5 de agosto, 2018
El espíritu del Señor Dios me acompaña,
pues el propio Señor me ha ungido,
me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a vendar los corazones destrozados,
a proclamar la libertad a los cautivos,
a gritar la liberación a los prisioneros,
a proclamar un año de gracia del Señor
Isaías 611.1-21a, La Palabra (Hispanoamérica)
El espíritu del Señor Dios me acompaña,
pues el propio Señor me ha ungido,
me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a vendar los corazones destrozados,
a proclamar la libertad a los cautivos,
a gritar la liberación a los prisioneros,
a proclamar un año de gracia del Señor
Isaías 611.1-21a, La Palabra (Hispanoamérica)
El esquema trazado por
Isaías 61.1-7, tal como fue interpretado por el propio Jesús en la sinagoga de
Nazaret, es un auténtico programa de trabajo y misión para la iglesia de hoy. Las
circunstancias referidas por el texto profético, ancladas en el contexto de una
sociedad lastimada por el destierro, pero que también vislumbraba un futuro de
renovación y esperanza, aparecen en el horizonte de hoy con una fuerza
inusitada. Ello es así porque la descripción de la labor del profeta delineada
en esas palabras tan puntuales apuntaba hacia una acción del Espíritu divino
empeñado en ofrecer “buenas noticias” a un pueblo que había comenzado a reconstruirse.
De ahí que una lectura espiritual e individual del texto no alcance a expresar
la intensidad del empeño de Dios por reconstruir completamente a su pueblo, a
pesar de que ya no existiría históricamente como una nación.
La pérdida del
territorio, de la soberanía nacional y de las instituciones que caracterizaron
al Israel político de entonces, no estaba en contradicción con la recuperación
del estatus de pueblo elegido. Más allá de esas situaciones materiales con las
que ya no se contaría del todo, la profunda reconstrucción en la que debía participar
el profeta apuntaba a resolver los problemas existenciales de esa generación de
creyentes, plagada de pobreza, de “corazones destrozados” y de pérdida de la
libertad. Una verdadera crisis espiritual y humana, muy parecida a esta época
en la que se habla de “crisis humanitarias” en diversas partes del mundo.
El encargo que recibe el
profeta es muy concreto: se trata de ser un auténtico “evangelista” que anuncia
buenas noticias, tal como lo refiere Is 52.7, alguien
que cura,
consuela y alegra a los afligidos habitantes de Sión, el que proclama la
liberación de los prisioneros (nótese cómo esta última acción se expresa con
dos frases sinónimas). Destinatarios de su mensaje son los pobres, condición
que implica al mismo tiempo pobreza física, opresión, humildad y dulzura. Los
cautivos a los cuales se anuncia la liberación podrían ser todavía los
residentes en Babilonia, si el texto ha sido compuesto y pronunciado en los
primeros años del retorno.[1]
Si, además del contexto
señalado, el profeta se refería a una situación de injusticia originada por las
tensiones entre los israelitas que volvían del exilio y los habitantes que habían
quedado en Jerusalén, la tarea era más abarcadora y exigente. “La consolación
de los afligidos es el cumplimiento de la misión a la cual se aludía desde Is
40.1. Los afligidos son, en el lenguaje bíblico, los que hacen duelo por una
desgracia personal, como la muerte de un ser querido. Esto explica la imagen de
la ceniza”.
Los vv. 3b-11 muestran las consecuencias de la reconstrucción
realizada por Dios: el lenguaje habla de una restauración radical de las
ciudades (4) y del trabajo (5). Pero lo más notable es la transformación del
pueblo en un conjunto de sacerdotes y ministros de Dios (6), es decir, de
personas responsables absolutos de su fe y de su destino (“ciudadanía
responsable”). El retrato final del pueblo es el de un espacio comunitario donde
prevalecerá la justicia como signo y señal del pacto eterno de Dios con su pueblo
(8-11). Esos son los alcances de la consolación profética y actual.
[1] Horacio Simian Yofre, “Isaías”, en Comentario al Antiguo Testamento. II. Madrid,
Atenas-PPC-Sígueme-Verbo Divino, 1997, p. 97, www.ebam.org/libros/Comentario-Al-Antiguo-Testamento-II-profetas-sap%ECenciales-poeticos-La-Casa-de-la-Biblia.pdf.
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