LA CATEDRAL DE BERLÍN
María Paz López
La Vanguardia, 6 de julio de 2018
Una de mis
vistas preferidas de Berlín se encuentra en la muy céntrica y transitada zona de la Isla de los Museos, y es la que se obtiene
apuntando la mirada hacia la fachada de la catedral protestante desde el
Lustgarten (literalmente: jardín del placer), ese gran rectángulo verde
habitado a la par por turistas y residentes que pasa por ser el jardín más
antiguo de la ciudad.
Por detrás de la
catedral, en el flanco derecho de la monumental cúpula, se ve asomar el pirulí
enhiesto de la torre de la televisión de Alexanderplatz, que queda algunos
centenares de metros más allá. En los raros y gloriosos días berlineses de
cielo azul total y frío taladrante, las siluetas de la catedral y de la lejana
torre televisiva parecen cortadas a cuchillo.
La catedral
berlinesa (Berliner Dom) es la
iglesia protestante más importante de Alemania, y como tantos otros edificios
religiosos europeos, empezó pequeña —en el siglo XVI era una iglesia dominica,
reconvertida en catedral en 1750—, y fue creciendo y modificándose conforme
adquiría relevancia política.
A finales del
siglo XIX, la dinastía de los Hohenzollern —con el Imperio alemán recién
unificado en 1871 gracias a los desvelos del canciller Bismarck— se dijo que la
modesta catedral que había reformado el arquitecto Karl Friedrich Schinkel a
principios del siglo, ya no reflejaba las aspiraciones de la pujante monarquía,
que residía en el colindante Palacio de Berlín. (Ese palacio, actualmente en
fase de reconstrucción, sufrió muchas vicisitudes, pero ésa es otra historia.)
Así que el
káiser Guillermo II decidió construir en el mismo lugar la actual catedral; las
obras empezaron en 1894 y el templo se inauguró en 1905.
Como todos los
grandes templos ubicados en zonas céntricas y turísticas, la catedral berlinesa
brega con el hecho de ser un imán para visitantes, y al tiempo mantener la
atención religiosa a la comunidad.
Son los mismos
retos que afrontan las iglesias monumentales de ciudades globales; les ocurre
lo mismo a las catedrales de Barcelona o Santiago de Compostela, a Notre Dame
de París y a las grandes iglesias romanas y florentinas, y qué decir de la
basílica de la Sagrada Familia…
Encajar fe y
turismo suele suponer un continuo ejercicio de logística y creatividad para sus
propios pastores, y para las propias comunidades.
El Berliner Dom tiene la particularidad de
no estar asignado exclusivamente al barrio, así que entre sus 1.500 feligreses
son del distrito de Mitte, desde luego, pero también del resto de Berlín, e
incluso del land de Brandemburgo, que rodea a la capital.
La pastora
principal, Petra Zimmermann, sostiene que esa composición heterogénea, unida a
la ubicación de la catedral y a su relevancia histórica, hacen que esta iglesia
esté muy unida a Berlín en su conjunto.
Y que por todo
ello, iglesia y comunidad tienen mucho que decir sobre urbanismo y sobre
decisiones estratégicas de la ciudad.
El año pasado,
la catedral junto al río Spree tuvo un momento especial en ese sentido, debido
a un gran acontecimiento religioso con tirón turístico: el quinto centenario de
la publicación en Wittenberg por Martín Lutero de las 95 tesis que darían lugar
a la Reforma protestante. El 31 de octubre del 2017 hubo un servicio religioso
especial, con mucha música de Bach, y la catedral atestada.
Pero volviendo
al edificio, llama la atención que la gran nave esté adornada profusamente:
esculturas, mármoles, vidrieras, mosaicos, capiteles bruñidos, … con un cierto
aire a basílica romana en todo su apogeo. A decir verdad, no parece una iglesia
luterana, pues acostumbran a ser de paredes blancas y decoración escueta.
Pero el káiser
Guillermo II quiso que ‘su’ catedral fuera suntuosa como símbolo de la
monarquía; debía ser una réplica protestante de la gran catedral católica de Alemania,
la catedral de Colonia. También influyó mucho el hecho de que su arquitecto,
Julius Carl Raschdorff, era católico, y sentía fascinación por las
construcciones renacentistas y barrocas italianas.
Destacan las
capillas Taufkirche y Traukirche, y la Predigtkirche con su impresionante
cúpula, la escalera imperial, el panteón de los Hohenzollern con casi
un centenar de féretros de cuatro siglos, el museo de la catedral y
la cúpula con sus vistas al barrio de Mitte. No se permiten visitas durante los
servicios y actos religiosos.
Durante la
Segunda Guerra Mundial, los bombardeos aliados dañaron gravemente la catedral,
que perdió su cúpula, y al quedar en el sector este, permaneció en estado
ruinoso durante decenios.
La antigua RDA
comunista acarició la idea de derribarla, pero finalmente en 1975 comenzó la
restauración, gracias también a fondos inyectados por la Iglesia evangélica de
la Alemania occidental y por el propio Gobierno de la RFA. Las obras acabaron
en 1993, tres años después de la reunificación de Alemania.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer
Los
discípulos de Cristo mantienen la paz, prefiriendo sufrir a ocasionar dolor a otro, conservan la comunidad cuando otro la rompe,
renuncian a imponerse y soportan en silencio el odio y la injusticia. De este
modo vencen el mal con el bien y son creadores de paz divina en medio de un
mundo de odio y guerra. Pero nunca será más grande su paz que cuando se
encuentren pacíficamente con el mal y estén dispuestos a sufrir. Los pacíficos
llevarán la cruz con su Señor; porque en la cruz se crea la paz. Por haber sido
insertados de este modo en la obra pacificadora de Cristo, por haber sido
llamados a colaborar con el Hijo de Dios, serán llamados hijos de Dios.
“Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos». No se habla aquí de la justicia de Dios, sino de los padecimientos por
una causa justa 5, por el juicio y la acción justas de los discípulos de Jesús.
Los que siguen a Jesús renunciando a las posesiones, a la felicidad, al derecho,
a la justicia, a la honra, al poder, se distinguen en sus juicios y acciones
del mundo; resultarán chocantes al mundo. Y así serán perseguidos por causa de
la justicia. La recompensa que el mundo da a su palabra y actividad no es el
reconocimiento, sino la repulsa. Es importante que Jesús proclame
bienaventurados a sus discípulos cuando no sufren inmediatamente por la
confesión de su nombre, sino simplemente por una causa justa. Se les hace la
misma promesa que a los pobres. Como perseguidos, se asemejan a ellos.
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LA RELIGIÓN ES MUY PELIGROSA
Antonio Coelho
La imagen de
Dios de Jair Bolsonaro es la del
Antiguo Testamento, la convicción del pueblo judío el Dios Pantocrátor el
Todopoderoso que echo una alianza con el pueblo de Israel.
Toda la historia
de Israel se explica como el camino del Pueblo Elegido, guiado por Dios.
La referencia al
poder de Dios lleva consigo dos elementos.
El poder de Dios
repercute en el Poder de Israel, esto genera un racismo religioso.
El poder de Dios
repercute en el Poder de Israel, esto genera un complejo de superioridad.
Como
consecuencia, la violencia se pone al servicio de Israel, cuando partimos de la
Omnipotencia desgraciadamente se saca lo peor y la religión se vuelve muy
peligros.
Porque Dios no
es capaz de ser integrado en ningún sistema de pensamiento, en ninguna
religión, en ninguna sociedad ni en ninguna geografía.
Según la imagen
del hombre que tenemos, será la imagen de Dios que aceptaremos.
La imagen de
Dios de Bolsonaro es la del Libro de Los Reyes del Libro de Los Jueces, del
Dios de los Ejércitos, del Dios que mata a los niños en Egipto, que viola las
mujeres, que arrasa con pestes.
Ese no es el
Dios de Jesús, el crucificado en la cruz, que era para el Imperio romano el signo
donde terminaban los criminales, las personas despreciadas. Ese Jesús desnudo,
sin poder que muere en la cruz a consecuencia de su entrega por los más
débiles, los leprosos, las prostitutas, que reconoce como personas, a las
mujeres, a los niños, invisibles en la sociedad judía, no tiene nada que ver
con la imagen de Dios de Bolsonaro.
En un pueblo
como el brasileño, es terrible una imagen de Dios racista.
https://ecupres.com/2018/10/26/la-religion-es-muy-peligrosa/