LA RECONSTRUCCIÓN INTEGRAL DEL PUEBLO DE DIOS
LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMÍAS (II)
José Severino Croatto
La acusación de Nehemías a los
nobles-notables y oficiales, en el v.7, constituye un eje-de-sentido especial. En
primer lugar, porque sintetiza a nivel literario y redaccional el informe de
los desórdenes sociales señalados en los vv. 1-5. Y en segundo lugar, por su
contenido, que se reduce al tema de la deuda: “una deuda impone cada uno de
vosotros sobre su hermano”. El texto hebreo usa dos veces el lexema ns’. “prestar (con interés)”, en los dos
extremos de la frase, como para enfatizar la idea. No hace falta, como hacen
muchos comentaristas y traductores, cambiar na’
(“prestar”) por ns’ (“cargar”),
una metáfora que globaliza la situación de los vv. 1-5 (Biblia de Jerusalén: “¡Qué carga impone cada uno de vosotros a su
hermano!”). No hay apoyo textual para ese cambio.
Por lo demás, en 1-5 no se trata
de expropiaciones (cf. Is. 5:8) ni de trabajo forzado para el rey (I Sm 8:11-17),
sino de hipotecas de todos los bienes (campos, viñedos, casas) para conseguir comida
(v. 2) y para pagar la deuda al imperio persa (v. 4); en otras palabras, se
contrae una deuda para comer y para pagar otra deuda. Recuperar los bienes
hipotecados exige pagar las deudas. ¿Y cómo se pueden pagar en este círculo
vicioso de “endeudarse para pagar deudas”? El extremo de la situación consiste
en pagar mediante la entrega de los hijos (fuerza de trabajo joven) como
esclavos (v. 5b), cuyo trabajo no remunerado tiene un equivalente en dinero
(Dt. 15:18). Sólo la llegada de un año sabático (1b. vv. 12ss.) podía traer la
liberación de los esclavos.
La propuesta de Nehemías está expresada en los vv. 10-12a, y se
desarrolla en tres partes:
a) Nehemías reconoce que también él y su gente prestaron dinero y
cereales; no obstante, anticipa su gesto de “dejar esta deuda” (10b); el
cohortativo del verbo “dejar” indica una voluntad decidida.
b) A sus interlocutores les exige (un imperativo reforzado con la
partícula -nã’) la devolución
inmediata (“hoy”) de los campos, viñedos, olivares (este término se añade
ahora) y casas (v. 11a). Este inciso se refiere al v. 3.
Se trata de una real condonación
de deudas, porque eran bienes tomados en prenda por dinero prestado. Sin
embargo, como los pobres también habían pedido préstamos en dinero para pagar
el tributo al rey persa (v. 4a), Nehemías reclama de los acreedores que los
condonen (v. 11b). El texto hebrero contiene un detalle que generalmente no es
observado, si bien puede tener un gran interés para nosotros: ¿qué significa (hãsibû) me’at hakkesep...? El verbo me’at es el constructor de me’â, “cien”; la propuesta de modificar
el texto en massa’ t (“deuda-préstamo
de”) tiene sentido, pero no base; peor es la sugerencia, basada en los LXX (apò tou arguríou), de convertir me’ at (“de/de entre”) para traducir: “y
parte del dinero”.
Nehemías pediría así una
condonación parcial, mínima tal vez. Lo mismo entienden quienes traducen el texto
actual por “una centésima (parte) del dinero” (Biblia de Jerusalén, en nota). Estas
interpretaciones “generosas” suponen que perdonar algo de una deuda, ya es un
gran gesto. ¿Por qué no entender el texto como suena: “devolvedles hoy sus
campos, sus viñedos, sus olivares y sus casas; y el ciento (por uno) del
dinero... que les habéis prestado”? No hay ningún caso conocido en que me’ a signifique “la centésima (parte)”,
aunque algunas veces es multiplicativo: cien veces (cf. Ecl 8.12; Pr 17.10).
¿Será una fórmula retórica el “ciento por uno” (cf. Lc 8.8) en nuestro pasaje?
¿O se puede entender como una
propuesta de máxima, que implica la restauración de las personas afectadas por
la pobreza del endeudamiento? Devolver “el ciento (por uno)” es una forma de
invertir los términos del enriquecimiento previo de los acreedores. El texto,
además, agrega al dinero los rubros “trigo, vino y aceite”, todos bienes de
consumo, apropiados por los acreedores tal vez durante mucho tiempo. ¿No tiene sentido
entonces que Nehemías les pida que devuelvan “el ciento (por uno)” del dinero y
de los bienes de consumo producidos por las tierras empeñadas (vv. 3-4)?
La devolución así es
satisfactoria, y cubriría el deterioro acaecido desde el momento de hacerse las
hipotecas, permitiendo a su vez a los deudores su propio proceso productivo. El
texto dejaría entender que los acreedores se han enriquecido sobradamente; y
señala con claridad que pueden económicamente hacer lo que Nehemías les
reclama.
c) Los oficiales acreedores responden: “devolveremos (nâsîb, retomando los términos de la
propuesta, v. 11a)... y no reclamaremos...” (v. 12a). ¿Cumplieron luego su
palabra? ¿Fue sólo una promesa de ricos para salir del paso? Nehemías, en todo caso,
se asegura jurídica y religiosamente de la ejecución de la promesa,
comprometiendo por juramento a los sacerdotes que harían cumplir lo prometido
(v. 12b), si no es que el juramento no es pedido a los mismos interesados7. El
contexto es de alianza (comp. Esdras 10.3-5, esp. el v. 5: la frase es la misma
que en nuestro pasaje).
Ahora bien, en la realización de
alianzas era costumbre incluir un rito simbólico de disuasión de toda
transgresión (comp. Jr. 34:18-20): en este caso, el gesto consiste en sacudir
los pliegues (los “bolsillos”) del manto (cf. el símbolo y su explicación en el
v. 13).
A todo esto, no debemos olvidar
que estamos en plena asamblea popular: vv. 7b y 13b. Un asunto que interesa al
pueblo que trae la queja (v. 1a), no se resuelve en la intimidad de los poderosos.
El discurso crítico de Nehemías se desarrolla en asamblea (vv. 8-11), lo mismo
que la promesa de los acreedores (v. 12a) y la toma del juramento (v. 1 2b- 1
3a). La mención de la asamblea (vv. 7b y 13b) sirve de inclusión a esta parte
central del capítulo.
¿Qué significa la conclusión del
v. 13b: “hizo el pueblo según esta palabra”? La expresión parece referirse al
cumplimiento de una promesa (cf. v. 12b: Esdras 10.5b). El pueblo era el que
levantó la queja y no el incriminado. ¿O la frase es general, y está diciendo
que el pueblo “hizo la misma cosa”, es decir, el gesto simbólico de sacudirlos
bolsillos del manto? Habría sido un gesto impresionante, visual y
auditivamente.
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LA DECONSTRUCCIÓN DE LA LAICIDAD MEXICANA
Bernardo Barranco
Con preocupación percibo el comportamiento de
la 4T en materia religiosa. El concepto de Estado laico en este gobierno se
aleja de las concepciones juaristas emanadas por el liberalismo del siglo XIX.
Hoy se opera un proceso de deconstrucción de la laicidad mexicana. Se han
perdido la sensibilidad y la memoria histórica que refiere la incursión de la
religión en la política. Que ha costado al país tres guerras sangrientas. La
Guerra de Reforma, la Invasión Francesa y la Guerra Cristera.
Las fórmulas jurídicas y
políticas del laicismo permitieron, hasta ahora, cierta armonía y acomodo
civilizado de las creencias en la construcción del Estado moderno mexicano. La
laicidad es la supremacía del Estado ante la pluralidad de convicciones y la
garantía de libertad, así como la atmósfera necesaria para la estabilidad
pacífica entre lo diverso. Pareciera que el gobierno de la 4T fomenta el
sustento de las iglesias para fortalecer su posicionamiento en particular en el
mercado religioso popular que es el mismo de sus programas sociales.
¿Será que el gobierno de AMLO
necesite de la legitimidad de las iglesias para gobernar? ¿Como en la Edad
Media, que el príncipe necesitaba de la legitimidad de Dios? O es tal el
deterioro del llamado tejido social que requiere la intervención de curas y
pastores para fomentar valores sociales perdidos. Las disyuntivas se antojan
provocadoras. Probablemente, buscará la construcción de otro pacto social y
recomponer la salud del tejido social bajo el costo de un nuevo bosquejo
institucional. Dicho diseño permanece difuso y hasta deshilvanado.
Frente a lo religioso hay
disformidad y confusión. Incluso atropello al orden constitucional. La
presencia de dos pastores en el acto republicano de unidad nacional de Tijuana
contravino el artículo 130 constitucional, que prohíbe explícitamente en su
inciso E, lo siguiente: “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos
ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación
política alguna”. La laxitud frente a lo religioso no lleva a gobiernos
místicos ni mucho menos revoluciones espirituales desde el poder. Conduce a
desconciertos. Por ejemplo, por unanimidad los comisionados del Instituto
Federal de Telecomunicaciones (IFT) entregaron una concesión única de tipo
social a La Visión de Dios. […] Aquí se viola el artículo 16 de la Ley de
Asociaciones y Culto Público […] Confraternice, de Arturo Farela, ya no
necesita de Gobernación ni estudios legales para acceder a la concesión de
medios, el camino ya está trazado. Desde 1994 con la misma fórmula de una ONG
prestanombres, como ha venido funcionando María Visión, un aburridísimo canal
católico.
Maru Jiménez y Luis Guillermo
Hernández, del equipo de investigadores de Carmen Aristegui, detectaron que el
gobierno de AMLO está eliminado obstáculos legales para formalizar la
participación de las iglesias en su proyecto social y político. […] Este
cambio, contraviene el artículo 40 constitucional y el espíritu del 130, que
establece la histórica separación entre las iglesias y el Estado.
La 4T requiere fundamentar con
solvencia su postura respecto a lo religioso y justificar ante la sociedad su
visión, estrategia y fronteras no sólo en términos de políticas de gobierno, sino
su visión de Estado frente a las Iglesias.
La Jornada, 26 de junio de 2019