LA RECONSTRUCCIÓN INTEGRAL DEL PUEBLO DE DIOS
LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMÍAS (I)
José Severino Croatto
El texto de Neh. 5, poco aprovechado a
nivel querigmático, es de
una gran riqueza teológica, que aflora de su núcleo socio-político y económico.
Por un lado, se puede comparar la acción del gobernador de Judá, Nehemías, con
las reformas sociales de Urukagina de Lagas (rey sumerio del siglo XXV a.C.) o
de Ammisaduqa, penúltimo rey de la gran dinastía babilónica (c. 1830-1531),
cuyo máximo exponente fuera Hammurapi1. Por el otro, nos recuerda las
proclamaciones de los reyes de Mesopotamia sobre gestos de justicia en favor
del pueblo (Nabucodonosor 1; títulos y epítetos que los reyes se daban a sí
mismos)2. En tercer lugar, el lector de la Biblia no deja de sentir la
contraposición entre Neh. 5 y I Sm. 8: aquí se describen las prácticas
opresivas de los reyes (imitados por los gobernadores y jefes de Judá de la
época persa); allá se destaca la administración diferente del gobernador Nehemías.
Pero aparte de estas
comparaciones, si se mira el texto de Neh. 5 desde la situación actual del
Tercer Mundo, el tema de la deuda surge de él con un relieve que no tiene sin
esa óptica, y de hecho no lo tuvo en los comentarios bíblicos tradicionales. A
primera vista, parece que hay una dispersión de temas. […] Además, la
presentación del “caso” en los vv. 1-5, expone diversos abusos en el interior
de la comunidad judía del siglo V.
El texto mismo, sin embargo, se
mueve sobreabundantemente en el nivel económico, trasladándose aquí y allá al
político, al social y al ideológico, construyendo una cadena-de-sentido
sobradamente clara; en ese nivel económico de base, la pluralidad de figuras y
conjuntos figurativos (en sentido semiótico) pueden concentrarse, creemos, en
el núcleo semántico de la deuda.
Por su parte, la agrupación de
los temas en torno a un “proyecto” económico-social resulta más visible por la
estructura manifiesta del texto. […]
Los vv. 1-5 exponen la situación
de crisis de la comunidad judía (¿de Jerusalén solamente?). La queja no es por
una dominación externa (como en 9:36s), sino “entre hermanos” (v. 1); tampoco
entran en escena los samaritanos. Todo sucede entre una comunidad de “judíos”
que, el texto supone, están divididos socio-económicamente.
La opresión interna está
expresada por tres locutores (portavoces del pueblo y sus mujeres, cf. v. 1a).
Unos señalan que sus familias son numerosas4 y no tienen qué comer; otros, que
deben empeñar los medios de producción primarios (campos y viñas) y secundarios
(casas) para conseguir alimento. Es una primera forma de endeudamiento. Los
terceros dicen que deben pedir prestado dinero “para el impuesto del rey”. Se
introduce, la única vez, el factor de la dominación externa, implacable como se
sabe. Los ricos podían pagar tales impuestos, pero los pobres debían someterse
a una nueva deuda para pagar la del tributo imperial. Es posible que el v. 4b
(sin concordancia), quiera aclarar que la forma de pago del préstamo era la
entrega de campos y viñas.
Este estado de pobreza y
endeudamiento obliga a las familias a autodestruirse: los deudores deben
entregar a sus hijos e hijas como esclavos (v. 5a), hecho que se da sobre todo
con las mujeres (comp. I Sam 8.13). No hay manera de evitarlo; para colmo, los
familiares dados en esclavitud deben trabajar en campos y viñas que ya fueron
empeñados.
Son notables las semejanzas y
diferencias entre Neh. 5 y I Sm. 8:11-17. Por un lado, se parecen las prácticas
de orden económico que se refieren a la agricultura, y la esclavización de
personas; sin embargo, se diferencian en que frente a los procesos de endeudamiento
de Neh. 5, en 1 Sm. 8 se establecen las reglas de la “expropiación” de los
medios de producción y el trabajo forzado de los súbditos en los dominios del
rey, además de la tributación en especie. La situación de la comunidad judía
posexílica es, por tanto, de penuria diferenciada: hay personas con muchas
deudas (internas y externas), para cuyo pago sólo pueden entregar sus bienes de
producción, sus viviendas, hasta el extremo de tener que dar sus hijos como
esclavos para que trabajen para otros. Círculo infernal que impide toda salida.
Se manifiesta el “sistema”
económico-político, refrendado jurídicamente, que es generador de pobreza e
injusticias y que profundiza las diferencias sociales.
El v. 6, en el que Nehemías
empieza a hablar en primera persona, sirve de transición. El v. 7 identifica
por primera vez a los actores del desequilibrio social, que pertenecen al plano
político y administrativo: los nobles-notables (hõrim) y los oficiales (se gânîm,
cf. acádico sakun). En adelante,
serán los destinatarios concretos del discurso de Nehemías. El v. 8 establece
una interesante comparación que nos da un dato desconocido por otras fuentes:
Nehemías recuerda a sus interlocutores que los hermanos judíos que habían sido
“vendidos” a otros países, fueron “comprados” luego y por eso están ahora en
Judá.
Si la expresión no es retórica,
indica que los repatriados del exilio provenían tanto del edicto de Ciro como
del esfuerzo de sus hermanos que los “compraron” con dinero. Ahora bien, la
crítica del gobernador pone a la vista la incoherencia de la práctica actual de
volver a “vender” a aquellos hermanos otrora “comprados”. Irónicamente, ahora
serían vendidos al mismo Nehemías y colaboradores, quienes volverían a
comprarlos.
El versículo es interesante
porque el léxico de “compraventa” es el eje sobre el que discurre toda la comparación.
Desde el punto de vista ideológico, tales actitudes son contrarias al temor de
Dios (y a sus leyes) y al buen nombre que él merece entre los pueblos (v. 9b).
La reforma de Nehemías, expresada
como propuesta más que como decisión perentoria, está señalada en los vv.
10-12a. […]
__________________________
LA LUZ DEL MUNDO Y EL MUNDO EVANGÉLICO
Roberto Blancarte
Independientemente del desenlace judicial que tenga
el caso de Naasón Joaquín, ya nada será igual para la Iglesia de la Luz del
Mundo, después del arresto de su director general en Los Ángeles. Dado que el
caso se ha mediatizado, incluso si un jurado lo declara inocente, la sombra de
la duda permanecerá por largo tiempo sobre su liderazgo y amenazará con
extenderse hacia el conjunto de la Iglesia. El resultado es incierto, pues si
bien uno puede presumir que este tipo de expedientes no se armarían si no
existiesen pruebas sólidas, además de la presunción de inocencia, también es
cierto que en Estados Unidos los fiscales son parte de un sistema que puede
terminar politizando, y al mismo tiempo fragilizando, ciertos casos.
De cualquier manera, la Iglesia
de la Luz del Mundo no podrá seguir operando como si nada hubiera pasado.
Tendrá que replantearse muchas cosas relativas a su organización interna, su
inserción social, su imagen y su relación con el resto del mundo evangélico,
entre muchas otras cuestiones. De hecho, por diversas razones, que en este
breve espacio no se pueden desarrollar (la secularización del mundo católico,
el ingreso de los evangélicos en la política, la resistencia de la intolerancia
social, etc.), las críticas a la Luz del Mundo se pueden extender al mundo
evangélico.
El riesgo mayor es que las
invectivas se vuelvan tan difusas, en contra de un modelo eclesial que no se
entiende, por ser extraño a la mayoría católica, y termine castigando, de
manera discriminatoria, todo lo que sea diferente a lo que hemos estado
acostumbrados. En otras palabras, se ven como “raros”, o reprobables ciertos
actos que están normalizados en la religión mayoritaria.
Un ejemplo de ello son las
críticas a Naasón Joaquín porque “se hace llamar apóstol”. Pero esos mismos
críticos no reparan que el protocolo de la “Santa Sede” (es decir una
institución que se asume como santa) establece que en el mundo católico hay que
dirigirse al “Sumo Pontífice” (título tomado del emperador romano) como “Su
Santidad”. Pero eso es normal para mucha gente, simplemente porque está
acostumbrada a ello. Lo mismo sucede con la manera de orar, de vestir o de
actuar dentro de una institución religiosa. Y muy fácilmente se cae en la denominación
peyorativa de “sectas”, que algunos ya pensábamos superada, asumiendo que
algunas agrupaciones religiosas representan un peligro para sus feligreses.
Las críticas tienden también a
ignorar la enorme diversidad dentro del mundo evangélico, que ya teme el
aplanamiento de los juicios y la discriminación generalizada, de la que en
realidad los evangélicos no han logrado escapar totalmente. Al respecto, el
pastor Abner López, respetado dirigente de la Iglesia presbiteriana y quien por
muchos años presidió la Sociedad Bíblica de México, recomienda ver en Netflix
la serie Así nos ven, basada en
hechos reales sobre la aplicación de justicia en Estados Unidos.
Nada de lo anterior, por
supuesto, exime totalmente a muchas iglesias de prácticas que sí rayan en lo
sectario, como el culto a la personalidad de los dirigentes. Pero pensándolo
bien, ¿no se hace esto también en la Iglesia católica?
Milenio, 18 de junio de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario