“Espiritualidad”» es una palabra desafortunada. Casi siempre se la vincula con la religión, y para muchos significa algo alejado de la vida real, algo inútil que no se sabe exactamente para qué puede servir. Lo que interesa es lo concreto, lo práctico, lo material, no lo “espiritual”.
Sin embargo, el “espíritu” de una persona es algo muy valorado incluso en la sociedad actual, pues indica lo más hondo de su propio ser: sus motivaciones últimas, su ideal, la pasión que lo anima, la mística por la que vive y trabaja, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.
La “espiritualidad” en su sentido más amplio consiste en vivir realmente con espíritu, no de forma inconsciente, automática, vacía. Según sea el “espíritu” que inspira e impregna nuestros proyectos y compromisos, así será nuestra espiritualidad. Se puede vivir con “espíritu franciscano” o con “espíritu capitalista”.
La espiritualidad no es patrimonio de las religiones. Cualquier persona que vive con hondura y calidad humana su existencia, vive con una determinada espiritualidad que motiva su vida, inspira su comportamiento y configura sus valores y el horizonte de su ser.
Sin embargo, es cierto que la espiritualidad es algo muy propio de la experiencia religiosa. La religión sitúa al ser humano frente al misterio último de su existencia, invita a descubrir el verdadero sentido de la vida y a tomar opciones fundamentales; ¿cuál es nuestro Dios? ¿Cuál es el centro de nuestra vida? ¿Dónde ponemos nuestra última esperanza?
Los cristianos hablamos hoy de diferentes escuelas o corrientes de espiritualidad: espiritualidad luterana, calvinista o católica; espiritualidad monástica, laical, familiar, sacerdotal; espiritualidad benedictina, ignaciana, teresiana. Como es obvio, la espiritualidad cristiana consiste en seguir a Jesús de manera que su experiencia de Dios y su Espíritu sean los que configuren nuestra vida. Esto es lo que diferencia la espiritualidad cristiana de la budista, la judía o la islámica.
No hay un camino hecho en la espiritualidad. El itinerario espiritual de cada persona es una aventura inédita y original de cada uno. Si queremos vivir una espiritualidad viva y actualizada en nuestro tiempo, tendremos que estar muy atentos y muy abiertos al Espíritu que animó a Jesús.
Vamos a aproximarnos a la espiritualidad de Jesús. No es mi intención detenerme a estudiar cómo esa espiritualidad se arraigó en la experiencia religiosa de su pueblo, cómo se alimenta en el espíritu de los profetas de Israel y de los grandes orantes de los salmos; tampoco voy a hablar directamente de la oración de Jesús, sus rasgos principales, su búsqueda de silencio y recogimiento, su capacidad de conjugar la dimensión contemplativa y una intensa actividad.
Voy a hablar solamente de las claves de la espiritualidad de Jesús. Nos vamos a centrar en lo esencial. Las preguntas que están en el trasfondo de esta exposición son las decisivas: ¿qué experiencia de Dios tiene Jesús?, ¿quién es Dios para él?, ¿cómo se sitúa ante su misterio?, ¿cómo vive a Dios? y ¿cómo esa experiencia de Dios inspira y marca toda su vida?
Buscar el reino de Dios y su justicia
Jesús no es un hombre disperso, atraído por diferentes intereses, sino una persona profundamente unificada en torno a una experiencia nuclear: Dios, el Padre bueno de todos. Es él quien unifica su intensa actividad, inspira su mensaje y polariza todas sus energías. Captar las claves de la espiritualidad de Jesús exige captar cómo vive Jesús de esa experiencia de Dios.
Hay algo que se percibe enseguida. Para Jesús, Dios no es una teoría, sino una experiencia. Nunca propone una doctrina sobre Dios. Nunca se le ve explicando su idea de Dios. Para Jesús, Dios es una presencia cercana y amistosa que transforma todo su ser y le hace vivir buscando una vida más digna, amable y dichosa para todos, empezando por los últimos.
Jesús no pretende en ningún momento sustituir la doctrina tradicional de Dios por otra nueva. Su Dios es el Dios de Israel: el único Señor, creador de los cielos y de la tierra, el salvador de su pueblo querido. Nunca discute Jesús con ningún sector judío sobre Dios. Todos creen en el mismo Dios.
La diferencia está en que los dirigentes religiosos del pueblo asocian a Dios con su sistema religioso y no tanto con la vida y la felicidad de la gente. Lo primero y más importante para ellos es dar gloria a Dios observando la ley, respetando el sábado y asegurando el culto del templo. Jesús, por el contrario, asocia a Dios con la vida: lo primero y más importante para él es que los hijos e hijas de Dios gocen de una vida digna y justa. Esto es lo nuevo. Jesús implica a Dios no con la religión, sino con la vida. Lo más importante para Dios es la vida de las personas, no la religión. Los sectores más religiosos de Israel se sienten urgidos por Dios a cuidar la religión del templo y la observancia de la ley. Jesús, por el contrario, se siente enviado por Dios a promover su justicia y su misericordia.
Lucas ha captado muy bien la espiritualidad de Jesús cuando lo presenta en la sinagoga de Nazaret aplicándose a sí mismo estas palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me han ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” . A Jesús el Espíritu de Dios lo impulsa a introducir en el mundo la “Buena Noticia” para los pobres, “liberación” para los cautivos, “luz” a los ciegos, “libertad” a los oprimidos, “gracia” a los desgraciados.
La escena es probablemente una composición de Lucas, pero recoge muy bien el Espíritu que anima a Jesús. La espiritualidad cristiana empuja, antes que nada, a promover una vida más liberada, más sana, más dichosa. Es lo que más agrada a Dios.
Por eso, el centro de la espiritualidad de Jesús no lo ocupa Dios propiamente, sino el «reino de Dios». Jesús no separa nunca a Dios de su reino. No puede pensar en Dios sin pensar en su proyecto de trasformar el mundo. No invita a la gente a buscar a Dios simplemente, sino a “buscar el reino de Dios y su justicia”. No llama a “convertirse” a Dios sin más, sino que pide a todos a “entrar” en el reino de Dios.
Jesús no contempla a Dios encerrado en su propio mundo, aislado de los problemas de la gente; lo siente comprometido por un mundo más humano. Lo vive como la presencia buena de un Padre que se está introduciendo en el mundo para humanizar la vida. Por eso, para Jesús, el lugar privilegiado para vivir a Dios no es el culto, ni tampoco el desierto, sino allí donde se va haciendo realidad su reino de justicia.
Resumiendo. La espiritualidad de Jesús está centrada en el reino de Dios, es decir, se alimenta de un Dios que sólo busca una humanidad más justa y más feliz, y tiene como centro y tarea decisiva construir una vida más humana, tal como la quiere Dios. Cualquier espiritualidad que quiera llamarse y ser cristiana tendrá que seguir a Jesús por los caminos del reino de Dios.
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NORUEGA: PANORAMA RELIGIOSO
Prensa Ecuménica, 26 de julio de 2011
Hasta el presente Noruega es oficialmente un Estado de Iglesia Protestante expresado en la Iglesia Evangélica-Luterana. Alrededor del 88% de la población es miembro de la Iglesia oficial de Noruega. Alrededor del 6% practica otras religiones y otro 6% no pertenece a ninguna comunidad religiosa.
Otras expresiones religiosas son el Movimiento Humanista, representado por la Asociación Humanista Noruega; el Islam; el Movimiento Pentecostal; la Iglesia Católica Romana; la Iglesia Libre Evangélica-Luterana, la Iglesia Metodista y otras iglesias libres. Para la mayoría la asistencia a los cultos no es una actividad regular y en gran parte la práctica religiosa es privada. Existe amplia libertad religiosa desde la enmienda constitucional efectuada en 1964.
Aunque no hay separación entre la Iglesia y el Estado, todos los habitantes tienen el derecho a ejercer libremente su religión de acuerdo con una enmienda en 1964 a la Constitución. La práctica de la religión en Noruega es en gran parte privada. Noruega era parte de la Iglesia Católica Romana hasta 1537 que pasó a ser protestante. Época de las luchas religiosas, Noruega declaró prohibido el catolicismo romano en su tierra. Tal decisión fue revocada tres siglos después, en 1843.
Actualmente existe un acuerdo entre los partidos políticos, aprobado en la Legislatura de Noruega, para la separación de la Iglesia Evangélica Luterana del Estado El cambio, se implementará en 2012 dado que tal resolución necesita ser aprobada en dos legislaturas consecutivas. Si bien no será una ruptura total de los vínculos iglesia-estado se entiende que esa nueva relación dará mayor autonomía para ambas partes.
La práctica del islamismo tiene la misma libertad que cualquier otra religión. De hecho la mayor mezquita de Escandinavia se encuentra en el barrio de Grønland en Oslo. Sin embargo existe un interesante conflicto con Arabia Saudita que quiere financiar la construcción de mezquitas en Noruega. El gobierno noruego lo prohíbe porque Arabia Saudita no respeta la libertad religiosa. […]
La legislación noruega permite la construcción de cualquier templo religioso que quieran construir sus habitantes, pero debe ser la Administración central la encargada de aprobar el apoyo financiero de estos proyectos, evitando que se incurra en cualquier tipo de delito.
El ministro de Asuntos Exteriores Jonas Gahr Stor declaró que "Sería una paradoja, y antinatural aceptar las fuentes de financiación de un país donde no hay libertad religiosa" recordando que en Arabia Saudita está prohibida la construcción de iglesias.
El funcionario afirmó que "Noruega llevará el asunto ante el Consejo de Europa" donde defenderá esta decisión basada en la más estricta reciprocidad con los sauditas.
La reciente Matanza Noruega coloca en tela de juicio la relación entre la religión, en este caso de fuerte raigambre protestante, y el desarrollo de la vida ciudadana. El autor de la matanza es calificado como un “fundamentalista cristiano” Se puede alegar que no se sabe de su práctica religiosa activa, pero en una sociedad como la noruega, al igual que en otras, este no es argumento válido. La cuestión es cómo se formó su estructura de pensamiento y de prejuicios que lo obligó a actuar de esa forma.
Al respecto no se puede olvidar que la Alemania nazi tenía de trasfondo una fuerte religiosidad, también protestante, con una enseñanza sobre la obediencia (debida) instalada en sus dirigentes y población como una instancia esencial de la ética cristiana.
Por otra parte, matanzas similares se produjeron en el cristianísimo Estados Unidos con protagonistas de perfiles semejantes a los de Anders Breivik, sin olvidar las guerras religiosas, la despiadada colonización en América Latina, el Caribe, África, India ni la Inquisición. […].
De Behring Breivik también se comprobó, por sus propias declaraciones, que odia al Islam, quiere salvar la civilización y sabe que lo que hizo es atroz pero lo considera necesario. Ese coctel de especificaciones hace que sea clasificado como de ultra derecha por lo que es habitual que al mismo tiempo sea un fundamentalista religioso.
Esas características también corresponden a personajes como Bush, quien recibía órdenes directas desde Dios, como a los Ayatolas que sostienen la “guerra santa” y que pueden desatar guerras como a Irak, Afganistán y terrorismo de alta escuela que saben que son atroces pero que los considera necesario.
Que esta matanza haya ocurrido en Noruega es un dato más que importante para el análisis entre la religión y la ciudadanía. No son pocos los que exclamaron ¿Quién iba a pensar que esto ocurriría en Noruega? Es que una de las características del siglo XXI es el desnudamiento de situaciones que hasta ahora no la percibíamos adecuadamente.
Por cierto, el domingo24 un solemne y emotivo culto en la Catedral de la Iglesia de Noruega en Oslo recordó a las víctimas de la matanza.
Sin embargo, el “espíritu” de una persona es algo muy valorado incluso en la sociedad actual, pues indica lo más hondo de su propio ser: sus motivaciones últimas, su ideal, la pasión que lo anima, la mística por la que vive y trabaja, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.
La “espiritualidad” en su sentido más amplio consiste en vivir realmente con espíritu, no de forma inconsciente, automática, vacía. Según sea el “espíritu” que inspira e impregna nuestros proyectos y compromisos, así será nuestra espiritualidad. Se puede vivir con “espíritu franciscano” o con “espíritu capitalista”.
La espiritualidad no es patrimonio de las religiones. Cualquier persona que vive con hondura y calidad humana su existencia, vive con una determinada espiritualidad que motiva su vida, inspira su comportamiento y configura sus valores y el horizonte de su ser.
Sin embargo, es cierto que la espiritualidad es algo muy propio de la experiencia religiosa. La religión sitúa al ser humano frente al misterio último de su existencia, invita a descubrir el verdadero sentido de la vida y a tomar opciones fundamentales; ¿cuál es nuestro Dios? ¿Cuál es el centro de nuestra vida? ¿Dónde ponemos nuestra última esperanza?
Los cristianos hablamos hoy de diferentes escuelas o corrientes de espiritualidad: espiritualidad luterana, calvinista o católica; espiritualidad monástica, laical, familiar, sacerdotal; espiritualidad benedictina, ignaciana, teresiana. Como es obvio, la espiritualidad cristiana consiste en seguir a Jesús de manera que su experiencia de Dios y su Espíritu sean los que configuren nuestra vida. Esto es lo que diferencia la espiritualidad cristiana de la budista, la judía o la islámica.
No hay un camino hecho en la espiritualidad. El itinerario espiritual de cada persona es una aventura inédita y original de cada uno. Si queremos vivir una espiritualidad viva y actualizada en nuestro tiempo, tendremos que estar muy atentos y muy abiertos al Espíritu que animó a Jesús.
Vamos a aproximarnos a la espiritualidad de Jesús. No es mi intención detenerme a estudiar cómo esa espiritualidad se arraigó en la experiencia religiosa de su pueblo, cómo se alimenta en el espíritu de los profetas de Israel y de los grandes orantes de los salmos; tampoco voy a hablar directamente de la oración de Jesús, sus rasgos principales, su búsqueda de silencio y recogimiento, su capacidad de conjugar la dimensión contemplativa y una intensa actividad.
Voy a hablar solamente de las claves de la espiritualidad de Jesús. Nos vamos a centrar en lo esencial. Las preguntas que están en el trasfondo de esta exposición son las decisivas: ¿qué experiencia de Dios tiene Jesús?, ¿quién es Dios para él?, ¿cómo se sitúa ante su misterio?, ¿cómo vive a Dios? y ¿cómo esa experiencia de Dios inspira y marca toda su vida?
Buscar el reino de Dios y su justicia
Jesús no es un hombre disperso, atraído por diferentes intereses, sino una persona profundamente unificada en torno a una experiencia nuclear: Dios, el Padre bueno de todos. Es él quien unifica su intensa actividad, inspira su mensaje y polariza todas sus energías. Captar las claves de la espiritualidad de Jesús exige captar cómo vive Jesús de esa experiencia de Dios.
Hay algo que se percibe enseguida. Para Jesús, Dios no es una teoría, sino una experiencia. Nunca propone una doctrina sobre Dios. Nunca se le ve explicando su idea de Dios. Para Jesús, Dios es una presencia cercana y amistosa que transforma todo su ser y le hace vivir buscando una vida más digna, amable y dichosa para todos, empezando por los últimos.
Jesús no pretende en ningún momento sustituir la doctrina tradicional de Dios por otra nueva. Su Dios es el Dios de Israel: el único Señor, creador de los cielos y de la tierra, el salvador de su pueblo querido. Nunca discute Jesús con ningún sector judío sobre Dios. Todos creen en el mismo Dios.
La diferencia está en que los dirigentes religiosos del pueblo asocian a Dios con su sistema religioso y no tanto con la vida y la felicidad de la gente. Lo primero y más importante para ellos es dar gloria a Dios observando la ley, respetando el sábado y asegurando el culto del templo. Jesús, por el contrario, asocia a Dios con la vida: lo primero y más importante para él es que los hijos e hijas de Dios gocen de una vida digna y justa. Esto es lo nuevo. Jesús implica a Dios no con la religión, sino con la vida. Lo más importante para Dios es la vida de las personas, no la religión. Los sectores más religiosos de Israel se sienten urgidos por Dios a cuidar la religión del templo y la observancia de la ley. Jesús, por el contrario, se siente enviado por Dios a promover su justicia y su misericordia.
Lucas ha captado muy bien la espiritualidad de Jesús cuando lo presenta en la sinagoga de Nazaret aplicándose a sí mismo estas palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me han ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” . A Jesús el Espíritu de Dios lo impulsa a introducir en el mundo la “Buena Noticia” para los pobres, “liberación” para los cautivos, “luz” a los ciegos, “libertad” a los oprimidos, “gracia” a los desgraciados.
La escena es probablemente una composición de Lucas, pero recoge muy bien el Espíritu que anima a Jesús. La espiritualidad cristiana empuja, antes que nada, a promover una vida más liberada, más sana, más dichosa. Es lo que más agrada a Dios.
Por eso, el centro de la espiritualidad de Jesús no lo ocupa Dios propiamente, sino el «reino de Dios». Jesús no separa nunca a Dios de su reino. No puede pensar en Dios sin pensar en su proyecto de trasformar el mundo. No invita a la gente a buscar a Dios simplemente, sino a “buscar el reino de Dios y su justicia”. No llama a “convertirse” a Dios sin más, sino que pide a todos a “entrar” en el reino de Dios.
Jesús no contempla a Dios encerrado en su propio mundo, aislado de los problemas de la gente; lo siente comprometido por un mundo más humano. Lo vive como la presencia buena de un Padre que se está introduciendo en el mundo para humanizar la vida. Por eso, para Jesús, el lugar privilegiado para vivir a Dios no es el culto, ni tampoco el desierto, sino allí donde se va haciendo realidad su reino de justicia.
Resumiendo. La espiritualidad de Jesús está centrada en el reino de Dios, es decir, se alimenta de un Dios que sólo busca una humanidad más justa y más feliz, y tiene como centro y tarea decisiva construir una vida más humana, tal como la quiere Dios. Cualquier espiritualidad que quiera llamarse y ser cristiana tendrá que seguir a Jesús por los caminos del reino de Dios.
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NORUEGA: PANORAMA RELIGIOSO
Prensa Ecuménica, 26 de julio de 2011
Hasta el presente Noruega es oficialmente un Estado de Iglesia Protestante expresado en la Iglesia Evangélica-Luterana. Alrededor del 88% de la población es miembro de la Iglesia oficial de Noruega. Alrededor del 6% practica otras religiones y otro 6% no pertenece a ninguna comunidad religiosa.
Otras expresiones religiosas son el Movimiento Humanista, representado por la Asociación Humanista Noruega; el Islam; el Movimiento Pentecostal; la Iglesia Católica Romana; la Iglesia Libre Evangélica-Luterana, la Iglesia Metodista y otras iglesias libres. Para la mayoría la asistencia a los cultos no es una actividad regular y en gran parte la práctica religiosa es privada. Existe amplia libertad religiosa desde la enmienda constitucional efectuada en 1964.
Aunque no hay separación entre la Iglesia y el Estado, todos los habitantes tienen el derecho a ejercer libremente su religión de acuerdo con una enmienda en 1964 a la Constitución. La práctica de la religión en Noruega es en gran parte privada. Noruega era parte de la Iglesia Católica Romana hasta 1537 que pasó a ser protestante. Época de las luchas religiosas, Noruega declaró prohibido el catolicismo romano en su tierra. Tal decisión fue revocada tres siglos después, en 1843.
Actualmente existe un acuerdo entre los partidos políticos, aprobado en la Legislatura de Noruega, para la separación de la Iglesia Evangélica Luterana del Estado El cambio, se implementará en 2012 dado que tal resolución necesita ser aprobada en dos legislaturas consecutivas. Si bien no será una ruptura total de los vínculos iglesia-estado se entiende que esa nueva relación dará mayor autonomía para ambas partes.
La práctica del islamismo tiene la misma libertad que cualquier otra religión. De hecho la mayor mezquita de Escandinavia se encuentra en el barrio de Grønland en Oslo. Sin embargo existe un interesante conflicto con Arabia Saudita que quiere financiar la construcción de mezquitas en Noruega. El gobierno noruego lo prohíbe porque Arabia Saudita no respeta la libertad religiosa. […]
La legislación noruega permite la construcción de cualquier templo religioso que quieran construir sus habitantes, pero debe ser la Administración central la encargada de aprobar el apoyo financiero de estos proyectos, evitando que se incurra en cualquier tipo de delito.
El ministro de Asuntos Exteriores Jonas Gahr Stor declaró que "Sería una paradoja, y antinatural aceptar las fuentes de financiación de un país donde no hay libertad religiosa" recordando que en Arabia Saudita está prohibida la construcción de iglesias.
El funcionario afirmó que "Noruega llevará el asunto ante el Consejo de Europa" donde defenderá esta decisión basada en la más estricta reciprocidad con los sauditas.
La reciente Matanza Noruega coloca en tela de juicio la relación entre la religión, en este caso de fuerte raigambre protestante, y el desarrollo de la vida ciudadana. El autor de la matanza es calificado como un “fundamentalista cristiano” Se puede alegar que no se sabe de su práctica religiosa activa, pero en una sociedad como la noruega, al igual que en otras, este no es argumento válido. La cuestión es cómo se formó su estructura de pensamiento y de prejuicios que lo obligó a actuar de esa forma.
Al respecto no se puede olvidar que la Alemania nazi tenía de trasfondo una fuerte religiosidad, también protestante, con una enseñanza sobre la obediencia (debida) instalada en sus dirigentes y población como una instancia esencial de la ética cristiana.
Por otra parte, matanzas similares se produjeron en el cristianísimo Estados Unidos con protagonistas de perfiles semejantes a los de Anders Breivik, sin olvidar las guerras religiosas, la despiadada colonización en América Latina, el Caribe, África, India ni la Inquisición. […].
De Behring Breivik también se comprobó, por sus propias declaraciones, que odia al Islam, quiere salvar la civilización y sabe que lo que hizo es atroz pero lo considera necesario. Ese coctel de especificaciones hace que sea clasificado como de ultra derecha por lo que es habitual que al mismo tiempo sea un fundamentalista religioso.
Esas características también corresponden a personajes como Bush, quien recibía órdenes directas desde Dios, como a los Ayatolas que sostienen la “guerra santa” y que pueden desatar guerras como a Irak, Afganistán y terrorismo de alta escuela que saben que son atroces pero que los considera necesario.
Que esta matanza haya ocurrido en Noruega es un dato más que importante para el análisis entre la religión y la ciudadanía. No son pocos los que exclamaron ¿Quién iba a pensar que esto ocurriría en Noruega? Es que una de las características del siglo XXI es el desnudamiento de situaciones que hasta ahora no la percibíamos adecuadamente.
Por cierto, el domingo24 un solemne y emotivo culto en la Catedral de la Iglesia de Noruega en Oslo recordó a las víctimas de la matanza.
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