Argula
von Grumbach (nacida von Stauff) (1492-1568?)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017 (en prensa).
Reformadora nacida en la más antigua nobleza bávara. Fue educada en la
corte ducal de Alberto IV en Múnich y dama de la duquesa Cunegunda. Tras la
muerte de su padre, Bernhardin von Stauff, en 1509, una Biblia alemana que él
le había regalado se convirtió en el contenido de su vida. Casada con un
católico, y con cuatro hijos, se ocupó intensamente de la nueva doctrina de la
Reforma. En 1523 defendió al instructor Arsacius Seehofer ante la Universidad
de Ingolstadt. En los años de 1520, los escritos de Lutero circularon en
Bavaria. Ella los leyó ávidamente. Menciona una lista de ellos en una carta
enviada a Spalatin, el capellán de Federico el Sabio y amigo de Lutero, con
quien también tuvo correspondencia, la cual se perdió. Su interés, como el de
él, era la salvación del alma más que un papel en la reforma de la iglesia.
Su primera aparición pública como reformadora ocasionó el cese de su
esposo del cargo de procurador en Dietfurt. El edicto religioso de Baviera del
5 de marzo de 1522 contra el luteranismo no cambió su actitud, declarando que
“se debe reconocer la autoridad, pero sobre la Palabra de Dios ni el papa, ni
el emperador, ni el príncipe tienen derecho a mandar”. Cuando continuó su
actividad literaria las autoridades de la universidad no se dignaron responder
a una mujer, pero solicitaron al duque que la castigara. Aunque su familia la
presionó, siguió siendo hasta el fin de su vida una valiente defensora de las
doctrinas protestantes. El propio Lutero, al igual que otros reformadores, la
consideró un “instrumento especial de Cristo” y una gran luchadora por el
movimiento de la Reforma.
***
Buscáis
destruir todas las obras de Lutero. En ese caso, tendréis que destruir el Nuevo
Testamento, que él ha traducido. En los escritos en alemán de Lutero y Melanchthon,
no he encontrado nada herético [...] Incluso si Lutero se retractase, lo que ha
dicho seguiría siendo la palabra de Dios. Yo estaría dispuesta a venir y
debatir con vosotros en alemán, y así no necesitaríais usar la traducción de la
Biblia de Lutero. Podéis usar la que se escribió hace 31 años (la Koburger de
1483). Tenéis la llave del conocimiento y cerráis el reino de los cielos. Pero
estáis derrotados. Las noticias de lo que le habéis hecho a este joven de 18
años han llegado ya a tantas ciudades que pronto todo el mundo lo sabrá. El
Señor perdonará a Arsacius, como perdonó a Pedro, que negó a Su maestro, aunque
no le habían amenazado con la prisión ni con la hoguera. Todavía saldrá mucho
bien de este muchacho. No os envío desvaríos de mujer, sino la palabra de Dios.
Escribo como miembro de la iglesia de Cristo contra la cual no prevalecerán las
puertas del infierno, al contrario que la iglesia de Roma. Dios nos conceda su
gracia. Amén.
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500 AÑOS DE REFORMA. ORIGEN E HISTORIA DE LAS IGLESIAS
REFORMADAS
EN EUROPA
Georg Plasger
Curso de Historia y Teología Reformada, www.reformiert-online.net
Suiza
La tradición
reformada se originó en el territorio de la Suiza actual; primero en Zurich
(recordemos a Ulrico Zwinglio), después, en su culminación, en Ginebra (Juan
Calvino). Ginebra, sin embargo, en ese entonces no pertenecía todavía a la
Confederación Helvética. Hasta hoy día, la Confederación Suiza se destaca por
la autonomía de sus ciudades y estados (cantones).
Zúrich se convirtió en 1523, seguida por otras ciudades como Berna en
1528 y Basilea en 1529. En otros cantones, las comunas podían decidir
independientemente si querían o no aceptar la Reforma (como por ejemplo en
Appenzell, Cantón de los Grisones o Glaris). Otras ciudades de la Confederación
se mantuvieron católico-romanas. Conflictos bélicos se produjeron entre los
estados evangélicos y católicos, que culminó sin gloria con la derrota de los
evangélicos en Kappel cerca de Zúrich, en 1531 (es aquí donde murió el gran
reformador Ulrico Zwinglio).
De los 13 estados helvéticos, en 1531 siete eran católico-romanos,
cuatro reformados, y en dos existían las dos confesiones paralelamente. Enrique
Bullinger, sucesor de Zwinglio, y Juan Calvino lograron que las distintas
corrientes de la Reforma reformada en Suiza no se siguieran distanciando, lo
que evitó que se desarrollaran dos tipos de Reforma, uno calvinista y otro
zwingliano. El documento de consenso más importante en la cuestión de la Santa
Cena es el Consensus Tigurinus (Consenso de Zurich), redactado en
1549. Recién a partir de entonces se puede hablar con propiedad de la
existencia de la Iglesia reformada suiza.
En 1566, Enrique Bullinger redactó la Confessio Helvetica Posterior
(Segunda Confesión Helvética), una confesión que fue aceptada por la gran
mayoría de las Iglesias en la Suiza de habla alemana. Además, se intensificó el
trabajo de catequesis.
En Zúrich, el reformador Leo Jud elaboró un catecismo que se usó
durante varios siglos. En otras ciudades se introdujo el Catecismo de
Heidelberg. En 1531 se publicó, también en Zúrich, una traducción completa
de la Biblia, la llamada “Biblia de Zúrich” que actualmente está siendo
reeditada en una nueva traducción.
Durante varios siglos, apenas hubo variaciones en la estructura de las
Iglesias suizas. Las antiguas funciones del episcopado fueron asumidas por la autoridad estatal. Las
Iglesias reformadas se mantuvieron como entidades autónomas que existían paralelamente, hasta que en 1920 se
unieron —sin dejar su autonomía— en la Federación de las Iglesias Protestantes
de Suiza (SEK por sus siglas en alemán, www.kirchenbund.ch). En el siglo
XIX, sin embargo, hubo separaciones en algunas iglesias cantonales.
La Iglesia estuvo marcada principalmente por corrientes teológicas
liberales, cercanas a la Ilustración. Una consecuencia de este liberalismo fue,
entre otras, que las Iglesias reformadas de Suiza se desvincularon de las
confesiones (por ejemplo, el Credo Apostólico o la Segunda Confesión
Helvética). Este desarrollo llevó en unas Iglesias casi, en otras
verdaderamente al cisma, en parte también debido a los movimientos de
avivamiento, como por ejemplo en los cantones de Vaud y Neuchatel (donde en
1966 y 1943 hubo reunificaciones), o también en el cantón de Ginebra, donde
hasta hoy día existe una pequeña Iglesia reformada independiente de la Iglesia
cantonal.
En los años 70 del siglo XX, las Iglesias suizas iniciaron un proceso
de disolución de la hasta entonces muy estrecha relación entre Estado e
Iglesia, tendencia que se observa primero y más marcadamente en la Suiza
francófona.
Francia
En
1598, el rey Enrique IV de Francia proclama el Edicto de Nantes que asegura
igualdad de derechos a los cristianos reformados franceses, y les permite
celebrar el culto en la mayoría de las ciudades. Desde 1562, ocho guerras por
la religión precedieron el Edicto de Nantes.
La doctrina reformada se difunde en Francia a partir de 1535. Surgen
comunidades que agrupan a los fieles. La existencia de la Iglesia Reformada de
Ginebra bajo la tutela del francés Calvino es el motivo por el cual los
evangélicos de Francia se orientan cada vez más hacia Ginebra. En 1559, el
sínodo nacional se reúne en París y aprueba un credo (Confession de
Foi) y una ley eclesiástica (Discipline Ecclésiastique). Con
esto, se da forma a la iglesia reformada. Hasta 1562, un tercio de la población
francesa se ha convertido a la fe evangélica.
Las comunidades evangélicas, sin embargo, viven desde el principio en
condiciones difíciles porque están involucradas en conflictos políticos. La
rivalidad entre los duques católicos de Guise y los príncipes evangélicos de
Condé domina la escena durante más de medio siglo; los enfrentamientos bélicos
entre los católicos y los hugonotes, como son denominados los evangélicos
franceses (el origen
de este nombre es muy incierto), no son sólo de naturaleza religiosa. Los reyes
se ponen en estos conflictos generalmente del lado de los más fuertes. Hasta
1585, éstos son los católicos, recién después la suerte cambia un poco.
Aparte de
algunos pequeños intentos por lograr una convivencia pacífica entre las
confesiones, destacan las crueldades y numerosas masacres, especialmente la
“Noche de San Bartolomé”, 23 de agosto de 1572, en la que una gran mayoría de
la nobleza evangélica muere asesinada. Resumiendo, se puede decir que la
mayoría católica es responsable de una cantidad de injusticias bastante más
grande que los defensores de la fe evangélica, aunque también hay que decir que
éstos muchas veces tampoco evitaron la violencia.
En 1589,
Enrique de Navarra es coronado como el nuevo rey Enrique IV. Sus orígenes son
hugonotes, pero en 1593 se había convertido al catolicismo por razones
políticas. Con su astucia diplomática y militar reúne a los partidos
adversarios detrás de sí y pone fin a las guerras por la religión en Francia.
El 13 de abril de 1598, proclama el Edicto de Nantes que forma el fundamento
jurídico de la existencia de la iglesia reformada francesa, y que es abolido 87
años después por Luis XIV mediante el Edicto de Fontainebleau.
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RAQUEL, MADRE MUERTA EN SU JUVENTUD (I)
Margot Kässmann
Raquel
es el gran amor del Jacob bíblico. Qué disgusto tuvo que suponerle que su padre
Labán entregara antes a Lea, su hermana mayor, como esposa a Jacob. Una vez casado
con la hermana mayor, Jacob podría tomar también como esposa a la menor, a la
amada. Incluso hoy se hace fácil ver lo penoso de esta situación. Además,
Raquel tiene que ver cómo Lea, la criada de esta, y su propia criada —esas
otras tres mujeres— se quedan embarazadas de “su” Jacob, y cómo son bendecidas
con hijos. Sin embargo, ella tiene que esperar mucho tiempo antes de traer al
mundo a su hijo José.
Raquel mimó a ese hijo que había deseado
durante tantos años. Y cuenta la Biblia que también su padre Jacob le consintió
muchas cosas. Se cuenta que José era un muchacho relativamente engreído, cuyo
egocentrismo propició que sus hermanos mayores le hicieran desaparecer más delante
de forma cruel. A pesar de todo, Raquel está encantada con este hijo. Y quiere
tener otro. De hecho, vuelve a quedarse embarazada; pero, como dice la Biblia,
“el parto venía difícil”.
No todos los partos van sobre ruedas. El niño
puede venir de nalgas, puede estar cruzado, es posible que el cordón umbilical
le haya rodeado el cuello. La madre puede perder mucha sangre. Un parto no es
un juego de niños, ni siquiera en el siglo XXI, ni en los países
industrializados. La maternidad —el embarazo, el aborto y los partos— y las
consecuencias que acarrea siguen representando el mayor riesgo para la salud de
las mujeres, y puede suponer incluso su muerte. Es cierto que actualmente la
muerte —antes, durante o después del parto— de la madre o del niño se produce
en muy raras ocasiones en los países desarrollados. En los países del llamado
Tercer Mundo, esta cruel realidad es el pan de cada día.
Madres de la Biblia. 20 retratos para nuestro tiempo. Santander, Sal Terrae, 2012
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