundo es de mi Dios” (67)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 43
Tema: La emigración a Egipto
Himno: “Oh, que amigo nos es Cristo” (520)
Ofertorio
Bendición pastoral 

JEREMÍAS VA A EGIPTO
José María Ábrego de Lacy

S
i el miedo —mal consejero— los vence, no se librarán de la desgracia. Si huyen, la espada será más veloz; si intentan evitar el hambre, éste se les pegar á a la piel (Jr 42.16). Todos morirán. Los mismos males que ahora amenazan serán más tarde testimonio. El Señor cumplirá también su oficio de testigo fiel y veraz contra ellos (Jr 42.19). Si se dan cuenta del engaño, están salvados. Finalmente, el engaño se consuma. Cuando la palabra del Señor ofrece nuevas posibilidades de comienzo, la palabra del hombre contumaz encuentra siempre nueva s formas de rebelión: acusan a Jeremías de ser profeta falso, de estar influenciado por Baruc (Jr 43.2-3).
Negando la autenticidad de la palabra de Jeremías, se niega su papel de intercesor e intermediario. Romper la palabra es negar la posibilidad de comienzo, afirmar que el Señor no puede salvar. Dos palabras se oponen: la del Señor y la del pueblo. Ambas acusan de engaño a la otra parte. Tras la discusión, los despojos del "resto" van a Egipto; Baruc y Jeremías irán con ellos. La mención de Godolías (Jr 43.6) cierra en inclusión los relatos referidos a su época.
43.8-13. Jeremías anuncia la invasión de Egipto por Nabucodonosor. Casi todos los comentaristas niegan la relación de estos versículos con lo que precede. Alguien propone trasponerlos tras Jr 41.16-18. Ya hemos indicado más arriba la función narrativa que desempeñan aquí, en relación con Jr 40.1-6. La escena consta de una acción simbólica (Jr 43.9) y de un oráculo que la explica (Jr 43.10-13). También en Egipto hay una palabra del Señor. Pero es palabra de juicio, sin el menor indicio de salvación. El dominio de Nabucodonosor se extenderá hasta Egipto y su trono será sólido y estable. Las piedras grandes de un altar marcaron la entrada en la tierra (Dt 27,2; Jo s 4,3; 7,26; 8,29) y ahora sostienen la acción punitiva del siervo del Señor (Jr 43,10; véase Jr 25,9; 27,6). Egipto pagará en sus dioses el hospedaje brindado a los rebeldes.
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