viernes, 27 de julio de 2007

El apóstol Pablo llega finalmente a Roma, Pablo Richard

El diálogo de Pablo con las autoridades judías de Roma (vv. 17-22) resume todo el proceso judicial de Pablo, narrado desde el capítulo 21 hasta ese día. En síntesis Pablo afirma su total inocencia ante la ley judía y romana. Pablo sufre el juicio únicamente “por la esperanza de Israel” (la resurrección universal) [...] Justifica también su apelación al César como necesaria, pues los romanos querían dejarlo libre y los judíos se oponían. [...] El testimonio de Pablo (v. 23) es sobre el Reino de Dios. Este tema aparece aquí y en el v. 31 (última frase de los Hch) y hace inclusión con 1,3 donde Jesús resucitado enseña sobre el Reino de Dios, también en una casa. El Reino de Dios es predicado también en lugares estratégicos en Hch: 8.12; 14.22 y 19.8; en 20.25 en forma abreviada con el mismo sentido. Pablo predica el Reino de Dios tomando como punto de partida la Ley y los Profetas (es decir la Biblia) y como punto de llegada Jesús. [...]
Finalmente: conversión de Pablo (vv. 25-28): En este último diálogo con los judíos Pablo llega a una conclusión solemne y definitiva: el pueblo judío, como pueblo, rechaza la salvación de Dios; esta salvación es ahora ofrecida a los gentiles; ellos la acogerán. [...] Pero ahora hay una diferencia decisiva: ya no se trata de una prioridad teológica y pastoral (primero los judíos, después los gentiles), sino de una conclusión definitiva: el pueblo judío ya no es el destinatario prioritario y necesario de la predicación evangélica. Pablo siempre esperó una conversión masiva del pueblo judío, por lo menos la conversión de una comunidad completa y significativa, como condición previa o etapa anterior a la conversión de los gentiles. Pablo subordinaba la conversión de los gentiles a la conversión primera del pueblo judío. Desde los inicios de Hch, el Espíritu Santo empuja a los primeros misioneros, y también a Pablo, directamente hacia los gentiles. Ahora Pablo finalmente da la razón al Espíritu Santo. Podemos decir que finalmente Pablo se convierte al Espíritu Santo y orienta definitivamente su estrategia misionera directamente a los gentiles. [...]

Reflexión pastoral
1. Pablo da por terminada la evangelización en la parte oriental del Imperio romano (“desde Jerusalén, en todas las direcciones, hasta el Ilírico”) y ahora decide ir a Roma y desde allí hasta el fin de la tierra. Pablo realmente cree en la fuerza de la Palabra de Dios que él ha anunciado, cree en su obra evangelizadora. Al despedirse de los presbíteros de Éfeso los encomienda a esta Palabra, que tiene la fuerza de construir el edificio (20,32). ¿Tenemos nosotros hoy esta fe de Pablo en la eficacia de la Palabra de Dios? ¿Creemos realmente que la Palabra de Dios que anunciamos tiene el poder de construir la Iglesia? Pablo en sus planes de viaje demuestra un espíritu misionero cuyo horizonte en todo el mundo habitado y conocido (de Jerusalén a España). ¿Tenemos hoy este universalismo misionero de Pablo?

2. Pablo decide ir a Roma (objetivo misionero), pasando antes por Jerusalén. La subida de Pablo a Jerusalén sigue los pasos de la subida de Jesús a Jerusalén. Pablo ahora ya no hace un viaje misionero, sino un viaje martirial, como discípulo de Jesús. Va consolidando las comunidades ya fundadas, se despide de ellas y les deja su testamento. Hagamos un estudio global de este nuevo rostro de Pablo y sistematicemos los puntos fundamentales de su testamento espiritual (especialmente su discurso en Mileto: 20,17-38).

3. Pablo en su viaje a Jerusalén va luchando con el Espíritu Santo. La voluntad del Espíritu es que Pablo no vaya a Jerusalén, sino directamente a Roma para continuar desde ahí la misión hasta el fin de la tierra. ¿Cuáles son los motivos de Pablo para ir a Jerusalén, a pesar de la oposición del Espíritu? ¿Cómo el Espíritu se manifiesta a Pablo? ¿Por qué Lucas nos narra este viaje de Pablo a Jerusalén? ¿Qué quiere enseñarnos con este viaje?

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