lunes, 23 de julio de 2007

498o. aniversario del natalicio de Juan Calvino (II)

La relevancia de Calvino en la historia de la Iglesia cristiana tiene relación directa con la forma en que él luchó por alcanzar la realización de una iglesia “verdaderamente reformada”, es decir, una comunidad de creyentes que, basados en una sólida autocrítica acerca de su obediencia la Palabra de Dios, revisan continuamente la razón de ser de su presencia en el mundo, siempre a la luz de su fidelidad al Evangelio del Reino de Dios.
De ahí el lugar tan relevante que le otorgó el reformador francés al estudio e interpretación de la Biblia, al grado de que, para muchos, él fue “el exegeta de la Reforma”, pues el trabajo de análisis y exposición de las Sagradas Escrituras le ocupó la mayor parte de su vida. Calvino comentó y predicó la mayor parte de los libros bíblicos, a excepción del Apocalipsis, por el que guardaba un enorme respeto.
Además, su preocupación por consolidar la fe cristiana atenta al devenir de los tiempos lo impulsó a reflexionar sistemáticamente sobre todo el conjunto de la doctrina. Por ello sus tratados constituyen hoy, todavía, un gran desafío, debido a la manera sólida e incisiva con que abordó los diversos temas.
Particularmente llamativos son sus acercamientos a los Diez Mandamientos y a la Oración del Señor, que le sirvieron como punto de partida para que, en la Institución de la religión Cristiana concentrara, poco a poco, los elementos centrales de la Reforma Protestante como un todo coherente. Esa es la razón por qué dicha obra ha sido reconocida como el gran resumen de la fe reformada.

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