domingo, 25 de octubre de 2020

Habacuc 3.1-13 / Corintios 9.16-27 , TLA

Yo, el profeta Habacuc, compuse esta oración para acompañarla con una melodía especial.

¡Dios mío,
yo sé bien todo lo que has hecho,
y por eso tiemblo en tu presencia!
Déjanos ver en nuestros días
tus grandes hechos de otros tiempos;
si te enojas con nosotros,
no dejes de tenernos compasión.

Tú eres nuestro santo Dios;
vienes de la región de Temán,
vienes del monte Parán.
Tu grandeza ilumina los cielos;
la tierra entera te alaba.
Un gran resplandor te rodea;
de tus manos brotan rayos de luz
y dejan ver tu poder escondido.
Plagas terribles anuncian tu llegada;
vas dejando en el camino
graves enfermedades.

6-7 

Cuando tú te detienes,
la tierra se pone a temblar;
cuando miras a las naciones,
todas ellas se llenan de miedo;
los cerros se desmoronan,
las antiguas montañas se derrumban;
¡hasta he visto temblar de miedo
a la gente de Cusán y de Madián,
porque tú has vuelto a actuar!

Dios nuestro,
¿por qué te decidiste a montar
en tu carro de combate?
¿Será porque te enojaste
con los dioses Río y Mar?
Con tus flechas heriste la tierra,
y esas heridas son los ríos.
10 
Cuando las montañas te vieron,
temblaron de miedo,
las nubes dejaron caer su lluvia
y el mar rugió con furia;
¡sus grandes olas se elevaron al cielo!
11 
Cuando lanzaste tus brillantes rayos,
el sol y la luna se detuvieron.

12 

Pero te enojaste y recorriste la tierra;
en tu enojo aplastaste naciones.
13 
Saliste a rescatar a tu pueblo,
y al rey que tú elegiste.
Destrozaste al jefe de esos malvados,
y acabaste por completo con su reino.

*

16 Yo no anuncio la buena noticia de Cristo para sentirme importante. Lo hago porque Dios así me lo ordenó. ¡Y pobre de mí si no lo hago! 17 Yo no puedo esperar que se me pague por anunciar la buena noticia, pues no se me preguntó si quería hacerlo; ¡se me ordenó hacerlo! 18 Pero entonces, ¿qué gano yo con eso? ¡Nada menos que la satisfacción de poder anunciar la buena noticia, sin recibir nada a cambio! Es decir, anunciarla sin hacer valer mi derecho de vivir de mi trabajo como apóstol.

19 Aunque soy libre, vivo como si fuera el esclavo de todos. Así ayudo al mayor número posible de personas a creer en Cristo. 20 Cuando estoy con los judíos, vivo como judío, para ayudarlos a creer en Cristo. Por eso cumplo con la ley de Moisés, aunque en realidad no estoy obligado a hacerlo. 21 Y cuando estoy con los que no obedecen la ley de Moisés, vivo como uno de ellos, para ayudarlos a creer en Cristo. Esto no significa que yo no obedezca la ley de Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo. 22 Cuando estoy con los que apenas empiezan a ser cristianos, me comporto como uno de ellos para poder ayudarlos. Es decir, me he hecho igual a todos, para que algunos se salven. 23 Y todo esto lo hago porque amo la buena noticia, y porque quiero participar de sus buenos resultados.

24 Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio, sino uno solo. Pues nuestra vida como seguidores de Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. 25 Los que se preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un premio que dura para siempre. 26 Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que no lucho sin un propósito. 27 Al contrario, vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues si anuncio a otros la buena noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí.

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